La jefa, derrotada

en La Hoja Socialista 23/LHS/Novedades

Recientemente se conoció una tercera carta de Cristina en la que se confirma algo que ella ya viene marcando hace rato: “yo estoy fuera de todo esto que está ocurriendo en el gobierno”. Ella continúa con la línea de abandonar a Alberto. Si hubiera logrado una definitiva limpieza de su prontuario y del de sus hijos en todas las causas importantes que tienen, ya tendría las manos libres para pasar abiertamente a la oposición, que es lo que todavía no ha hecho formalmente.

Aún no puede decir “este gobierno no es mío y lo combato” porque tiene dos problemas. Por un lado, resolver cómo ordenarse contra el gobierno del que forma parte y desligarse del ajuste que se viene. Y por el otro, cómo sacarse sus causas de encima. En función de esto la carta es muy orientadora: “La lapicera la tiene Alberto porque gobierna él”; “este no es mi gobierno ni mi política”. Así, se limpia las manos de toda responsabilidad y avisa que se va camino a la oposición.

A lo largo de su escrito, si bien dice no estar a favor del acuerdo con el FMI, remarca constantemente la política del desendeudamiento de Néstor al mismo tiempo que critica el endeudamiento de Macri. El kirchnerismo tiene un atributo histórico que es el de pagar la deuda que generó otro gobierno. Cristina está reconociendo que ella no ve por qué los Diputados y Senadores no pueden aprobar esto. También, pueden verse un par de “sincericidios”. Por ejemplo, cuando afirma “ustedes creen que nosotros podemos impedir un acuerdo o cosas por el estilo, sin embargo, hemos controlado el Senado y aprobado todo”.

Claramente, si hubiera dado vuelta la elección en octubre, este no sería el contenido de su carta. La principal derrotada de las elecciones fue “la jefa” y, a partir de ahí, hay un proceso de erosión de su poder que no se sabe hasta dónde va a llegar. Todo va a depender de lo que esté del otro lado. Mientras tanto, opera con la debilidad de la oposición.

Al analizar el panorama vemos que Alberto ganó en la derrota porque se sacó de encima a Cristina. Ahora bien, se desligó porque era necesario, pero ya no cuenta con su apoyo y tampoco va a ser ella quien pague los platos rotos. Todo va a recaer sobre el presidente y quienes lo asistan. Por su parte, la vicepresidenta tiene el problema de haber perdido y estar en el ostracismo. Pese a esto, en dos años ese destierro se puede convertir en otra cosa.

Luego de haber realizado un acto post derrota electoral, Alberto sigue sin avanzar en el albertismo. Su problema es que tampoco quiere echar a Cristina. No la quiere perder porque significa caer en manos de Juntos por el Cambio. Con lo cual, si uno observa este escenario, da la impresión que las elecciones en vez de resolver los problemas vienen a profundizar el pantano en el que ya estaban y a confirmarlo.

El liderazgo en la oposición también está complicado. Esto se debe a que su composición es mucho más divergente de lo que parece. Ahora, uno podría preguntarse bueno por qué no aprovechan los conflictos que hay del lado del oficialismo. Es decir, por qué no salen a “romper todo” o a pedir la “cabeza de Alberto” después de la absolución del viernes pasado. Este escenario no se presenta porque todavía no hay gente en la calle porque al estar en un pantano, asistimos a un proceso de degradación. Es momento de que los laburantes ganemos las calles.

Etiquetas:

Deja una respuesta

Your email address will not be published.

*

Últimas novedades de La Hoja Socialista 23

Ir a Arriba