La dictadura (burguesa) olvidada

en Aromo/El Aromo n° 117/Novedades

Perón es celebrado como Secretario de Trabajo del gobierno militar instaurado en el 43. Por supuesto, esto es más simpático que recordarlo como Ministro de Guerra del gobierno de facto. Mucho más incómodo aun es recordar su rol en los asesinatos ocurridos al reprimirse las manifestaciones que celebraban el final de la Segunda Guerra.

Marina Kabat – Grupo de Investigación sobre el Peronismo

El año pasado un tweet de la tv pública conmemorando y justificando el golpe militar de 1943 causó polémica. Desde que el exministro de Guerra de la dictadura, Juan Domingo Perón ganara elecciones democráticas la posición de los gobiernos peronistas –y en ocasiones también del radicalismo u otros partidos- ha sido ambivalente ante el gobierno militar de 1943-1945.

Perón, quien ganó las elecciones en el verano de 1946, eligió asumir la presidencia el 4 de junio para conmemorar el golpe (y para sacar varios decretos que podrían ser polémicos antes de asumir). Sin embargo, luego promovió un juicio a la Corte acusándola de haber avalado tanto el golpe de 1930 como el de 1943 en ambos de los cuales él mismo había participado.

El tweet de la tv pública no es un caso aislado. El film, La República perdida, supuestamente orientado a defender la democracia y de repetida proyección en instituciones escolares también presenta una visión edulcorada de la dictadura de 1943, presentándola casi como un golpe democrático. Sin embargo, Perón y sus colegas del GOU pretendían establecer un gobierno de largo aliento. No pensaban llamar a elecciones hasta que otra generación pudiese elegir y ser electa.[i] Estamos hablando de décadas. Si este proyecto de dictadura al estilo franquista no se concretó fue sólo por la oposición que lo enfrentó en las calles y a la cual el ministro de Guerra respondió duramente.

La represión a los festejos callejeros por el fin de la Segunda Guerra

Cerca del final de la Segunda Guerra el gobierno teme que en los festejos por el fin de la contienda se expresen reclamos contra la dictadura. Con antelación se envían instrucciones de que debe permitirse las manifestaciones, pero no tolerarse que estas sirvan de excusa a reclamos locales. De ese modo, tanto las manifestaciones locales ante la derrota de Alemania, como, posteriormente, ante la rendición japonesa son reprimidas.  La represión a las manifestaciones en Buenos Aires tras la rendición nipona en agosto de 1945, que se produce en medio de la crisis del gobierno de facto es especialmente brutal.

El diario El bien público, de Montevideo informa al día siguiente que hubo atentados contra La Prensa, La Razón y Crítica a los que califica de terroristas. Estos serían “otra muestra de la acción criminal de esas pandillas organizadas para atemorizar al pueblo y al periodismo difundiendo pánico”. El diario reporta la muerte de dos jóvenes: “A pocos metros del monumento Saénz Peña, cayó mortalmente herido el joven Enrique Beltrán de 24 años. Frente al edificio de la Subsecretaría de Prensa, cuyos balcones estaban ocupados por empleados de esa dependencia, cayó muerto instantáneamente de un balazo el menor Enrique Blaisten de 16 años.  Gran cantidad de público desfiló todo el día de hoy por las casas mortuorias de los dos jóvenes.”[ii]

El diario también describe algunas de las manifestaciones que recorrieron la ciudad. Después de las 18 horas una manifestación de estudiantes recorre las calles céntricas a quienes se les suman centenares de peatones. La columna crecía en integrantes y entusiasmo. En el Club Español los jóvenes retiraron la bandera monárquica en medio de gritos contra Franco y contra Perón. Otra manifestación tenía en la cabeza bandera argentina y de las Naciones Unidas, fue por Callao y por Rivadavia, se detuvo en la Casa del Pueblo, desde cuyo balcón habló Ghioldi.

“Una manifestación originada en la Plaza de la República que desfilaba por la calle Florida, formada en su casi totalidad por estudiantes que vivaban la democracia fue interceptada a las 20 y 15 por un núcleo de 20 conscriptos que blandían sables- bayonetas.

Otros grupos armados daban un extraño espectáculo al tomar posiciones en las distintas vías de acceso a esta calle céntrica como si respondieran a un plan previamente trazado. Era en la esquina de Cangallo. Inicióse un tiroteo y se vio caer a dos manifestantes heridos.

