Un viejo conocido – Por Nicolás Villanova

en El Aromo nº 87

cardboard_man_by_paintedadvocate-d3a23rxLos cartoneros y la industria del papel

Extracto de la introducción del libro Cirujas, cartoneros y empresarios. La población sobrante como base de la industria papelera (Buenos Aires, 1989-2012), de Nicolás Villanova, editado por Ediciones ryr.

Por Nicolás Villanova (OES-CEICS)

Este libro tiene como propósito estudiar las relaciones sociales que organizan ese conjunto de personas dedicadas a la recolección y clasificación de productos reciclables en la ciudad de Buenos Aires, comúnmente denominados “cartoneros”. Esta población comienza a ser mayormente visibilizada entre los años previos y posteriores a la crisis del 2001. Sin embargo, tiene una historia previa. También conocidos históricamente como “cirujas”, cualquier persona que haya vivido en las cercanías de algún basural durante las décadas de 1940 o 1960 bien puede haberlos observado juntar productos desechados en los vertederos. Lo que ha cambiado entre un momento y otro es la masividad que asume el fenómeno en las últimas décadas, como resultado de transformaciones de la sociedad argentina en general, de la rama de producción y en el seno de la clase obrera. Las preguntas que guían este estudio pueden formularse de la siguiente manera: ¿qué es un cartonero?; ¿a qué sujeto social e histórico pertenece?; ¿por qué razones se multiplica su número en los últimos treinta años?; ¿qué transformaciones hicieron posible su emergencia?

No bien se masifica el fenómeno cartonero, un conjunto de investigadores comenzó a visibilizarlo y a brindar las primeras respuestas a estos interrogantes. Una corriente de análisis hacía hincapié en la novedad del “sujeto” cartonero. En contraposición a los “viejos” cirujas, los “nuevos” cartoneros tendrían características específicas y disímiles. Desde esta perspectiva, el movimiento piquetero y los caceroleros también eran sujetos “emergentes” de la crisis del 2001. Del mismo modo, la forma de lucha y el tipo de organización asumían características similares. Esta concepción basada en la supuesta “novedad” que, como veremos en este libro, no es tal, es, en parte, expresión de la carencia de análisis con perspectiva histórica, por un lado, pero también de una determinada posición teórica.

En efecto, la idea de la novedad del fenómeno “cartonero” entronca con una posición teórica que pretende que presenciamos la desaparición de la clase obrera. Desde esta perspectiva, los (ex) obreros fabriles, luego devenidos en desocupados, perderían su condición de clase. Esta idea se corresponde con aquella que supone al obrero fabril como la única expresión del proletariado. En contraposición, todos aquellos que quedan “por fuera” de la estructura fabril ya no serían parte de la clase obrera. En consecuencia, un desocupado no sería un obrero. Su aparición en la vida política, esto es, como sujeto que lucha y se organiza, daría cuenta de la emergencia de algo nuevo. Conceptualmente, suele ser caracterizado como un “excluido” o “marginado” del sistema.

Las tesis sobre “marginación” y “exclusión” enfatizan la separación entre los cartoneros y el trabajo. Pero, los cartoneros trabajan. A nadie se le escapa que los recuperadores recorren cuadras y cuadras con sus carros, recogen productos de la calle y luego los venden. A cambio, reciben un monto de dinero por la cantidad de piezas vendidas. Es decir, un salario a destajo. Por este motivo, sin dejar de caracterizarlos como “nuevos sujetos”, la mayoría de los estudiosos del fenómeno ubica a los cartoneros como parte del “sector informal” o del “cuentapropismo”. Si tenemos en cuenta que dentro del sector informal se contemplan situaciones más heterogéneas, esta definición oscurece aún más qué es de lo que se trata. Por ejemplo, un camionero que compra productos a los recolectores y los vende a las empresas también puede ser incorporado como parte del sector informal o cuentapropia y, sin embargo, su posición objetiva dista de la del cartonero recolector. El transporte presupone la tenencia de un medio de vida. A su vez, la caracterización del cartonero como cuentapropista hace desaparecer todo tipo de relación de subordinación con sus empleadores, los intermediarios y las empresas que utilizan los insumos recogidos por los recuperadores, subordinación perfectamente visible para el investigador.

Todas estas nociones alternativas se alejan de la concepción clásica marxista, esto es, de la categorización de clase y sus consecuencias. Los estudiosos del fenómeno ni siquiera se han tomado el trabajo de cuestionar tales nociones, lo cual incumple con la máxima científica según la cual se deben descartar las ideas viejas antes de adoptar nuevas. El problema no radica en la escasa vocación “marxista” de los investigadores actuales, sino que los conceptos que el marxismo aporta son más pertinentes para estudiar esta realidad que aquellos que se proponen como alternativa.

