¿Existe un plan de vacunación masiva?

en La Hoja Socialista 22/Novedades

Como ya sabemos todos, el gobierno de los Fernández busca tapar su inutilidad vendiendo humo y camuflando sus fracasos mediante pequeños “logros”. La gestión de la pandemia es el ejemplo más claro y más doloroso, porque se viene cobrando nuestra salud y nuestra vida. Tras una larga cuarentena que jamás fue estricta y se flexibilizó desde el comienzo, la Argentina exhibe cifras alarmantes y no hay comparación que la salve: llevamos más de 4 millones de contagiados y 87 mil muertos. No hay humo que tape eso.

Naturalmente, a Alberto eso le preocupa poco y trata de ocultarlo tras la cortina de humo que supone el avance del plan vacunatorio. Vayamos entonces a examinar eso en detalle.

En diciembre del año pasado, el gobierno hizo grandes anuncios. A mediados de mes Alberto anunció la firma de un acuerdo por la Sputnik por 20 millones de dosis a entregar entre ese mes y febrero 2021. Dos semanas después, Ginés anunció la llegada de 22.400.000 dosis de vacunas AstraZeneca para abril de este año. Podíamos seguir tirando cifras, pero estas dos son las más abultadas y la que muestran el tamaño de la estafa.

Al día de hoy se aplicaron 17.172.628 de dosis. Poco más de un tercio de lo que nos chamuyaron el año pasado. Y, como se sabe, en materia de salud, el tiempo es vital. A las pruebas nos remitimos. El 2021 es el año en el que ya están disponibles las vacunas y por tanto los riesgos de la pandemia podrían minimizarse notablemente. En ese tiempo, lo contagios en el país crecieron dos veces y media, pasando de 1.629.594 (1/1/2021) a 4.198.620 (16/6/2021). Las muertes ascendieron a más del doble, en casi la mitad de tiempo: de 43.319 a 87.261. Basta con ver que nos acostumbramos a una “meseta alta” de casos, con contagios en las últimas semanas que andan en los 25/30 mil y muertes en el orden de los 600 diarios. Consecuencias, insistimos, evitables si hubiera una política de vacunación masiva.

La vacunación de gran parte de los trabajadores de la salud parece ser el mayor logro que muestra el gobierno. Ahora intenta sumarle los docentes, aunque este es difícil de medir porque no se han puesto números al asunto. Ahora bien, el rango etario de población entre los 18 a 59 años (con y sin factores de riesgo) solo recibió poco menos de 4 millones de aplicaciones. No es un dato menor, porque se trata del grueso de la población económicamente activa, esa que está amontonándose en trenes, subtes y bondis para ir a trabajar todos los días.

Ignorando este dato elemental, el gobierno se comporta como si el grueso de la población estuviese a salvo y se pudiera volver a la “normalidad”. No se puede entender de otra forma sino el retorno a la presencialidad criminal en las aulas en un gran número de provincias y distritos, entre los que se destacan particularmente las tierras de Larreta y Kicillof, que al final no pensaban tan distinto. Con 90 trabajadores y trabajadoras de la educación muertos, estudiantes y sus familias con baja probabilidad de estar vacunados, esta política es un retorno al matadero.

Mientras los que gobiernan para los patrones hacen sus cálculos electorales y juegan con nuestra salud (porque ellos y sus amiguitos ya están a salvo, recordemos el Vacunatorio Vip que se montó a principios de año), a nosotros se nos va la vida. Los trabajadores somos los que más sufrimos la pandemia. La estadística disponible hasta el momento lo demuestra. En Argentina, la Superintendencia de Riesgos de Trabajo informa que este año murieron un total de 1.924 trabajadores registrados (que fueron notificados), siendo 1.417 por COVID y 507 por otras causas. El año pasado la cifra de fallecidos fue de 583 en total. Es decir, la mortalidad más que se triplicó, siendo las muertes por Covid un 74% de las muertes de 2020.

Frente a esta situación, muchos gremios comenzaron a exigir vacunas para sí. Entre ellos el más destacado fue Moyano, que las consiguió para los camioneros. Es lógico que los trabajadores más expuestos reclamen ser prioritarios. Pero, en lugar de mirar solo a su gremio, se debiera estar reclamando por la vacunación masiva a todos los trabajadores. No hay otra forma de conseguir la inmunidad de rebaño. Eso nos obliga a construir un plan de lucha en unidad con todos los trabajadores y trabajadoras, para enfrentar a este gobierno que nos condena a la miseria y a la muerte con una consigna clara y sencilla: En defensa de la vida de la clase obrera, ¡vacunación masiva ya!

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