Por Eduardo Sartelli
Las propuestas de debate siempre deben ser bienvenidas, porque, dado que la izquierda privilegia las ideas, no hay mejor forma de construir un partido que debatir ideas. Lógicamente, la calidad de un debate se mide no solo por la calidad de los oponentes, sino por la de las ideas. A veces, aun malos disertantes pueden dar lugar a un buen debate si lo que discuten es profundo, importante y viene al caso, simplemente porque el intercambio creará resultados mejores. Sobre esta base, debemos juzgar la propuesta del NMAS, aceptada calurosamente por el PTS.
Manuela Castañeira propone
«Creemos que la discusión no puede partir de una unidad vaciada. Necesitamos un debate sobre el rol de la izquierda, qué propuestas tener para las y los trabajadores, las mujeres y personas LGBTT y la juventud, cómo renovar la izquierda y qué caminos para abrir una vía anticapitalista.»
No se entiende a qué se llama «unidad vaciada», porque el párrafo propuesto es el vacío mismo. ¿Dos, tres, cuatro partidos que se dicen trotskistas necesitan un debate sobre «el rol de la izquierda»? ¿Hay otro «rol» que la revolución? Parece que sí, porque se trata de preguntarse «qué caminos para abrir una vía anticapitalista». Es decir, el debate no debería partir de un consenso elemental, a saber, el objetivo final, el socialismo, puesto que, no solo no se lo menciona, sino que se da a entender implícitamente que hay otras posibilidades, siempre y cuando sean «anti-capitalistas». No se sabe que tiene en mente Castañeira con esta expresión, puesto que incluye a los señores feudales, ciertamente muy anti-capitalistas, a los esclavistas del sur de EE.UU., y a cualquiera que, simplemente, no quiera vivir en esta sociedad, como los jipis del Bolsón. Pareciera, entonces, que no se trata de una «salida» positiva, concreta, sino de cualquiera que nos saque de esta sociedad, aunque sea a una peor. Evidentemente, si ese es el punto de partida, el debate va a ser largo. O no, porque en realidad, la enumeración que esboza Castañeira es el corazón del discurso electoral del FITU y del PTS en particular. No se entiende, entonces, qué van a debatir. Entre otras cosas, porque no hay un sujeto al cual hablarle, que tenga una primacía ontológica dada por su posición en la producción social. Eso sucedía antes, supongo, cuando existía la clase obrera. Ahora que los partidos trotskistas han descubierto que esta ya no existe, tal vez haya que debatir con los «nuevos» sujetos, que son por lo menos cuatro y en aparente igualdad de jerarquía, sin nada que los una más que la contigüidad: los trabajadores (cualquiera que ejerza la actividad de trabajar, es decir, el ser humano mismo, todo el mundo, burgueses incluidos), las «mujeres» (que no sufren de ningún clivaje clasista, son ellas mismas un sujeto social homogéneo), los jóvenes (que, igual que las mujeres, se diferencian del resto solo por la edad, no por su lugar en la propiedad/no-propiedad de medios de producción) y la comunidad lgbtt (que, por supuesto, tiene la misma importancia como sujeto social que la clase obrera, o en realidad más, porque la clase obrera ya no existe, mientras que, por el contrario y por suerte, tenemos a las «diversidades» para liberarnos de los «binarismos»). Sorprendente propuesta de debate entre «trotskistas» en la que no figuran ni la clase obrera, ni la revolución ni el socialismo. Con este temario, estimo que los oradores centrales serán Pablo Iglesias e Iñigo Errejón. Evo Morales no, porque se ha «excluido» a los pueblos originarios, igual que a otras «identidades» (gordxs, marrones, etc.). Están a tiempo, no se olviden que esa gente también vota…
Párrafo aparte merece el objetivo del cruce dialéctico que se propone: «qué propuestas tener…» ¿»Propuestas»? ¿El trotskismo va a las elecciones a llevar «propuestas», «tips» para una sana vida «anti-capitalista», o para exponer ante las masas la naturaleza catastrófica de la situación presente y explicar con todo el detalle posible que su naturaleza no se encuentra en este o aquel gobierno, sino en el dominio social de una clase que hay que destronar, en la lógica íntima de funcionamiento de un conjunto de relaciones sociales que hay que destruir? ¿No son las elecciones un momento privilegiado, en tanto tribuna millonaria en espectadores que están pensando los problemas que los aquejan, para, precisamente, exponer la miseria capitalista, explicar la imposibilidad de toda reforma y señalar que la única solución real a todos los problemas es el cambio de esas relaciones sociales, el socialismo? ¿No se va a las elecciones a explicarle al proletariado que debe pensar en el poder, porque fuera del poder todo es ilusión? ¿O eso era antes, cuando existían las clases sociales? Supongo que era antes. Ahora que no hay clases sociales, se trata de pensar «recetas» para este o aquel problema, y ofrecer un conjunto de gestores honestos para llevarlos a cabo. Creo que hasta Juan B. Justo se revuelve en su tumba.
La respuesta del PTS no se detiene en estas precisiones, no reprocha a Castañeira el carácter puramente reformista y posmoderno de su política, es decir, de su liberalismo. No. Se limita a retrucar «tenemos que ponernos a organizarlo ya mismo, si sirve para lograr el objetivo de la unidad en las próximas elecciones». Es decir, no importa qué discutir, cuál es el contenido del debate. No solo porque, como ya señalé, no hay nada que discutir porque lo que el NMAS supone novedoso es el mismo discurso que el propio NMAS robó al PTS, sino porque todo sirve de cara al «objetivo», la «unidad en las próximas elecciones». Por eso, el PTS propone extender la invitación a «todes», incluyendo a Zamora y Altamira (dicho sea de paso, va a resultar interesante ver a la Tendencia tratando de explicar su alianza política con el NMAS, ¿o es que Jorge ya se compró calzas fluorescentes y está dispuesto a ir a las urnas como «Jorja», a fin de ponerse a tono con sus compañeros/as/es/is de fórmula y evitar que lo dejen afuera por «hetero cis»?).
Está claro como el agua clara que todo esto es una payasada impulsada por la desesperación electoral: si el New More no aporta sus tres votitos, si Altamira rasca algo por aquí y allá, si Zamora vuelve a hacer la suya, el FITU corre el riesgo de no conseguir ninguna banca. Un verdadero revolucionario en una coyuntura como esta se preguntaría ¿y eso, qué carajo importa? Pero no. Los trotskistas solo se preguntan cómo llegar a sentarse en el Congreso, a como sea. Incluso, a costa de la clase obrera, la revolución y el socialismo.
El verdadero contenido del debate debería ser otro, a saber, ¿cómo es que el trotskismo ha llegado a esto? ¿Cómo fue que los supuestos hijos del revolucionario que supo conmover imperios termina de esta manera, pidiendo la pelela al portero del Congreso? O tal vez, no, tal vez este sea un problema interesante solo para anticuarios y coleccionistas, porque el trotskismo está muerto como corriente revolucionaria, si es que, a excepción del Jefe del Ejército Rojo y de muchísimos honestísimos y valiosos militantes que se cobijaron bajo esa manta aparentemente roja, alguna vez fue, realmente, tal cosa. El problema es el trotskismo. El que quiera un debate serio sobre lo que hay que debatir, tiene mejores opciones que esa. Tiene a RyR, por ejemplo.