En el 2001, la clase obrera dijo presente en el Argentinazo. En contra de lo que suele decirse, no fue un hecho “espontáneo”. Un sector de la clase obrera ya venía organizándose y luchando. Estamos hablando del movimiento piquetero aliado a sectores de la clase obrera. Esa alianza, que hizo el Argentinazo, parió una herramienta muy importante: la Asamblea Nacional de Trabajadores Ocupados y Desocupados. Veamos cómo se gestó.
Primero, en 1996 en Neuquén tuvo lugar el primer congreso provincial de desocupados. Ese Congreso fue armado en medio del ajuste del gobernador Sobisch y rechazó los recortes salariales de estatales y docentes y la precarización para los desocupados subsidiados. Luego, en Salta en diciembre del 2000, se reunió el I Congreso de Trabajadores y Desocupados del Norte. Los piqueteros venían movilizándose contra las petroleras para exigir la contratación de los desocupados. Este Congreso proclamaba la independencia de clase, rechazaba las multisectoriales y los comités de emergencia de los gobiernos y la Iglesia. Por eso se votó la construcción de organizaciones independientes del Estado, una coordinación de trabajadores y la expulsión de todo dirigente traidor.
Por último, nos trasladamos a Matanza: allí, un plenario realizado en marzo de 2001, votó un plan de acción contra la ofensiva del gobierno nacional. De La Rua pretendía quitarles los Planes Trabajar a las organizaciones piqueteras y pasarlos a manos sus punteros. En julio del 2001, se reunieron en localidad unos 2.000 delegados de todo el país. Estaban presentes las principales organizaciones como la Corriente Clasista Combativa (CCC), el Frente Tierra y Vivienda (FTV), Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD), Movimiento Teresa Rodríguez (MTR) y Polo Obrero (PO). Pero también hubo trabajadores ocupados: estuvieron presentes seccionales de la CTA como Neuquén, el Congreso Obrero Minero convocado por ATE-Río Turbio, comisiones internas gráficas y de transporte, y organizaciones docentes opositoras a la dirección de CTERA.
Por esos días, en el Congreso, se discutía la Ley de déficit cero, una ley de ajuste que recortó el 13% de los sueldos y jubilaciones en julio. En la asamblea se vivió un clima de repudio a los políticos burgueses, a pesar de estar presentes organizaciones afines a él, como la CTA y la CCC. Incluso Hugo Moyano recibió silbidos cuando entró al recinto y prácticamente no pudo hablar al cierre del encuentro. Es que en el seno de la asamblea existían dos tendencias: una reformista y otra revolucionaria.
¿Quiénes eran los reformistas? La CTA, el FTV y la CCC, que habían sido aliados del gobierno. Planteaban una adhesión al Frente Nacional contra la Pobreza (FRENAPO) y un frente con PyMES, bancos cooperativos y diputados “progresistas” como Carrió o el Padre Farinello del Polo Social. O sea, más migajas para los pobres y caridad eclesiástica para tapar la crisis, en el medio de una lucha intestina del gobierno. La CCC y el FTV, por su parte proponían una consulta popular por subsidios de miseria como un seguro de empleo y formación para los jefes de hogar y una asignación por hijo. Esta propuesta mantenía la idea de una contraprestación laboral precaria.
El sector revolucionario, estaba representado por el PO, que planteaba que estábamos ante una crisis terminal del capitalismo a nivel mundial, lo que empujaba a las masas obreras a la lucha. Pero buena parte del programa no chocaba con el reformismo: el no pago de la deuda externa, la nacionalización bajo control obrero de los bancos y las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP), un impuesto extraordinario a los grandes capitales. En cambio, sí lo hacía el reparto de las horas de trabajo entre toda la población trabajadora, porque se oponía al subsidio a la pobreza que incluía la creación de trabajo precario, por fuera de convenio y salarios miserables.
Como resultado de las deliberaciones, se votó un plan de lucha nacional común. Se programaron cortes y otras medidas de lucha progresivas para reclamar por la derogación del decreto y la ley de ajuste y por la liberación de los presos, el retiro de Gendarmería de Salta y el desprocesamiento de los luchadores. Comenzaba a gestarse el Argentinazo y empezaba a llegar a su punto organizativo más alto la alianza entre trabajadores ocupados y desocupados. Eso que ayer fue nuestro punto de llegado, hoy debe ser nuestro punto de partido. Necesitamos ya mismo una nueva Asamblea de Trabajadores Ocupados y Desocupados para enfrentar el ajuste de los Fernández y rajarlos a todos.
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