El ajuste en Educación

en La Hoja Socialista 23/LHS/Novedades

Hace unos diez días se conoció el presupuesto educativo que discutirá el Congreso para el 2022. En teoría, el monto destinado a Educación sería de 522.249 millones de pesos, aunque se remarcó que por “error” se recortó cerca del 6% de ese monto, unos 34 millones.

Gracias a la descentralización, el grueso del gasto educativo lo hacen las provincias, que cargan con el principal rubro: los salarios del millón y medio de docentes. Salario que, por cierto, es bien miserable. Nación gasta en el sostenimiento de las Universidades, en programas de conectividad, en becas, infraestructura y también en formación docente continua.

El ministro Perczyk salió a decir “estamos trabajando en corregir los errores del presupuesto para aumentar la inversión”. El tema es que las cuentas parten de una base dudosa: que el PBI va a crecer un 4% el próximo año. Sumemos además que el 2022 trae una proyección inflacionaria del 46%, aunque el proyecto de presupuesto la ubica en 33%.

Veamos un poco más los números. El rubro de “inversión social” del presupuesto, si le sacamos el efector de la inflación, nos da que se mantiene estancado desde 2013. En realidad, el gobierno va a hacer campaña con un supuesto aumento del gasto en infraestructura a $21.000 millones de pesos para el equipamiento de 1.796 aulas. Van a construir más de 170.000 m2 y 948 nuevas aulas en escuelas de todo el país.

Aquí hay que recordar dos cosas. La primera, que en el país hay más de 63.500 escuelas en estado calamitoso y consideradas pequeñas o muy pequeñas. Así que en este cuadro las proyecciones 2022, si se cumplen, se parecen más a una gota en el desierto que a otra cosa. La segunda, en el 2021 redujeron el presupuesto en infraestructura unos 5.000 millones de pesos entre proyección y gasto. O sea, prometen algo y hacen menos. ¿Por qué harían algo diferente el próximo año?

Algo similar ocurre con el presupuesto para conectividad y equipos. ¿Qué prometen? $76.382 millones para la distribución de 1.550.000 equipos tecnológicos y lo necesario para proveer de conectividad a 40.000 establecimientos educativos en todo el país. Ahora bien, tenemos 63.500 escuelas. Es decir, el plan 2022 pretende alcanzar al 63% de las escuelas está reconociendo de hecho que esa conectividad o no existía o debía mejorarse. Ya sabemos cómo funcionó la educación en pandemia.

Para atender a la primera infancia, y para la construcción de jardines encontramos más de lo mismo: van a gastar $34.910 millones de pesos para construir 1.778 aulas y 266.625 m2 en todo el país. Pero este año gastaron un tercio de lo que proyectaron.

Como si fuera poco, el proyecto de presupuesto también recorta partidas destinadas a las políticas de acompañamiento a las trayectorias escolares (como FORTE, ATR etc.), es decir, todo lo vinculado con reinserción y revinculación de estudiantes.

Muy feminista Alberto, nos habla de la ESI pero recorta los programas “Desarrollo de la salud sexual y la procreación responsable”, “Prevención y Control de Enfermedades Transmisibles e Inmunoprevenibles” y las transferencias previstas para el Hospital Garrahan.

Para los que creen hoy que la culpa la tiene Macri y el FMI del magro gasto educativo hay que recordar que si miramos el gasto público nacional, del 2013 para acá se gastó más en servicios de la deuda pública que lo que se puso a disposición del Palacio Pizzurno. Quienes creen que todo se resuelve quitándole los subsidios al sector privado recordemos que la cuenta da que cada $ 1000 del presupuesto apenas $125 financian a ese sector.

Así, el 2022 parece traer para febrero-marzo piquete, ruta y cacerolas.

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