CONICET: Esto recién empieza

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El resultado inmediato 

En el día de ayer (viernes 23/12) la asamblea de trabajadores de Conicet en la toma del Mincyt decidió levantar la medida, tras la firma de un acuerdo con las autoridades. El acuerdo incluye el otorgamiento de becas posdoctorales hasta el 31/12/2017 para los 500 compañeros recomendados para ingreso a carrera que no fueron seleccionados. En el acta se crea una comisión mixta de seguimiento de la inserción de los compañeros en cargos de investigación en universidades, organismos de ciencia y técnica nacionales y en el Conicet. Los puestos de trabajo deberán respetar las líneas de trabajo propuestas, los lugares de trabajo propuestos, y deberán tener salario, condiciones de estabilidad y promoción equiparables a las de la Carrera de Investigador de Conicet (CIC). La comisión será integrada por representantes de las organizaciones gremiales, agrupaciones de becarios, investigadores y representantes de los CCT de las provincias.

¿Qué se consiguió realmente? 

Con la importancia que tiene el haber frenado momentáneamente el ajuste, el acuerdo alcanzado ayer no fue más que un triunfo parcial. No es, en modo alguno, un “triunfazo” como alguno quiere presentarlo. Se trata, más bien, de una tregua en una lucha contra una política de achicamiento del CONICET y otras instituciones científicas. Esa tregua fue conseguida en una primera batalla exitosa, en la que se consiguió algo, pero no se alcanzó ni siquiera el objetivo parcial: la incorporación de los 500 (ni siquiera se pedía por el conjunto de los 1.100 que incluían a los no recomendados que quedan en la calle).

Decimos “objetivo parcial” porque hay que entender que aquí estamos frente a una política hostil a la producción científica, que prefiere la innovación inmediata que se compra llave en mano y que considera un gasto inútil el estudio de todo aquello que excede las necesidades de la limitada y primitiva producción capitalista local. No fue casual que, durante el conflicto, se atacara a los investigadores del área cultural para esconder que esta política no cree en la necesidad de producir ciencia.

En ese contexto, esta victoria no solo es parcial porque no se logró el objetivo de máxima inmediato (los 500 recomendados adentro ya) sino porque, aun si éste hubiera sido el caso, a nadie se le escapa que la debilidad política del gobierno y su deseo de llegar a fin de año sin conflictos importantes, colaboró en el resultado. Entonces, lo que se consiguió realmente fue aprovechar una situación favorable para forzar al gobierno a una tregua en una batalla específica. En modo alguno se ha derrotado su política que, si se mira bien, Macri ha logrado también un éxito relativo, porque no solo no ha renunciado a ajustar la planta sino que ha logrado un acta en el que se reconoce, implícitamente, que puede hacerlo, en tanto se acepta que los que debieran haber ingresado al organismo pueden ser “colocados” en otro lugar.

He allí la razón por la cual insistimos conque el acta dijera explícitamente que el destino de los “aprobados” puede ser el mismo CONICET. Porque ese es el eje de la disputa: ¿aceptamos o no que la política científica del gobierno destruya lo conquistado tras las intensas luchas populares de los ’90 que culminaron en el Argentinazo? A partir de febrero, el plan de lucha tiene que incluir como consigna “Todos adentro del CONICET”, batalla que se va a empalmar necesariamente con las que habrá que dar por los nuevos ingresos y por las becas. Esa es la línea que confronta la política del gobierno. Que hayamos tenido que hacer concesiones momentáneas, sin duda necesarias, no nos tiene que limitar para continuar con nuestro objetivo de fondo: no a la política macrista en CyT.

El plan de lucha para 2017 iba a ser necesario incluso si se hubiera alcanzado la incorporación de los 500, porque la designación para CIC no garantiza la efectivización del cargo. El alta como investigador está sujeta a la disponibilidad presupuestaria (de hecho, todo 2016 se nos pasó peleando por la efectivización de los ingresantes). El año que viene se va a replicar esta situación con quienes se postulen para la próxima convocatoria. Es decir, incluso si conseguimos que los 500 estén adentro, aun no habremos derrotado la política de ajuste del gobierno, que va a darse por un movimiento de pinzas: por abajo, achicando la cantidad de becas doctorales; por arriba, reduciendo los ingresos a carrera.

