Ricardo Maldonado
Grupo de Cultura Socialista
La franela con el peronismo ha terminado por aflojar todas las costuras del pensamiento en el trotskismo. Lo que apenas se disimula en las declaraciones sobre acontecimientos políticos nacionales (quizás por pudor más que convicción) aflora descarnado cuando se emiten declaraciones sobre aquellos sucesos que se colocan bajo el amplio y enigmático calificativo de “sociedad”. Un ejemplo es el carácter del artículo escrito por Néstor Pitrola y Francisco Travía para Prensa Obrera, titulado “Elecciones en Boca Juniors: un ídolo entre buitres”i
El Frente contra el “macrismo malo”
El artículo no carece de información, aunque el criterio de interpretación lo arruine. Ese criterio es el criterio del reformismo que coloca en primer plano las diferencias de intereses secundarios entre burgueses, por sobre su unidad estructural como explotadores. Exagerando para eso diferencias menores (y muchas veces inexistentes) entre las facciones burguesas. En nuestro país esto se expresa en la lucha particularizada contra el “neoliberalismo”, el “macrismo” y “la derecha”, soslayando el carácter de clase de los políticos y sus programas. Y en este caso, ya no se trata del embellecimiento del peronismo frente al neoliberalismo y la derecha, sino de la especulación acerca de las ventajas del triunfo de una fracción macrista sobre otra.
Afirma la nota que “existen posibilidades de que el macrismo sea desbancando de la presidencia del club, luego de 25 años” a la vez que dice que la de Angelici es “una gestión de bajísimos resultados deportivos” En una especulación forzada el macrismo no es Macri, sino Angelici. ¿Por qué? Porque toda la argumentación se cae a pedazos si no se la tuerce deliberadamente. Si el macrismo está en el club hace 25 años, los números indican sin lugar a duda que han gobernado el mejor momento deportivo y económico del club. En esos 25 años Boca llegó a 8 finales de Libertadores y ganó 4 y 2 intercontinentales, en los que van desde la creación de la Libertadores al comienzo del ciclo macrista (36 años), llegó a 4 y ganó 2 y 1 intercontinental. En dos tercios de tiempo ganó el doble de títulos internacionales. De la misma manera en los 25 años macristas acumula tantos títulos locales como en los 64 anteriores del profesionalismo. Lo mismo sucede con la cuestión económica, un mes atrás Boca aprobó un balance con $1339 millones de superávit, en tanto Ríver para el mismo período declaró un déficit de $860 millones y un pasivo de $4000 millones. Es decir que si se juzga a Boca como lo que realmente es cualquier club de futbol profesional de Primera, una unidad económica capitalista, no hay mucho por criticar. Más adelante veremos que el juicio del fracaso de se basa en suponer que los clubes de futbol profesional, dentro de la sociedad capitalista, deben y pueden ser otra cosa.
Vayamos entonces a la “derrota del macrismo” Las tres fórmulas son parte del macrismo, aunque en rigor de verdad no hay directivas deportivas que reflejen los alineamientos de los partidos políticos (como ejemplo, en la CD de San Lorenzo conviven perfectamente Joaquín De la Torre, ministro de gobierno de Cambiemos en provincia de Buenos Aires, y Matías Lammens candidato a Jefe de Gobierno de CABA por el Frente de Todos). En Boca los tres candidatos han sido protagonistas del ciclo iniciado por Macri en 1995. Ameal era vicepresidente de Pompilio que fue quien sucedió a Macri cuando éste pasó al gobierno de CABA, asumió la presidencia por la muerte de Pompilio y tenía como tesorero a …Angelici. Beraldi mismo argumenta que fue el encargado del futbol cuando Boca ganó sus Libertadores de este siglo, trofeos obtenidos bajo la presidencia de…Macri. Digón, el dirigente que se opuso a las elecciones sucesivas de Macri, Pompilio, Ameal y Angelici, ahora apoya a Ameal. Dicho de otra manera, no se puede plantear el fin del macrismo como una posibilidad porque todos los caballos anotados en la carrera corrieron para Macri.
Los clubes son de los burgueses
Esta sólida comunidad (crispada en períodos eleccionarios por diferencias menores) se encuentra sostenida por una comunidad objetiva, que para los marxistas es determinante pero ya no para el PO: la clase social. Desde hace un siglo los clubes de fútbol están en manos de la burguesía. En este caso Gribaudo que fue el presidente del IPS durante el gobierno de Vidal va junto al peronista, burócrata del sindicato petrolero y exdirectivo de YPF, Crespi en el segundo lugar. Ameal es empresario gastronómico e inmobiliario y lleva en su fórmula al empresario de medios Pergolini (y cuenta con el apoyo de la agrupación del Coti Nosiglia), mientras que Beraldi es un empresario del transporte de cargas y marcha junto con el actual vice de Angelici, Rodolfo Royco Ferrari, empresario agroindustrial de Chacabuco. Boca es tan de la clase obrera como lo es la Argentina.
