Historia Argentina. El legado de la Reforma Universitaria

en La Hoja Socialista 22/Novedades

En varias oportunidades, nos referimos a qué fue la reforma universitaria, la lucha entre Ciencia e Iglesia que allí se libró y el papel de Yrigoyen en la represión y ajuste hacia los estudiantes. En este nuevo aniversario, el 103, de esa gran gesta estudiantil, nos vamos a detener a realizar un balance del hecho.

En la lucha por una universidad más moderna y científica, los estudiantes cordobeses superaron sus objetivos iniciales e implantaron, aunque por breve tiempo, su propio gobierno. Dieron vuelta el ordenamiento con el que se articulaban todas las casas de altos estudios del país. También fue un hito internacional. Después de 1918, el movimiento reformista se expandió como pólvora por todo el continente. Había llegado “la hora americana” como decía el Manifiesto Liminar. Hubo movimientos similares en Cuba, Paraguay, Bolivia, Brasil, Perú, Uruguay, Venezuela y México.

El caso más llamativo es, sin duda, el peruano, donde el movimiento estudiantil fue más allá de los límites de la política universitaria y acabó en la formación de un partido nacional, la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA). La expansión de los principios reformistas (como la autonomía universitaria, la participación estudiantil en el gobierno y la orientación social de la universidad) fue reforzada con la realización de Congresos Internacionales en los años siguientes. De ese movimiento, ahora de escala continental, surgieron importantes cuadros políticos, como Haya de Torre y Carlos Mariátegui en Perú.

El movimiento logró desalojar a la Iglesia de la universidad habilitando un mayor desarrollo científico. Consiguió avances en la democratización del gobierno universitario y alguna forma de participación estudiantil. Institucionalizó la extensión universitaria. También se obtuvieron algunas mejoras que facilitaron el estudio a personas que trabajaban, como un régimen de asistencia más flexible. Otro punto que quedó instalado como una conquista estudiantil fue la reglamentación de las cátedras paralelas. Sin embargo, hay que tener en cuenta que reglamentación no es aplicación efectiva. Su funcionamiento no quedó garantizado en la medida en que, hasta hoy, depende de la decisión política de los órganos de gobierno.

La figura de “docencia libre”, el derecho a todo egresado a impartir clases en el marco universitario fue una aspiración del movimiento reformista que no se realizó y que el movimiento estudiantil ha tendido a dejar de lado. Sin embargo, si pensamos a los estudiantes como intelectuales este es un reclamo central que debe ser recuperado.

En otros puntos, los estudiantes cordobeses se quedaron a medio camino. La reivindicación de los concursos como método de selección docente, es ingenua y liberal. Quien organiza los concursos y elige el jurado, elige, de hecho, el ganador. Por nuevas vías, se reproducen los métodos de selección académica de las viejas camarillas. Los concursos establecen en el medio universitario una “democracia formal”.

Otras cuestiones importantes que no terminan de resolverse en esta etapa son la gratuidad de la enseñanza superior y una democratización real de la universidad. Este último punto, es rozado por los estudiantes en su momento de mayor audacia, con su planteo del estudiantado como demos universitario. Si los estudiantes son el pueblo universitario, ellos deben elegir las autoridades, en conjunto con el resto de la comunidad educativa, bajo la fórmula una persona, un voto. Les toca a los estudiantes de hoy resolver estos problemas.

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