Criminales: frente a la escalada de casos, Larreta pretende flexibilizar los protocolos y los Fernández no garantizan las vacunas

en Conti-Santoro/Novedades

En los últimos días, el gobierno porteño dio a conocer el número de casos de COVID en los establecimientos educativos y los centros de testeo de la ciudad. Desde el inicio de clases, allá por el 17 de febrero, se registraron 1.215 contagios. A partir de esa cifra el gobierno de la ciudad llega a la conclusión de que las escuelas no son un foco de contagio: apenas se enfermó 0,17% sobre el total de alumnos y docentes. Por lo tanto, ya adelantó su conclusión: flexibilizar los protocolos. Sin embargo, todo el diagnóstico se construye a partir de un uso de los datos tendencioso. El PRO en esto no está solo. El mismo Trotta dijo según surge del informe de las jurisdicciones donde se detectaron casos positivos: la aplicación de los protocolos fue efectiva, los casos no se generaron en la institución y el nivel de confirmación sobre el total de casos sospechosos fue inferior al 1%. Basta ir y mirar las comunicaciones del Ministerio de Educación Nacional del pasado 19 de marzo. Unos y otros, planean una mayor apertura del sistema educativo mientras recortan el universo de los datos. ¿No nos cree? Pase y vea.

“Miente, miente, que algo quedará”

Lo primero que tenemos que marcar es que el informe del gobierno parte del supuesto de que las clases empezaron en todos los colegios el 17 de febrero. Esto se puede desmentir fácilmente. El mismo protocolo publicado a principios del mes pasado estableció una apertura escalonada de escuelas, entre la fecha mencionada más arriba y el 8 de marzo. A esto debemos sumar que muchos colegios todavía no estaban en condiciones de abrir en las fechas correspondientes por no cumplir con los criterios que definía ese miso protocolo. Por eso, muchos empezaron con un formato 100% virtual y volvieron a la recién presencialidad durante la semana del 8 de marzo. Por lo tanto, solo teniendo en cuenta este elemento, decir que las escuelas no fueron focos de contagio es una conclusión, por lo menos, apresurada y sobre la base de un universo recortado. Recortado porque hoy hay docentes que tienen virtualidad en sus escuelas: valga de ejemplo, las escuelas con jornada doble de primaria, de jornada extendida, las escuelas técnicas o artísticas con un ciclo bachiller y otro de especialidad a contra turno, las escuelas que están en reparaciones y no pueden habilitar todas sus aulas. Cierto es que sobre todos esos docentes emerge una presión irracional increíble, por ejemplo, se pide que vayan a las escuelas para conectarse allí y dar clases virtuales en una escuela que no garantiza lo imprescindible: conectividad. O que se trasladen y viajen a sus lugares de trabajo para “firmar” en una especie de fiscalización de la voluntad de trabajo docente que bien puede realizarse a través de cualquier plataforma si valiera el caso.

Un segundo recorte si en realidad pretendemos pensar cuál es el nivel de contagio a partir de la apertura de escuelas reside en no reconocer que hoy no todos los alumnos se encuentran masivamente en las aulas. La respuesta es simple: el esquema de burbujas. Los alumnos están concurriendo de forma rotativa a la escuela ya sea de días o semanas que intercalan presencialidad con virtualidad. El gobierno de la ciudad, pero también el nacional, dedujeron que la tasa de contagio en las escuelas es baja. Evidentemente no se toman el trabajo de examinar la realidad que ellos mismos crearon. Por un lado, que hoy la presencialidad hace que las aulas concentran a grupos de entre 10 y a lo sumo 15 alumnos de cara a garantizar la distancia. Es decir, en el mejor de los casos, están concurriendo un tercio de los alumnos potenciales. Pero, más importante aún, los mismos reportes del Ministerio de Salud muestran que si comparamos el cambio porcentual de casos incidentes de COVID-19 en niños y niñas de 3 a 13 años luego del inicio de clases hallamos que la cantidad de casos creció 59% respecto de semanas previas al inicio del ciclo escolar. Ya ni hablemos de si ponemos a jugar lo que puede ocurrir si, como pretende el gobierno de la Ciudad, eliminamos las burbujas, concentramos a todos en el aula y dejamos que las nuevas cepas -manaos, británica, etc.- circulen.  

