Para el análisis de las confrontaciones. Sobre el caso Villa Constitución (Argentina, 1975)

en Revista RyR n˚ 8

En el proceso de lucha que lleva a la derrota de las fracciones más radicalizadas de la clase obrera y, a la postre, a la clase en su conjunto, el hecho de Villa Constitución constituye un punto nodal. El autor se propone, aquí, entender sus razones. Agustín Santella es sociólogo e integrante del colectivo de RyR.

Por Agustín Santella[1]

Introducción

Después de mayo de 1969, con el Cordobazo, el movimiento popular se activará en la Argentina a sus mayores niveles históricos de movilización y politización. Este proceso continúa hasta que es objeto de la represión política, primero bajo los gobiernos de Perón-Isabel y después con la dictadura militar. Hasta 1976 ésta tiene un carácter legal e ilegal, con detenciones y muertes producidas por la AAA. En 1976, las desapariciones toman el lugar y desarrollan mucho más el proceso de violencia política, haciendo de la represión un genocidio.

Antes de esto, el ascenso en la participación política de sectores de la población puede inscribirse en un ciclo de protesta que comienza en 1969 y culmina en 1975. Iniciado bajo la dictadura de Onganía continuará bajo los gobiernos constitucionales peronistas (Cámpora, Perón, Isabel). Estamos ante una fase de ascenso de la lucha de clases en la Argentina. Rasgos centrales de este período son la emergencia de luchas obreras tendientes a la autonomización clasista respecto del peronismo (con su ideología nacionalista más que clasista). El ciclo de las protestas laborales continuaría también hasta fines de 1975. Se constituye un nuevo movimiento obrero, expresión de un movimiento social más amplio y una fuerza social más amplia, en la que habría que incluir a organizaciones sociales y políticas como las de la izquierda revolucionaria. En el ciclo de protesta emergen nuevas fuerzas sociales; en este marco se analiza al “clasismo” y las organizaciones revolucionarias. La disolución de esta expresión tiene que ver con la represión política. Es esta relación de conflicto abierto y violento en la que se coloca nuestro estudio.

Una de estas nuevas fuerzas la constituyen las luchas de los obreros metalúrgicos de las acerías de la ciudad de Villa Constitución. Esta es una ciudad pequeña donde se localizan grandes empresas metalúrgicas. En 1970, el Departamento tenía una población de 62.806 habitantes y la ciudad de Villa Constitución, 26.050 (tomado en base a Andujar, 1994: p. 119:Videla, p. 52), con una población de asalariados del ramo de alrededor de 5000 obreros. Acindar y Metcon se instalan en los fines de los 50. La ciudad se encuentra a orillas del Río Paraná, a 53 kms. de Rosario y a 7 kms. de San Nicolás. Por esto, “el conjunto Villa Constitución-San Nicolás tiene una localización de cierto privilegio en el eje estratégico de desarrollo La Plata-Rosario”.

En relación con el momento que tocamos, su primera lucha es la huelga de diciembre 1969/enero de 1970, la cual culmina con una derrota para los obreros (Rodriguez, 2000, realiza un análisis detallado). El ascenso en la movilización se observa entre 1973 y 1975, simbolizado por las tomas de fábrica de marzo de 1974, hecho que se conoce como “El Villazo”. El movimiento obrero local es impedido de desarrollarse por la represión estatal de 1975. En marzo de este año el gobierno lanza el “Operativo Serpiente Roja del Paraná”. Por su extensión y dureza (detenciones masivas, muertes selectivas y ejemplificantes, la cuasi ocupación territorial con la fuerza armada) esta represión se diferencia de las demás y se acerca a las que después generaliza la dictadura sobre el conjunto de la clase obrera.