Si esta elección logra un lugar en la prensa es porque se trata de un club que tiene muchos hinchas. O sea que constituye una privilegiada plataforma publicitaria y de negocios. Según un informe de la Conmebol, Boca tendría la mayor ratio hincha-población del mundo. Y según una investigación de la BBC la composición de esos hinchas con respecto a Ríver (el único club que se encuentra cerca en cantidad de hinchas con 15,2 M frente a los 16,5M xeneixes) es levemente superior para Boca en los sectores de menores ingresos y algo superior para Ríver en la franja de mayores ingresos. Pero los ingresos no son las clases y los hinchas no son los dueños.
Es evidente que si los destinos de un club con 16 millones de seguidores lo deciden los socios, ese club no es de los hinchas. Que si de los socios (90 mil contando los adherentes) en las elecciones participan, en general, entre el 15 y el 30% del padrón (Macri ganó en el 95 con menos de 4500 votantes a favor de él), esa propiedad efectivizada cada 4 años no existe. Y si para conducir un club como Boca, es necesario realizar campañas electorales cuyos costos, nunca publicados, se estiman entre cinco a diez millones de dólares, significa que Boca, y los clubes de primera, son de los burgueses, con una amplia base de seguidores en el pueblo. Nada distinto del peronismo o cualquier partido burgués, trabajadores en la base, capitalistas en la conducción. No es que el PO carezca de información, porque lo afirma en la nota “lejos está de ser un frente homogéneo, y menos que menos “nacional y popular”. La lista encabezada por Ameal aglomera personajes de distintos ámbitos de la política del club y más allá. Él mismo llegó a la presidencia luego de la muerte de Pedro Pompilio, número dos de Macri durante toda su carrera en Boca. Ameal no sólo tiene vínculos con peronistas de vieja data como Kunkel o Mussi, sino que su jefe de campaña fue el diputado de Cambiemos Daniel Ivokus. Un viejo conocido en el mundo Boca, Roberto Digón, fue diputado por el menemismo y previamente había sido Secretario General de Empleados de Tabaco de la República Argentina y directivo de la CGT en tiempos de Ubaldini. Valdez, de la burocracia del SOIVA (Vidrio), también es candidato. Tampoco la lista de Gribaudo es un frente 100% macrista. Intendentes del PJ se han reunido con él y han dado su apoyo a la lista oficialista. Sus nexos vienen de su larga trayectoria política, no solo como funcionario del PRO en CABA, sino por haber integrado la boleta de diputados con Massa en 2013” La cuestión es que para el PO ya no es decisivo el carácter de clase.
Por eso considera que el “macrismo malo” utiliza un “manejo punteril de las peñas de socios del interior, sobre todo a partir de la asignación de entradas y el subsidio para viajes, le otorga un control cautivo de un sector importante de socios” como si ignorara que en el año 2011 ganó “Ameal, quien destacó el apoyo de Mauricio Macri a su gestión recién iniciada, había sido un hombre clave en la cosecha de votos oficialistas para derrotar a la lista del opositor Roberto Digón. Su control de la estratégica Comisión de Interior y Exterior le permitió arrimar un apoyo indispensable de las casi 200 peñas que Boca tiene desparramadas por todo el país”ii
Lo mismo puede decirse de la barra. Dispuestos a trabajar al servicio del que pague, la barra no tiene diferencias con las distintas directivas de los clubes porque los directivos de los clubes no tienen diferencias con la barra. También hace casi un siglo que esta sociedad comenzó a funcionar y aun funciona como hemos visto en la cancha de Boca haciendo callar a los que insultaban a Angelici, o en el Nuevo Gasómetro hace semanas con los que insultaban a Lamens luego de la derrota con los santiagueños de Central Córdoba. Cuando el candidato mentado como progresista por el PO, Ameal, era presidente, Di Zeo salía de la cárcel, y Mauro Martín y el uruguayo Richard se emboscaban en Cocodrilo. ¿Las razones? “La barra brava recibe un paquete de 2000 entradas por partido y unos 20.000 pesos mensuales para viajes, según contaron a LA NACION dirigentes xeneizes opositores. Además, tienen el control de los estacionamientos de las adyacencias de la Bombonera y son los encargados de la reventa de boletos y del ingreso de turistas, a quienes muchas veces les cobran en dólares por hacerlos vivir el partido en la tribuna, subidos al paraavalancha”iii
La identidad no es un Programa
El PO se encuentra tan compenetrado con el peronismo que abandona estas distinciones para guiarse por el criterio de la identidad. “El hecho de no estar ligado a grupos económicos y a negociados con el fútbol, sumado a una conducta intachable frente a las extorsiones de barrabravas que recurrentemente le pidieron dinero, lo transforman en una referencia para el hincha que no está bajo la égida de la barra brava. Esta lista ha levantado la simpatía de miles de hinchas y socios. La participación de Román fue fundamental para dar el empuje final, pero los esfuerzos de conformar un frente para sacar al macrismo de la directiva del club vienen de antes. En este proceso es interesante destacar un incipiente proceso de politización de socios del club que excede a la política de Boca. En función de ese proceso han surgido agrupaciones –algunas por abajo, aunque en gran medida, desde arriba, es decir, auspiciadas por algún sector dirigente- que colocan el eje en devolver la identidad al club. Una identidad indefectiblemente ligada al “pueblo”, y en menor medida a la clase obrera.
