Una de cal, una de arena. El desafío del feminismo socialista en la hora del ajuste kirchnerista

en Novedades/Trece Rosas

Este 8M nos encontrará, en todo el país, con las diferencias lógicas de provincia en provincia, con un desafío impostergable: recuperar el movimiento de mujeres para el feminismo, para la izquierda y para la clase obrera. Un breve racconto de lo sucedido en la capital del país, servirá como ejemplo de lo que decimos y como insumo para reflexionar sobre las realidades locales.

Como es sabido, Alberto Fernández decretó la muerte del patriarcado en la Argentina, de modo que ya no existe ninguna razón por la cual salir a la calle. No hay más femicidios y, a juzgar por el silencio generalizado, no hay ningún problema con la IVE, porque todos los médicos se han declarado no objetores. Así que en nuestro país no hay más motivo que el festejo.

Coherentes con esta descripción, las agrupaciones kirchneristas se juntarán en el Congreso para agradecer al Titán del feminismo, en lugar de recordar que nada ha cambiado seriamente en la realidad. Inmersas en un relato mentiroso, traicionan a las mujeres reales, negándose a marchar hacia Plaza de Mayo, sede del poder político y de la responsabilidad por el estado de cosas. En efecto, después de que se promulgó la ley del aborto no hubo voluntad de movilizar a ningún lado ni por nada. De hecho, no había ninguna previsión tomada para este 8M por quienes se adueñaron del movimiento de mujeres gracias al peso del Estado capitalista y patriarcal. Cuando se produjo el femicidio de Úrsula, las redes estallaron y muchas mujeres escribieron a Ni una Menos para ponerse en marcha. Recién entonces las organizaciones kirchneristas se dieron cuenta de que tenían que hacer algo rápido. Organizaron una primera reunión sin hacer una convocatoria amplia. Muchas nos enteramos después de varios encuentros hechos casi en secreto.

En las deliberaciones finales participaron las referentes de casi toda la izquierda, que tendieron a formar un bloque frente a las representantes del gobierno. Todas estaban de acuerdo en la importancia de sostener la unidad más allá de los desacuerdos. Un criterio equivocado y que duró apenas el tiempo en que se tardó en plantear las consignas principales. Las representantes de Alberto y Cristina no aceptaron el planteo sintetizado en la consigna “El Estado y los gobiernos son responsables”, una clara defensa del ajuste miserable en marcha, de la absoluta falta de medidas concretas para resolver los problemas de las mujeres en general y de la mujer obrera en particular. 

Por su parte, la izquierda se juntó dos veces de manera virtual. Como sucede todos los años y denunciamos sistemáticamente, la izquierda comenzó sus deliberaciones en torno al 8M con una actitud claudicatoria frente al seudo feminismo K. Un capítulo más de su debilidad general ante el peronismo. Sin embargo, y por primera vez en mucho tiempo, primó un espíritu de diferenciación. Por fin. Una diferenciación limitada, pero diferenciación al fin. El núcleo de la discusión se concentró en la magnitud de dicha separación necesaria: mientras el Plenario de Trabajadoras (PO) y Trece Rosas (RyR) insistieron en marchar hacia la Casa Rosada, Juntas y a la Izquierda (MST) y Pan y Rosas (PTS) insistían en quedarse en Congreso. Pan y Rosas llegó a proponer que nos retiremos en el momento en que las K comenzaran a hablar. Finalmente, se logró una posición intermedia: una marcha desde Plaza de Mayo a Congreso, en lugar de una concentración frente a la sede legislativa, como van a hacer las kirchneristas, un reflejo de las graves taras de cierta izquierda para enfrentar al peronismo.

Aun así, es de destacar, para bien, este primer paso en la independencia de la izquierda frente a las voceras de Cristina. El documento que se consensuó en la izquierda, trae varias novedades: la alusión directa a Fernández y Kiciloff, la crítica de la política económica y social del gobierno y la denuncia de la violencia contra la mujer, sobre la cual no solo el gobierno no dice nada, sino que la apaña y oculta. También, saludablemente, esta vez se nombra en primer lugar a las mujeres y, aunque se continúa usando la aberración del “lenguaje inclusivo”, la vacilación en varios de sus párrafos es síntoma de que el queerismo kirchnerista retrocede en la izquierda cuando ésta se plantea como opción independiente de la burguesía, de su gobierno y sus representantes en el movimiento de mujeres. Otro síntoma en este sentido es la eliminación de la consigna del “cupo trans” y la defensa del “trabajo sexual”. Como ha quedado demostrado, las organizaciones que batallan por el privilegio sectorial y defienden la opresión y la explotación de las mujeres, quedaron del otro lado, del lado burgués, del lado patriarcal, del lado kirchnerista, del lado del gobierno. Como dijimos, a esas organizaciones no les interesa la causa feminista, mucho menos un feminismo proletario y socialista. Esta grieta debe profundizarse, ampliarse, al punto de la ruptura. De este lado, las mujeres, el socialismo y la clase obrera. Del otro, todo aquello con lo que hay que romper.

Este proceso ha sido diferente en cada punto del país en el que las mujeres se han organizado para la batalla. Pero en todos lados, tiene que tener la misma conclusión: una organización independiente de las mujeres socialistas para enfrentar el doble reto del ajuste capitalista y la violencia patriarcal.

Trece Rosas-Razón y Revolución

Feminismo Socialista

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