Buenos Aires – Las idas y vueltas de las reformas

en ECD/El Correo Docente 26

Por María Cecilia Luiso

En la provincia de Buenos Aires durante la gestión de María Eugenia Vidal y del Ministro Gabriel Sánchez Zinny se montaron algunos proyectos de reforma educativa. Si bien se trata de aspectos parciales, todos ellos tenían la intención de provocar un “revolución”, modernizar la escuela y adaptarla a los nuevos tiempos en el marco de los lineamientos de la Secundaria del Futuro y de las grandes directrices de la Ley de Educación Nacional y su correlato provincial.

Nos vamos a concentrar en dos formatos que buscaban resolver además los problemas de “rezago” de cientos de miles de alumnos o generar estrategias para evitar la deserción. Por un lado, en el marco más general de la reforma de adultos, se crean las Aulas de Aceleración, propuesta destinada a alumnos de entre 15 y 17 años que no hubieran iniciado o completado el ciclo básico del secundario que, idealmente, debería completarse a los 14 años. Esta propuesta vendría a remendar la alta tasa de abandono y repitencia que se registra en los primeros años de la secundaria y evitar que en un mismo curso coexistan alumnos de 12 años con otros de 15 o más. ¿Cómo hacerlo? A través de un formato no graduado de saberes integrados y proyectos-problemas. En ese cuadro se evalúan capacidades de hacer, pensamiento crítico, trabajo autónomo y colaborativo, resolución de problemas, entre otros.

Las “Escuelas Promotoras” tienen una estructura similar. Su objetivo es propiciar el trabajo de “capacidades” por sobre contenidos, enmarcados en proyectos, lo que se conoce cómo ABP (aprendizajes basados en proyectos). Al igual que el caso anterior, los mecanismos de evaluación son revisados y se promueve la evaluación a través de rúbricas donde se registran niveles de avance eliminado la calificación numérica. Además, esta propuesta incorpora los Módulos Institucionales (MIP) y la figura de un Profesor Acompañante de Trayectorias (P.A.T), esto es una especie de tutor. Esa figura debe mediar entre los diferentes actores educativos: alumnos, familia, docente y personal jerárquico y que acompaña a los chicos en los tres años de secundaria básica.

Como venimos señalando en esta publicación, hace décadas que las propuestas en materia educativa se superponen unas a otras, cambian los nombres pero mantienen un patrón común: solo profundizan la degradación educativa. También evidencian la tendencia a la proliferación de distintos “parches” o cambios cosméticos sin resolver ese problema general de larga data. No se trata de falta de planificación y gestión a largo plazo porque reforma tras reforma el sendero lleva hacia un mismo lugar: profundización de la degradación. El funcionamiento de estos dos programas da cuenta de esta situación. Por ejemplo, las Aulas de Aceleración se lanzaron como una propuesta puntual (experimental) que se implementaría un solo año (2018), sin embargo, continúan funcionando y se habilitó la inscripción a las mismas en esta nueva gestión. Vale aclarar que, aunque los documentos del programa también incluyen un Profesor acompañante de Trayectorias, precisamente para poder efectuar un seguimiento más general, durante el primer año de puesta en marcha no se efectivizó el nombramiento de los mismos y el programa continuó hoy sin ellos. Además, mientras los documentos fijan aulas con no más de 15 alumnos, en las escuelas se trabaja hasta con hasta 40 alumnos lo que imposibilita cualquier tipo de trabajo individualizado.

En el caso de Escuelas Promotoras, el programa se jactaba de haber escuchado el histórico reclamo de los docentes: contar con horas pagas en la institución para trabajar en equipo y planificar (módulos instituciones). Sin embargo, la realidad es bien otra y la designación de docentes fue retaceada. Por ejemplo, mientras que durante el primer año se otorgaron dos módulos a los profesores de todas las áreas, al año siguiente, cuando las escuelas involucradas se duplicaron, se redujo a Prácticas del Lenguaje, Matemáticas, Ciencias Sociales y Ciencias Naturales (materias con cuatro horas de carga horaria). Es decir, la estrategia del personal político burgués fue sencilla: ampliación de aulas con los mismos recursos porque que con el recorte de módulos institucionales se solventó la incorporación de esas nuevas escuelas.

