Segunda Carta Abierta a Ademys, frente a la claudicación de su conducción. El gobierno avanza y los casos suben

en Conti-Santoro/Novedades

En los próximos días se cumplirá la cuarta semana del inicio de la apertura escalonada de escuelas impuesta por el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Dentro del esquema armado por Acuña se suponía que al 1º de marzo ya todas las escuelas estarían abiertas. Sin embargo, muchos colegios todavía no empezaron sus clases por los problemas que tuvieron para implementar el protocolo definido por el propio Ministerio de Educación de CABA. Por eso, muchas escuelas recién inician su presencialidad esta semana.

A pesar de este escalonamiento y de los establecimientos que no abrieron aún, el panorama epidemiológico en las escuelas de la ciudad es cada día más preocupante. Para darse una idea, el 10 de febrero (tan solo 48hs después de la presentación del personal docente) se reportaron 6 casos positivos de COVID-19. El 16/02 esos se convirtieron en 20 casos; el 19/02 en 35; el 22/02 en 70; el 26/02 en 90; el 01/03 en 131; el 04/03 en 150; finalmente el 06/03 se reportaban 159 casos en un total de 132 escuelas porteñas. Debemos tener en cuenta que estos datos, con todo, son conservadores dado el silencio generalizado de los medios de comunicación en relación a estos brotes y también la presión sobre directivos y supervisores para no difundir. En otras palabras, pasamos por un rápido incremento de los casos cuando aún no estaban abiertos ni todos los cursos ni todas las escuelas. Frente a este panorama solo podemos esperar lo peor. En Jujuy y la provincia de Buenos Aires esta política criminal ya se llevó la vida de tres compañeras. Además, a medida que incorporaron provincias a la apertura comienzan a aparecer casos en escuelas, como sucedió en Catamarca, La Rioja, o Entre Ríos.

Ademys: de la casa al trabajo y del trabajo a casa

Si durante estas estas semanas fue álgido el proceso de apertura de escuelas al mismo tiempo que el incremento de los contagios, no podemos decir lo mismo en relación a la acción desplegada por el único gremio de la ciudad que se es reconocido por ser combativo y clasista y que, además, fue el único que convocó a medidas de fuerza este 2021. En una carta anterior ya explicamos cómo es que Ademys abandonó por completo la lucha contra la presencialidad centrándose en la discusión de los protocolos. Estamos hablando del “regreso seguro” y los 10 puntos. Allí marcamos que la consigna impulsada por el gremio durante el año pasado fue acertada pero que, a poco de iniciar el nuevo año, empezó a conciliar con la idea de la vuelta bajo ciertas condiciones, las cuales pueden resumirse en: más alcohol, más lavandina, más ventanas. El reclamo de las vacunas brilló por su vaguedad ya que no quedaba claro si era una exigencia corporativa solo para docentes o para toda la población. En suma, la conducción ya había abandonado la lucha “teórica” para poder empezar a acomodarse al clima ambiente y a la presión del gobierno.

Un síntoma de esta claudicación fue la fecha en que la CD convocó la primera asamblea del año, el jueves 11 de febrero. Para ese entonces, ya habían pasado cuatro días desde la apertura de escuelas. Cuatro días durante los cuales expusimos nuestra salud y nuestras vidas. Aun con esta respuesta tardía, fue un acierto convocar a un paro activo de 72hs (17, 18 y 19 de febrero). Con esto le daba una sólida cobertura gremial a todos aquellos compañeros y compañeras que quisieran parar en rechazo a la política criminal del gobierno. El cuadro criminal se agrava si consideramos, además, lo que implica la “presencialidad” para decenas de miles de compañeras a las que se les niegan las dispensas por cuidado de mayores y de niños con una escolaridad en “modo burbuja”. Estas compañeras encontraban en el paro la única forma de proteger la vida de aquellos sobre los que ejercen tareas de cuidado. Junto al paro, también se acordó realizar actividades callejeras como cortes, semaforazos y una caravana educativa el 18.

Contra lo que difundieron los medios de comunicación y el propio gobierno el paro fue, en el contexto de una vuelta dosificada, un éxito. Se logró un acatamiento del 11% a pesar de que los otros 16 sindicatos porteños avalaron la vuelta a la presencialidad. Además, la asistencia a las escuelas estuvo sobredimensionada porque, precisamente, hubo muchos colegios donde no hubo clases presenciales programadas y otros donde solo fueron convocados una porción menor de los docentes. Así, los números del paro eran una consecuencia previsible y por ello el nivel de acatamiento sopesarse en este cuadro.

Lo que sí flaqueó fue la fuerza que el gremio le pudo a las actividades callejeras. Realizaron unos pocos semaforazos los cuales no fueron convocados ni difundidos con la energía que requería la situación. Pese a esto, nuestra corriente organizó tres semaforazos (Comercial N° 23, Liceo N° 2, y Distrito 6) y participó de otros. Sin saber si lo hizo de forma de deliberada o no, la CD objetivamente colaboró con la desmovilización de los compañeros. Al abandono de las consignas, le siguió el abandono de las calles.

El último día del paro (19 de febrero) se realizó una nueva asamblea con el fin de discutir la continuidad del plan de lucha (o eso pensábamos). En realidad habíamos sido convocados por la CD para legitimar su claudicación definitiva frente al aperturismo de Larreta. El balance que se hizo  del paro fue negativo, por su bajo acatamiento, y se lo caracterizó como un fracaso. Frente a ese balance, la conducción se puso en una actitud según la cual si los compañeros no se organizan en sus colegios entonces el gremio no tomará ninguna medida de fuerza. En criollo, quería justificar el levantamiento del paro en marcha. En lugar de ponerse a la cabeza de las luchas y organizar a los compañeros, Ademys se coloca a la retaguardia esperando una especie de autoorganización por parte de la docencia.

