Por Ezequiel Flores
Hace décadas la educación argentina viene barranca abajo producto de la descomposición social que atraviesa el capitalismo y que degrada nuestras condiciones de vida. En secundaria, esto se refleja en varias cuestiones. Vemos el aumento de la violencia escolar, como cuando un preceptor de Garupá fue apuñalado por un estudiante. Contemplamos la destrucción de las condiciones de infraestructura escolar cuando se caen los techos de las escuelas, como ocurrió en San Vicente recientemente. Somos testigos del avance de la violencia hacia las mujeres y la ausencia total de Educación Sexual Integral, laica y científica, cuando una movilización de estudiantes hartas de los abusos y acosos por parte de sus “compañeritos” del Roque Gonzalez sacude la escena pública. Observamos también las consecuencias académicas: la mitad de los estudiantes secundarios no termina el nivel en tiempo y forma y, cuando lo hace, al menos un tercio de ellos no comprende lo que lee. Esa es la media nacional y en nuestra provincia los números son aún peores. En este contexto, ¿Qué tiene para ofrecernos la Renovación? Más de lo mismo: cambios administrativos, flexibilización y descentralización. Ese es el contenido de su “transformación” tal como muestran los programas recientemente anunciados en materia de evaluación y régimen académico. Veamos.
No más oscuros sarcasmos en el aula
Según el Ministro de Educación Miguel Sedoff y la Subsecretaria de Educación Cielo Linares, el objetivo de su propuesta de Transformación Educativa es reducir las desigualdades educativas. A decir de los funcionarios, esas diferencias se manifiestan en “el umbral de paso en la secundaria y con el posterior desgranamiento sobre los últimos años”. Un problema que no es nuevo ni se puede asociar a la masificación de la escuela secundaria: ya en la década del ’60 el debate educativo colocaba esos problemas en el centro de la discusión. Descubriendo la pólvora suponen que ese problema se resuelve si la escuela secundaria se hace “interesante, convocante y significativa genuinamente” para el proyecto de vida de los estudiantes misioneros.
También, cargan las tintas sobre la tarea docente, porque finalmente seríamos nosotros los responsables de que los chicos se aburran. Para resolverlo, apuestan a una formación con métodos pedagógicos disruptivos e innovadores. Un botón de muestra: los congresos “flipped learning” organizados por el Ministerio y en las capacitaciones gestionadas por UDPM, sindicato dirigido por la burocracia Adomista.
No es la primera vez que la gestión Sedoff-Linares explica el abandono escolar como resultado de una dinámica “aburrida” -a los ojos de los estudiantes- de la escuela secundaria convirtiendo a los docentes en entretenedores. La deserción escolar se agravó con la pandemia y, entonces, el personal de turno echó mano, una vez más, a estos argumentos. Así, en el lanzamiento de distintos programas que buscan estructurar la escuela “postpandemia” aparecen estas marcas en clave de “transformación”. Veamos si no el caso del programa de Docentes Acompañantes de las Trayectorias Educativas (DATE). Básicamente, el DATE es una copia de un programa anterior, Maestros Acompañantes de Trayectorias Escolares (MATE). Cómo su predecesor, el DATE busca “garantizar la permanencia de los estudiantes secundarios en una escuela que sea tanto cognitivamente estimulante como afectivamente segura”. Seguridad y estímulo parecen ser los ejes cardinales de la propuesta que comenzó a implementarse en 51 escuelas, previa capacitación de 300 educadorespara luego seleccionar efectivamente a 170. Sin embargo, el programa no parece dejar de crecer: en octubre se incluyeron 100 colegios más y el año próximo llegará a la totalidad de escuelas de la provincia.
No obstante, el gobierno pareciera ser consciente de que esta empresa no logrará contener la deserción del secundario. Por eso,la avanzada transformadora requiere modificar el Régimen Académico Marco (RAM) para flexibilizar, aún más, las condiciones de asistencia, acreditación y promoción de estudiantes. Para imponer estas modificaciones el miércoles 17/11 “se discutió” en una jornada de PEI el borrador de este documento. Veamos de qué se trata.
Régimen Académico Marco 2do Round
Los intentos de establecer un RAM no son nuevos. En 2019, la docencia secundaria de la provincia discutió un borrador marcado por el avance de la reforma educativa que analizamos en su momento. Este año, volvió a presentarse la discusión atada, esta vez, a la reforma camuflada tras la discusión sobre “transformación” de la escuela secundaria. Y, hay que decirlo, la propuesta actual es incluso peor que la de tres años atrás.
Con el argumento de ajustarse a los cambios del siglo XXI, el nuevo y “mejorado” RAM buscaría dar respuesta a los viejos problemas de la repitencia, el abandono escolar y las trayectorias discontinuas. Así se pasa a modificar especialmente evaluación, promoción y asistencia escolar.
