Torturadores peronistas – Por Marina Kabat

en El Aromo n° 89

tortura-policialEl inventor de la picana eléctrica portátil era el encargado de informar en forma quincenal a Perón sobre los avances de la lucha anticomunista y sobre la situación política en los gremios.

Marina Kabat (Grupo de Investigación de la Historia-CEICS)

“Se le arrancó la carne con tenazas desde el codo hasta la muñeca, para arrancarle confesiones; le cortaron las orejas, arrancándole las orejas, lo arrastraron de los órganos sexuales, lo descogotaron abandonándolo en un monte donde lo encontraron los vecinos ya descompuesto, por el revoloteo de los caranchos”.

Un relato de los orígenes del peronismo que bien podría ser de la última dictadura.

Camino a la Presidencia

La lucha anticomunista durante el período 1943 y 1945 fue conducida en el interior del país por la Gendarmería, entre cuyo cuerpo de comandantes se seleccionaban los comisionados investigadores de actividades comunistas. Tessaire, por entonces Ministro del Interior (y futuro vicepresidente de Perón), mandó unas instrucciones reservadas a los interventores de provincias y territorios. En ellas señalaba que “la masa ciudadana debe ser disciplinada” y en particular que “el comunista y los comunistizantes son enemigos de la patria y en tal sentido, deben ser extirpados del país, tratando especialmente de individualizar a los dirigentes principales.” “Ninguna circunstancia impedirá que el comunista cualquiera sea su situación, no sea tratado como enemigo declarado de la patria”. Tessaire también llama a los interventores a desarrollar una enérgica acción anticomunista, prestando toda colaboración e información que les fuera requerida por el Comisario Investigador, Comandante de Gendarmería Nacional, Miguel Ángel A. Fernández Crístobo, de conformidad con las facultades que le otorga el decreto dictado en acuerdo general de ministros n° 2.327 del año 1944. Este decreto lo autorizaba a requerir de todas las autoridades nacionales, provinciales o municipales, la colaboración o información que les fuere menester, a disponer allanamientos, detenciones de personas, realizar secuestros y hacer uso de la fuerza pública.1

En este contexto, según su propio relato, tomado en 1956, mientras se encontraba detenido en Ushuahia en 1945, Guillermo Solveyra Casares fue convocado por el Director de Gendarmería Nacional y Subjefe de la Policía Federal, el General Molina, para encomendarle la coordinación de servicios de Prefectura Marítima y de la policía en las zonas ribereñas, “y crear un organismo para represión de la propaganda comunista que entraba clandestina y extraordinariamente, para este cometido fue trasladado desde Chaco cuando estaba prestando servicios en la Gendarmería.”2

El ofrecimiento del puesto a Solveyra Casares se relacionaba con sus antecedentes en la lucha contra los comunistas en la zona del Chaco, donde esta actividad represiva tendrá una intensidad inusitada. En 1943 distintos documentos atestiguan el peso del comunismo en el territorio, su influencia en los gremios y en las federaciones agrarias y la ineficiencia de la policía para combatirlo, por lo cual se pidió una reorganización policial y permiso para violar correspondencia sospechosa de comunista.3 Esta reorganización policial en coordinación con la gendarmería tuvo resultados positivos porque desde entonces, estas entidades realizaron decenas de operativos. En los archivos secretos y reservados del Ministerio del Interior hay numerosos documentos que describen estos procedimientos. Se interceptaba correspondencia con propaganda política, se apresaba a su destinatario, se detenían dirigentes, se requisaban sus domicilios en busca de panfletos, diarios o carnets que comprobasen su adhesión al comunismo, se los interrogaba -y no se dice por qué-, los detenidos siempre brindaban la información que se les pedía (quién los afilió, quién les dio los materiales, etc.). A veces surgían conflictos y se sometía a careo a dos detenidos para establecer quién afilió a quién cuando había declaraciones contradictorias. Los operativos se realizaban en las ciudades de Las breñas, Villa Berthet, Villa Angela y Barranqueras. Los detenidos eran llevados a Resistencia y puestos a disposición del Poder Ejecutivo. Los expedientes tienen anexadas las cartas de familiares y vecinos y miembros de distintas organizaciones pidiendo por la liberación de los detenidos. Las cartas, muchas de ellas manuscritas, dan cuenta del carácter humilde de la población sobre la que se descargaba esta represión.