Desde 1970 se constituye un proceso de movilización y organización local entre los obreros de Villa Constitución que surge primero en la empresa Acindar y se extiende luego a las firmas Marathon, Metcon y Villber. A pesar de que la huelga de 1970 termina con un balance desfavorable a los obreros, con despidos, a partir de allí las acciones de denuncias laborales y la organización desde un pequeño núcleo de obreros se extiende en una renovación de la dirección sindical local de la UOM. Los objetivos planteados en estas luchas por los trabajadores no eran políticos, sino laborales, económicos y sindicales. Los obreros carecían de una Obra Social, del cumplimiento de las leyes o condiciones laborales (salubridad y seguridad). Además, la “seccional Villa Constitución” se hallaba intervenida por la central. La UOM central era inactiva en la defensa de sus afiliados y no giraba las cuotas sindicales hacia la seccional. Es sobre esta situación que se desarrolla un potente movimiento obrero que conduce la toma de plantas (con rehenes) entre el 9 y 16 de febrero de 1974. Esta acción ha sido llamada “El villazo”. Las características de la situación local se vinculan desde 1973 con una movilización obrera favorecida por la vuelta del peronismo al gobierno, durante el primer gobierno de Cámpora[2]. Con este movimiento obrero se desarrolla la presencia de las organizaciones revolucionarias entre la población obrera. Encontramos por un lado, entonces, la radicalización de las acciones de protesta en base a lazos organizativos autónomos y la influencia de la izquierda revolucionaria en este proceso de movilización. La izquierda proponía a este movimiento su enlace con otros del mismo tipo que había en el resto del país, de modo de configurar una fuerza social y política a partir de estas luchas locales.

Las luchas locales de los obreros villenses compartían alineamientos y confrontaciones con otras luchas locales, especialmente el enfrentamiento con el sindicalismo peronista gubernamental y con el gobierno mismo y la confluencia con la izquierda revolucionaria. Estas luchas plantearon una disputa por la conducción de la clase obrera a las organizaciones sindicales peronistas (CGT y 62 organizaciones). Una vez que los sindicatos llegaron al gobierno (esto particularmente a medida que el gobierno se “derechizaba”), participaron de la represión a los sectores obreros díscolos (Tosco, Salamanca, CGT Salta).

El operativo represivo sobre Villa Constitución en marzo de 1975 fue resistido por los obreros y la población. Esto se hizo con una huelga de dos meses, a través de organizaciones fabriles y barriales creadas especialmente para la defensa del sindicato local de los metalúrgicos. La represión de los primeros días se transformó porque tuvo que enfrentar este movimiento de solidaridad, el cual superó los niveles de movilización anteriores.

En este avance de investigación presentamos el desarrollo de los hechos de la confrontación de marzo y mayo de 1975[3]. Esto permitirá explorar la dinámica específica que tomó el proceso político de la lucha de clases que culmina en el “golpe” de estado de 1976. En lo que sigue tocaremos algunos momentos del análisis del conflicto de Villa Constitución[4]. La huelga analizada dura desde el 20 de marzo hasta el 19 de mayo.

Los alineamientos

La iniciativa del Gobierno -expresada en el comunicado a la prensa de la misma mañana del 20 de marzo, donde acusa a los metalúrgicos villenses de “subversivos”- fue aglutinando un campo de aliados y un campo de oposición. Este último se conformó tanto por quienes estaban en contra de tamaño operativo y las acusaciones sobre las que se basaba, como por quienes eran aliados de los obreros afectados, independientemente de la contingencia de esta represión.

El conflicto desatado por el operativo -cuyas «causas» son preexistentes- hace intervenir a una gama de personificaciones sociales y políticas, de uno u otro lado de la contienda. Se forman dos fuerzas antagónicas, dentro de las cuales se expresará gran parte de las fuerzas sociales en pugna en la situación histórico política por la que atraviesa el país. Por un lado, se ubican las fuerzas del gobierno y del régimen. Establecemos los dos términos unificados en una misma fuerza, aunque refieran a sujetos distintos. Con el primero se denomina al gobierno «de turno», mientras que con el segundo -régimen- se toma a las instituciones de la clase dominante.

En el conflicto que estudiamos las fuerzas del régimen se personifican en las diversas organizaciones económicas y políticas que expresan las relaciones de producción (empresas y cámaras empresariales) dominantes y las formas estatales. En el marco de un conflicto localizado como es éste, se encontrarán fuerzas locales y nacionales, en los dos campos principales de alineamientos. Las grandes empresas de la zona de Villa Constitución son pilares del régimen de explotación y dominación y, sin dudas, la empresa Acindar es el protagonista central. En cuanto a las organizaciones de gobierno, aquí el campo se expande, ya que el peronismo en el gobierno expresa una amplia alianza incorporando en primer lugar a la expresión política del movimiento sindical, expresión institucional mayoritaria de la clase obrera.

