Tubos para hoy, hambre para mañana. Las claves del desarrollo histórico de Siderca, la empresa insignia del grupo Techint

en El Aromo nº 60

a60_tubosJuan Kornblihtt
Grupo de Investigación de la Historia Económica Argentina-CEICS


Los tubos de acero sin costura son una de las pocas mercancías que le permitieron a un capital radicado en el país tener un peso dominante en el mercado mundial, por fuera de los productos de origen agrario. Siderca, la empresa en cuestión, logró a partir de fabricar este insumo básico para la industria petrolera (aunque también utilizado en la automotriz y en hornos) consolidarse como uno de los capitales más importantes del país y ser la empresa insignia del poderoso Grupo Techint. Para lograr esto, no sólo contó con el plusvalor extraído en forma directa a sus obreros, el cual, aumentó a partir de la dictadura con la baja salarial y el disciplinamiento a sangre y fuego del movimiento obrero. Como bien explica Marx, la explotación no se restringe a una relación particular entre los obreros y su patrón, sino del conjunto de la burguesía al conjunto del proletariado. Esto, que puede parecer algo teórico, se observa con mucha claridad en el caso Siderca, en particular en su relación con el Estado. En esta nota analizaremos en detalle las bases del crecimiento de Siderca para además avanzar en resolver si conviene financiar a una empresa como forma de mejorar las condiciones de vida de los trabajadores.

La sociedad Siderca-Estado

Las inversiones y las ganancias de Siderca fueron financiadas con una importante masa de valor transferida por parte del Estado a través de diferentes mecanismos. Esto ocurrió sin importar el gobierno de turno. Para empezar Siderca (por entonces Dalmine) se instaló en 1954, a fines del segundo gobierno de Perón. Entonces, se le otorgaron ventajas impositivas y cambiarias para importar maquinaria, se le cedieron terrenos estratégicos a orillas del río Paraná, pero por sobre todo se configuró el proteccionismo que le permitirá venderle a YPF (su principal comprador) los tubos por encima del precio internacional.

Estos beneficios no se acabaron con la caída del gobierno de Perón. Aunque tuvo algunos conflictos a principios del gobierno de la autoproclamada Revolución Libertadora, en lo que será una marca a lo largo de toda su historia, rápidamente, pudo adaptarse a la nueva política. Así mantuvo su relación con YPF, que seguiría casi sin conflictos (sólo en 1962 aparece cierta tensión por la amenaza de comprar tubos importados). Nuestros cálculos muestran que de los ingresos totales de la empresa, entre 1964 y 1975, el 27% correspondió a la venta por encima del precio internacional. Algo que sólo podía lograr gracias al proteccionismo, y que le permitía apropiarse de una masa de renta de la tierra (es decir plusvalía) a través de YPF.

A estas transferencias, se sumaron los subsidios para la inversión. En general, la bibliografía sobre la siderurgia dio cuenta de las transferencias que las empresas siderúrgicas recibieron por los diferentes planes de expansión en esta rama. Dado que esta rama era considerada como clave para el desarrollo del resto de la industria, esto justificaría las transferencias desde las arcas del Estado a estos capitales. Uno de ellos fue Siderca. Gracias a dichos planes, Siderca pudo instalar una acería y ya no depender de comprar el acero importado o depender de la provisión de Somisa. Esto le permitió reducir sus costos de manera significativa. Pero no fueron sólo los planes de desarrollo siderúrgico y la transferencia a lo largo de los años “desarrollistas”. La mayor transferencia es una que no aparece a simple vista en forma explícita y se dio, una vez más, durante un gobierno peronista.

Entre 1973 y 1975, Siderca realizó un plan de inversión destinado a renovar su equipo de fabricación de tubos y la acería. En esos años se importó el equipo del laminador continuo y del horno Midrex. Ambos se hicieron con un poder de compra expandido por la sobrevaluación de la moneda. La capacidad de compra hacia el extranjero esos años estaba expandida casi un 70%.(1)  Además, durante esos años se tomaron los créditos en el extranjero. Todas estas inversiones recién se efectivizaron en los años de la dictadura. Ahí, fue donde se consiguió bajar salarios y aumentar la productividad, pero eso fue rentable gracias a las inversiones previas. Toda una muestra de la unidad orgánica entre la etapa previa al golpe y la política económica posterior, más allá de lo que peronistas y desarrollistas quieran negar.

Con la caída de dictadura siguen las transferencias. Lo novedoso fue que empezó a recibir transferencias, no sólo cuando vendía en el mercado interno sino, también, cuando exportaba. Por un lado, contaba con subsidios a las exportaciones que se consolidaron durante el gobierno de Alfonsín. Por el otro, el tipo de cambio subvaluado, le abarataba los salarios y los insumos comprados en el mercado local. En definitiva, a partir de 1975, se mantuvieron las transferencias pero pasaron a ser mitad por ventas en el mercado con sobreprecios y mitad beneficios a las exportaciones.

Encontramos entonces que Siderca recibió una masa sustancial de transferencias. Es decir, recibía no sólo plusvalía de sus obreros sino del conjunto de la clase. Esto nos permite reflexionar sobre la discusión actual que se entabló sobre el derecho del Estado nacional a participar del control de la empresa Siderar, también del grupo Techint. El argumento esgrimido es que el Estado controla el 35% de las acciones. Esto implica desconocer que el origen de toda la riqueza que apropia esta empresa es producto del trabajo impago (explotación). Por lo que el planteo debiera ser su socialización. Pero también desconoce que, incluso en términos capitalistas, las transferencias de valor realizadas desde otras ramas de la producción hacia esta empresa que justificarían su estatización, como se ha demostrado a lo largo de la historia, es completamente viable dentro de las relaciones capitalistas.

