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Escupir el asado. El precio de la carne, el caos en el Frente de Todos y la miseria de la clase obrera

en Aromo/El Aromo n° 117/Novedades

El affaire sobre la carne expresa un problema de fondo: no tanto el precio de los bienes de consumo en general, sino el de la mercancía que portan los trabajadores, la debacle progresiva del salario. El consumo se contrae porque así lo hace la demanda. No puede ser de otra manera en un sistema social organizado bajo estas condiciones, que condena a la masa de los trabajadores a ser cada vez más pobre.

Damián Bil – OME

El 19 de este mes luego de marchas y contramarchas, el gobierno oficializó la prohibición de exportar cortes de carne bovina por el plazo de 30 días.[i] Según la Resolución del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, estos rubros representan prácticamente la totalidad de lo que se utiliza del animal para productos cárnicos: carnes (frescas, refrigeradas y congeladas) en canales o media canales, cuartos delanteros y traseros, y carne deshuesada.

La medida generó rechazos en el sector pecuario, tanto a nivel primario como en el resto de la cadena de procesamiento. Las corporaciones que reúnen a empresarios agropecuarios, nucleadas en torno a la “Mesa de Enlace”, llamaron a un cese de comercialización de 9 días (entre el 20 y 28 de mayo), como protesta.[ii] Por su parte, los frigoríficos criticaron al señalar que los cortes que se exportan no son los consumidos en el mercado doméstico. Además, indicaron que la decisión desarma planes de producción, los obliga a suspender trabajadores y los perjudica económicamente. En esta misma línea se manifestaron distintos referentes del macrismo.[iii] Desde el gobierno, expresaron que la resolución busca ordenar el funcionamiento del sector frente a mecanismos turbios de subdeclaración de exportaciones y que los precios internacionales no impacten en términos internos. Por su parte, la Asociación de Carniceros respaldó este argumento.[iv]

Motivaciones inmediatas

Pareciera ser que el oficialismo se encuentra preocupado, y debería estarlo, por la inflación galopante en un año eleccionario, donde además escasean las buenas noticias para su gestión. La resolución se presenta, al menos oficialmente, como un intento de evitar que continúe la escalada de precios de un producto que ya es cultural en la mesa de la población, en un país con un consumo de carne bovina históricamente entre los más altos del mundo. Evidentemente, el alza sostenida de los precios en este bien golpeó a la alianza gobernante en su principal imagen de campaña, aquella que señalaba que con el Frente de Todos al mando, de la mano del Capitán Beto, iba a volver el asadito. Por el contrario, lo que abundó en estos últimos meses fueron las burlas y los memes relacionados al aumento del consumo de polenta, caracterizando al presidente como una especie de antihéroe al estilo del Hombre Duff de los Simpsons, aunque vestido aquí con los colores de una reconocida marca que produce este alimento a base de harina de maíz. Es lógico suponer que el gobierno, meses antes de las elecciones, busque un golpe de efecto de corto plazo al intentar que, por lo menos, no continúe la suba de precios de este bien.  

Pero pensado como medida de contención, el cierre de exportaciones tiene serias limitaciones. Es cierto que el precio internacional tiene un efecto sobre la cotización interna, en un momento en que un tercio de la producción se exporta; y que el importe de los animales en varios de los mercados de exportación ascendió en los últimos dos años. Y es cierto que este año los cortes que se consumen en el mercado interno aumentaron en promedio un 63% (según datos del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina – IPCVA –), mientras que la inflación lo hizo en poco más del 46%. No obstante, hubo otros años donde, con un bajo nivel de exportación sobre lo producido, el precio interno se disparó de todas formas: en 2008 se exportó un 13,7% de la producción (7 puntos menos que el promedio de los cuatro años previos), y mientras la inflación fue del 27%, los cortes principales aumentaron un 41%. En 2011 se exportó un 9% de lo producido, y con una inflación del 23% la carne aumentó 17 puntos más. Es verdad que esos fueron años de precios elevados en el mudo. Pero en 2016, mientras el precio internacional del novillo de exportación argentino cayó un 7% y la relación exportación/producción se mantuvo por debajo del 9%, el precio de los cortes en el mercado interno aumentó 44% (5 puntos más que la inflación). Es decir, con distintas cotizaciones en el mercado mundial y relaciones de exportación sobre lo producido, el precio interno no hace más que crecer desde hace años. Eso se relaciona de manera fundamental con la inflación estructural de la economía argentina, más allá de movimientos coyunturales de la actividad en términos mundiales. Es decir, con el alza generalizada de precios. Como veremos, esto expresa otro problema: no tanto el nivel de precios de los bienes de consumo, sino el de uno en particular, vinculado a la mercancía que portan los trabajadores (la fuerza de trabajo). Es decir, se vincula a la debacle progresiva del salario.

