Educación. El Proceso militar en las aulas, ayer y hoy

en La Hoja Socialista 21/Novedades

Este mes, se cumplen 45 años del último golpe militar y es importante que entendamos, recordemos y levantemos esa herencia de lucha que llevaron a cabo, en esa época, nuestros compañeros. Como recordar por recordar no sirve, y menos si ese recuerdo fue cuidadosamente reformulado, es necesario aclarar algunas ideas del sentido común,  sobre todo en la escuela, y que nos introducen de lleno en lo que denominamos lucha ideológica.

La lectura más común, instala que el golpe fue el resultado de un grupo de militares que, junto a una fracción de la burguesía (los “oligarcas” malos del campo y las finanzas) se pusieron de acuerdo para destruir al país. Esa que hoy algunos, incluso en el terreno de la izquierda, denominan la “derecha”. Del otro lado de la historia estarían “los buenos”. Dentro de este grupo encontraríamos personalidades tan diversas que van desde los trabajadores hasta los empresarios nacionales, esos que apuestan a la industria “en serio” (las Pymes, sobre todo), incluyendo, obvio, a los políticos demócratas.

Pese a que esta historia resulte atrayente, las cosas no fueron como nos las pintan. La dictadura de Videla y compañía vino a salvar al capitalismo, que hacía varios años estaba en una crisis económica profunda. El problema era que había un obstáculo para recuperar la ganancia: los trabajadores, la variable de ajuste en toda crisis capitalista, no lo permitían. Movilizados en las calles, con direcciones clasistas en sus cuerpos de delegados y comisiones internas y muchos de ellos organizados en partidos revolucionarios, eran un verdadero freno.

Se habían intentado ya diferentes salidas, que combinaban pequeñas concesiones a los trabajadores con importantes dosis de represión y asesinatos (Perón, marcando el camino, creó la Triple A). Entre otras, el famoso “pacto social”. Todas palabritas que hoy resuenan. Pero esas medidas no fueron suficientes. Por eso, se recurrió a la ofensiva golpista que fue promovida por un grupo de empresarios. Y atrás de ellos, se sumó la inmensa mayoría de la burguesía (grande y chica, nacional y extranjera, industrial, agraria y comercial) que, si bien habían tenido sus diferencias, coincidían en lo fundamental: defender sus ganancias.

Los militares aparecieron, entonces, como el mejor personal para llevar a cabo la tarea. Lo que había que hacer era terminar con el problema de raíz: matar, torturar y desaparecer a activistas y militantes. Destruir organizaciones sindicales y políticas para cerrar ese proceso que había abierto el Cordobazo.

Entre las decenas de muertos, detenidos y desaparecidos, las cuentas registran por lo menos 606 docentes. ¿Por qué ellos? Porque la ideología subversiva debía ser erradicada de las escuelas. La burguesía combatió también en el plano cultural. Identificó eso que no se podía decir. Se trataba de eliminar la posibilidad de un nuevo desafío al sistema. Por eso, desde sus inicios, reconoció la importancia del sistema educativo como lugar en el que se naturalizan determinadas ideas acerca del mundo.

Durante la gestión de Pedro Bruera, Ministro de Educación del proceso, se produjeron 3.000 cesantías docentes, a las que se sumarían 8.000 más. Se elaboraron instructivos para detectar el “lenguaje marxista”, entre docentes y estudiantes, que llegaron a la escuela como folletines y formaron parte de las líneas de la revista Para Ti. También, se prohibieron millones de libros, entre ellos algunos cuentos infantiles como, por ejemplo, Un elefante ocupa mucho espacio, de Elsa Bornemann.

Quienes nos precedieron entendieron que la lucha por los contenidos incluía la escuela y la literatura, porque cumplen un papel fundamental: la formación temprana de la conciencia y la estructura sentimental de toda la población. Los docentes como intelectuales y sujetos políticos debemos ser conscientes del contenido de nuestro trabajo. Y tenemos dos opciones: o reproducimos el relato del orden que se encarga de sostener la burguesía o heredamos aquella lucha y cumplimos hoy sus tareas.

Hoy, más que nunca, tenemos que tomar la posta y batallar para nuestro terreno esa paritaria de contenidos que los sindicatos clasistas desprecian y nuestros enemigos usan todos los días.  Porque nuestra herencia es la lucha, y la victoria es lograr en esta vida eso por lo que batallaron nuestros compañeros, el socialismo.

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