Con estos antecedentes a cuestas, Solveyra Casares inicia la tarea que se le encomendara. “Como consecuencia de la actividad que desplegara y de los informes que elevase, se le ordenó presentarse al Ministro de guerra, entonces coronel Perón, quien deseaba conocerlo, y desde ese momento tomó contacto con él.” En esta entrevista le sugirió “la conveniencia y necesidad de crear un organismo estatal, cuya función específica sería la lucha contra el comunismo, sin perjuicio de los ya existentes”.

Declaraciones de ex-detenidos

Si bien de los expedientes surge la violación cotidiana del correo y uno puede imaginar los métodos compulsivos detrás de los interrogatorios que siempre arrojan resultados positivos, el horror de estos procesos solo se observa cuando uno escucha, en vez de la voz de los gendarmes, la de los obreros reprimidos. Recién en 1955 sobrevivientes de este proceso pueden denunciar lo que había ocurrido:
“Resistencia, 11 de octubre de 1955

Sr Ministro de Gobierno de la Pcia. Del Chaco

Su despacho, Resistencia

De mi mayor consideración,

Tengo el agrado de dirigirme a usted a los efectos de hacer llegar la siguiente denuncia:

El suscripto fue detenido el día primero de diciembre de 1943 en la localidad de Las Breñas, conjuntamente con más de 300 ciudadanos, entre ellos dos hermanos míos, Juan y Franscisco Coscio los que fuimos víctimas de brutales torturas por parte del comisario Felipe A. Fernández, a cargo de la comisaría y por los oficiales Vallejos, Molina y un cabo de Gendarmería al frente de un piquete de gendarmes, de apellido Ramos. Se nos castigaba con goma, golpes de puños, puntapié. Se nos ligaba fuertemente con piolas las manos con los pies en las espaldas y se nos dejaba así varias horas, produciéndosenos fuertísimos dolores por efecto de los calambres, hasta el extremo de que muchísimos no aguantaban, desmayándose.

El suscripto y un tal Manuel Ruiz permanecimos maniatados con cadenas durante más de un mes, hasta que nos trajeron a Resistencia. El viaje lo hicimos en camión, esposados de a dos y apilados como vacas. No nos permitieron beber agua, comer ni orinar en todo el viaje de más de 300 kilómetros. El transporte lo hizo la gendarmería nacional, cuyo jefe era el comandante Solveyra Casares, autor de torturas en la ciudad de Sáenz Peña, con picana eléctrica, el que dio instrucciones de que ‘durante el viaje se nos diera con la culata del fusil al primero que se moviera.’

El cabo Ramos, arriba citado, que dependía del comandante Solveyra Casares, es autor, en el 1944, de torturas y asesinato de tres ciudadanos: Leonor Cuareta de Villa Berthet, y Pedro Sdev y Ramón Pastuzok, de Villa Angela; a Pedro Sdev, se le arrancó la carne con tenazas desde el codo hasta la muñeca, para arrancarle confesiones; le cortaron las orejas, arrancándole las orejas, lo arrastraron de los órganos sexuales, lo descogotaron abandonándolo en un monte donde lo encontraron los vecinos ya descompuesto, por el revoloteo de los caranchos. A Ramón Pastuzok, después de atarlo le hicieron tomar por la fuerza una botella de caña y luego lo ataron a un quebracho donde lo fusilaron; y a Leonor Cuareta, lo acribillaron a balazos cobardemente mientras dormía en la casa de un amigo. Este último tiene un hermano en Barranqueras y familiares en Villa Berthet, quienes pueden ampliar esta denuncia.