Económicamente, en términos capitalistas, la resolución no parece tener demasiado sentido y es un botón de muestra de la carencia de programa y de estrategia de la actual coalición gobernante. En este aspecto tiene varias dificultades. En primer lugar, es limitada contra la inflación, ya que ante el cierre es probable que los agentes que consumen carne (público en general, cadenas de proveedores al consumidor final, restaurantes, etc.) se volcarán a adquirir stock, presionando así sobre el precio. Esto puede acentuarse si el sector primario concreta su amenaza de suspender el suministro. Por otro lado, puede afectar la dinámica de la rama por la caída de la rentabilidad. Esta situación, en ocasiones previas, concluyó con la venta de vientres ya que no era atractivo criar y engordar hacienda, como ocurrió en el período 2008-2011 donde el rodeo bovino se redujo en 17%, casi diez millones de cabezas.[v] Cabe señalar que en el cierre que se realizó con Néstor Kirchner, la economía no tenía la misma necesidad de ingreso de divisas, por lo cual en ese entonces fue una preocupación secundaria. Pero hoy esto nos lleva al tercer punto de cuestionamiento: una decisión de este tipo para el Estado es un tiro en el pie, ya que si se limitan exportaciones no entran dólares por ese concepto, en un momento en que el gobierno está urgido de divisas. Según INDEC, el sector de carne bovina registró ventas al exterior por casi 3.100 millones de dólares en 2019 y por 2.724 millones en 2020. En este primer cuatrimestre, el registro oficial es de 822 millones. Por estas razones, quizás, es que la medida se planteó por un plazo inicial de “30 días”. Aun así, en un momento en que el gobierno necesita cada dólar que ingresa como un sorbo de agua en el desierto (para luego sostener el tipo de cambio y los subsidios a la burguesía; las vacunas parece que pueden esperar), no parece demasiado sensato. 

Y motivaciones de las otras

Por este motivo, se han señalado otras motivaciones que van más allá de la cuestión de los precios internos. Algunos sugieren que fue una decisión de Alberto Fernández en el intento de mostrar fortaleza política (para luego negociar), hacia la propia tropa y de cara a la disputa interna en la coalición gobernante, ya que el cierre puede perjudicar principalmente a China, mayor consumidor de carne argentina a la fecha, relación que maneja la fracción del gobierno vinculada a CFK. Otros vincularon el hecho a la dinámica del, como diría Lavagna, “capitalismo de amigos”. Fue el caso de Cachanosky, quien señaló que la apelación a los precios o al cuidado “del bolsillo” de la gente es una mera excusa, y solo busca terciar en la disputa de los agentes que pueden exportar para beneficiar a empresarios cercanos en las ventas externas (otra vez, a China).[vi]

Vinculado a las compras desde el gigante de Oriente, tampoco hay que descartar la posibilidad de que la decisión esté motivada por las disputas internacionales y por cierto acercamiento a Biden. En efecto en las últimas semanas el ministro de la cartera agropecuaria, Luis Basterra, y representantes del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos estuvieron reunidos de manera virtual discutiendo sobre “seguridad alimentaria” y acerca de la manera de “armar un frente unificado de cara a la posición dominante de la Unión Europea o China en temas del agro”.[vii] Anteriormente, voceros del gobierno habían culpado a la demanda china por el aumento de precios.[viii] Cabe señalar que en 2012 este país compraba el 0,3% del valor exportado de carne argentina (menos de 3,18 millones de dólares), siendo en ese entonces el decimotercer comprador en importancia lejos del podio de clientes conformado por Alemania (31%), Chile (17,3%) e Israel (14,6%). Cinco años después, en 2017, ya ocupaba el primer lugar con la compra del 31% del valor de carne bovina exportada, unos 409 millones de dólares. Para ese entonces, once puntos más que Alemania, diecinueve más que Chile y veintiuno más que Israel. Entre 2019 y lo que va de 2021, casi un 64% del valor de venta de ultramar es absorbido por China, unos 4.299 millones de dólares en dos años y un cuatrimestre, contra el 7,5% de compras por parte de Alemania e Israel, 6,8% de Chile y 4% de los Países Bajos. Si se expresara en volumen China compró en ese mismo período casi el 76% del peso exportado por la Argentina, más de un millón de toneladas, cerca de tres veces más que el resto de los compradores sumados.

En este panorama, no sería descabellado suponer que este movimiento se relacione con las negociaciones que el gobierno viene llevando a cabo en el último tiempo con funcionarios de la administración Biden y con ejecutivos del FMI, en el marco de renegociación de deuda, acuerdos por vacunas, y realineamientos internacionales en la geopolítica internacional.