Es fundamental tener en cuenta esto, ya que uno de los temas por los que se constituye la confrontación que analizamos es de índole sindical. La confrontación original en Villa Constitución se dio entre los obreros de las empresas metalúrgicas y los dirigentes sindicales (las intervenciones en la seccional que eran delegadas por el Secretariado Nacional de la Unión Obrera Metalúrgica). Este sujeto se alinea junto al Gobierno del cual era parte y mantiene su relación con las empresas, debido a su política de menor confrontación. Esto se verá, por ejemplo, al finalizar la huelga, cuando las empresas despidan a cientos de obreros en represalia.

Los obreros villenses consiguieron la unidad de la mayoría popular de la zona, ya forjada en las jornadas de «El villazo» (9 al 16 marzo de 1974). Además, en el conflicto la casi totalidad de las expresiones político partidarias se solidarizan con ellos. Se solidarizarán también expresiones clasistas e independientes del movimiento obrero y algunas organizaciones de las fracciones del pequeño capital, o de la pequeña burguesía rural. 

Estos son los trazos básicos de los campos confrontados. No sufrirán casi modificaciones, aunque éstas nos interesan aún cuando sean pequeñas. Alrededor de los dos polos de la confrontación principal (gobierno y obreros) cada campo aglutina un arco variado de personificaciones. En la tabla 1 podemos observar la distribución de los hechos, que resulta del agrupamiento en el campo «obrero y popular» y en el del «régimen y gobierno».

Desde el punto de vista del análisis de las situaciones según la intervención de dos grandes fuerzas sociales, nos preguntamos cómo se relacionan los momentos del conflicto con las estrategias trazadas por éstas. Veamos cómo se distribuyen las acciones de una u otra fuerza entre los momentos del conflicto. Dividimos los momentos del conflicto según el estado de movilización por parte del movimiento obrero local (y sus aliados, es decir, el movimiento de solidaridad popular en su conjunto). Esto se puede ver en la tabla 2. La fase de ascenso coincide con una variación favorable de cantidades de hechos hacia el campo popular. Nos interesa saber la relación de los momentos con la aparición de acciones masivas en los dos campos de lucha. Esto se puede ver en la tabla 3: las acciones masivas del primer momento «preparatorio» son realizadas por la fuerza represiva, mientras que su respuesta sobrevendrá como momento de ascenso del conflicto en general, pero de las fuerzas populares en particular.

El régimen, entonces, concentra las acciones que implican movilizar muchas personas (efectivos en su caso) iniciando el operativo. En conjunto -ver marginales de la tabla analizada-, el pueblo no realiza muchas más acciones de masas (o concentradas) que las que realiza la fuerza del régimen. Esto indica, por otro lado, una alta movilización represiva. Esta se concentra en el primer momento del conflicto (20 a 26 de marzo), pero, no se detiene aquí. No cede este lugar a la reorganización y resistencia popular. Vimos que tras el paso del tiempo se modifica la situación. ¿Se modifica la correlación de fuerzas con el cambio de la situación del conflicto?[5]

El campo obrero de Villa Constitución logra muchas solidaridades. El arco de sujetos que se suman a su lucha es mucho más variado que el opuesto por el gobierno. Sin embargo, de la consideración del peso específico de las personificaciones que acompañan al gobierno, podemos ver que, en primer lugar, mantiene un significativo apoyo del movimiento sindical organizado. La UOM, junto con las «62 Organizaciones» se alinean con él. Otros sindicatos importantes también lo hacen. Con sólo estas organizaciones sindicales se tiene prácticamente una mayoría sindical-obrera en favor del campo del gobierno. En contraste, los obreros villenses logran solidaridad de una amplia gama de organizaciones obreras de base o de empresa. Veremos huelgas, inclusive, de parte de éstas, en solidaridad con los reclamos de Villa Constitución. Hay, sin embargo, un problema a observar ¿Cuál fue la reacción del conjunto de la clase obrera ante este hecho? Salvo un sector clasista o tendiente al clasismo el resto de los trabajadores no realizaron acciones colectivas de solidaridad con los obreros de Villa Constitución.