A todo ese escalonamiento en la vuelta, tenemos que sumar los criterios que el gobierno utiliza a la hora de contabilizar casos. A nivel general, lo que predomina es el sub-registro. Por ejemplo, en los casos en que un docente o alumno conviva con una persona con test positivo, nada los obliga a hacerse su respectivo testeo si no tienen síntomas. Tranquilamente pueden estar contagiados, pero ese dato no queda cargado en ningún lugar. Por otra parte, en caso de que haya un positivo en alguna de las burbujas, tampoco se testea a la totalidad de la misma, por lo que puede haber casos de asintomáticos o con síntomas leves no detectados en las burbujas. De esta forma, no se rastrea y reconstruye la cadena de contagios, pudiendo quedar casos sin contabilizar. En suma, los datos que dio a conocer el gobierno de la Ciudad están mal de arriba abajo y es una cifra conservadora sin lugar a dudas.

Por nuestra parte, desde que se convocó al personal de las escuelas el 8 de febrero, iniciamos un exhaustivo relevamiento de casos. Al momento de escribir este texto, registramos 175 establecimientos con casos positivos, es decir, el 7% del total si contabilizamos que todas las escuelas estarían funcionando. Como dijimos, en el mejor de los casos, están funcionando con un tercio de los alumnos y también con rotación de docentes y jornadas reducidas. Por eso, este número es ilustrativo de la situación epidemiológica en los colegios de la ciudad, si nos atenemos a los factores que mencionamos antes: tenemos una catástrofe por delante. Y recién estamos empezando. Lo cierto también, es que, desde la apertura de escuelas, la curva general de contagios de CABA crece, cuando venía en decreciendo desde el 12 de enero. Esto se explica por el aumento de la circulación en el transporte público, con escasa ventilación, que motorizó educación. Como dijimos, no se trata de una actividad más sino aquella que pone a circular a poco menos de la mitad de la población. Nadie puede asombrarse entonces del desarrollo de una segunda ola cuando todas las medidas se encaminan a producirla.

Vacunas para pocos

Mientras tanto, la velocidad de la vacunación en la ciudad es inversamente proporcional a la de la escalada de casos. Aquí el proceso de vacunación del personal docente y no docente de las escuelas inició recién el 10 de marzo, es decir, casi un mes después de iniciadas las clases. Está más que claro que el gobierno de Larreta estaba más apurado por mandarnos rápido a las escuelas que en preservar nuestra salud. A la fecha se registraron en la página del gobierno de CABA, 10.764 dosis aplicadas de manera efectiva (menos del 10% de las 110.000 personas que trabajan en el sistema educativo), un promedio diario de 1.395 inyecciones. A ese ritmo, el personal educativo terminará de recibir la primera dosis dentro de 80 días, casi tres meses. En el medio nada indica que los casos no paren de subir. Y ni noticias respecto a cuándo se completará el proceso de inmunización con la segunda dosis. Lo más probable, es que terminemos el ciclo lectivo con buena parte de los docentes sin inmunidad completa.

