Como venimos diciendo hace un tiempo, el frágil sistema sanitario marchaba hacia el colapso. Y finalmente, los peores pronósticos se confirmaron. Esta semana, un paciente de riesgo, de 80 años de edad, de la ciudad rionegrina de Cipolletti, no pudo acceder al respirador artificial que necesitaba, debido a la saturación del sistema sanitario. La directora del hospital, Claudia Muñoz, señaló que no había disponibilidad de más camas de terapias intensivas en el sistema de salud. Advirtió que se debía “priorizar” la utilización de protocolos bioéticos para decidir, ante la escasez, a qué paciente se le brindará una cama y qué otro no. Ya no se trata de quién lo necesita, sino de qué paciente está peor. Estamos en las puertas de un inmenso crimen social.
Esta situación es consecuencia de un cúmulo de factores que venimos denunciando hace rato. La finalidad de la cuarentena era prevenir y retardar la cantidad de contagios, para así dar tiempo a que los hospitales sean abastecidos de los recursos necesarios para hacerle frente a la pandemia. Hoy llegamos al colapso dejando en evidencia la inoperancia del gobierno. Desde el comienzo de la cuarentena el abastecimiento de elementos de protección de calidad y en cantidad fue insuficiente, al igual que las camas de UCI (Unidad de Cuidados Intensivos). Sin embargo, “no se trata sólo de fierros”, sostiene un experto en bioética, es preciso mano de obra capacitada en cuidados intensivos. En el país sólo hay 3000 profesionales intensivistas de los que muchos ya se contagiaron con Covid-19 y quedaron por un tiempo -o aún se encuentran- de licencia. En relación al personal no hay políticas concretas para cubrir los casos de médicos y enfermeros que están infectados o aquellos que permanecen en licencia por riesgos de salud. Tampoco se contempló un aumento real del salario para los trabajadores de la salud, ni un plan para el pase a planta permanente de los trabajadores precarizados. Las camas que se sumaron, en su mayoría contribuyeron a engrosas los centros de aislamientos para casos leves, pero no se registró un aumento sustancial de las plazas en terapia intensiva. Eso tiene una explicación sencilla: las primeras son más económicas (se trata literalmente de camas y nada más) y sirven para “hacer de cuenta” que el tema preocupa al gobierno. Los hechos, sin embargo, tarde o temprano saltan a la vista.
El desastroso sistema de salud rionegrino no es noticia nueva. La pandemia simplemente lo expuso y dejó en evidencia que los gobiernos municipales y provinciales no están a la altura de las circunstancias. Los Fernández, Carreras y todos los intendentes son responsables de este colapso y de todas las consecuencias que de ello se derivan sobre los trabajadores
La provincia de Río Negro encabeza la lista de contagios a nivel nacional, teniendo en cuenta la cantidad de población. Esta situación es producto de la improvisación del gobierno provincial y de los gobiernos locales. Nos encontramos por lo tanto frente a un escenario catastrófico. A la cantidad de infectados se suma la flexibilización de las actividades comerciales y recreativas, la falta de control sobre la población y la ausencia de elementos básicos de protección e higiene en los hospitales.
El control de la crisis sanitaria no puede quedar bajo control de los patrones y de los gobiernos de turno, porque ya han demostrado su fracaso. Nada tienen que ofrecerle a la clase obrera, solo miseria y enfermedad. Es hora de que los trabajadores de Río Negro tomemos el asunto en nuestras manos. La tarea del momento debe ser la defensa irrestricta de la cuarentena pero para que ese retorno a Fase 1 no termine en un fracaso, se debe atender a las necesidades más urgentes de la clase obrera desocupada o subocupada, compañeros desocupados que la pandemia visualiza todos los días y que se juegan la vida para llevar un plato de comida a sus casas. Necesitamos de manera urgente un subsidio a la desocupación para afrontar este período de cuarentena. A su vez el sistema de salud debe centralizarse en manos de los trabajadores para que éste pueda estar al servicio de las necesidades de la clase obrera y no de la ganancia capitalista. La salud por sobre la ganancia debe ser la prioridad.
Razón y Revolución Río Negro