Nuestra hipótesis actual es que la mayoría nacional obrera no supo ser sustraída del apoyo al operativo. Decimos esto debido a la convocatoria de masas pro guberna-mental del 1 de mayo de 1975. En cambio, hubo «tironeos» en el campo de los partidos políticos opositores. La mayoría de estos se alineó con el Comité de Lucha -nueva expresión institucional de los obreros villenses en lucha-, aunque ésta poseía contradicciones. La más significativa es la habida al interior de la UCR. Se ubican del lado de la fuerza popular villense diversas fracciones y expresiones de este partido: Diputados, el Comité Provincial, y la tendencia a nivel nacional de «Renovación y Cambio». Estas tendencias internas se enfrentarán a la representada por Ricardo Balbín. El conflicto villense, removió luchas políticas existentes en su interior. Los obreros villenses lograron además de la adhesión de una franja de organizaciones obreras de base, la de un conjunto de partidos políticos y asociaciones intermedias, pero casi todas de la región donde el conflicto se concentró, sin lograr su extensión mas allá de estos límites. En contraste con esto, los aliados del Gobierno son fuerzas nacionales del movimiento sindical. En el nivel local, su principal aliado son las empresas y las fuerzas policiales provinciales (Buenos Aires, Santa Fé) además de la Federal. Estas componen las «fuerzas combinadas de seguridad». También cuenta con grupos armados parapoliciales. Diversas fuentes sindican a grupos de la Juventud Sindical Peronista (JSP) (ver Andujar, 1994).

Estos alineamientos nos muestran una imagen de fuerzas «cruzadas», o que expresan cortes transversales en las diferentes fracciones de clase en el campo de la clase obrera y en el campo de las expresiones institucionales de la clase dominante. En el primer caso, esto se expresa en la confrontación que comienza teniendo un carácter intra-sindical. A posteriori la confrontación se extiende, y en el conflicto de 1975 veremos al conjunto del proletariado zonal enfrentado a la expresión institucional de la clase obrera nacional.

Por otro lado, los partidos de oposición tienden a apoyar -aunque tibiamente- a este proletariado zonal que mantiene un alto nivel de confrontación con el gobierno nacional. Esta multipartidaria contiene fuerzas de carácter burgués, como son la UCR, Movimiento de Integración y Desarrollo, Demócrata Progresista, y no únicamente, como se podría pensar, fuerzas de izquierda, identificadas con estrategias revolucionarias o socialistas (como podríamos ver en los Partidos Socialistas, Comunista, Socialista de los Trabajadores, Vanguardia Comunista, Poder Obrero, Peronista Auténtico).

Fuerzas sociales en una situación política.

En el período por el que atravesaba el país, si tuviéramos que describir cómo se agrupan los grandes alineamientos en diversas fuerzas político-sociales, tomaríamos el análisis que presenta tres grandes líneas: el del Gobierno Nacional (donde se encuentran sus aliados, entre ellos la expresión mayoritaria del movimiento obrero organizado), el del régimen (sujetos y representantes directos de la burguesía hegemónica) y las fuerzas revolucionarias (sus expresiones políticas, militares y sus bases sociales, entre las que se encuentra una fracción de la clase obrera).

Supusimos que los enfrentamientos sociales de Villa Constitución en 1975, delinearían dos fuerzas en forma polar: una alianza del gobierno y el régimen y, por otro lado, una alianza de la clase obrera, fracciones populares y fuerzas revolucionarias. Es decir que si en el escenario nacional había aún una relación de confrontación entre dos expresiones distintas de la clase dominante, esta relación se transformaría en alianza frente a un enemigo común a ellos.

Contrastando nuestra imagen inicial encontramos que si bien supusimos que en los hechos observaríamos una frontalidad o polaridad, básicamente, entre fuerzas obreras y resto de las fuerzas sociales y políticas, en realidad se observa que muchos de los hechos (de tipo verbal, en nuestra clasificación actual) expresan la solidaridad de prácticamente el conjunto de los partidos políticos legales del momento (que se suman al apoyo de los «ilegales» de carácter revolucionario como PRT y Montoneros, así como de organizaciones tipo partidarias menores como OCPO, también de carácter ilegal)[6]. Inclusive los obreros en lucha recurren a Balbín[7], quien se pronunciará mas tarde, mediante sus expresiones acusatorias hacia la «subversión fabril».