El tiroteo volvió a repetirse en Avenida de Mayo y Perú, luego de que los manifestantes intentaran reagruparse, pero no se amedrentaron ante las nuevas descargas y prosiguen su marcha hasta la Plaza del Congreso, donde hicieron uso de la palabra dos estudiantes.”[iii]

El periódico del Partido Comunista Francés, L’Humanite, publicaba con interés los sucesos de Buenos Aires. Respecto a lo acaecido el día 15 relata que grupos fascistas rompieron las ventanas de las casas que tenían colgadas la bandera de las Naciones Unidas. Señala que los grupos fascistas abrieron fuego y 3 personas fueron asesinadas[iv]

Dos días después el periódico agrega que, desde la capitulación de Tokio, las masas se lanzaron a las calles y “La policía ametralló sobre los demócratas, que los fascistas emboscaron sobre los techos fusilando en las calles. Perón, después del martes, hizo venir a la capital refuerzos fascistas para ayudar a las bandas hitlerianas (…) La indignación fue tal que después la población de la Capital se mantuvo en las calles a pesar de los fusiles y las metrallas.”[v]

Enrique y Leónidas

Uno de los jóvenes asesinados el 15 de agosto en Avenida de Mayo al 700, a las puertas de la Secretaría de informaciones y Prensa fue Enrique Blaisten, hermano del escritor Isidoro Blastein (este último cambió su apellido). Enrique tenía solo 16 años. Aun así, la página Alternativa Teatral, registra una actuación suya en “Aventuras de Robinsón”, junto a la Compañía La Rama verde en el Teatro del Pueblo.[vi] La compañía era dirigida por Leónidas Barleta, quien dejó testimonio de lo acecido el día de la rendición de Japón:

“Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, con la rendición del Japón en agosto de 1945, hubo festejos en Buenos Aires. Enrique Blaisten era un estudiante secundario, actor del Teatro del Pueblo (emblema de cultura popular, tomado por asalto por la Sección Especial de la policía) que al salir del colegio se sumó a la marcha que se hizo en la Avenida de Mayo. Blaisten fue asesinado a mansalva, junto a dos manifestantes más, con balas que partieron de la oficina de propaganda del gobierno militar.

La entidad que dirijo tenía en ese entonces una compañía de adolescentes llamada ‘la rama verde’, a cuya formación artística me aplicaba porque eran los designados para ocupar la vacante de la compañía titular.

Al cese de la contienda mundial, con el triunfo de la democracia contra el nazismo, la población se lanzó a la calle a celebrar la victoria pese a la prohibición policial. El fervor democrático ciudadano tomó al mismo tiempo forma de repudio a la dictadura y a sus hombres entre los que se contaba el Coronel Perón y sus secuaces, que desde la Sección Espacial de la Policía y la Secretaría de Prensa y Difusión, preparaban subterráneamente su advenimiento al Poder. No pudo la policía impedir que el pueblo celebrara la caída del nazifascismo, pero menudearon las corridas, los sablazos y las descargas de armas cortas y largas que causaron numerosos muertos y heridos.

Contrariando mis indicaciones de que los más jóvenes no anduvieran por las calles, en un momento en que me ausenté Enrique Blaisten y Saul Jarlip, (…) tomaron una bandera del cuarto de banderas del Teatro del Pueblo y salieron a la calle. Una hora más tarde Saúl Jarlip volvía desesperado a decirme que su compañero Enrique Blaisten había caído herido ante la Secretaría de Prensa. Corrí a la asistencia pública y entre medio millar de heridos, tal había sido la represión policial, en la morgue hallé a Enrique Blastein con su sobretodo marrón oscuro, con una herida de bala en la mejilla, debajo del pómulo derecho, con entrada visible de arriba abajo.

El hecho ocurrió el 14 de agosto entre las cuatro y las cinco y media. A esa hora y en ese lugar solo el titular de la dependencia, Emilio Cipolletti, se hallaba habitualmente en su despacho.

Un año más tarde, en una entrevista que tuve con esa persona, para inquirir el motivo por el cual se había ordenado cortar una escena del Teatro del Pueblo del Noticiario ‘Sucesos Argentinos’ n° 456, me referí a la muerte de Enrique Blaisten, en las condiciones relatadas y el Secretario de Prensa de Perón, Emilio Cipolletti, sin poder ocultar su nerviosidad, se levantó bruscamente de su asiento, y me expresó ásperamente, sin mirarme, que no quería hablar del asunto, que ya andaban diciendo que había sido él, en persona, quien había disparado a la multitud, y que, si así fuera, convenía que supiesen que no iban a hacer lo que querían porque la policía había recibido orden del señor Presidente ‘de entrar a golpear’.

Y en cuanto al Teatro del Pueblo, sino queríamos verlo desaparecer era mejor que pensásemos en lo que hacíamos. Quedé con la impresión cabal de que había sido él en persona el que había tirado alevosamente contra los manifestantes.

Cuando el gobierno invitó a la población a celebrar con júbilo Carnavales, el Teatro del Pueblo le salió al paso, diciendo públicamente que era imposible expresar júbilo en las calles regadas con sangre de los defensores de la democracia.