Este año, la gestión de Kicillof y Vila decide que el programa continuará a ciclo cerrado, esto quiere decir que continúan los alumnos que empezaron (2º y 3º de las que iniciaron en 2018 y 2º año de las que lo hicieron en 2019). Pero una vez más, se reducen las asignaturas afectadas: Prácticas del Lenguaje y Matemáticas. Sostienen que, antes de prolongar la experiencia, evaluarán los resultados. Un clásico de la política educativa.

Si hay degradación que no se note…

Un programa más que se suma al tendal de propuestas y diseños ya aplicados. Pero hasta aquí es muy simple hacer una evaluación: los diferentes gobiernos se imitan gestión tras gestión. Sacan de la galera reformas que prometen traer el paraíso a la escuela, siempre sin fondos adecuados que garanticen el funcionamiento lo que implica hacerlo sin recursos humanos y materiales. Siempre corriendo el foco de por qué la escuela está en crisis y barriendo la mugre bajo la alfombra.

En efecto, si tomamos las Aulas de Aceleración se evidencia que la permanencia de la propuesta y su correlato en formatos anteriores solo expresan el alto porcentaje de alumnos que no puede sostener una trayectoria escolar regular. El problema, sabemos, está y no está en la escuela. ¿Cómo? Porque parte del origen en los “retrasos” en las trayectorias se encuentran en las condiciones de vida de esos alumnos y de sus familias. Para resolverlos, la burguesía solo le ofrece miserias. Pero, a su vez, hace décadas la escuela argentina retroalimenta ese problema cuando decide tornar el proceso educativo en una farsa, siga-siga, sin que los alumnos alcancen las pericias mínimas y elementales. Para resolverlo, una vez más, hacen falta recursos: más docentes, mejor pagos, más personal de apoyo, más servicios para-educativos en las escuelas, más tiempo de acompañamiento.

Por eso, vidas degradadas, condiciones básicas sin cumplir, falta de acceso a recursos materiales y tecnológicos son las causas que condenan a los hijos de la clase obrera al fracaso, una y otra vez. Pero en lugar de atender esas cuestiones, los juntamos a todos en un salón y fingimos que en un año de cursada el alumno recuperará todo lo que debió aprenderse en tres y suponemos que mágicamente estará listo para insertarse en la secundaria superior.

Para peor, todas estas soluciones exprés, comparten además la falta de capacitaciones a los docentes, de la reestructuración de sus jornadas de trabajo para efectivamente colocarlo (y colocarnos) como vectores del cambio, sin recursos materiales. Se imponen exigencias de los nuevos programas a otros profesores que ni siquiera disponen de un módulo pago para intercambiar con sus compañeros. Tras cartón, los pagos de esos nuevos programas se demoran hasta por un año completo mientras la inflación hace lo suyo liquidando el valor magro de esas horas.

Con Escuela Promotora, se pretende que sin capacitaciones, sin tiempos adecuados para conocer las características del proyectos, con un mínimo porcentaje de profesores reunidos, con los mismos recursos materiales, se transforme de raíz la educación de secundaria básica. Otra vez, voluntarismo. Como puedas y donde puedas compañero docente parecen sugerir. Así el docente aprende a evaluar por rúbricas, a trabajar en proyectos interdisciplinarios usando sus recursos y tiempo personal para mantener una comunicación fluida con colegas, mientras atiende a sus hijos en una profesión mayoritariamente femenina dentro de una sociedad patriarcal que privatiza en todas nosotras el cuidado y la responsabilidad de atención familiar.

Estos problemas acumulan décadas. Mientras el personal político burgués presenta nuevos espejitos de colores para gestionar los mismos problemas. Por eso, es necesaria la comprensión de los problemas de la educación y de la clase obrera para que ese conocimiento nos ubique en la trinchera de la acción. Solo a través de esta batalla política encarada por los docentes podremos enfrentar las reformas ridículas que se hallan en la agenda de todos los gobiernos y solo nos conducen a un mismo lugar: el embrutecimiento y la degradación. Para eso, debemos reunirnos, convocar a un Congreso Educativo para decidir qué educación necesita el conjunto de la clase obrera en la Argentina entendiendo que las soluciones no llegarán de la mano de nuestros verdugos.

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