En el año 1944 mientras permanecíamos detenidos en la Jefatura de Policía de Resistencia, conjuntamente con más de 300 ciudadanos que habían sido traídos de distintas localidades de la provincia, pude comprobar con mis propios ojos que los de las otras localidades no habían corrido mejor suerte que la nuestra: los de Villa Berthet y Villa Ángela, habían sido torturados bestialmente por la policía de esos lugares que obraron bajo las órdenes de los comisarios Tomas Canuto Molinas y Amaro Clodomiro Loquet. Un obrero rural de apellido Salinas, a más de dos meses de haber recibido el castigo, tenía toda el ancho de sus espaldas en carnes vivas las señales de las torturas. La Policía de Resistencia también no se había quedado atrás. Bajo las órdenes del jefe de investigaciones Menteguiaga y otros torturaron a cientos de ciudadanos en el famoso destacamento de Rio Negro.”4

La división de Información Política

Merced a estos antecedentes, Solveyra Casares pasa en 1946 a trabajar en la Presidencia de la Nación, encomendándosele la creación de la “División Información Política”, la “que pese a su denominación genérica, se ocupó exclusivamente de los problemas que importaba el comunismo.” “De inmediato agrupó a un grupo de personas especializadas en la represión del problema comunista, en concepto de colaboradores; se creó un servicio confidencial dentro del Partido Comunista, el que le fue poniendo al tanto de todas las maniobras de la agrupación”.5

En efecto, Solveyra Casares va poner mucho celo en el cumplimiento la misión que se le había asignado. Con tal propósito en el año 1949 dirige una carta al Ministerio del Interior, solicitándole “que todas las medidas de represión activa o pasiva que se adoptaren en ese Ministerio contra el comunismo, sean puestas en conocimiento de esta División, antes de llevarlas a la práctica, con igual criterio deberá procederse con los pedidos de antecedentes de personas que se supongan de dicha ideología.” Y se aclara que el pedido es porque “siendo este organismo el encargado de coordinar la acción contra la citada fracción política”, centralizará toda la información “por ser el suscripto el único responsable ante el Excmo. Señor Presidente de la Nación, del control en todo sentido del Partido político de referencia.”6

Solveyra Casares aseguró que a través de su servicio confidencial conoció todas las reuniones ilegales del PC y las maniobras de la Federación Sindical Mundial y sus congresos. Además, personal del servicio hizo cursos de capacitación en Rusia y uno de ellos cruzó dos veces la “cortina de hierro” sin ser descubierto. El personal a disposición era amplio ya que se observa una fuerte especialización en las tareas:

“También se organizó un servicio de provocación, es decir la organización de grupos que aparentando estar dentro del Partido Comunista, aparecían provocando escisiones y luchas dentro de sus filas, con lo que se conseguía paralizar la acción de ella.”7

Se designó un agente en cada país de Latinoamérica y “se capacitó a personal de países limítrofes para la acción de la lucha anticomunista”. Como puede apreciarse, los gobiernos nac&pop latinoamericanos se adelantaron al Plan Cóndor en lo que respecta a su mutua colaboración en la lucha antisubersiva. Los archivos secretos de Ministerio del Interior guardan registros de los avisos que recibía el gobierno argentino respecto a la entrada del país de comunistas, en especial de Chile, Bolivia y Paraguay.

Solveyra Casares prosigue con sus hazañas: “Se intercambió y se tomó contacto con los servicios secretos de Inglaterra y de Estados Unidos”, a raíz de ello el deponente se dirigió a EE.UU. donde se contactó con el Director de la CIA, Mayor General Campbell; a su vez los norteamericanos designaron un órgano de enlace. Solveyra Casares se muestra muy orgulloso de sus logros. Si nos ponemos en sus zapatos -o mejor dicho, en sus botas-, hasta podríamos entenderlo: en más o menos veinte años pasó de ser un oscuro cuadro intermedio de gendarmería perdido en el monte chaqueño a entrevistarse con el jefe de la CIA.