Como no podía ser de otra manera, de acuerdo a la línea de interpretación, lo personal e individual desplaza lo estructural y de clase. No importa si Riquelme estuvo ligado a negociados con el futbol, honestos o deshonestos los capitalistas pertenecen a la misma clase, la de los explotadores. Y se rodean de algunos que no lo son pero contribuyen a la explotación. En general los deportistas de elite internacional son burgueses. No podría ser de otra manera. Los ingresos que perciben no se consumen en la reproducción de su vida actual, ni futura, se acumulan y se reinvierten en negocios capitalistas. Menudo chasco produjo “el jugador del pueblo”, Carlos Tévez, cuando se hicieron públicas sus inversiones en parques eólicos por montos de millones de dólares. El problema es que se hizo hincapié en su socio (Mauricio Macri) y no en su mutación de clase. Todo lo dicho no perjudica en nada su calidad como jugador, ídolo, estrella… Siempre y cuando se pueda distinguir que el don de jugar al futbol de manera descomunal, no implica ninguna capacidad particular fuera del campo de juego (lo mismo sucede con escritores o músicos)
“Recuperar la identidad” de Boca es una entelequia que reemplaza los criterios de clase. La identidad boquense (como todas las otras) se menciona sin que nadie sepa bien que es. Un ejemplo perfecto se pone en juego en la nota: el máximo ídolo boquense, Riquelme, no es una muestra de la garra, el corazón, la enjundia bostera, sino de todo lo contrario: la sutileza, la habilidad, el lujo. De acuerdo a la supuesta identidad boquense los ídolos deberían ser Giunta o Pasucci. Identidad es una entelequia colocada en el lugar de la satisfacción. Allí conduce la construcción reformista y progre de la nota de Prensa Obrera: “En caso de ganar, se abrirá una disputa entre las aspiraciones de Román y los negocios de Boca, los mayores del futbol argentino. Los criterios de restricción para conformar una lista –el mayor, la necesidad de presentar avales equivalentes al 5% del patrimonio del club- convierten a la elección en una disputa cerrada entre capitalistas, que han recorrido y estado en los pasillos y despachos del club. Para que el club pueda volver a ser de todos los hinchas, que se involucre en la vida social del barrio y más allá, que pueda ser un centro de formación y esparcimiento de la clase obrera, deberá acompañar un proceso más amplio de reorganización económica en todo el país. Los aires nuevos que recorren el club, con la ilusión en Román y con la participación y preocupación política de miles de hinchas, deben ser el punto de apoyo para organizar a los hinchas bajo una perspectiva de independencia de clase”
La razón por la que Pitrola y Travía creen que Riquelme es un gil no está desarrollada. Suponen aspiraciones que no han sido públicas (“lo mejor para el club” puede ser visto de diferentes maneras y Riquelme no lo ha especificado) y que no coinciden con las de sus compañeros de lista. Contrariamente a lo que dice la nota, Riquelme, jugador profesional exitoso, entiende que el futbol es un negocio capitalista (además de un juego) y ha hecho más de una declaración que así lo atestigua. Valga de ejemplo las realizadas cuando descendió Ríver, en las que por arriba del hincha chicanero lamentó que “Si Ríver desciende, no habría ‘superclásico’ y el fútbol no sería lo mismo” el negocio del espectáculo deportivo perfectamente entendido.
Los clubes son privados
El PO ve en los clubes de futbol algo que no son. Encandilado por las formas jurídicas, las apariencias o la nacionalidad de los capitalistas, supone qué un club cómo Boca puede funcionar como un lugar de esparcimiento para los vecinos trabajadores del barrio. El balance de este año indica que el 96,4% de los ingresos del club se destina (y son producidos) por el futboliv. Pero no es un capricho sino una realidad producida por el proceso de concentración y centralización propio del capital.
