La burguesía ante la devaluación
¿Usted se creyó el cuento de que el Gobierno devaluó por un golpe de mercado? Lea esta nota para conocer qué opinan los patrones aliados y los opositores. Verá que toda la burguesía apoyó esta gigantesca confiscación a nuestros salarios.
Por Verónica Baudino (Grupo de investigación sobre la historia de la burguesía argentina – CEICS)
Aunque el kirchnerismo se escude en supuestas presiones de los grandes “monopolios” para justificar la devaluación del peso y así intentar conservar su fachada popular, la estrategia resulta cuando menos payasesca. No solo las corporaciones burguesas enfrentadas con Cristina Kirchner solicitaban desde hace tiempo la devaluación del peso, sino que inclusive la CGE y miembros de la UIA como ADIMRA, aliadas a la actual administración, reconocieron la necesidad de la medida para recuperar la competitividad del capital. En efecto, el apoyo masivo de la burguesía a la devaluación, aunque ciertos sectores marquen sus límites, se debe a la necesidad de revertir la pérdida de protección que un dólar alto imprime a la débil industria nacional y a la necesidad del Estado de capturar renta para mantener los subsidios a un capital que se sabe ineficiente. La contracara de la “mayor competitividad” es la baja general de los salarios, elemento central del costo de la industria argentina.
Aliados
Pocas son las corporaciones de la burguesía que aún se pronuncian a favor del “modelo”. Sin embargo, eso no significa que no existan aliados que “den la cara” y muchos otros que se benefician, pero se mantienen en las sombras (Roggio, Cristóbal López, Bulgeroni). La Confederación General Económica (CGE) es hoy la única central abiertamente oficialista. Detrás de tanto “fanatismo” se encuentran los recursos que el Estado destina a sostener a los pequeños capitales que la componen.[1] En esta corporación encontramos uno de los principales defensores de la devaluación. Su titular, Ider Peretti, ligado a Guillermo Moreno, afirmó que “se ha llegado a un valor convergente del dólar que permitirá mejorar la competitividad de algunos segmentos de la producción y de la industria que lo necesitan, sin perder por ello la capacidad adquisitiva de los argentinos”.[2] Sinceró, de este modo, que no solo los “especuladores” demandaban la devaluación del peso. El titular de la delegación mendocina de la CGE, Sergio Mastrapasqua, se sumó a los aplausos por la medida. Aunque señaló que “el Gobierno ha sido víctima de un fuerte ataque especulativo”, reconoció que el dólar a ocho pesos es “mejor que el que veníamos trayendo”, en tanto es útil para “satisfacer las necesidades estructurales de las economías regionales”.[3]
La Asociación de Industriales Metalúrgicos (Adimra), la Cámara del Calzado y la Cámara de la Industria del Juguete manifestaron su apoyo a la nueva paridad cambiaria. La primera entidad fue más lejos en su posicionamiento y preparó, junto con gremios oficialistas, un contra-documento en disputa con el elaborado por el Foro de Convergencia (sobre el que volveremos luego). La declaración se titula “El trabajo y la industria frente a los problemas actuales y el futuro de la economía nacional”, y tiene por objetivo defender las medidas económicas adoptadas apuntalando el discurso oficial, resaltando la recomposición del entramado industrial destruido durante el menemismo. Participaron de su presentación Juan Carlos Lascurain, vicepresidente de Adimra; Antonio Caló, titular de la CGT oficialista y de la UOM; Gerardo Martínez, de la UOCRA; Ricardo Pignanelli, de SMATA; Jorge Lobais, del gremio de textiles; Julio De Vido, ministro de Planificación; Débora Giorgi, de Industria y Carlos Tomada, de Trabajo. Con eufemismos, allí defendieron la devaluación, señalando lo positivo de las “medidas que mejoran la competitividad del tipo de cambio”, que permitirían aumentar la actividad económica, la inversión y el empleo.[4] El encuentro dejó sentada además la posición en materia salarial, llamando a la “administración razonable de la puja distributiva” para cuidar el empleo. Es que la devaluación solo resulta útil para burguesía si se logra mantener a raya los salarios. Extraño es que el supuesto representante de los trabajadores asuma este discurso. Luego del reto público de Cristina por agitar la necesidad de una recomposición salarial, Caló hizo propia la línea oficialista. Tras la presentación del documento sostuvo: “no tiene sentido salir a decir que vamos a pedir aumentos del 40 por ciento, si eso implica dejar 100 mil tipos en la calle”. Así, el gobierno, los industriales oficialistas y la burocracia sindical adicta confluyen en la defensa de una medida que apunta claramente a bajar los salarios para devolver competitividad a la burguesía.