El torturador de Gendarmería y el movimiento obrero

Este mismo Solveyra Casares, que otros autores sindican como inventor de la picana eléctrica portátil,8 informaba en forma quincenal a Perón sobre los avances de la lucha anticomunista y sobre la situación política en los gremios. La División información política también mantenía estrecha vigilancia sobre los sindicatos. La división efectuaba un estudio de los “sindicatos por localidad y por especialidad, habiendo comenzado el año 1946 en cero, para llegar en 1954, a más de 3.000 sindicatos perfectamente analizados cada uno de ellos”. Además se informaba respecto a los elementos comunistas que se introducían en los cargos directivos de los sindicatos. De esta manera, Solveyra Casares transmitía al presidente dos veces por mes “las críticas que le merecían algunas desviaciones que observaba en el movimiento sindical.” Solveyra Casares también detalla que “en la planificación proyectada figuraban el contacto directo de funcionarios gubernativos de jerarquía con las fábricas, como ser el Ministro de Trabajo y Previsión, para neutralizar la acción disociadora del Partido Comunista, el ex Presidente le manifestó que esta tarea se la encomendaría a su esposa”.9 Esto muestra, por un lado, hasta qué punto la construcción política de la figura de Eva Perón fue deliberada y, por otro, que no hay dos caras del peronismo, sino que ambas estaban articuladas. Al mismo tiempo que se torturaba a los opositores se diseñaban las herramientas políticas para prevenir esa disidencia.

Las labores de Solveyra Casares en el ámbito sindical no se limitan a la inteligencia y la elaboración de informes sino que este “torturador de Gendarmería”, como lo describió León Gieco, se trasladó en 1947 a Chaco, según sus palabras para “Explicar a los obreros las razones que impedían el aumento de los jornales a los trabajadores en los quebrachales”.10 No dudamos de que Solveyra Casares fuera muy “convincente”. Esto nos da cuenta de otro aspecto de la política peronista: la forma en que los obreros rurales sufrieron la represión en un grado mayor que sus pares urbanos. En este contexto debe entenderse la masacre de los indios Pilagá en la vecina Formosa.

Nunca Más (será juzgado)

En 1958 Frondizi dicta una ley de amnistía que beneficia a presos políticos y gremiales detenidos durante el gobierno militar, así como a quienes habían sido encarcelados por crímenes supuestos o reales durante los gobiernos peronistas. El problema es que esta ley incluye los crímenes militares con propósitos políticos:

“Concédese amnistía amplia y general para todos los delitos políticos, comunes, conexos o militares también conexos, cometidos hasta la promulgación de la presente ley. Los beneficios de la amnistía comprenden los actos y los hechos realizados con propósitos políticos o gremiales, o cuando se determine que bajo la forma de un proceso por delito común se encubrió una intención persecutoria de índole política o gremial.”11

En lugar de juicio y castigo, los torturadores peronistas tuvieron amnistía y olvido. Un olvido al que el propio Partido Comunista contribuyó. Preocupado por ser aceptado en las filas de la “resistencia peronista”, el PC de algún modo puso en sordina las denuncias de sus propios militantes. Como resultado, contribuyó a gestar falsas ilusiones entre los militantes de izquierda respecto al peronismo, esos mismos militantes que al regresar Perón se encargaría una vez más de reprimir y asesinar.

Notas

1República Argentina Ministerio del Interior: Instrucciones generales a los interventores federales de las provincias. AGN Fondo Min del Int. Exptes. Secretos, confidenciales y reservados, caja 51, carpeta 476R.

