Balance de la Primera Reunión Nacional de Trabajadores de CyT – Córdoba, 29 de diciembre de 2016

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1era-reunion-bisEl pasado jueves 29 de diciembre se realizó en Córdoba la Primera Reunión Nacional de Trabajadores de Ciencia y Técnica. Este encuentro apuntó a saldar uno de los déficits del proceso de lucha que tuvo un punto alto la semana anterior, con la histórica toma del Ministerio de Ciencia y Tecnología que duró cinco días, y de decenas de edificios del CONICET a lo largo de todo el país. Ese déficit fue la ausencia de una coordinación de alcance nacional de la lucha, y que se puso de manifiesto cuando el viernes 23, la asamblea de Buenos Aires votó firmar el acuerdo con las autoridades sin consultar a los compañeros del Interior. A pesar de haber sido convocada con apenas 3 días de antelación, a la reunión asistieron delegaciones de CABA, La Plata, Mar del Plata, Catamarca, Córdoba, Río Cuarto, Villa María, Entre Ríos, Jujuy, Mendoza, Misiones, Puerto Madryn, Santa Fe, Rosario, San Juan, San Luis, Santiago del Estero y Tucumán. Además se leyeron los comunicados de las delegaciones de Tandil, Tierra de Fuego, Salta y Bahía Blanca, que no pudieron asistir. En total, participaron de la asamblea unos 150 delegados de distintas provincias. Ello muestra no solo que el movimiento que se puso en marcha en diciembre no está agotado, sino también la importancia que tiene para todos nosotros avanzar en la estructuración de una organización nacional.

Unitarios y Federales

Uno de los ejes de la reunión, el que se llevó la mayor cantidad de tiempo, fue el balance de la lucha de diciembre. Fue en este punto donde muchos compañeros del Interior expresaron su descontento hacia el acuerdo que la asamblea de Buenos Aires votó firmar con el ministro Barañao. Esas diferencias políticas fueron expresadas, en forma oportunista, por sectores del kirchnerismo y grupos de izquierda sin ninguna presencia en CyT (como el MST y el Nuevo MAS), como una oposición entre el Interior y Buenos Aires. Obviamente, ese planteo falso se aprovecha de un «anti-porteñismo» muy arraigado en la cultura argentina, por un lado, y en los serios problemas de organización de los trabajadores científicos, por el otro.
Aunque en la reunión se expresó un descontento genuino hacia lo resuelto por la asamblea de Buenos Aires, la puesta en común de los balances nos permitió a todos conocer mejor el proceso que habíamos protagonizado la semana anterior. En las distintas exposiciones quedó de manifiesto que no todo el Interior repudió el acuerdo firmado el viernes 23: hubo asambleas que lo aceptaron, e incluso en las provincias que lo rechazaron hubo disidencias y balances contrapuestos. Toda esta información fue diluyendo lo que en principio aparecía como una lucha entre “unitarios” y “federales”, lo que permitió acercar posiciones y superar la maniobra divisionista. Así fue que muchos compañeros del Interior que genuinamente cuestionaron el acuerdo modificaron su hostilidad inicial hacia Buenos Aires y se fueron con un balance diferente tras el intercambio. Nuestra exposición, en este punto, se concentró en desmontar esta maniobra que busca evitar que los problemas centrales de la lucha se pongan en primer plano. Explicamos nuestra posición en relación al acuerdo y por qué votamos por él, señalando que era un primer paso en una lucha que será larga (ver nuestro balance en Conicet esto recién empieza).