Respecto a la evaluación, el RAM postula que la misma debe partir de entender al estudiante como un “sujeto activo, responsable, protagonista y participativo”. Esto, en realidad, debe traducirse en planillas con el legajo académico de cada estudiante donde se registrarán todas las acciones realizadas en el proceso de aprendizaje. De este modo, se brindaría “información objetiva, sistemática y precisa a los responsables del acompañamiento de las trayectorias escolares, para prevenir fracasos”. Un cúmulo de nuevo trabajo burocrático que desconoce las condiciones de trabajo de la docencia taxi del nivel, con cientos y cientos de alumnos. Pero además estamos ante un esfuerzo mal ubicado: la iniciativa oficial supone que la deserción es resultado de un mal registro administrativo por parte de los estudiantes. Ya veremos que, en realidad, el nuevo legajo encubre otra situación.
El RAM flexibiliza aún más las condiciones y tiempos para acreditar unidades curriculares. Se fijan calificaciones trimestrales numéricas, promediadas a partir de calificaciones parciales de evaluaciones en múltiples formatos. Ante la no acreditación trimestral, las calificaciones se mantendrán como “provisorias” y se atenderán los avances de cada estudiante en los períodos siguientes, los avances deben reflejarse al momento de determinar la nota final. Es decir, este régimen contempla que la calificación trimestral puede variar a lo largo del año hasta que se realice el cierre de la calificación final. Se pretende así, que los conocimientos que no pudieron ser obtenidos en un trimestre se recuperen en los próximos, ¿Cómo sería posible? A partir de instancias de apoyo, en palabras del gobierno, nuevas oportunidades para enseñar a estudiar a los alumnosproponiéndoles otras actividades significativas para que acrediten esos espacios curriculares en cuestión. Cada institución puede realizar ese proceso como determine. Lo que abre a la creación descentralizada de “alternativas organizacionales de las instancias de apoyo” en distintos momentos de la vida institucional y del ciclo lectivo entre los meses de diciembre, febrero y marzo.
En sintonía con el “sostenimiento de las trayectorias”, se amplía la cantidad de materias pendientes de aprobación con las que los estudiantes puedan ser promovidos y se habilitan distintos mecanismos para acreditar las materias adeudadas. Así, la acreditación asistida mediante tutorías, el cursado a contra turno dentro junto a otro grupo de estudiantes, cursada remota y/o virtual, 2×1 a través de la fusión de unidades curriculares afines incluso de asignaturas, previas por parciales, es decir, acreditación de unidades académicas a partir de trabajos interdisciplinarios.
En cuanto a la asistencia, se suprime la condición de “estudiante libre” por faltas. En todos los casos, los estudiantes permanecerán como alumnos de la matrícula de una escuela hasta que se complete el pase a otra escuela o se titule, lo que ocurra primero. En este sentido, un estudiante con trayectoria escolar discontinua podrá reincorporarse en cualquier momento del año y dependerá del equipo directivo, docente y de orientación el arbitrar los medios necesarios para garantizar estrategias de enseñanza y detección de factores de vulnerabilidad escolar. Lo cierto es que, frente a la falta de equipos en todas las escuelas, en el mejor de los casos, un solo profesional deberá dar cuenta de la “vulnerabilidad”. Eso sí, el gobierno aclara que toda la comunidad escolar será la encargada de garantizar el aprendizaje de cada estudiante.
En definitiva, de este recorrido conviene preguntarse cómo se recuperan los conocimientos “perdidos” sin modificar las condiciones pedagógicas y materiales de cursada. La respuesta es sencilla: por la vía administrativa. Y para eso, hay que destruir el régimen académico vigente, flexibilizar aún más el régimen de asistencias, la acreditación y la promoción.
Estrujados como trapo de piso
Es claro que la secundaria, como la educación en general, está en crisis. Sin embargo, estas políticas no “transforman” la educación, sino que agudizan su cuadro previo profundizando su degradación. La transformación no es más que la formalización de situaciones de hecho y la incorporación de nuevas flexibilizaciones.
Como los contenidos no importan, la evaluación ya ni siquiera cuenta como diagnóstico ni como requisito para acreditar contenidos reales que permitan avanzar en la educación real de los “sujetos”. Apenas una ficción, apenas papeles y más papeles para tapar el cuadro desolador en el que estamos. Planillas y más planillas para convencernos por la vía administrativa que la escuela no es un contenedor.
Al programa de la Renovación debemos combatirlo con el nuestro. Por eso, ante este avance tenemos que discutir urgentemente un congreso pedagógico y plantar una bandera que exija una paritaria de contenidos en la que podamos discutir qué educación queremos.