La tesis de la «subversión fabril» es expresada conceptualmente en una intervención periodística de Mariano Grondona en su columna de «Mercado». Sobre esta tesis la represión buscaría una «solución preventiva». Por otro lado, la teorización de Grondona se daba en el marco de una coyuntura política en donde día a día se hablaba de la salida militar. Era un problema de la coyuntura, «la amenaza golpista», o el fantasma del golpe militar. Ante éste, los partidos tenderán, durante un tiempo, a agruparse contra los poderes militares. Creemos que esta actitud de los partidos políticos es contradictoria, y expresa la indecisión acerca de la forma de resolución de la crisis política.

Una acción dirigida a poner freno a la ola de intervenciones provinciales puede explicar esta alianza de los partidos con los obreros villenses, como un frente democrático. Al nivel de la provincia de Santa Fé, sobre la base de la experiencia anterior del mismo gobierno, se temía una nueva intervención provincial desde el Gobierno Nacional (en cuya acción estaría interesada la conducción sindical de las 62 organizaciones-UOM, como formas de la lucha interna en el peronismo, la cual atravesaba a la misma UOM).

En esta contradicción que señalamos, el resultado de la lucha interna en el radicalismo es seguramente uno de los alineamientos mas significativos, ya que produjo un nuevo hechoen sí mismo, cual es la ratificación de una conceptualización: «la subversión de fábrica» (Balbín).

Estos términos ampliarían la conceptualización en la que se basaba el operativo, y la que sería desarrollada por intelectuales como Mariano Grondona en sus artículos. El informe oficial de los resultados alcanzados en el operativo al día 9 de mayo (10 días antes del fin de la huelga, cerca de las declaraciones de Balbín y de la Convención Nacional de su partido) no hace mas que ratificar y explayarse sobre este campo de entendimiento[8]. La intervención intelectual de Mariano Grondona es significativa en el marco de nuestra hipótesis. En la confrontación de marzo de 1975, el régimen avanzaba,en este sentido anticipaba, la tesis básica sobre la que actuará la dictadura militar de 1976-1983, la conformación de un vasto enemigo social y político.

El aislamiento

Como forma de indagación sobre la génesis del conflicto pensamos: ¿Cómo los obreros han podido ser derrotados, a pesar de oponer una resistencia formidable? Una pregunta que hace a un análisis de la resistencia: nos remite a cómo se generó en el tiempo. ¿Porqué los obreros han podido ser derrotados?

Los obreros villenses logran unidad entre sí y con respecto a la población de la zona. Se evidencia en acciones de solidaridad, especialmente los días 16 y 22 de abril. Pero no lograrían grados suficientes de unidad respecto a otras fracciones del proleta-riado. Esto no significa ausencia de formas de solidaridad. Por el contrario, el conflicto de Villa Constitución se extiende a otras localidades y no sólo se remite a hechos sucedidos en esa localidad. Para explorarlo, vemos en la tabla 4 cómo se distribuyen en el espacio geográfico. Las acciones se concentran en la Provincia de Santa Fé.

Si desagregamos los hechos según la localidad donde se ubican encontramos que la mitad son de la localidad de Villa Constitución. Casi un quinto (17 puntos) representan las acciones libradas en la ciudad de Rosario, que es la ciudad grande más cercana. Sigue la Capital Federal con un décimo de hechos. No es muy significativo estadísticamente lo ocurrido en Córdoba, más si recordamos que es el centro del activismo obrero clasista. El resto consta de acciones en pequeñas localidades, aquí habrá tanto operativos de deten-ción y de bajas, como respuestas obreras en solidaridad. Se caracterizan por ser lugar de nucleamientos industriales, y por tanto de actividad obrera. En algunos registros no obtuvimos el dato de la localidad donde se iniciaban. 

Para representarnos la información desde el problema de la extensión del conflicto la discriminamos en la tabla 5 según fueran realizados dentro o fuera de Villa Constitución, incluyendo en «Villa» las pequeñas localidades más cercanas. Nos pregun-tamos si la solidaridad con los villenses ha sido lo suficientemente importante; de allí observamos su extensión.