Otra vez las maniobritas

El resto del debate giró en torno a la definición de un plan de lucha para el 2017 y cómo organizarnos a futuro. Respecto al Plan de Lucha hubo coincidencia en que hay que dar un fuerte combate a partir de febrero para garantizar el ingreso de los 500 recomendados a CONICET. Nosotros también expresamos que, para derrotar el ajuste, era necesario ampliar el pliego de reivindicaciones, retomando viejos reclamos. Se señaló que había que redoblar la lucha por un Convenio Colectivo de Trabajo, que reconozca a los becarios como trabajadores de un primer escalafón de la carrera de Investigador. Que había que dar pelea por la estabilidad laboral y criterios transparentes de evaluación, ya que los despedidos del CONICET no son solo los “recomendados”. Si no ponemos este reclamo a la cabeza, el año que viene no tendremos argumentos cuando el ajuste se dé por la vía de endurecer los criterios de evaluación, aumentando la cantidad de becarios “no recomendados” para el ingreso a Carrera.
Sin embargo, el eje del debate estuvo en cómo organizar las fuerzas que se pusieron en movimiento en todo el país. Todos los presentes acordaron en convocar al encuentro nacional propuesto por JCP en Buenos Aires para el 4 de febrero. El problema surgió en torno a la representación: ¿delegados por asamblea, por provincia o por lugar de trabajo? ¿Cuántos? En este punto se expresaron dos posiciones. Aquí es donde renació el oportunismo «federal». Por un lado, quienes planteaban que debía existir una cantidad fija de delegados por provincia, decididos en asamblea y que la cantidad de delegados fuera exactamente la misma para cada provincia. Por otro, que la cantidad de delegados fuera proporcional a la cantidad de trabajadores representados, ya que una provincia donde los investigadores, becarios y CPA no superan el centenar no podía tener la misma cantidad de delegados que otra en donde los científicos se cuentan por miles.
En general, el primer criterio fue defendido por algunas delegaciones, que expresaron que esa forma “federal” impediría la «primacía» de Buenos Aires. Lamentablemente, el criterio de la proporcionalidad, con el que todos los delegados de Buenos Aires coincidíamos, no fue defendido con la misma vehemencia por todos. Algunos delegados de Buenos Aires prefirieron no “enemistarse” con los compañeros del «Interior», abandonando un combate fundamental. Nosotros creemos que, aunque áspero, este es un debate al que no hay que esquivarle el bulto. Si no definimos urgentemente los criterios de organización, el plenario del 4 de febrero va a naufragar. Otra vez haremos decenas de balances, pero no podremos votar ninguna resolución. Y de seguir la cosa así, luego de un par de encuentros más, las energías se disiparán y habremos desperdiciado una oportunidad única de poner en pie una organización sindical de carácter nacional en el momento en que es más necesaria.
Por eso, no tenemos temor de sostener y poner en debate nuestras posiciones. La forma de representación estilo “Senado” (3 delegados por provincia) es profundamente antidemocrática. De esa manera, una provincia con 100 investigadores del CONICET tendría la misma representación que una con 1.000. Una asamblea provincial de 50 personas, tendría la misma representación que una de 500. Por otra parte, es necesario cuestionar el «federalismo».
La ideología del “federalismo” en la política argentina es una forma de sobre-representar el peso de provincias chicas y sub-representar el de las más grandes, violentando los criterios democráticos más elementales y permitiendo el aparateo y el caudillaje. Por otra parte, a nadie se le escapa que el «Interior» y «Buenos Aires» no existen: son entelequias que ocultan que en todos lados hay posiciones políticas diferentes, contrapuestas y hasta antagónicas. Es con esta ideología que se ha creado el poder de los caudillos provinciales que se perpetúan en los gobiernos y se enriquecen sin límite, mientras los obreros del «Interior» terminan migrando hacia el conurbano de Buenos Aires, Rosario o Córdoba para escapar de la miseria. Además, «federalismo» no equivale a representación privilegiada sino a autonomía regional (elección de gobierno propio, etc.), hecho al que, por supuesto, no nos oponemos. Nos oponemos sí a la constitución de compañeros de primera y compañeros de segunda. Pareciera que los trabajadores de Buenos Aires tienen que aceptar el papel de los malos de la película y ocupar un lugar de compañeros de segunda con menor representación de la que les corresponde.
Mientras se les pide que resignen sus derechos sindicales a la representación democrática, no se dice nada acerca de los hechos reales: fue la toma del Ministerio el hecho central de la lucha reciente. Las tomas en el «Interior» fueron muy importantes para mostrar la extensión y la unidad del movimiento, pero pretender que quienes masivamente pusieron el cuerpo en la lucha sean desplazados luego en las «negociaciones», no solo es insultar a los que lucharon (en Buenos Aires y en cualquier lugar del país) sino imponer criterios propios de burocracia sindical y esconder los problemas reales. Los compañeros de Buenos Aires no tienen diferencias con los del resto del país como para justificar un voto diferenciado: tienen los mismos problemas laborales, sufren la misma degradación salarial y los mismos despidos. La lucha es la misma y no encuentra diferencias regionales serias.
Aquí es importante desmontar la maniobra y hablar claramente. Es la cúpula del kirchnerismo la que fogonea (desde Buenos Aires) este divisionismo, como forma de diluir la presencia en la lucha de las agrupaciones que realmente movilizan y se plantan contra el ajuste. La presencia de esas agrupaciones les molesta a ese conjunto de privilegiados porque les impide negociar con el macrismo el mantenimiento de los lugares obtenidos durante la década pasada. Eso se vio claramente en Buenos Aires durante la toma. Como fracasaron por ese lado, buscan esconder la maniobra tras el «federalismo».
Es cierto que hay compañeros del «Interior» que pueden genuinamente sentirse aislados y sobrepasados por sucesos que ocurren centralmente en otro lado y que tienen consecuencias que llegan a él cuando todo ya está resuelto. O que no sienten que su participación en la lucha sea respetada como corresponde. Pero el problema no es la representación «federal», sino la falta de una verdadera representación sindical, que exprese una democracia real de las bases. Detrás del «federalismo» se encuentra nuestra principal debilidad, que no se va a resolver nunca si planteamos las cosas mal: necesitamos un sindicato nacional de trabajadores científicos. No hay mucho para discutir: la clase obrera argentina tiene más de cien años de experiencia en este sentido y no hay por qué pensar que nosotros no podemos aprender de ella. Incluso los problemas de representación (regionales, de género, por especialidad) tienen en ese marco fácil resolución sin violentar la democracia más elemental. No podemos perder más tiempo con estas maniobras.