Un pliego que debe ampliarse

La posibilidad de llevar adelante el ajuste de esta manera está habilitada por la precaria situación contractual de los investigadores. Los investigadores de Conicet carecemos de garantía de estabilidad laboral (a diferencia de cualquier trabajador estatal), a pesar de pasar por dos o tres “concursos” donde no existen criterios de evaluación ni ordenes de mérito. Los becarios ingresan con contratos a término y aunque logren aprobar su tesis doctoral y sortear el concurso para ingreso a CIC, como investigadores de planta están sometidos a una evaluación anual en donde tampoco existen criterios. Para colmo, si se desaprueba dos veces, se pierde el puesto. La creación de la figura del becario doctoral y posdoctoral habilitó eso. Hace algunas décadas, esta figura no existía y los investigadores ingresaban directamente a la carrera y allí hacían su tesis doctoral. Entonces, la pelea por la estabilidad laboral, para que los becarios sean el primer escalafón de la CIC, para que existan criterios de valuación transparentes y veedurías gremiales, es crucial para dar una solución al problema de los despidos. Porque esta semana se reclamó por aquellos que fueron recomendados, pero mañana por el simple mecanismo de no recomendar postulantes, van a dejar afuera la cantidad que quieran y, con la línea de aceptar que los concursos tal como están son válidos, no se va a poder reclamar. Es una pena que teniendo la oportunidad de plantear esto cara a cara con el Ministro, no se haya puesto el reclamo sobre la mesa. Esto debe ser incorporado a los reclamos en la lucha que tenemos por delante. Si no, año a año volvemos a foja cero. En ese sentido, también es crucial el pedido por la democratización del organismo y la inclusión en el Directorio de representantes de los trabajadores de los primeros escalafones (como sucede en los consejos universitarios).

Otra vez: lo que logramos es una tregua que nos da tiempo para fortalecer la organización y preparar un plan de lucha. Plantear esto como un “triunfazo” no solo es erróneo sino irresponsable, porque da a entender que lo obtenido cierra el conflicto y que la lucha está terminada. No colabora para preparar a los compañeros para lo que se viene. Cuando nosotros anticipamos a principios de año todo lo que iba a suceder (y sucedió tal cual lo dijimos), y que por este motivo era necesario advertir a todos los compañeros y estructurar una organización gremial nacional de los científicos, se nos trató de delirantes.

Problemas de estrategia

La toma de una semana del ministerio, en la cual se logró la unidad del conjunto de las organizaciones, se consiguió tras un proceso de discusión política donde no todos tuvieron al comienzo las posiciones que sostuvieron al final. Los kirchneristas de Autoconvocados, por ejemplo, que la semana anterior se habían opuesto a movilizar a la reunión del Directorio, también se opusieron a realizar una nueva movilización el lunes, con el argumento de que no había mucho para hacer y que había que esperar a febrero. En ATE Saavedra 15 nosotros planteamos que era necesario hacerlo ahora, posición que fue votada en asamblea. Los kirchneristas finalmente se movilizaron, pero tras la toma se retiraron, y solo quedaron JCP, ATE Saavedra 15 y ATE Sociales. Cuando vieron que la medida cobraba fuerza, visibilidad y apoyo público, decidieron aparecer e incluso empezaron a hablar de despidos y a radicalizar sus posiciones. Esto incluye a la conducción de la Junta Interna de ATE Conicet Capital (cuyo Delegado General es Juan Manuel Sueiro), que una vez más mostró su falta de interés hacia los becarios.

Esta actitud de los kirchneristas se comprende si se entiende en dónde están parados: entre la reivindicación de un pasado supuestamente idílico y el hecho de que muchos de los suyos se pasaron de bando. Por eso, oscilan entre la confusión, la pasividad y el oportunismo. De hecho, cuando se logró que las autoridades nos recibieran gracias a la toma a la que ellos no quisieron quedarse, no tardaron en reclamar su lugar en la delegación y a pelear cuanto espacio pudieran conseguir. Fue así que la comisión negociadora se compuso de dos representantes de JCP, dos de Autoconvocados y dos de ATE, más UPCN. ATE presionó para que también se incorporaran representantes de la kirchnerista CYTA (Ciencia y Técnica Argentina, una agrupación de la que participa Dora Barrancos, miembro del Directorio, es decir, de la patronal) e incluso le cedió uno de sus lugares. Luego se sumaron representantes de postulantes recomendados despedidos y Becarios Empoderados, otra organización K. El tener que conceder espacios frente a las agrupaciones K es el resultado de una debilidad de JCP que ya hemos señalado: JCP no es formalmente un sindicato y por tanto la patronal lo puede equiparar con agrupaciones kirchneristas que reúnen investigadores ad hoc cuando les conviene y para lo que les conviente. Si JCP tuviera inscripción gremial hubiera podido plantear su derecho exclusivo a dirigir la lucha o al menos compartirlo con organizaciones reales, no con engendros fantasma que reciclan a la ex patronal hoy en desgracia.

