En estos momentos está por resolverse el resultado de la segunda vuelta electoral en Perú. Por ahora, el docente Pedro Castillo se impone con el 50,3% de los votos contra los 49,6% de Keiko Fujimori. Todo indica que vamos a un triunfo del primer candidato. Para algunos, esto parece ser una noticia auspiciosa. Pero, como sabemos, para los trabajadores nunca es buena noticia el triunfo de un candidato patronal. Veamos un poco más en detalle la situación.
Lo primero que hay que notar, es que el sistema político burgués en Perú funciona mal en los términos de la clase dominante. Hace rato que no hay una estructura de partidos estables que dominen la política y eso es un problema para la burguesía. En su momento, la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) supo ser el partido que ordenaba en parte la vida política. En cambio, hoy está muy golpeado. Desde el 2006, con el triunfo de Alan García, no consigue hacerse con el gobierno, perdiendo votos y posiciones en el parlamento.
En realidad, la forma de la política peruana se volvió muy particular. Está cargada de personalismo, agrupaciones que se hacen y se deshacen, y de alianzas electorales inestables. Dos elementos que dificultan la dominación burguesa. Por ejemplo, el partido del ex Presidente Pedro Pablo Kuczynski se llama “Peruanos Por el Kambio” creado recién en 2014 para ganar las elecciones y llevando sus iniciales (PPK). El partido de Ollanta Humala, otro ex presidente, llamado Movimiento Nacionalista Peruano, se creó en el 2003 por su padre, Isaac Humala. La prensa llevó el nombre de su hijo…
El resultado de esta política, es que se conforman presidencias débiles, con figuras que ascienden prometiendo el oro, pero que no realizan ningún cambio estructural y ni siquiera logran controlar del todo su propio gobierno. Así, estos caen rápidamente en la desgracia y algunos incluso son derribados por la movilización social, como sucedió con Kuczynski y Vizcarra.
Volvamos ahora al probable ganador de la contienda. Pedro Castillo es un dirigente sindical docente, que lideró la huelga magisterial en 2017, se afilió al partido Perú Libre el año pasado, y terminó siendo candidato debido a que Vladimir Cerrón, candidato original de ese partido, tiene una pena de 4 años de prisión. Busca presentarse como una especie de Evo, que surge y responde a la movilización.
Su propuesta pasa por la redacción de una nueva Constitución a través de una Asamblea Constituyente; declarar en emergencia la salud, la educación y la agricultura; luchar contra la corrupción; reactivar la economía apoyando al mundo Pyme; y nacionalización de la industria gasífera a través de un aumento de impuestos. Siendo reformista en los económico, se presentan conservador en lo político, ya que se opone a la legalización del aborto como lo hacen también el chavismo o el masismo.
En la primera vuelta electoral en abril de este año, obtuvo un 15% de los votos, mientras que Fujimori salió segunda con un 10%. Como se ve, en realidad ambos cosecharon pocos votos. El voto en blanco fue del 12.5%, el voto nulo fue del 5% y la abstención fue del 29%. Es decir, que casi la mitad la clase obrera rechazó a los políticos burgueses en la primera vuelta. Ese es el dato que hay que retener.
En resumen. La desaparición de partidos de masas, e incluso de partidos mínimamente representativos, hace que nos encontremos frente a gobiernos débiles, personalistas y que ni siquiera pueden controlar su Congreso, por lo que necesitan apelar constantemente a la parte oscura de la política burguesa: las coimas, los negociados, la compra de voluntades, y un largo etcétera. Por eso los gobernantes terminan con causas e incluso presos. Todos asumen prometiendo cambiarlo todo, pero una vez en el gobierno continúan haciendo lo mismo que el resto.
Para los compañeros y compañeras de Perú, hoy la cosa no pasa por quien triunfe en las urnas. De ahí no saldrá nada bueno. Ellos tienen dificultades para gobernar. Eso es lo que tenemos que aprovechar. Es hora de organizarnos nosotros. Hay que poner en pie una Asamblea Nacional de Trabajadores Ocupados y Desocupados, que se enfrente al gobierno, sea cual sea.
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