Una oportunidad única

El jueves pasado, en Córdoba, se puso en movimiento, todavía en forma inconsciente, algo que puede ser histórico: las bases de un sindicato nacional de científicos. Más allá de las maniobritas de la cúpula kirchnerista privilegiada y de agrupamientos oportunistas como el MST y el Nuevo Mas, que se prestan a ese juego, los representantes genuinos de la lucha (grupo que incluye, en Buenos Aires y en todo el país, a muchos compañeros kirchneristas ajenos a las trapisondas de esa élite que tranza con el macrismo), en Córdoba expresaron la voluntad de coordinar un movimiento nacional contra el ajuste en CyT. Es imperioso construir una organización sindical que exprese el movimiento que se dio en todo el país. Esquivar estos debates es la mejor forma de contribuir a que ese movimiento se diluya. Porque creemos que la reunión de Córdoba tiene un enorme potencial es que ponemos sobre la mesa nuestras posiciones, sin demagogia y a riesgo de ganarnos la enemistad de muchos compañeros por decir lo que realmente pensamos: necesitamos una representación genuina de los trabajadores científicos que excluya a las patronales del sector, las presentes, las pasadas y las futuras.
Un sindicato: ¿cuál?
Los trabajadores científicos no carecemos de toda representación laboral. Ya existen al menos dos gremios que dicen representarnos, ATE y UPCN. Ya hemos explicado las razones por las cuales no son opciones válidas, al menos en su forma actual: UPCN por su política claramente pro-patronal en todos los campos y por su estructura organizativa; ATE, por su estructura organizativa (ver Obreros en busca de un sindicato).
Conscientes de los enormes problemas que debe enfrentar una organización sindical desde cero y de la necesidad de mantener la mayor unidad posible con el resto del movimiento obrero, es que creemos que la mejor opción a mano es la modificación parcial de las estructuras de ATE para dar cobijo a la representación unificada y específica de nuestro sector. Dentro de ATE y como afiliados al gremio, llamamos a la conformación de una Mesa Nacional de Investigadores en ATE, para sortear las dificultades que la estructura del sindicato presenta a la organización de los investigadores: la fragmentación territorial, y la dispersión de los reclamos específicos de los científicos en una estructura que organiza a otros trabajadores. Un avance en ese sentido se produciría si la reunión de febrero en Buenos Aires se pronunciara por solicitar a ATE la conformación de esa nueva estructura interna. Luego, la tarea imprescindible sería afiliar a los científicos a ATE y plantarse organizadamente ante la patronal exigiendo una paritaria nacional y paritarias regionales por nuestros derechos. Si eso no fuera posible, queda aun la opción de crear un sindicato nacional de trabajadores científicos aparte de ATE. Nos parece mejor, sin embargo, explorar a fondo la primera posibilidad.
La lucha va para largo, no vamos a frenar el ajuste con movilizaciones esporádicas y sin coordinación. Llamamos a todos los compañeros del país a pronunciarse sobre esta propuesta, comunicarse con nosotros a fin de mejorarla, desarrollarla o cambiarla en el sentido más adecuado, y marchar juntos hacia la reunión de febrero con este planteo.

Razón y Revolución – Ciencia y Técnica

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