Durante el transcurso de la semana el debate sobre la continuidad de la toma estuvo presente constantemente. Efectivamente, no es sencillo medir con precisión cuál es el punto de inflexión de la fuerza de un conflicto. Pero mientras las asambleas no paraban de crecer y el tema de instalarse en los medios, muchos compañeros, como los del PO, creían que no podía sostenerse más allá del viernes, por la Navidad. Es decir, adoptaban una posición derrotista. Muchos otros veíamos que el movimiento venía en ascenso y que podía garantizarse pasar la Navidad en la toma y hacer una gran campaña, y que ello debilitaría al gobierno. Incluso como elemento de presión, era necesario hacerle saber a la patronal que no iba a poder corrernos con los tiempos porque estábamos dispuestos a pasar Nochebuena allí, y que no íbamos a levantar la toma con promesas vacías. Efectivamente la campaña “Por una Navidad en Conicet” se lanzó contra los deseos del PO, que finalmente se sumó a la consigna, modificando en la asamblea sus posiciones del día anterior. Incluso llegó a conformarse una comisión de organización de la Navidad. Pero ello no habría sucedido sin la presión de las organizaciones que estábamos presentes, y que fuimos tratadas de ultristas por plantear esto. Incluso, los compañeros del PO planteaban que había que acercar una contrapropuesta elaborada por una comisión de postulantes recomendados que se armó in situ bajo su influencia, frente a lo cual hubo que defender la asamblea de los que estábamos participando de la lucha como organismo soberano.

Finalmente, el viernes, la votación de la propuesta que terminó siendo aceptada mostró nuevos problemas organizativos que remiten a cuestiones estratégicas. La carencia de una estructura gremial nacional de los investigadores se hizo evidente en la falta de articulación aceitada con los compañeros que se encontraban movilizados en muchas provincias. La aceptación del acta se realizó sin consultar a estos compañeros, como hubiera sido lo correcto de existir tal coordinación. No se trata de que su voto hubiera alterado el resultado, habida cuenta del peso de Buenos Aires y La Plata en la estructura del CONICET y de los compañeros movilizados, sino de una muestra más del autoritarismo que puede encerrar una experiencia desestructurada como JCP.

Huérfanos sindicales

Como ya explicamos en otro lugar, ninguna de las organizaciones sindicales actuales permite la organización nacional articulada y compacta de los científicos. ATE, porque tiene una estructura territorial que fragmenta las juntas internas de Conicet por provincia, sin una centralización nacional. Además, carece de una sección para investigadores y personal de apoyo, cuya necesidad se puso sobre la mesa en este conflicto. Así, atomiza a los investigadores y diluye sus reclamos específicos. La fragmentación que existe entre las distintas juntas internas impide organizar una lucha articulada a nivel nacional, y eso quedó claro con las tomas y sobre todo al momento de tener que decidir. Obviamente, ello se agrava con la política de desprecio a los investigadores y en particular a los becarios que tiene ATE, cuyo delegado General de Capital afirmaba que él iba a firmar sin importarle el resultado de la asamblea. La democracia no es lo suyo y lo sabemos por la negativa a convocar a asambleas generales. Pero incluso con otra política, la estructura misma de ATE no colabora en nuestra organización sindical.

Por su parte, JCP se niega a avanzar en la conformación de un sindicato nacional. Por ello, la articulación de las medidas con el interior fue prácticamente nula. Por eso señalamos que la informalidad con la que se maneja puede transformarse en un elemento autoritario en el que el Interior simplemente sigue lo que se decide en Buenos Aires. Ni siquiera se intentó extender la organización al Interior. Formalmente hoy solo existe JCP Buenos Aires y La Plata, pero hay muchas organizaciones de becarios que podrían sumarse, así como muchos investigadores que ven con buenos ojos la existencia de un espacio de participación gremial.

