Hace unos días, en la misma semana que se cumplía un nuevo aniversario del 3J, día en que las mujeres salimos y seguimos saliendo a gritar que no queremos una muerta más, un fiscal se atrevió a convertir una violación en manada a una chica inconsciente como un “desahogo sexual”. Se trata de una escena más, de una larga película de terror.
En el 2012 una joven de 16 años fue a pasar una semana de vacaciones, con siete amigas, a Playa Unión, Chubut. Una noche fue a una fiesta, perdió la conciencia y al pasar un rato, una amiga la encontró en una habitación siendo abusada por cuatro varones, mientras otros dos cuidaban la puerta. Las amigas la ayudaron a vestirse y se fueron. Al volver a Puerto Madryn, intentó suicidarse. Su familia intervino y la llevaron al médico, donde la atendieron bajo el protocolo para la atención a víctimas de violencia sexual y comenzó a tratarse con una psicóloga. Siete años después, logró hacer la denuncia.
El caso entró en la justicia después de una denuncia en redes que hizo la víctima y pasó a ser conocido como “La manada de Chubut”. Lo tomo el fiscal de Rawson, Fernando Rivarola, que un año y medio después de iniciada la causa, bajó la calificación legal de “abuso con acceso carnal” por la de “abuso sexual simple” y acordó con los abogados defensores la realización de un juicio abreviado. Para el fiscal, se trató de un “accionar doloso de desahogo sexual” por parte de los imputados. Y valoró que la víctima se hallaba en un estado de semiinconsciencia. Sumado a todo esto, Rivarola solicitó que se habilite la feria judicial para sobreseer a uno de los imputados, ya que al momento de cometer el crimen, era menor de edad. Los otros dos acusados, que eran menores para ese momento, ya habían sido sobreseídos. El juez penal de la causa, Marcelo Nieto de Biase, deberá resolver si acepta el juicio abreviado para Ezequiel Quintana, Leandro Del Villar y Luciano Mallamaci, quienes aceptaron haber cometido el hecho. Si esto se da, sería un hecho más de gravísima impunidad: los acusados no pisarán la cárcel, ya que la pena sería de tres años en suspenso.
Según las palabras del fiscal Rivarola, si un varón tiene ganas de mantener relaciones sexuales, con encontrar a una mujer y tomarla, alcanza. El consentimiento no es necesario. Este grupo de varones se cruzó con una adolescente en un estado de vulnerabilidad total y decidieron desahogar sus ganas de coger. ¿Por qué? Porque pueden. Esta es la respuesta de los varones dentro del sistema patriarcal; un sistema que oprime a las mujeres y nos coloca como objetos que ellos pueden tomar como y cuando quieren.
Históricamente, las mujeres han sido sometidas bajo dos formas al varón: como productora de descendencia; como productora de placer. No importa si hay dinero o no de por medio, si un varón quiere “desahogarse sexualmente” lo hace, el patriarcado lo habilita y sus instituciones lo protegen. Acá están las pruebas. Cuando las feministas batallamos por la abolición de la prostitución, lo hacemos porque es la forma material y simbólica más profunda de la dominación masculina. Sus efectos sobre la cultura y la sociedad la constituyen en pilar central del patriarcado.
Repudiamos el fallo del fiscal Fernando Rivarola, exigimos justicia y seguimos luchando por una Educación Sexual Integral que sea laica, científica, feminista y abolicionista para combatir la cultura patriarcal.