Caso Báez, ¡que caigan todos!

en La Hoja Socialista 21/Novedades

La semana pasada, Lázaro Báez fue condenado a 12 años de prisión al término del juicio oral en el que se lo investigó por distintas maniobras de lavado de dinero, que superaron los 55 millones de dólares entre 2003 y 2015. Sí, leyó bien: millones y en dólares.

El empresario fue uno de los implicados, así como tantos funcionarios de la “década ganada” y la propia Cristina Fernández,  que tuvieron que afrontar el avance de causas judiciales. La “jefa”, en particular enfrenta una importante cantidad de causas judiciales. Hoy en día toda su estrategia política tiene por objetivo huir de los barrotes. De allí el intento de reforma judicial. Esa es toda la preocupación que tiene la actual vicepresidente que alguna vez quisieron vender como una “gran estadista”.

El prontuario es largo, repasemos brevemente las causas más relevantes: la de “Vialidad”, donde la vicepresidenta es acusada de ser jefa de una asociación ilícita que direccionó obras en beneficio de Báez; la causa “Hotesur y Los Sauces”, en la cual la ex mandataria y sus hijos se hallan incriminados por lavado de dinero; la del Memorándum con Irán, donde a fines del año 2017 el juez Claudio Bonadío había decretado el procesamiento con prisión preventiva de Cristina, por considerarla coautora de los delitos de traición a la patria, y encubrimiento agravado por su condición de funcionaria pública; y la de los “cuadernos”, en donde “la jefa” es imputada de recibir sobornos por parte de empresarios a fin de mantener sus contratos con el Estado. Si algo queda claro, es que la “década ganada” la ganaron los empresarios y funcionarios, que literalmente asaltaron las arcas del Estado, es decir, nuestro dinero.

Varios fueron los intentos que se hicieron para que ciertos funcionarios y Cristina no se vieran afectados por lo que dictaminaron los jueces de la Corte Suprema. Por ahora, ella viene zafando. Entre las idas y venidas, lo único que quedó claro es que no existe la supuesta “independencia” de la Justicia. No solo está condicionada por los intereses de clase, sino que está atravesada por las alianzas políticas concretas, porque el poder sobre este campo es un poder de fuego sobre el enemigo y más en un año electoral.

Frente a la reciente resolución de condena de Báez, varias partidos salieron a dar su opinión al respecto. El papel más lamentable le tocó al trotskismo, en particular al Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS). Este partido, al que ya le queda grande el mote de “izquierda”, salió a defender a Báez y compañía argumentando que le habían hecho “una cama” y que actos como este no se tenía que permitir. En lugar de denunciar y exigir que se dé a conocer todo el caso, sus dirigentes se preocupan por tapar las acusaciones. Los trabajadores tenemos que luchar por la profundización de todas las causas y que caigan todos los que nos robaron, incluida Cristina.

El PTS cruzó el límite que separa la política revolucionaria de la política burguesa, al ensayar una defensa abierta de Cristina, Lázaro y toda esa lacra de corruptos y ajustadores anti-obreros. Esto no sólo demuestra que este partido no tiene una política general, sino también que su necesidad de proteger al kirchnerismo llega al punto de convertir el enorme entramado de corrupción (es decir, de desfalco del dinero de la clase obrera) que unió a empresarios y al elenco político de la “década ganada” en una “hipótesis de un sector de la casta judicial.” Esta gente, que dice defender a los trabajadores, defiende a sus explotadores.

Mientras la burguesía amasa fortunas con nuestra plata y desfila por el país con total impunidad, nos encontramos frente a una de las mayores crisis económicas, que degradan cada vez más nuestras condiciones de vida. Con Báez, Con el escándalo del “vacunatorio VIP”, el gobierno volvió a demostrar que no le importan los trabajadores sino la ganancia y seguir manteniendo privilegios para unos pocos de su clase.

Hay que sacar las lecciones del caso. La clase que nos gobierna está compuesta por un conjunto de parásitos que viven de nuestro dinero y de involucrarse en negociados, coimas y casos corrupción. Necesitamos organizarnos en una nueva Asamblea Nacional de Trabajadores Ocupados y Desocupados para lograr lo que venimos gritando hace dos décadas: ¡Que se vayan todos!

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