La contra
En la vereda opuesta en términos políticos, pero con similares planteos de fondo, se ubica el Foro de Convergencia. Se trata de un agrupamiento que vio la luz este verano, impulsado por la Comisión de Enlace (SRA, FAA, CRA y CONIAGRO). A él adscribieron los grupos CREA, la Asociación de Bancos de Argentina (ABA), la Asociación Empresaria Argentina (AEA), American Chamber of Comerse, IDEA, la Fundación Mediterránea, Confederación de Empresarios del Transporte y la Cámara de Importadores de la República Argentina (CIRA). Asistieron también dirigentes de la UIA a título personal (Cristiano Ratazzi de FIAT y Luis Betnaza de Techint). La UIA firmó el documento fundacional, pero algunos socios se mostraron en desacuerdo, obligando a la dirección a no participar como institución en los siguientes encuentros. La Asociación de Bancos de la República Argentina (Adeba), conducida por Jorge Brito, fue otro gran ausente.
El documento emitido, “La hora de la convergencia”, expresa la tendencia a la confluencia de los sectores de la burguesía que desde 2008 vienen rompiendo con el Gobierno y buscan acordar un programa de salida a la crisis y el personal político que lo lleve a cabo:
“Es intención de este foro trabajar junto a todas las fuerzas políticas presentes y futuras para consensuar un acuerdo de cumplimiento programático en este mismo año de 2014. Este acuerdo, con cuya implementación deberemos comprometernos todos, cada uno en función del rol que le cabe, tendrá que articularse en torno a las políticas públicas que permitan recuperar los valores definitorios de la República, garantía de su desarrollo justo y eficiente.”[5]
La presencia en la segunda reunión de Hugo Moyano y enviados de Luis Barrionuevo indica a qué tendencias políticas dirigen su mirada los miembros del foro. Los encuentros con el sector sindical del peronismo opositor aparecen como un intento de alianza para el recambio político, que implican concesiones en el corto plazo. A diferencia de Caló, Moyano ha exigido una mayor recomposición salarial para sortear los efectos de la devaluación. Habrá que ver qué es lo que finalmente hace, pero el poder acumulado por el camionero lo convierte en un aliado de peso a la hora de preparar la transición. Por esa razón, aunque a los miembros del foro no les resulte simpático el 35% de aumento que pide Moyano, buscan sumarlo a esta coalición. La estrategia burguesa de presión al Gobierno los lleva a aliarse. El foro parece apostar a que recaigan sobre Cristina las medidas impopulares (ajuste, devaluación y tope salarial), dejando las manos limpias de su sucesor.
Ni si, ni no
Hace tiempo ya que la UIA se alejado de la defensa fervorosa del oficialismo. En su interior, conviven tendencias enfrentadas que dificultan una acción política claramente definida. Mientras De Mendiguren se ha convertido en diputado del massismo, Lascurain (ex presidente de la entidad) se mantiene en la trinchera K. Estas tensiones internas se reflejaron en la fugaz participación de la UIA en el Foro de Convergencia Empresarial.
Más allá de la cautela con que manejan sus declaraciones públicas, varias fueron las voces de la entidad que saludaron la devaluación. Héctor Méndez, presidente de la UIA, sostuvo:
“Las medidas anunciadas por el Gobierno en materia cambiaria van en la dirección correcta y apuntan a mejorar la competitividad. Es una muy buena señal y un punto de partida para hacer más cosas en beneficio del crecimiento con desarrollo e inclusión social”.
La mesa chica coincidió con la caracterización y señaló que su mayor preocupación eran las paritarias y su efecto sobre la inflación. La presencia del hermano del gobernador salteño, José Urtubey, y de Miguel Saiegh, industrial vinculado a Daniel Scioli, quizá inclinó la balanza hacia un pedido de diálogo y participación en la formulación de un “Plan Integral” antes que a una declaración de guerra. Sin embargo, hay sectores internos que no comulgan con un acercamiento al Gobierno. Así, la UIA termina poniendo huevos en todas las canastas: De Mendiguren está con Massa, Betnaza y Ratazzi van al Foro de Convergencia, y paralelamente la dirección de la entidad se reúne con Binner.
La dirigencia de la UIA, en sus reuniones internas, ha pugnado por privilegiar el agrupamiento G-6 antes que el Foro de Convergencia. Integran el G-6: ADEBA, la UIA, la Cámara de la Construcción, la Bolsa de Comercio, la Sociedad Rural y la Cámara Argentina de Comercio. Es decir, las principales corporaciones burguesas de la Argentina, hoy reunidas bajo una inquietud común: “Nos preocupan los montos de aumento que están manejando algunas organizaciones sindicales”.[6] Lo mismo que les preocupa al Gobierno y a la burguesía que aún lo respalda.
En suma, el kirchnerismo devaluó apoyado por el conjunto de la burguesía. Los opositores piden más, los oficialistas se pliegan al discurso K. Unos ya preparan el recambio. Otros, en inferiores condiciones de negociación, no sacan los pies del plato. Sin embargo, al fin, todos terminan exigiendo lo mismo: salarios más bajos.
Notas
[1] Véase de Verónica Baudino: “De China a Angola”, en El Aromo nº 70, goo.gl/A8r9Km.
[2] Télam, 25/01/2014.
[3] Edición Cuyo, 25/01/2014.
[4] Véase http://www.adimra.com.ar/index.do?sid=33&nid=1429.
[5] INFOBAE, 29/01/2014.
[6] INFOBAE, 20/02/2014.