2Testimonio de Guillermo Solveyra Casares, tomado el 24/1/56 en Ushuahia, AGN AI Fiscalía de Recuperación Patrimonial, com 47, expte. 22057, fs. 109.

3AGN AI Fondo Min del Int. Exptes. Secretos, confidenciales y reservados, caja 8, expte. 252, carta de coronel Gilbert al sr ministro del interior , 22 de julio de 1943

4Fiscalía de Recuperación Patrimonial, comisiones provinciales: Chaco, caja 8, Expte 8425/55, fs 5. Negritas nuestras. Esta es solo una de las denuncias que constan en el expediente. Cabe señalar que otros autores en base a otras fuentes ya han señalado a Solveyra Casares como responsable de la represión en Chaco en 1945 y el asesinato de 5 personas, entre ellas las tres indicadas en esta denuncia (Ramón y Sdev Pastozuk y Leonor Quaretta). Ver: Kocik, Ariel “Una temporada de terror en Florida” en http://www.anred.org/spip.php?article3829. Y “Las cárceles en tiempos de Perón”, Todo es Historia, abril de 2011,n° 525. La denuncia que transcribimos presenta varios errores de tipeo que hemos conservado al reproducirla como el tipear a Leonor Cuareta en vez de Leonor Quaretta y Sdev en lugar de Zdeb y Pastuzok en vez de Pastozuk.

5Testimonio de Solveyra Casares, ob. Cit., fs 109

6Guillermo Solveyra Casares, Presidencia de la Nación, División Informaciones, carta dirigida al Sr. Ministro del Interior, Buenos Aires, 6 abril 1949. AGN AI. Fondo Ministerio del Interior Expedientes, confidenciales, secretos y reservados, Caja 88, expediente 58.

7Testimonio, de Solveyra Casares, ob cit. Fs 109.

8Gambini, Hugo “La JUSTICIA de Perón”, La Nación, 7 de julio de 2003.

9Testimonio, de Solveyra Casares, op. cit. Fs 109.

10Ídem, fs. 108.

11Ley 14436/58, BO 22/05/58.

2 Comentarios

  1. Buen dia, mi nombre es Valeria Mapelman y hace 10 que trabajo con los sobrevivientes de la masacre de La Bomba que se menciona en este articulo. La persecusión anticomunista durante el primer peronismo pude verificarla como lo relata muy bien Marina Kabat en los Confidenciales y Secretos del Min del Interior, pero la masacre de los pilagá tiene antecedentes diferentes y forma parte de un proceso distinto . Es cierto que algunas familias pilagá ya se conchababan en ingenios de Salta y Jujuy y obrajes de Chaco y Formosa, sin embargo la masacre de 1947 fue una respuesta a la resistencia de estas mismas familias y otras semilibres que se negaron a ser convertidas en obreros y a ser trasladadas a las Colonias Indígenas administradas por la Secretaria de Trabajo y Previsión. Las familias de La Bomba, se habían reunido en torno a un lider político y religioso llamado Tonkiet, celebraron ceremonias de sanacion durante semanas y se negaron a ser desalojadas de un paraje que habían habitado por decenas de años y que era considerado Zona MIlitar por el Estado argentino, asi como al traslado a las colonias indígenas. La represion se relaciona entonces con el sistema de colonias, y con el displinamiento como mano de obra planificado por el Estado al que los pilagá se resistieron. Junto a los sobrevivientes realizaoms un documental estrenado en 2010. Puede ver se en este link. https://www.youtube.com/watch?v=_-RrW15G2kI Un saludo cordial, Valeria

  2. Hola, es notable la capacidad de la autora de la publicación, atribuirle al pc la complicidad de lo que se denuncia, solo para participar de la » resistencia paronista? Si esto ocurre, según la autora; desde el 43 al 45… A mi entender esa conclusión carece de verosimilitud. Forzando una estigmatización. Perdiendo seriedad. Saludos.

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