En las últimas semanas Lino Barañao, ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, y Alejandro Ceccatto, presidente del Conicet han salido a hacer campaña por todos lados en defensa de su gestión actual y pasada en Conicet. Los kirchneristas devenidos en macristas no han tenido ninguna vergüenza en cambiar sus argumentos respecto a la situación del Conicet según la conveniencia política del momento. Hasta el año pasado Conicet era lo más parecido a la panacea científica, un logro de la década ganada que el kirchnerismo usaba como caballito de batalla. Incluso cuando a principios de año comenzaron las denuncias sobre los retrasos en ingresos a carrera, el pago de PIP y de adicionales salariales a investigadores, las autoridades de Conicet buscaron llevar tranquilidad diciendo que no existía ningún problema y que todos los ingresos se harían con normalidad. Como era imposible seguir ocultándolos y se acercaban las elecciones para el directorio, Barañao y Ceccatto salieron a dar explicaciones. Así, cambiaron su discurso: ahora dicen que los problemas presupuestarios se arrastran hace tres años, pero que el actual gobierno ha comenzado a aumentar las partidas presupuestarias para solucionarlo. Es decir, ahora salen a exponer los problemas presupuestarios que tenía Conicet bajo el kirchnerismo, problemas que nunca denunciaron. Pero además han salido fuertemente a impulsar la línea de que los investigadores deben convertirse en emprendedores, pasar a trabajar en el sector privado o irse al exterior (cuando hasta el año pasado se hacía campaña con las repatriaciones). No se trata de declaraciones abstractas sino de justificar la política de recorte gradual que ya anunciaron: no solo dijeron que hay que bajar el ritmo de crecimiento de la planta de investigadores, ya han anunciado una disminución en los ingresos a carrera para este año (28% menos) y el recorte en los cupos de becas temas libres en favor de las Ideas Proyecto (iniciativa que ha sido fuertemente criticada). Como empiezan a echar científicos por la vía de no dar continuidad a las investigaciones de los becarios del Conicet, se cubren mandándolos a buscar “changuitas” en otro lado.
Las camarillas kirchneristas que buscan conquistar más bancas en el directorio están actualmente en un brete, porque tienen que salir a denunciar al gobierno de Macri por problemas que no son nuevos. En Ciencia y Técnica este problema se intensifica porque se mantienen las mismas autoridades que ellos elogiaron durante años. No obstante, han salido a denunciar los problemas presupuestarios adjudicándoselos al nuevo gobierno. Pero la contradicción en la que se encuentran sumergidos quedó ridículamente expuesta con la respuesta de Paenza a Ceccatto. El matemático/periodista le consultó sobre las denuncias de atraso en el pago de los PIP. Ceccatto le respondió que hacía tres años que los desembolsos para esos subsidios venían demorados. Paenza tuvo que reconocer que no lo sabía. En su defensa han salido los Científicos Autoconvocados (quienes se juntaron para apoyar a Scioli) diciendo que él no tenía por qué conocer ese detalle –el de los PIP- y que eso significaba poco dinero en comparación al plan de infraestructura que impulsó el gobierno anterior. Es cierto, Paenza no está en Conicet, y se ve que sus compañeros kirchneristas no lo habían puesto al tanto. Es decir, al igual que Ceccatto y Barañao se habían callado la boca sobre estos problemas presupuestarios. Lo curioso es que si se trata de una nimiedad, no se entiende por qué ahora sí los Autoconvocados están preocupados por los retrasos en los PIP. Lo más ridículo de todo el asunto es la respuesta de Ceccatto a la pregunta de Paenza por la ausencia de reclamo de los investigadores durante los años anteriores: parece que habrían recibido tanto que no se habrían animado a quejarse. “Tanto” fue lo que recibieron los científicos que el propio Barañao tuvo que reconocer en televisión que aun con la jerarquización recibida a fines del año pasado, los sueldos de los investigadores de Conicet son bajos.
Todo este lamentable espectáculo entre dos sectores de la patronal de Conicet no hace más que mostrar que Conicet venía con problemas presupuestarios hace años y que ellos continúan. En el medio de este debate, la parte que nos toca sufrir a los trabajadores queda desdibujada. En Conicet no existen paritarias sectoriales. No hay novedades sobre la posibilidad de la firma de un convenio colectivo ni sobre el reclamo de los becarios de ser considerados trabajadores. Se han anunciado recortes en el cupo de ingresos a carrera y de becas libres. Todavía no hay plazos ciertos para el ingreso de quiénes ya fueron seleccionados para carrera. No se sabe cuándo se convocará nuevamente los PIP ni cuándo se pagará lo adeudado, pero se lanzó una convocatoria de subsidios más restrictiva (las IP). Los criterios de evaluación en todas las instancias siguen sin ser públicos ni estables, permitiendo que las evaluaciones sean arbitrarias y puedan ser usadas para expulsar investigadores de un sistema sin ningún tipo de transparencia. El directorio mantiene un sistema de gobierno del Conicet de lo más antidemocrático, con sesiones a puertas cerradas. Allí no hay representantes de los gremios de investigadores, tampoco de todos los sectores del sistema científico, pero sí representantes de los empresarios (uno por entidades del agro y otro por las de la industria, por ejemplo, hay un representante de la UIA), con voz y voto en el directorio para garantizar una ciencia al servicio de incrementar sus ganancias. Por eso, en el discurso de las autoridades ciertos problemas científicos pierden relevancia. Y por eso tampoco hace falta incorporar más gente: parece que hay un número acotado de investigaciones necesarias. Contra lo que nos proponen quienes vienen manejando la ciencia hace años, es necesario que el conjunto de los investigadores (los actuales becarios y los de planta) así como el personal de apoyo que se ve igualmente afectado por estos problemas, pongan en pie un plan de lucha independiente.
Razón y Revolución