La tarea de la hora: la guerra a Milei

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Las primarias del domingo arrojaron, como uno de sus resultados, el crecimiento exponencial del bolsonarismo en la candidatura de Javier Milei. Detrás de su “guerra a la casta” se esconde el objetivo real: una guerra de clases. Un combate abierto contra la clase obrera. Detrás de la lucha contra el “gasto político” está la lucha por bajar el “costo obrero”. La promesa de cerrar instituciones públicas enteras y transformar a la educación en un sistema de “vouchers” lo coloca en la vanguardia del consenso liberal en marcha. Pero la declaración de que va a disolver a todas las organizaciones piqueteras y la amenaza a todos los dirigentes sociales que resistan lo ponen en la primera línea de una embestida abierta -y con todo el poder del Estado- contra la clase obrera y, sobre todo, sus organizaciones.

En este contexto, la tarea más urgente e importante de todo partido, todo sindicato y toda organización obrera es la lucha contra esta avanzada, que es la avanzada de una clase. En un contexto de una crisis hegemónica y de un régimen político en cuestión, Milei representa una opción burguesa real para terminar con la crisis capitalista con una degradación histórica de la vida y resolver la crisis política por la vía de la violencia desembozada y extrema. ¿La burguesía argentina está dispuesta a una guerra civil? Claramente, no por ahora. Además, la mayor parte de la burguesía argentina no se vería beneficiada por el plan “motosierra”, si ello implica perder subsidios y reavivar la causa de los “cuadernos”, como amenazó el candidato. Pero no sería la primera vez que la dinámica de las tensiones en juego la lleven a eso. Le sucedió en otras ocasiones, incluso bajo la forma de “guerra preventiva”. No se trata, por ahora, de liquidar una fuerza revolucionaria. Tampoco sabemos hasta dónde piensa llegar con el corte de subsidios al empresariado parásito. Lo que sí queda claro es que puede llegar a acomodar las fuerzas para ser la dirección de un frente abierto contra la clase obrera. Un Partido del Orden.

Milei es, entonces, un personaje que puede ser muy mal visto por el “círculo rojo”, pero claramente representa una dirección capaz de encarar el cierre de la enorme crisis abierta. El ganador de la elección no fue él, sino la suma del voto en blanco con la abstención. Esa gente, que no fue a votar, son los candidatos a cantar eso que se cantó en el bunker del Milei (“Que se vayan todos”), pero en la calle, y con piquetes y cacerolas. En ese escenario, el candidato a enfrentar ese desafío no es otro que quien se postula abiertamente para canalizar el descontento y embestir a esa fuerza en la calle. Tal como hizo en 2001 la dupla Duhalde-Néstor.

Hay que verse en el espejo de Venezuela. La dictadura chavista enfrentó a una izquierda dividida, que no quería ver lo que se desarrollaba progresivamente frente a sus ojos. Maduro fue prohibiendo partido por partido. Resultado: todos los partidos de izquierda y obreros, incluyendo al más reformista y pro chavista (PCV), quedaron ilegalizados. Solo ahora, después de todo eso, las organizaciones se están movilizando por la legalidad. Era antes.

Una lección para los argentinos: todas las organizaciones obreras y revolucionarias debemos organizarnos para combatir a esta fuerza filofascistoide. Todos los esfuerzos militantes deben concentrarse en la destrucción política del personaje y su fuerza.

No se trata de formar un frente con las organizaciones burguesas. Se trata de reagrupar a la izquierda para ponerla de nuevo en la lucha política. Esta lucha no puede darse en forma aislada: hay que hacerla en forma coordinada y organizada. Debemos construir un comando político unificado. Eso no anula el debate, sino que anula la dispersión.

El instrumento que necesitamos en la Asamblea Nacional de Trabajadores Ocupados y Desocupados. Pero, también, hay que poner a todos los intelectuales, que se referencien con el socialismo, a trabajar en este asunto en una Asamblea de Intelectuales, ligada y subordinada a la asamblea general, pero con tareas específicas de esclarecimiento y difusión.

La lucha contra estos personajes no es simplemente un acto defensivo. Es la forma en la cual la clase obrera responde ante las provocaciones y las amenazas. Por lo tanto, la vuelve a colocar en el centro de la escena. Y le devuelve a la iniciativa a los partidos revolucionarios.

Hay que abandonar el derrotismo y la indignación ya. Hay que poner manos a la obra y tomar la ofensiva.

Llamamos a todas las organizaciones políticas revolucionarias a una primera reunión para delinear una gran Asamblea Nacional de Trabajadores, con el objetivo de darle una dirección, una organización y un plan de lucha a los combates necesarios y urgentes que tenemos por delante.

Vía Socialista

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