En este contexto de pandemia, en donde hay un ascenso acelerado de casos de Covid, cada vez es más notable que Alberto no tiene una estrategia. Uno esperaría que, en un país capitalista como el nuestro, el gobierno entendiera el lugar estratégico que ocupa EE.UU. en este orden mundial y la importancia de tejer alianzas estratégicas correctas para la obtención de vacunas para toda la población.
En nuestro caso, es claro que en el plano internacional, los Fernández no tienen socios que nos respondan favorablemente. Cuando uno quiere aliarse con alguien busca que este sea estratégico, que te apoye. Si lo único que hace ese aliado es perjudicarte o tomar todo lo que uno le ofrece y no darte nada, el vínculo no tiene mucha lógica. Claramente el gobierno de Alberto no entiende esto o jugó mal sus cartas porque nuestros supuestos aliados son un desastre.
Si hiciéramos una comparación entre Macri y Alberto en relación a este tema es posible observar varias cuestiones. Mientras que el ex presidente consiguió que el FMI le otorgue el mayor de los préstamos monetarios de la historia, “el tío Alberto” no es capaz de que los chinos nos manden mil millones de dólares en vacunas. Elegimos de socio a alguien a quien le entregamos todo y no nos da nada. Repasemos…
China nos construye centrales eléctricas inútiles, nos vende centrales nucleares, nos pone una base militar en nuestro territorio, nos hace negociar a su favor el acuerdo sobre la hidrovía, nos propone que criemos chanchos para que ellos coman su carne sin tener que aumentar la pandemia. Y usted dirá bueno, pero… ¿y los chinos qué nos dan? Nada de nada. Es evidente que, para China, la Argentina no ocupa un lugar estratégico en sus alianzas.
El problema con todo esto, es que si vos elegís la alianza que va mal, quedaste afuera y sonaste. Acá el kirchnerismo ha cometido un error histórico y ese traspié le está costando volver, si es que realmente quiere volver. Es muy difícil que la Argentina pueda tener una relación con China en la cual los chinos tengan algo para ofrecer fuera de comprar soja. Con lo cual, le guste o no, para el capitalismo argentino actual la única alianza razonable es una relación con EE.UU.
Obviamente, que la alianza sea fructífera para quien la dirige no implica que el grueso de los argentinos vayamos a vivir mejor o que la clase obrera vaya a dejar de ser explotada. Sólo significa que al capitalismo argentino le conviene una alianza más que otra. Y el kirchnerismo se quedó sin alianzas internacionales. Jugó mal sus cartas, porque no tiene una estrategia. Puso su última chance en un socio que no le da ni la hora.
Bajo este escenario, la clave de la gestión no es tanto la desorientación, sino haber llegado a esta situación en la cual (por caídas no forzadas y errores de características generales e históricas) el gobierno no sabe qué hacer con el país. Es decir, acá el problema es más grave que el simple hecho de que Alberto no da pie con bola. Nadie tiene idea de qué quiere Cristina y qué quiere el kirchnerismo para la Argentina. Por lo tanto, el problema central es que carecemos de estrategia. Estamos como un barco a la deriva.
Frente a esta inoperancia del gobierno, frente a la alianza que la gestión de turno quiera elegir, nosotros debemos tejer una alianza internacional obrera que vele por nuestros intereses y que tenga como horizonte el socialismo. La única alternativa la hundimiento general, somos nosotros, la clase obrera.
