Desde chicos nos enseñan que la Revolución de Mayo es el nacimiento de la Patria. Un grupo de hombres se puso de acuerdo y armó un gobierno patrio. Y listo. Es un cuentito amigable, para que entendamos que somos argentinos y que la Argentina es de todos. Pero esta idea esconde a las clases. Esconde que la nación resultante –no en 1810, sino varios años después- tuvo a la burguesía como principal creadora y beneficiaria. También esconde que lo de Mayo fue resultado de la lucha de clases, una revolución para echar a una clase dominante de un mundo agotado: el feudalismo.
En Buenos Aires, el asunto venía muy caldeado. Desde 1806/1807, cuando se echaron dos invasiones inglesas con el pueblo en armas, dos clases organizadas en milicias pugnaban por el poder. Por un lado, comerciantes monopolistas asociados al Rey de España y a la nobleza española. Por el otro, la burguesía agraria de Buenos Aires, una clase que explotaba trabajadores asalariados en sus estancias y que dirigía el principal organismo miliciano: el Cuerpo de Patricios. Esta clase vivía de la venta de ganado en pie para el Abasto de Buenos Aires y de la exportación de cueros. La expansión de sus negocios requería sacarse de encima el monopolio y el poder feudal español. Había que desarrollar el capitalismo y para eso había que tomar el poder.
Para mayo de 1810, no había vuelta atrás. El 18, el Cabildo se enteró que en España había caído la Junta Central de Sevilla. Era una Junta creada por las ciudades españolas para rechazar a las autoridades francesas que habían invadido el territorio bajo las órdenes de Napoleón. La resistencia se trasladó a la isla de León, donde se creó un Consejo de Regencia, sin ningún poder real.
Acá, los revolucionarios entendieron que era la hora y llevaron a las milicias a las calles para pedir un nuevo gobierno. Cisneros se vio obligado a convocar a los Patricios para discutir qué decisiones tomar. La convocatoria tenía sentido: si había que hablar con alguien, tenía con ser con quien manejara la batuta. Los dirigentes revolucionarios lo obligaron a convocar a un Cabildo Abierto. Pero todavía sin fecha… El 20 de mayo, los comandantes de la milicia fueron a pedir la renuncia al Virrey. Este respondió que solo le entregaría el mando al Cabildo. Los comandantes entonces prepararon a la milicia.
En la madrugada del 22 de mayo, los Patricios empezaron a reclamar que renuncie el virrey y se forme una Junta de Gobierno. Las milicias estaban acuarteladas y la ciudad se encontraba tomada por el Cuerpo y sus aliados. Así, tomó lugar un Cabildo Abierto, que estuvo rodeado por el pueblo. Después de muchas horas, se votó y se decidió que Cisneros ya no sea virrey. Los miembros del Cabildo debían certificarlo y entonces se nombraría un nuevo gobierno. Pero, claro, los miembros del Cabildo hicieron trampa. Al otro día, en lugar de anotar lo que realmente sucedió, invitaron a Cisneros a continuar en el cargo. Entonces el 23 de mayo, las milicias se volvieron a rebelar. Los miembros del Cabildo ceden un poquito más y arman una junta con algunos criollos como Saavedra. Pero mantenían a Cisneros como presidente de esa junta.
El 25 de mayo, las organizaciones políticas y militares obligaron a convocar a otro Cabildo Abierto y elegir una nueva Junta. Una multitud irrumpió en la sala del Cabildo, amenazando a todos con usar las armas si no eran obedecidos. En los pasillos y afuera, la gente reclamaba querer saber “de qué se trataba”. Los revolucionarios forzaron entonces la renuncia de Cisneros. El poder pasó al Cabildo y este nombró una nueva junta presidida por Saavedra. Así llegó al poder un Partido Revolucionario integrado por el Cuerpo de Patricios, algunas milicias aliadas y un grupo de intelectuales agrupados en el Café de Marco, donde estaban Moreno, Vieytes, French y Beruti.
La Junta se colocó a la cabeza de un Estado revolucionario dominado por la burguesía. Con violencia y decisión. Tal y como ocurrió en Francia, el Estado pasó de ser un Estado feudal pasó a ser un Estado burgués. El gobierno revolucionario declara la guerra a los funcionarios de la Corona, expulsa a la Audiencia y al Virrey y expropia sus sueldos. Eso es el 25 de mayo de 1810. El día que la burguesía tomó el poder. Todo un plan de transformaciones estaba en marcha.
Hoy más de doscientos años después, ya vimos los resultados. Se construyó una sociedad capitalista en toda su dimensión. Fue importante en el 1800, pero hoy está agotado. Mayo de 1810 nos enseña el camino: la Revolución. Esta vez para que la clase obrera luche por el socialismo.