Como se muestra en el libro, los cartoneros son obreros y, al mismo tiempo, forman parte de una capa de la sobrepoblación relativa que es explotada en condiciones intensivas y que percibe salarios bajos. Por otra parte, el interrogante acerca de qué es un cartonero presupone un análisis sobre su origen social y los cambios en su actividad en términos históricos. Esto implica el estudio de la estructura de relaciones que organizan el mundo cartonero. En primer lugar, supone caracterizar quiénes se benefician con el trabajo de los cartoneros. Como todo obrero, los recolectores producen una mercancía, esto es, el material reciclado. Esta mercancía tiene un valor de uso y un valor de cambio. Es decir, debe tener alguna finalidad en la sociedad (un uso) y ser intercambiable por otros bienes o dinero. Este producto se utiliza como insumo para la elaboración de otros bienes por parte de la industria, específicamente, la papelera. De allí que haya proliferado como categoría histórica el nombre de “cartonero”, es decir, una persona especializada en la recolección de un tipo de producto, sobre todo hacia fines de la década de 1980. A su vez, la labor cartonera implica un ahorro para el Estado en la medida en que se evita el retiro de residuos y su entierro en los rellenos sanitarios. De este modo, tanto la industria como el Estado se benefician con el cartoneo.

Además, hacia finales de los ’80, la actividad cartonera asume algunas transformaciones que influyen en una tendencia a la reconversión tecnológica de la rama papelera para la utilización de papel reciclado como insumo, sobre todo, en los primeros años de la década de 1990. Este libro indaga solo la industria papelera como parte de la estructura que determina las condiciones laborales de los cartoneros. Aunque éstos recogen todo tipo de productos, como el plástico, latas, nylon o chatarra, los derivados del papel y cartón reciclados son los materiales privilegiados en la recolección.

A su vez, en el libro analizamos de qué manera y quiénes participan del fenómeno, es decir, intentamos aproximarnos al estudio de los empleados y los empleadores. De este modo, describimos la red de intermediación entre empresas, intermediarios y recolectores. El estudio sobre el rol del Estado, luego de la crisis del 2001, resulta de particular interés debido a que ha tendido a reconocer efectivamente la labor cartonera.

El análisis de las relaciones de producción presupone indagar sobre el uso de la fuerza de trabajo cartonera por el capital. Esto implica una observación de los procesos de trabajo y las condiciones laborales de los cartoneros: las etapas del trabajo, la jornada laboral, el tipo y monto del salario, las herramientas utilizadas, etc. Finalmente, el trabajo no estaría completo sin un análisis sobre la lucha y organización de los cartoneros. Algunos cambios en el seno de los cartoneros y ciertas políticas de subsidios efectuadas por el gobierno porteño, sobre todo en los últimos años, se encuentran directamente vinculadas con la lucha de los recolectores, a pesar de haber sido fuertemente reprimidos por los diferentes gobiernos de turno.

Creemos posible sostener que no hay nada “nuevo” en cuanto al “sujeto”: se trata de clase obrera. En todo caso, la novedad se encuentra en las transformaciones que esta ha sufrido en los últimos cuarenta años, la más importante de las cuales es la aparición de una vasta sobrepoblación relativa de la cual los cartoneros son apenas una de sus tantas expresiones fenoménicas. Esta transformación se produce como consecuencia de avances de la acumulación del capital en tanto gran industria, que hacen posible la transformación de las fracciones de capital que se oponen y se nutren de la población que estudiamos. Es decir, la aparición de la sobrepoblación relativa a gran escala ha permitido la aparición de nuevas ramas de producción hasta ahora ausentes en Argentina, una de las cuales es, precisamente, el reciclado de papel. Esta nueva rama (nueva en relación a la historia argentina) solo puede sostenerse por la existencia de esta sobrepoblación relativa, sus bajísimos salarios y sus terribles condiciones de existencia, y viene a colocarse al lado de otras que se benefician de esta situación (como la confección, por ejemplo).

Por otra parte, este desarrollo del capital tiene no solo como consecuencia el desarrollo de nuevas capas de la clase obrera, sino la incorporación de éstas a la corriente general de la lucha de clases. No solo hablamos de población que se reproduce como obrero sino que actúa como obrera y se moviliza y organiza como tal. De allí que sus acciones acompañen el movimiento general de lucha de los últimos años y que sus condiciones actuales de existencia resulten ininteligibles sin ese pasaje del en sí al para sí. La novedad no se encuentra a nivel del “sujeto”, sino de sus transformaciones y, por lo tanto, de la apariencia que asume hoy un viejo conocido: la clase obrera.

Deja una respuesta

Your email address will not be published.

*

Últimas novedades de El Aromo nº 87

Ir a Arriba