Frente a este lento avance en la aplicación de las dosis, la conducción de UTE (dirigido por el kirchnerismo) salió a criticar al gobierno de la ciudad. Eduardo López se apresuró a denunciar la lentitud de la vacunación en la ciudad apenas pasado un día del inicio de esta y la comparó con la de la provincia de Buenos Aires, en términos favorables para esta última. Que el proceso es lento es cierto (cosa que ya mencionamos con detalle arriba) pero el resto es una defensa vergonzante de la política del gobierno de Kicillof y el gobierno nacional. Lo que pasa del otro lado de la General Paz no es un modelo para nada. En la provincia de Buenos Aires ya hace más de un mes que empezaron con la vacunación al personal de educación y recién inyectaron con una dosis al 40%. Y eso que no estamos contando a los 5.200.000 alumnos que tiene la provincia, los cuales también deben ser inmunizados. Además, como vemos en el caso de CABA, los contagios se elevan a nivel general. Por lo tanto, la vacunación tiene que ser masiva del conjunto de la población. En ese punto el gobierno de Kicillof también anda flojo de papeles. A la fecha, solo se vacunaron con una sola dosis al 7% de la población, y con dos dosis al 1,5%. Y, además, con apenas dos semanas y media de presencialidad, si miramos también allí la incidencia de contagios en niñas y niños de 3 a 13 años, la cantidad de casos ya creció 35,5%. ¿A cuánto llegará cuando transcurra un mes como en la Ciudad? Por otro lado, a poco de analizar la vacunación de docentes en la provincia nos encontramos con localidades donde ya cancelan los turnos sin reprogramación (Merlo, San Miguel, Vicente López, Mar del Plata y Chivilcoy): los docentes fueron pero no había vacunas. No es casual que al día siguiente el viceministro de Salud de la provincia haya declarado que le parece razonable aplicar solo una dosis en lugar de dos. Además, no podemos aislar este cuadro de la puja electoral. El gobierno está jugado a salvar su alianza con los gremios docentes de cara a octubre y dispuso que prácticamente el único número que crece en la vacunación, según muestran los números del monitoreo, es el del personal estratégico y dentro de ellos, a su vez, todos parecen ser docentes. Solo así se explica que esa franja acumula hoy 537.073 vacunados de los cuáles según Trotta 420.000 eran docentes. Los viejos, los enfermos con comorbilidades y las familias de nuestros alumnos, así como esos niños que hoy se están enfermando pueden esperar. Cierto es que la demora también afecta a docentes, valgan de ejemplo si no los tres compañeros muertos que ya acumula la provincia.

A poco de analizarlo nos encontramos con una estrategia mal planteada en el marco de un cuadro general de escasez de vacunas. Esto último, fue reconocido por el mismo Alberto en cadena nacional. Encima las pocas que hay están mal distribuidas. Por un lado, el gobierno nacional estableció una serie de grupos prioritarios (mayores de 70 y 60 años, personal de salud, personal docente y no docente, etc) pero por otro distribuyó las vacunas según el tamaño de la población de las provincias. Es decir, no se repartió según el tamaño de los grupos prioritarios de cada distrito. La distribución de la vacuna Sinopharm (el lote destinado al personal educativo) es un ejemplo clarísimo. Mientras la provincia de Buenos Aires recibió 186.400 dosis la ciudad recibió 33.000 ¿Qué significa esto? Con esas cantidades, el gobierno bonaerense puede vacunar al 37% del personal docente y no docente pero el gobierno porteño al 30%. Y eso que al momento de repartir ese lote (05/03) la provincia tenía mucho más avanzado el proceso de vacunación (desde el 17/02). Detrás de una supuesta repartición igualitaria, se esconde el uso político que se le está dando a las vacunas. Esto es consecuencia directa de la escasez de las mismas y de que lo único que tiene en mente el gobierno es llegar a octubre.

