Estos últimos días Larreta dio mucho que hablar tras su pedido de amparo a la Corte Suprema de Justicia para que pudieran abrirse las escuelas porteñas. El escrito que presentó tiene dos grandes ejes. Por un lado, defender la autonomía de la Ciudad, su capacidad de gestión y decisión en clave ciudadana. Por el otro, señala por qué abrir las escuelas. Curiosamente, o no tanto, utiliza para eso los argumentos del gobierno nacional.
El mismo día que Alberto hacía su anuncio, y también unos días antes, la ministra de salud dijo que ni fábricas ni escuelas eran lugares de contagio. Vizzotti inclusive dijo que salgamos a la calle solo para trabajar y llevar a los chicos a la escuela, pero recomendó que como vamos a estar más expuestos al virus usemos barbijo en casa. Si, así como leyó. Como si el hecho de usar barbijo en casa ayudara en algo después de tremenda exposición.
Pero ella no es la única que dijo semejantes barbaridades. Recordemos que Trotta el miércoles 14 de abril había afirmado que las restricciones no podían comenzar por las escuelas, que existían protocolos seguros, que las burbujas hacían que circulara una cantidad limitada de personas y que los directivos eran los guardianes del protocolo. ¡Nada más alejado de la realidad que esto!
Frente a todo lo expuesto, el gobierno de la ciudad tomó nota y le pasó factura en su propio escrito. También, se valió de una serie de documentos “internacionales” para demostrar que en todo el mundo la discusión “escuelas abiertas” estaría saldada. Lo cierto es que la mayoría de la evidencia internacional que cita evalúa qué pasó en las escuelas luego de las aperturas en un contexto de disminución de curvas y de época estacional opuesta a la nuestra.
Asimismo, Larreta sigue remarcando que la población escolar es menos vulnerable a enfermar y morir. Obviamente, sin ver qué ocurrirá con esos otros convivientes y el lugar de los asintomáticos en la red de contagios porque los niños no viven solos, están rodeados de una red de relaciones sociales que arrancan en la familia.
La posición del pelado no se trató de una elección por la positiva sino por la negativa: hay que asumir el riesgo porque el genocidio educativo podría ser peor. Incluso elige hablarle a los “pobres” que por supuesto llama sectores vulnerables. “Dejo las escuelas abiertas por ustedes”, les dice.
Ahora, lo que hay que preguntarse es ¿qué se esconde detrás de la postura de Larreta “el educador” y del discurso de Alberto? Quién se candidatea mejor al 2023. El Jefe de Gobierno dice que no cierra escuelas para defender a los sectores vulnerables que no tienen recursos. El gobierno nacional y de la provincia dicen que cierran para proteger la vida de esos mismos sectores a los que tampoco les reparte recursos para garantizar la virtualidad. El gobierno nacional suspende la presencialidad para “cuidar” la vida. Larreta por las dudas avisa que llegado el caso también está dispuesto a cerrar y si bien no son ni las escuelas ni la circulación de personas que van a la escuela el problema, por las dudas, pasa a virtualidad la modalidad de adultos y los institutos superiores.
En resumen, es claro que lo único que les importa a los distintos sectores de la burguesía es ver quién sale mejor parado de cara a las próximas elecciones y velar por sus propios intereses. Ponen de excusa la salud y nuestra educación, pero la realidad es que están lejos de preocuparse por esto. Si tanto les interesan estos problemas tendrían que garantizarnos recursos para la educación remota y vacunación masiva para toda la población. Tenemos que ser nosotros quienes tomemos la posta exigiendo que estas medidas sean una prioridad en la agenda política.
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