Desde ese momento recrudeció la persecución al Teatro del Pueblo, que puso en su vestíbulo una placa del niño abrazado a su bandera, obra del escultor Luis Falcini, el pequeño actor del Teatro del Pueblo, asesinado por los hombres de la Secretaría de Prensa de la dictadura.”[vii]

Epílogo

Los sucesos del 15 de agosto marcaron un hito en el gobierno militar. A consecuencia de ellos se declara la huelga universitaria en las Facultades de Medicina y Derecho. Perón trata de conciliar y se dirige por radio a los estudiantes. Estos prosiguen la lucha. Una patota que sale de la Secretaría de Trabajo y Previsión mata al estudiante Aarón Salmún Feijóo que llevaba comida a sus compañeros que habían tomado la Facultad de Ciencias Exactas. El 17 de octubre no es necesariamente una movilización mayor a otras del período, pero si le ofrece al gobierno militar y a Perón, la posibilidad de batirse en una competencia electoral. La lucha no se dirime en las calles, sino en las urnas. Allí se vuelca el peso numérico del sector más pasivo de la clase obrera. El triunfo electoral del verano del 46, es fruto de la retaguardia obrera y no su de vanguardia. ¿Cuán limpias fueron esas elecciones? Eso es algo que no podemos saber. Fue unánime el reconocimiento que no hubo fraude tradicional: no se impidió el voto ni hubo grescas en las votaciones. Ese orden se logró porque por vez primera el ejército fiscalizó la votación. El ejército fue también único custodio de las urnas desde la votación hasta su conteo, sin ningún tipo de fiscalización externo. Lo que en retrospectiva habilita la pregunta acerca de la posibilidad de que hubiera un nuevo tipo de fraude en estas elecciones definidas con relativo escaso margen.[viii] Sea como fuera, Perón asume como presidente y se consolida en el poder. Su proyecto sufre alteraciones por la necesidad de conquistar aliados y votos y la de respetar normas legales vigentes en el marco democrático. Sin embargo, poco a poco, modifica parcialmente el régimen político atentando contra varios de los principios republicanos. Los hombres de la Secretaría de prensa y los grupos parapoliciales lo acompañarán hasta el último momento. Cuando no haya ya obreros dispuestos a salir a la calle por él, grupos de la Alianza Libertadora Nacionalista patrullaran las calles con camionetas cedidas por el empresario peronista Jorge Antonio y armas facilitadas por Rener, el secreatrio de Perón.


[i] Marina KAbat, Perónleaks el peronismo a partir de sus documentos secretos, Ediciones RyR, Buenos aires, 2017, cap. 1.

[ii] El bien público, Montevideo , 16/8/1945, p. 1. Felix Luna señala que el otro asesinado era empleado de comercio. Felix Luna: El 45, Buenos Aires, Sudamericana, 1971, p. 91.

[iii] El bien público, Montevideo , 16/8/1945, p. 1. En días posteriores otros grupos de conscriptos parecen involucrados. Hay escaramuzas entre manifestantes y conscriptos. Félix Luna, señala que La Razón los acusa de hostigar a los manifestantes en los actos de homenaje a Enrique Blaistein y que, en cambio, Perón dice que la situación es la inversa y que conscriptos de franco fueron hostigados. Felix Luna op. cit.

[iv] “Ardientes demostraciones democráticas en Buenos aires”, L’Humanite 16 de agosto de 1945 p. 2. nota publicada en: Estudios sobre comunismo en Argentina – Revista Huellas de la Historia Nº 38.

[v] “En Buenos aires los hitlerianos hicieron correr la sangre del pueblo.” en L’Humanite 18 de agosto de 1945 p. 2. nota  publicada en: Estudios sobre comunismo en Argentina – Revista Huellas de la Historia Nº 38.

[vi] http://www.alternativateatral.com/persona348670-enrique-blastein

[vii] Leónidas Barletta, 22/11/1955, Archivo General de la Nación, Archivo Intermedio, Fondo Fiscalía Nacional de Recuperación Patrimonial, comisión 21, caja 43, expte 102939 3° cuerpo, fs. 38 y 39. Tras la caída del peronismo Barletta presenta este escrito con la intención de que se indaguen las responsabilidades por este asesinato.

[viii] Esta posibilidad ha sido planteada por Samuel Amaral quien ha estudiado en detalle todo el proceso electoral de las elecciones que llevaron a Perón a la presidencia. Samuel Amaral. Perón presidente. Las elecciones del 24 de febrero de 1946. Eduntref, 2018.

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1 Comentario

  1. Gran gran trabajo de Kabat y cía Cuánto falta para que nuestra clase obrera sepa la verdad Invalorable esfuerzos muchachos Alberto Urthiague

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