Los trabajadores de reparto de las aplicaciones de delivery vienen luchando contra las miserables condiciones de trabajo que les imponen los patrones. Estas aplicaciones vieron crecer su actividad en tiempos de cuarentena y amasan sus ganancias en base a la sobreexplotación de sus trabajadores. A tal punto, que ni siquiera los reconocen como lo que efectivamente son, laburantes. El resultado es que se ahorran de garantizar condiciones de trabajo y seguridad a tal punto, que en lo que va de aislamiento, ya se contaron 4 muertos.
Sobre el trabajo con aplicaciones, hay un extenso debate que, como el que refiere al teletrabajo –que explicamos en este número–, tiene mucho de ideológico. Es decir, hay mucho gato por liebre. No casualmente, sino para defender los intereses de los patrones. Quizás oyó hablar de la “uberización”.
Se supone que estas nuevas tecnologías traerían “nuevas formas de trabajo”, alejadas del trabajo “común”. En general, hay que desconfiar de los que hablan de “novedades”. En la mayoría de los casos, siempre es el resultado del desconocimiento del pasado o de concentrarse en cuestiones accesorias.
Lo cierto es que hace mucho que existen empresas de mensajería, delivery de restaurantes o agencias de remises. Nada de eso es novedad. El único cambio está en el avance de la comunicación, que permitió la masificación de estos servicios y la concentración de empresas. Hay algunas empresas que empiezan a acaparar el servicio de mensajería, delivery o remisería.
En definitiva, lo que ocurrió es un cambio en una de las herramientas, pues ahora se usa una aplicación del celular y antes se llamaba por teléfono. Pero otras tantas herramientas, siguen siendo las mismas: autos, motos y bicicletas. En realidad, todo el discurso de la “novedad” es una estrategia de la burguesía para empeorar las condiciones de trabajo. Los patrones buscan esquivar la reglamentación laboral lo más que se pueda, porque con eso se ahorran muchísimo dinero.
Un dato. En España se calculó que las aplicaciones se ahorraban unos 168 millones de euros por inscribir a sus trabajadores como trabajadores autónomos, monotributistas para decirlo en lenguaje criollo. El Estado español perdía 76 millones que no ingresaban por seguridad social. Entonces, cuando los patrones nos dicen que hay una novedad, que ya no estamos frente a trabajadores, lo que están tratando de hacer es convencernos de que no deben tener derechos de los cuales otros trabajadores gozan. Lo que pretenden ocultar es que están defendiendo el “derecho” de las empresas a superexplotar a sus trabajadores y ahorrarse millones.
Ahora bien, el gobierno argentino, que quiere recaudar, entendió que puede obligar a las empresas a hacer aportes. Pero como buen gobierno burgués, no va a perjudicarlas mucho. Por eso ideó un proyecto de estatuto especial para los repartidores. Cuando se dicta un estatuto para los trabajadores de una actividad, se los está colocando por fuera de la Ley de Contrato de Trabajo (LCT), que es la que rige para la mayoría de los trabajadores en relación de dependencia.
A partir de eso, pueden usarse modalidades más desfavorables de contratación, remuneración, jornada de trabajo y desvinculación. Con el estatuto que propone el gobierno, los repartidores ganarán algunas licencias, aguinaldo, indemnización, cobertura de salud y regulación horaria, algo que podrían tener si fueran incluidos en la LCT. Pero todas esas cosas las tendrán en peores condiciones. Se establece un período de prueba de tres meses, una jornada laboral de 9 horas y la posibilidad de discontinuar la jornada. Te doy derechos, sí, pero menos que a cualquier otro laburante.
Para evitar que a estos compañeros los condenen a condiciones de trabajo degradadas, lo primero que hay que hacer es organizar un sindicato único que luche por la personería, frene el estatuto e imponga un convenio colectivo. Los repartidores no son trabajadores diferentes, son nuestros compañeros y necesitan mejorar sus condiciones de trabajo y salario. Y esto solo lo van a lograr luchando por torcer los planes de las empresas y el gobierno.
