Altamira reclama dinero para los asesinos

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Después de un largo silencio de la Tendencia sobre Venezuela, uno esperaba que alzara la voz para repudiar la violenta represión a la clase obrera, o que denunciara la ilegalización de cualquier acción sindical. O, al menos, que alertara sobre el criminal ajuste sobre los trabajadores. Pero no, nada de eso. Altamira publicó una nota que pide plata para Maduro. No dice nada, por ejemplo, del asesinato de Charlis Antonio Nuñez Palma, el 23 de abril, durante una protesta reclamando comida. Tampoco del de Rafael Hernández en Mérida, reclamando por la falta de electricidad. Mucho menos, de Brian Cedeño, asesinado por las FAES en Petare el 8 de mayo. No exige ninguna libertad para Ruben Duarte (médico de Táchira que denunció la falta de insumos), Carlos Carmona, Julio Molina, Magalys Mendoza (Monagas, trabajadores de la salud que denunciaron la situación de los hospitales), Alfredo Chirinos, Aryenis Torrealba (trabajadores de PDVSA, acusados de difundir información de la situación de la industria petrolera), Darvinson Rojas (periodista, acusado por difundir información sobre el COVID-19), Javier Vivas Santana (Prof universitario, acusado por difundir información sobre el COVID-19 y la GNB), Josue Ortega, Elio Mendoza (trabajador SIDOR, detenidos por difundir información), Henderson Maldonado (detenido por difundir información de una protesta de pacientes de un hospital), Tenia Rodriguez (Ferrominera, arrestada por difundir un mensaje contra Cilia Flores, esposa de Maduro), Fernando Antonio Marcano Ferrer (por expresarse en contra de la política de Maduro frente al COVID-19), o Darío Salcedo (aún detenido por expresarse en contra de Dante Rivas, Ministros para la Pesca y la Agricultura). Ni se le ocurre alzar la voz por el desastre de los hospitales en Venezuela, más de la mitad de los cuales tiene desabastecimiento de medicinas, fallas en la provisión de servicios y falta de respiradores. Ni siquiera es capaz de simplemente de mostrar que el chavismo lleva a la clase obrera a enfrentar una pandemia mundial con más del 70% de pobreza, y salarios de 5 dólares mensuales. No. El máximo dirigente de la Tendencia del Partido Obrero no solo no denunció estas situaciones, sino que exigió que se le entregue al hacedor de estos y otros crímenes la suma de 1.2 mil millones de dólares.

Esa es la cantidad de dinero que Venezuela tiene depositado en 31 toneladas de oro en el Banco de Inglaterra. Ante las dificultades para poder conseguir crédito en dólares en los organismos internacionales, el gobierno de Maduro ha venido acumulando oro, llegando a tener casi un tercio del total de sus reservas en ese formato. De hecho, desde el 2018 más que duplicó la cantidad de oro que tenía depositado en Inglaterra. Utilizando como excusa la pandemia, Maduro busca sacar esos lingotes para poder venderlo y financiarse. Pero, si realmente a Maduro le interesase combatir la pandemia, no hubiese utilizado un 97,7% de tests defectuosos, no perseguiría a los trabajadores de la salud, ni los culparía del esparcimiento del contagio, como recientemente lo hizo. En los últimos días, el propio Diosdado Cabello (el segundo del régimen) salió a decir que los organismos de seguridad deberían “llamar” ( o sea, amenazar) a los médicos que alertan sobre la propagación del virus.

Lo que Altamira dice, y también lo que no dice, es algo sumamente grave. En su nota, no menciona en ninguna línea que ese dinero no le pertenece a Maduro, sino a la clase obrera venezolana, y que en todo caso debería ser entregado a ella. No dice para qué debería ser utilizado ese dinero. O sea, le quiere dar un cheque en blanco a Maduro. ¿Y para qué cree que lo va a utilizar? ¿Para darle de comer, para curar a la población o para reforzarse militarmente? Exigir que se le entregue ese dinero a Maduro, es pedir que se financie a una de las dictaduras antiobreras más brutales, que ha asesinado por lo menos a 900 obreros, y ha llevado a la clase obrera a una de las 10 peores hambrunas del mundo.

