La lucha de las mujeres de Guernica

en La Hoja Socialista 20/Novedades

La semana pasada, tras el llamado de Cristina a un gran acuerdo de todos los sectores patronales, finalmente llegó la orden política del gobierno de desalojar Guernica. Ya lo explicamos en otra nota: 1400 familias, a las que el gobierno condenó a vivir en la calle, decidieron tomar sus problemas en sus manos y ocupar unas 100 hectáreas en el partido bonaerense de Presidente Perón.

El pasado jueves 29, después de idas y vueltas con negociaciones mentirosas que prometían en el aire, se concretó el desalojo. A pesar de que está prohibido desalojar en la noche, el operativo comenzó 3 am. Las imágenes hablan por sí solas: mujeres, niñas y niños expuestos a golpes en medio de la oscuridad, casillas quemadas, topadoras y tiros.

¿Quiénes son estas mujeres y por qué se encontraban dispuestas a todo por un pedazo de tierra? Comencemos viendo algunos datos concretos. Los cuatro barrios que conformaban el asentamiento (20 de julio, San Martín, La Lucha y La Unión) se encontraban habitados por más de 900 mujeres. El 81% declaró tener niños a cargo y el 76% se encuentran desocupadas. El resto vive gracias al trabajo informal o alguna changa. No sorprende que, cuando se les preguntó por las razones que las llevaron a la toma, el 51% respondió que no podía pagar el alquiler y 5 mujeres dijeron que estaban en situación de calle. Unas 55 afirmaron ser víctimas de violencia de género.

En las últimas décadas, para los trabajadores ocupados o desocupados es cada vez más difícil acceder a una vivienda. La desocupación y los bajos salarios hacen difícil incluso alquilar una pieza. Ni hablar de ahorrar o sacar un crédito, algo que los gobiernos prometen de la boca para afuera, pero saben que es imposible casi para cualquiera de nosotras y nosotros. El problema del acceso a la vivienda es el de la desocupación, la falta de trabajo y los salarios miserables. Por eso, la toma de Guernica es una muestra de un problema general.

La cuestión central es que vivimos en una sociedad que desde hace mucho tiempo viene mostrando que es inútil para desarrollar las potencias humanas. La clase que nos gobierna, la burguesía, y los gobiernos que la representan (sean peronistas, kirchneristas, macristas o radicales) solo nos pueden ofrecer miseria.

En este contexto general, las mujeres obreras tenemos un plus: la opresión patriarcal. Según los últimos datos disponibles (2002), del total de personas con títulos de propiedad, sólo el 16,2% son mujeres. A este dato, se suma que en un informe reciente del Patronato de Liberados bonaerense muestra que, mientras que en los varones supervisados por delitos contra la propiedad sólo el 2% es por usurpación, el porcentaje se eleva al 7% para las mujeres.

Las trabajadoras debemos tener algo muy claro: la dominación de clase cuenta con una herramienta muy poderosa, el patriarcado. Esta estructura le permite dividir a la clase obrera y establecer mejores condiciones de explotación general sobre todo el proletariado y, en particular, sobre las mujeres obreras. Así, la subordinación se suma a la explotación, siendo ambos sistemas solidarios.

Por eso, la salida que debemos exigir tiene que dar una solución colectiva, que responda a nuestros intereses como trabajadoras y trabajadores: tenemos que avanzar en la unidad de todas las organizaciones que nos consideramos revolucionarias por un horizonte que termine con esta vida de miseria y violencia a la que nos expone el capitalismo. El primer paso es una Asamblea Nacional de Trabajadoras y Trabajadores ocupados y desocupados que se proponga dar una solución política y real a nuestros problemas.

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