Al margen de este reparto clientelar, estamos hablando de cantidades irrisorias. Hace unos días UTE, salió a reclamar las vacunas que, de ese lote de Sinopharm, aun no fueron aplicadas. Lo cierto es que con la cantidad que repartió el gobierno nacional apenas alcanza para vacunar con una sola dosis a un tercio del personal de educación. Es más, aun si se hubieran usado la totalidad de vacunas que recibió la ciudad (400 mil) para vacunar únicamente a la comunidad educativa (docentes, no docentes, alumnos) apenas se hubiera cubierto con una dosis a poco más de la mitad. En esta situación estamos. Pero de eso los compañeros no dicen absolutamente nada ¿Denunciar también al gobierno nacional? No, gracias. Borran con el codo lo que escriben con la mano. Llamarlos sinvergüenzas es quedarse cortos. Ya ni hablemos la cuota criminal que le cabe hoy a la izquierda “antivacunas”. Sí, volver al medioevo es lo que nos proponen todos esos compañeros que apuntalan el más rancio liberalismo “yo hago lo que quiero” porque no confío en la ciencia y obstaculizan los reclamos por vacunación masiva de toda la población. Precisamente, frente a este cuadro de escasez esa es la consigna que se impone al conjunto de la clase obrera.

Larreta y el kirchnerismo nos mandan al matadero

Si Larreta es responsable de mandarnos a la presencialidad en medio de la pandemia y sin habernos inmunizado, no es menos cierto que fue el gobierno nacional, a través del Consejo Federal de Educación, el que le dio el marco legal a todos los gobiernos provinciales para abrir las escuelas. Marco legal que fue establecido, insistimos, en medio de la escasez de vacunas.

El gremio K, UTE, siendo consecuente con la decisión de sus jefes, en lugar de preservar la salud de los compañeros y rechazar la presencialidad, la terminó aceptando. La aceptó bajo el eufemístico nombre de “regreso seguro” a las escuelas, que no es otra cosa más que avalar el protocolo de Acuña y hacerlo cumplir allí donde no se estaba haciendo. Así es que nos encontramos recorridas de este gremio repartiendo en las escuelas alcohol en gel y barbijos. Lejos de cuidarnos, se aseguran que cumplamos al pie de la letra la presencialidad criminal. Mientras tanto impulsan denuncias judiciales contra el gobierno de la Ciudad, pero ni siquiera toman en serio las que ellos dicen realizar para el conjunto de las y los trabajadores: valgan de ejemplo las dispensas por mayores y menores a cargo. Para el gremio, esas compañeras puedan esperar.

Por todo esto, denunciamos la política criminal que impulsan el gobierno nacional, los gobiernos provinciales y el de la Ciudad. También denunciamos la complicidad de todos los gremios porteños, con UTE a la cabeza. Todos ellos son responsables de lo que pase a partir de ahora. Esta política ya se llevó la vida de siete compañeros a lo largo del país. Compañeros que fueron obligados a ir a las escuelas sin estar inmunizados.

Llamamos a la conducción de Ademys, pero también a todos sus docentes afiliados, a realizar una asamblea urgente para discutir un plan de lucha para rechazar la presencialidad criminal del gobierno nacional y del gobierno porteño, y exigir la vacunación masiva de toda la población superando la lucha corporativa.

Hasta que esto suceda, hay que defender el sostenimiento de la virtualidad, exigiéndole al Estado el siguiente pliego de reivindicaciones:

  • Que se garanticen dispositivos operativos a todos los docentes y alumnos de la ciudad.
  • Wifi gratuito y de calidad para todos
  • Designación de mayor personal docente técnico, asistencial y pedagógico necesario para acompañar la trayectoria de todos los alumnos. Esto debe ir acompañado del desdoblamiento de cursos. En la ciudad tenemos miles de docentes que hoy están sin cargo. Por lo cual material humano tenemos de sobra. Solo hace falta la voluntad política de llevarlo a adelante.
  • Licencias pagas para madres y padres al cuidado de menores escolarizados y de mayores.
  • Subsidio equivalente a dos canastas familiares para familias desocupadas.
  • Bono extra mensual y retroactivo para cubrir los gastos en insumos tecnológicos.

La pandemia también es una oportunidad para impulsar una serie de demandas de larga data como:

  • Censo de infraestructura y plan de obras acorde a las necesidades escolares en manos de personal idóneo.
  • La recomposición histórica del salario para docentes. Con cargo testigo inicial equivalente a un mínimo de dos canastas básicas totales reales.

Corriente Nacional Conti-Santoro

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