Estas transferencias no son exclusivas de esta empresa ya que todos los capitales radicados en el país (tanto los nacionales como los extranjeros) se beneficiaron con el proteccionismo y podían vender sus mercancías por encima del precio internacional. De esta manera, aunque condición necesaria para su desarrollo, no alcanza para explicar las particularidades de Siderca.

El tamaño del mercado

Al preguntarnos por el carácter particular de Siderca vemos que tiene una productividad creciente e incorpora tecnología de punta que le permite alcanzar e incluso superar la media de los principales competidores en el mundo. En cambio, la mayor parte del capital industrial no agrario, se encuentra por detrás del desarrollo tecnológico a nivel internacional. Esta mayor productividad implica la producción de una cantidad de mercancías cada vez mayor. Para ser rentable, primero tiene que poder ser vendida. En este punto, se torna central el problema del mercado. Aunque crece el peso de las exportaciones sobre el total vendido, la base de acumulación de Siderca fue, a lo largo de su historia (al menos hasta 1989), el mercado interno. La facturación de la misma era un 80% resultado del mercado interno.

En general, el tamaño del mercado interno argentino para el grueso de las mercancías no agrarias es chico en relación a la escala media que se requiere para ser competitivo a nivel internacional. Por ejemplo, el conjunto de ventas del mercado interno automotriz no alcanza a la escala de producción de una sola empresa eficiente a nivel mundial.(2)  Esto marca que, aunque pueden alcanzar la rentabilidad promedio que existe en la industria a nivel mundial(3) , en general lo hace con una productividad menor que sus competidores mundiales. En cambio, en Siderca observamos que el tamaño del mercado dista de ser chico. Como explicamos, el principal destino de los tubos sin costura es la producción petrolera. Como muestra un estudio de Fernando Dachevsky(4), dada la calidad intermedia del petróleo y la distribución espacial dispersa de su ubicación obliga a perforar una cantidad de pozos muy grande. Es incluso mayor a gran parte de los llamados países petroleros: salvo por Venezuela, Argentina tiene más pozos perforados en 1980 que ningún otro país de la OPEP.

Esta demanda obliga a Siderca a alcanzar una escala cercana o incluso superior a la necesaria para alcanzar la competitividad promedio a nivel internacional. Esto, que le permitió abaratar costos y obtener ganancias extraordinarias en el período donde predomina el mercado interno en su desarrollo, se convertirá en una ventaja fundamental ante la crisis de 1975. La reducción de aranceles y la apertura comercial producto de la crisis, encontraron a Siderca no sólo en condiciones de resistir la entrada de tubos importados, sino también poder aprovechar los subsidios a las exportaciones y las ventajas cambiarias. A su vez, esa plataforma le permitió que fuesen rentable las inversiones para aumentar la productividad, incluidos el departamento científico. De esta forma, pudo dar curso a una expansión internacional en una escala superior a la de gran parte de los capitales radicados en el país.

¿Lo que es bueno para Siderca, es bueno para la Argentina?

En general tiende a realizarse una identificación entre el éxito de las empresas de un país y los intereses generales de un país. Lo cual justificaría las transferencias recibidas por Siderca. El caso Siderca nos muestra la falacia común de esta idea. El éxito de Siderca lejos está de expresar una alternativa para un desarrollo equitativo del capitalismo en la Argentina. Siderca logró constituirse como una capital de peso a nivel mundial con base en la Argentina, no por seguir alguna estrategia particular, sino como resultado de participar al igual que el resto de los capitales de este país. A Siderca esa vía le sirvió, pero al conjunto del capital lo lleva cada vez más a posiciones marginales en el mercado mundial y a crisis cada vez más profundas. Hoy, de la mano de cierta recuperación económica lograda por el aumento de la renta agraria, vuelve la apariencia de que se puede apuntar a un desarrollo industrial de largo plazo. La realidad muestra que casos como el de Siderca nos son repetibles. Las condiciones del mercado interno y la coyuntura del mercado mundial donde se insertó Siderca son específicas de ese sector y no existen en casi ninguna otra de Argentina.

Por último, Siderca es la expresión más acabada de las contradicciones del capitalismo argentino. Su éxito es resultado de la crisis de la acumulación en el país. Las razones de su éxito son, a su vez, expresión de la inviabilidad de este espacio nacional y no de su posible mejora o regulación en términos capitalistas. Lejos de ser un ejemplo a seguir o multiplicar, Siderca es la muestra de que la burguesía sólo tiene para ofrecer lo que vivimos día a día en la Argentina. .

Notas
(1) Según los cálculos del tipo de cambio de paridad realizados por Juan Iñigo Carrera en: La formación económica de la sociedad argentina, Imago Mundi, Buenos Aires, 2006.
(2) Sin embargo las empresas de todo el mundo se instalan aquí para obtener los beneficios que implica poder vender a precios protegidos y recibir subsidios.
(3) Como lo muestra el estudio de Iñigo Carrera, Juan: op. cit.
(4) Dachevsky, Fernando: “El petróleo argentino bajo la lupa” en Anuario CEICS, 2007, Ediciones ryr.
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