No es la primera vez que la Tendencia del Partido Obrero se muestra condescendiente con el chavismo. En un debate suscitado con miembros del partido Opción Obrera de Venezuela, Altamira se refirió al chavismo como la “retaguardia de revolución latinoamericana”, no lo caracterizó como una dictadura burguesa sino como un “estado policial”, y señaló la necesidad de construir una dirección proletaria antiimperialista. El resto de las notas publicadas en la página Política Obrera, denuncian el condicionamiento de Trump de ayuda humanitaria, la negativa del FMI a otorgar un crédito a Venezuela para combatir la epidemia, y la aparición de mercenarios contratados en las costas de La Guaira, en el marco de la Operación Gedeón. Ningún pronunciamiento sobre los crímenes mencionados o sobre el reciente fallo vergonzoso de la ONU a favor del gobierno frente a la desaparición de Alcedo Mora. No puede uno hacerse llamar revolucionario y silenciar estos crímenes en pos de una supuesta defensa de la soberanía nacional.

Este último punto debe ser aclarado. En primer lugar, Venezuela no es la Cuba de los años ‘70. No estamos en presencia de un gobierno obrero, aún con todas sus deformaciones, que está siendo atacado por el capitalismo estadounidense. Venezuela es un país capitalista, con una de las burguesías más parásitas del continente, y el chavismo ha llevado a la hambruna a su clase obrera con tal de defender las ganancias de la boliburguesía. En segundo lugar, Venezuela no se encuentra aislada del resto del mundo, sino que tiene una alianza política y militar con países imperialistas como China y Rusia, así como también con la teocracia de Irán. En tercer lugar, recién en 2017, las sanciones impuestas por Trump impidieron a PDVSA y al gobierno iniciar nuevas negociaciones de endeudamiento, así como también congelaron los bienes de la filial de PDVSA, CITGO, en EE.UU. En 2019, Trump decretó el embargo sobre bienes y activos del gobierno nacional en suelo estadounidense, y sanciones para las entidades que se relacionen económicamente con el gobierno de Maduro. Previo a eso, las sanciones habían caído sobre funcionarios del gobierno, afectando sus bienes particulares. Sí, los líderes “revolucionarios” del chavismo tenían bienes en el extranjero. Durante ese tiempo, Venezuela no tuvo impedimentos para comercializar con EE.UU. Con Chávez, Venezuela exportó en promedio 3 mil millones de dólares anuales e importó por 10.7 mil millones de dólares. Con Maduro, entre 2012 y 2017, exportó en promedio 600 millones de dólares e importó en promedio por 7 mil millones.

¿Qué significa esto? Que la crisis en Venezuela no es producto de la maldad de Trump, sino la responsabilidad del chavismo. Las importaciones de bienes estadounidenses, uno de los grandes negocios de la boliburguesía, se vio poco afectada en ese período, a diferencia de las exportaciones. Esto sucedió debido a la caída del precio del petróleo y al autoabastecimiento energético de EE.UU. Sin embargo, el tobogán descendente de la economía en Venezuela comienza entre 2013 y 2014, antes de que las sanciones afectasen a los bienes gubernamentales.

Con todo lo dicho aquí, la Tendencia del Partido Obrero debe replantearse seriamente sus posiciones sobre Venezuela. No puede defender en abstracción la “soberanía nacional” olvidando las relaciones sociales que imperan en su interior. Esto le cabe también al resto del troskismo que ha sido enfático en la defensa de Maduro frente al imperialismo, pero se ha llamado al silencio a la hora de denunciar sus crímenes. El chavismo es el gran responsable de la migración, desempleo, y hambruna masiva de la clase obrera venezolana. Es por eso el principal cáncer que la clase obrera venezolana debe extirpar, para luego ocuparse de lo que venga. Rechazar y pedir por la salida de un gobierno represivo, hambreador y asesino, no es posicionarse a favor del imperialismo norteamericano, sino el respeto por el más sencillo y elemental principio de clase.

Si Altamira quiere ser consecuente, que organice él y su partido una colecta para los asesinos. Seguramente, tendrá el apoyo de Cristina, La Cámpora, D´Elía, Putin y toda la burocracia china. Cada uno elige sus aliados…

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