Las vacas flacas

Detrás de todos los dimes y diretes y de las motivaciones expuestas, superficiales o más profundas, la situación pone en evidencia una realidad inocultable y que es lo verdaderamente relevante en esta coyuntura. El problema no es tanto el precio de la carne o del resto de los alimentos, sino de los salarios que por lo menos desde 2013 vienen perdiendo parejo contra la inflación. Por ejemplo, si con el salario promedio de trabajadores registrados de los sectores públicos y privados se podían comprar en marzo de 1996 253 kilos de asado o 261 de paleta, en marzo de este año la remuneración apenas alcanzaba para 121 kilos de asado o 132 de paleta. Si en marzo de 2007, un salario promedio representaba 184 kilos de vacío, en marzo de 2014 compraba casi 40 kilos menos (146), en marzo de 2019 142 y hoy día apenas 106 kilos. En marzo de 2014, se podían adquirir 411 cajas de 4 unidades de hamburguesas con un salario promedio; siete años después, solo 249. Contabilizando una canasta de cortes variados de distinto valor,[ix] en plena crisis (marzo de 2002) se podían comprar 233 kilos de carne, para luego iniciar una tendencia descendente, con una leve reversión entre 2007 y 2009 pero lejos de alcanzar los valores previos a 2003. En marzo de este año, se podían comprar 118,5 kilos, un 49% menos que en el desastroso 2002. Es decir que los trabajadores pueden adquirir menos kilos de carne con su salario hoy que en el peor momento de la crisis de inicios del siglo XXI. Cabe señalar que excluimos de esta ecuación a la enorme masa de desocupados y subocupados (26% para fin de 2020 según INDEC), trabajadores no registrados o informales (“en negro”, más de un tercio de la fuerza laboral aproximadamente), precarios, o jubilados con haberes miserables, quienes tienen menor posibilidad de comprar carne. Por eso, el consumo per cápita viene cayendo de manera sostenida: de más de 82 kilos en la década de 1960, 69 kilos en los ’90, 56 durante la década de 2010, para registrar 50 en 2020 y 43,7 en los primeros tres meses de este año. Dos años atrás, el Frente de Todos de los Fernández prometía la vuelta del asado. Hoy, la Argentina tiene el menor consumo por habitante en más de sesenta años. Mientras tanto, sube la ingesta de alimentos más baratos y menos ricos en nutrientes, como ocurrió en 2020 con las harinas (36%), la polenta (27%), o las pastas secas (8%).[x] En definitiva, lo que queda en evidencia es que desde el gobierno no hay plan ni estrategia, ni de corto ni de largo plazo. La medida no parece augurar demasiado rédito económico, en tanto y en cuanto la inflación es un problema general y no sectorial, y el poder adquisitivo de los trabajadores está por el piso. En un momento en que el gobierno tiene una necesidad voraz de dólares, cierra la salida de uno de los rubros que se los provee. Es otra muestra más del caos de la alianza gobernante. Probablemente Alberto busque revertir la dura realidad que contrasta su principal imagen de campaña (la vuelta del asadito), con una maniobra para bajar el precio interno con una jugada sobre el sector. Pero la gente come menos carne no por los valores actuales, sino porque tiene menos ingresos. Y no ahora, sino desde hace años. El consumo se contrae porque así lo hace la demanda. Por más que se pueda controlar de manera provisoria el aumento en los precios de los cortes, este panorama general continuará vigente, porque es el inconveniente de fondo. No puede ser de otra manera en un sistema social organizado bajo estas condiciones, que condena a la masa de los trabajadores a ser cada vez más pobre.


[i]“Resolución 75/2021 del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca del 19/05/2021”, Boletín Oficial de la República Argentina, 20/05/2021, Año CXXIX, n° 34.660, p. 3. En https://www.boletinoficial.gob.ar/detalleAviso/primera/244609/20210520.

[ii]Infocampo, 18/05/21, https://tinyurl.com/myavpfhe; La Nación, 24/05/21, https://tinyurl.com/uy5fj58h.  

[iii]La Nación, 18/05/21, https://tinyurl.com/m4vr65xs; La Voz, 19/05/21, https://tinyurl.com/3e4buyyz; Parlamentario, 18/05/21, https://tinyurl.com/jypud94n

[iv]Télam, 18/05/21 y 22/05/21, https://tinyurl.com/36ts5cct y https://tinyurl.com/522b64sm; https://tinyurl.com/24tj2mzc

[v]Cronista, 18/05/21, https://tinyurl.com/b7t4vwm5.

[vi]Infobae, 19/05/21, https://tinyurl.com/3be4jnst

[vii]Cronista, 17/05/21, https://tinyurl.com/c879fury.

[viii]AméricaEconomía, 20/5/21, https://tinyurl.com/umddfcw; Agrofy News, 20/5/21; https://tinyurl.com/2rp79v4m. 

[ix]Asado, bife angosto, cuadril, nalga y paleta.

[x]Precios de la carne y del consumo per cápita extraídos del IPCVA, salarios de INDEC y Observatorio de Empleo y Dinámica Empresarial (Ministerio de Trabajo), consumo de otros alimentos del Anuario Argentino de Pastas Secas 2020, Unión de Industriales Fideeros de la República Argentina.

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