Boca es, como club de futbol, un club nacional con perspectivas internacionales. Pero para la práctica de actividades deportivas, un club no puede superar las limitaciones propias de la cercanía física, geográfica. No importa cuánto se invierta en canchas de vóley, salvo que se lo haga con una perspectiva profesional no tiene sentido cruzar una ciudad para practicar una actividad deportiva y volver a cruzarla luego. El PO, también aquí, repite su programa de retorno al pasado, creyendo ver en poderosas unidades empresariales con patrimonios de millones de dólares, clubes de barrio para el esparcimiento de los vecinos. También el Barcelona y el Real Madrid son asociaciones civiles, también ellos se han desprendido de los deportes amateurs y de los que no son rentables comercialmente. La forma jurídica no oculta el corazón burgués.
Los problemas que Pitrola le endilga al “macrismo malo” son los de la dirigencia deportiva (burguesa) en general. El “socio adherente” es una creación de Ameal, el dirigente del “macrismo bueno” que, supone el PO, encabeza una reacción contra esa figura, y no es producto de la maldad sino del proceso mencionado de concentración. Éste provoca que la asistencia a los estadios (junto con los ingresos de los trabajadores) venga en declive a nivel general desde el año 54, enviando a los hinchas a ver futbol por televisión, distinto de lo que sucede en las grandes ligas europeas. Pero así como las grandes ligas mantienen una alta concurrencia en medio de crisis, en las más pequeñas, los grandes clubes, algunos pocos, muy pocos clubes, tienen el problema de no poder albergar a sus hinchas.
La única solución posible a los problemas que a Pitrola le preocupan no es la imaginaria batalla del burgués Riquelme contra los otros burgueses, sino una solución socialista, un sistema integrado de espectáculos deportivos, no privado sino estatal, en la que la picadora de carne de la selección deportiva sea eliminada y cuyas metas sean el juego y la competencia. Eliminando la lotería de la carrera deportiva profesional con sus lacras anexas de abusos, frustración, violencia, y su altísimo costo humano. Todo lo contrario de defender la gestión privada de las unidades económicas deportivas (las asociaciones civiles) como si el fetiche de la definición jurídica burguesa “sin fines de lucro” fuera más efectiva que el artículo 14 bis de la Constitución Nacional. O sea como si con palabras se pudieran torcer la realidad material de los capitales llamados clubes.
La sociedad no cambia con ídolos, sino con la lucha por un programa socialista
Riquelme es popular, Riquelme es honesto, por lo tanto es bueno que gane Riquelme. Si un partido revolucionario construye su programa con este criterio, contrariando los análisis de clase y repitiendo los de la publicidad burguesa, da por caducado su supuesto rol. La idea de que una capacidad particular se extiende a una general., una especie de sinécdoque política, es reaccionaria y debe ser combatida. Los revolucionarios no podemos actuar y llamar a actuar como adolescentes fanatizados por su “ídolo”. Contrariamente debemos combatir esta torpeza intelectual que sirve para vender mercancías pero no para pensar. Riquelme es en opinión de muchos, entre los que me encuentro, el más talentoso jugador del futbol argentino en este siglo. Pero no me dejaría operar de apendicitis por él, ni entregaría mi programa político para confiar en la idolatría y la honestidad.
El PO repite la mirada burguesa sobre el negocio del deporte. Coincide con la mayoría de la población, coincide con el peronismo en negar los problemas sistémicos y adjudicárselos a la fracción incorrecta de la burguesía. Innova en esta nota en embellecer a una porción del “neoliberalismo”, no había llegado a tanto. Pero cómo se puede leer en las páginas de la Ideología Alemana: “Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época; o, dicho en otros términos, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante”v El PO (y la izquierda en general que no lo denuncia) cede a esas ideas, es necesario construir una fuerza política que luche por la conciencia de los trabajadores, que luche por un programa anticapitalista y socialista. No por milagros producidos por ídolos.
Notas
i https://prensaobrera.com/sociedad/66700-elecciones-en-boca-juniors-un-idolo-entre-buitres
ii https://www.pagina12.com.ar/diario/deportes/8-114617-2008-11-07.html
iii https://www.lanacion.com.ar/deportes/futbol/por-que-se-pelea-la-barra-brava-de-boca-nid1109105
v C. Marx, F. Engels. Feuerbach La Ideología Alemana Cap. 1 III 1. La clase dominante y la conciencia dominante. Cómo se ha formado la concepción hegeliana de la dominación del espíritu en la historia