Todo ello ayuda a entender por qué en gran medida el sostenimiento de la toma se logró con apoyo de organizaciones y compañeros que no son investigadores, como estudiantes y docentes universitarios. Incluso los despedidos, muchos de los cuales se fueron sumando en el transcurso de los días, no participaron en la magnitud que era de esperar. Es cierto que la estrategia de desmovilización de los kirchneristas (incluyendo la conducción de la Junta interna de ATE Capital) dio resultado, pero el principal problema está en la conducción actual de JCP, que corresponde al Partido Obrero. El PO no vio el problema a tiempo, otorgando una carta de confianza al macrismo. Consecuentemente, no reforzó la organización, no alertó a los compañeros y no los movilizó a la altura de la situación. Fue siempre a la retranca y arrastrado por los hechos, incluso hasta el último día del conflicto.

A principios de año dijimos que comenzaba un año complicado, que iba a empezar por los ingresantes. Por eso propusimos y creamos la Comisión de Ingresantes en JCP, a la que los militantes del PO se quisieron sumar cuando vieron que era necesaria, no sin antes acusarnos de querer “paralelizar” y de “ocultar los datos que indicaban que los compañeros/as que ingresaron en 2015 serían designados, como efectivamente ocurrió” (en un comunicado del PO en mayo!). También acertamos en denunciar que los concursos pasarían por Modernización, a pesar de que, tanto el PO como ATE, creyeron en la patronal de Conicet que negaba tal posibilidad y, una vez más, nos querían hacer pasar por alarmistas. También advertimos que era importante instalar el problema de los ingresos a CIC, que se venía un fuerte ajuste por ese lado, y que por ello había que retomar el problema de las evaluaciones y la estabilidad laboral de los becarios. Se nos respondió que no todos los becarios tienen que entrar a carrera, o sea, se aceptaba el argumento patronal. Cuando planteamos la crítica a la Junta Interna de ATE Capital, se nos atacó, saliendo en su defensa. Para el PO, anticiparse a la lucha que se venía y prepararse para ella, resultaban “planteos delirantes” (véase Frente a una nueva provocación de RyR). Peor aún, se nos decía que no había que “alarmar” a los compañeros, cuando planteábamos que había que explicarles lo que se venía y prepararlos. Para el PO todo eso era parte de un plan diabólico de nuestra parte para destruir JCP y ATE. La realidad terminó mostrando quiénes tuvieron una caracterización correcta y quiénes una confusa y vacilante. Es obvio que ahora el PO pretende atribuirse una victoria que no se hubiera conseguido de seguir su línea. Es más, llegaron a festejarla por las redes sociales antes que la propuesta siquiera se hubiera votado en asamblea, lo que demuestra hasta qué punto PO maneja JCP como algo propio y no como un organismo colectivo. El calificar a este resultado como un “triunfazo”, demuestra también que no han entendido, todavía, lo que está en juego.

Hay que romper con la política dominante en JCP y entre los becarios e investigadores en general. Si queremos obtener resultados a la altura de nuestros intereses llegó la hora de tomar el toro por las astas. Febrero nos tiene que encontrar con un salto en nuestra organización. Tenemos que lograr una mayor coordinación y preparación. Solo la lucha en la calle va a poder garantizar el ingreso de los 500, la efectivización de todos los seleccionados este año, además del problema de la estabilidad y los criterios de evaluación. Si queremos aprovechar la fuerza que cobró el movimiento para conseguir una victoria real contra la política en marcha hay que reforzar la organización. Por ello, llamamos a todos los compañeros a organizarse en los lugares de trabajo y a prepararse para las movilizaciones del año que viene. Los espacios gremiales tienen que convocar a asambleas para discutir el plan de lucha y llegar a febrero a la altura de lo que nos espera. Exigimos:

  • Ingreso inmediato de los compañeros aprobados
  • No a la disminución de la cantidad de becarios
  • No a la ralentización de su carrera académica
  • Revisión de la situación de los compañeros con informes desaprobados
  • Por la estabilidad laboral de los investigadores (becarios y de planta)
  • Por un Convenio Colectivo
  • Por criterios públicos y transparentes de evaluación
  • Democratización del CONICET
  • Por una seccional nacional única de trabajadores científicos en el seno de ATE o, ante su negativa, por la organización de un sindicato propio de los trabajadores científicos

 

Razón y Revolución

24/12/2016

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