El resultado fue una asamblea absolutamente irrelevante de la cual no salió ninguna medida de fuerza real. Hizo aprobar un paro simbólico para el 1º de marzo (¡una semana después de la asamblea!) y el del 8M. El paro votado para el 1º en realidad se enmarcaba en el contexto del no inicio a nivel nacional y el paro de 48hs convocado por los SUTEBA multicolores en provincia de Buenos Aires. Es decir, se trata de una medida de “enganche”. El colmo de todo esto es que ya por fuera de ese espacio, la CD decidió dejar de convocar a nuevas asambleas. De esta forma, quedó  desactivada cualquier posibilidad de reabrir la discusión. En resumen, Ademys primero abandonó la lucha frontal contra la presencialidad, nos dejó sin la herramienta de la huelga y sin asambleas. Este panorama termina obligando a los compañeros a apelar a estrategias individuales y atomizadas colegio por colegio, como el armado de las comisiones de seguridad e higiene o los arreglos a los cuales pueda llegar cada docente con su directivo. La máxima del “divide y vencerás” la aplican los compañeros contra nosotros mismos.

Con esto la conducción de nuestro gremio queda a la derecha de otros a nivel nacional. Por caso, en Entre Ríos, AGMER convocó sucesivos paros de 72, 48 y 72hs. En Chaco se llamó a paro por cinco días y en Misiones a dos paros de 48hs. Incluso el inmovilismo no pareciera modificarse por la paritaria de hambre celebrada. El gobierno acaba de cerrar un aumento miserable del 34% en cuotas, cifra muy alejada de las ya de por sí limitadas expectativas que tenía el gremio (50%). Si bien Ademys rechazó la oferta salarial, no convocó a la fecha a ninguna acción alguna ni mucho menos a una asamblea, para discutir un plan de lucha sobre este tema.

Por una dirección a la altura

El cuadro actual es grave para el conjunto de la docencia. El sindicado debe ser el organizador de todos los trabajadores. Por eso, entendemos que los compañeros de la Comisión Directiva de Ademys deben convocar de forma inmediata una asamblea para organizarnos para enfrentar la apertura criminal del gobierno. Tras la presencialidad sin vacunas, lo que está en juego es nada más y nada menos que nuestras vidas. Las nuestras y la de la comunidad educativa toda que ya empieza a ver con profunda preocupación no solo el aumento de contagios y burbujas aisladas sino las muertes que empiezan a acumularse y la circulación de las nuevas cepas del COVID. El “vacunagate” puso sobre la mesa el cinismo de los diferentes gobiernos que se reservan vacunas para repartirse de manera privilegiada entre amigos. Por eso, la exigencia por la vacunación masiva de la población es hoy la lucha principal que tienen que desarrollar los sindicatos clasistas, y más aún los gremios del sector docentes, ya que la presencialidad moviliza a una enorme masa de la población poniendo en riesgo al conjunto de la clase trabajadora que ingresara al otoño con plena circulación de personas y con un número irrisorio de vacunados. Esta lucha es la principal tarea hoy mientras el gobierno simula avanzar en una vacunación que está muy lejos de ser masiva y, por el contrario, redistribuye la escasez de vacunas para reforzar en las escuelas su rol de contención social. O acaso ¿vamos a sostener que esta presencialidad que nos expone resolverá la desigualdad escolar cuando los contenidos pasan a ser recortados brutalmente?

En estos días también, se suma la lucha por nuestro salario. Lucha que se hace más necesaria en la medida en que hoy nos encontramos sobreexplotados para adaptarnos a la bimodalidad. El gremio debe pronunciarse de forma abierta contra la presencialidad en tanto no se haya realizado la vacunación masiva de toda la población, esta presencialidad no solo nos enfermará, sino que aumentará la desigualdad educativa. Tenemos que defender no solo nuestra salud sino la de nuestros niños, la de la clase obrera toda y el sentido de su educación.

Proponemos entonces al CD de Ademys, pero también a todos sus docentes afiliados, realizar una asamblea urgente para discutir un plan de lucha para rechazar la presencialidad criminal del gobierno nacional y del gobierno porteño, y exigir la vacunación masiva de toda la población superando la lucha corporativa.

Hasta que esto suceda, hay que defender el sostenimiento de la virtualidad, exigiéndole al Estado el siguiente pliego de reivindicaciones:

  • Que se garanticen dispositivos operativos a todos los docentes y alumnos de la ciudad.
  • Wifi gratuito y de calidad para todos
  • Designación de mayor personal docente técnico, asistencial y pedagógico necesario para acompañar la trayectoria de todos los alumnos. Esto debe ir acompañado del desdoblamiento de cursos. En la ciudad tenemos miles de docentes que hoy están sin cargo. Por lo cual material humano tenemos de sobra. Solo hace falta la voluntad política de llevarlo a adelante.
  • Licencias pagas para madres y padres al cuidado de menores escolarizados y de mayores.
  • Subsidio equivalente a dos canastas familiares para familias desocupadas.
  • Bono extra mensual y retroactivo para cubrir los gastos en insumos tecnológicos.

La pandemia también es una oportunidad para impulsar una serie de demandas de larga data como:

  • Censo de infraestructura y plan de obras acorde a las necesidades escolares en manos de personal idóneo.
  • La recomposición histórica del salario para docentes. Con cargo testigo inicial equivalente a un mínimo de dos canastas básicas totales reales.

Corriente Nacional Conti-Santoro

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