Casi la mitad de los hechos protagonizados por la fuerza social que conforma el campo de los obreros atacados, son realizados fuera de Villa Constitución, mientras que en el régimen estos hechos externos representan el 35%. En general, las acciones que, fuera de Villa, se realizan con relación al conflicto de aquella ciudad representan el 40%. En otras palabras, una porción significativa se desarrolla fuera del «epicentro».

Si nos fijamos – tabla 6 – cómo las fuerzas en pugna redistribuyen sus encuentros con relación al conjunto de los territorios, podríamos ver que las fuerzas represivas se concentran en la ciudad de Villa al momento del ascenso general de la lucha. Esta variación es leve en el caso de las fuerzas populares. El campo popular mantiene sus encuentros en uno y otro lugar prácticamente a lo largo de todo el conflicto. No es el caso de las fuerzas del gobierno y del régimen.

Uno de los aspectos centrales que nos llevan a sostener la hipótesis de que las fuerzas obreras de Villa Constitución no pudieron superar cierto estado de aislamiento respecto de sus pares y aliados naturales se podría objetivar en lo siguiente. Quienes se solidarizan con los obreros de Villa Constitución expresan un sector muy minoritario del proletariado. Creemos que este arco de «ayudas» -que no han sido sólo declarativas- no llega a sumar el conjunto de fracciones obreras expresadas en el movimiento obrero alter-nativo a las 62 organizaciones, que podría ser caracterizado como el clasismo, los combativos, etc. La razón de ello, creemos, reside en que estos sectores ya habían sido, en forma separada, golpeados y severamente disminuidos. Podemos retrotraernos a las adhesiones conseguidas por las Comisiones Internas de las fábricas de Villa Constitución en su plenario nacional del 20 de abril de 1974, para realizar esta comparación. En otro lugar (Santella, 2000a) veíamos la franja sindical que adhería con el siguiente registro:

«40 sindicatos adhieren al movimiento clasista nacional en abril de 1974, 27 sindicatos adhirieron al movimiento de Villa Constitución en abril de 1974, 13 sindicatos son intervenidos por el gobierno peronista entre 1973 y 1976».

Para la huelga de 1975 ya habrían sido intervenidos estos 13 sindicatos. Por otro lado, las acciones solidarias no llegan a constituir situaciones de masas, sí en algunos casos (San Lorenzo, Ferreyra-Córdoba, Rosario). Tampoco el régimen. Pero para la formación de una fuerza social que rompiera el aislamiento que el operativo mismo creaba, este dato adquiere una significación diferencial para los obreros villenses.

Las acciones solidarias no llegan a constituir situaciones de masas. Estas no dejaron de concentrarse en el centro del conflicto y no pudieron ser extendidas en su radio. Las acciones de fuerza que hemos visto responden (policial o militarmente) a la represión tampoco lo logran, pero la relación de localización o extensión adquiere significados estratégicos distintos para cada fuerza en pugna, ya que la fuerza que ha tenido la iniciativa no necesitaba la extensión en el tiempo para la derrota del otro. La fuerza proletaria, por el contrario, sí necesita ampliar sus acciones para dispersar una fuerza de ocupación militar que fue siempre superior.

Las acciones solidarias no llegan a constituirse en situación de masas. Esto puede interpretarse en términos de la capacidad -como diría Gramsci- de «la nación oprimida» de dispersar la fuerza del ejército invasor.

Desde otra dimensión de análisis, ya no las situaciones de masas sino la relación entre fuerzas organizadas política e institucionalmente, el campo del régimen tiene un campo de oposición, pero no deja de contar con la mayoría del movimiento obrero sindical, que no es sustraída de este apoyo. Por otro lado, la movilización de la CGT del primero de mayo de ese año se ubica precisamente en el punto de torsión del conflicto. Siendo una concentración de masas que representa en ese momento a la mayoría obrera, en tanto alineamiento se ubica como apoyo a la fuerza social formada en torno al operativo iniciado el 20 de marzo por el gobierno nacional.

Conclusiones

Algunos autores como Gallitelli , a quien hemos nombrado ampliamente en este trabajo, proponen otra interpretación de la lucha de 1975 en Villa Constitución. Gallitelli habla de una no derrota tras la huelga de 1975.

«En tanto, en su desenvolvimiento el proletariado de Villa Constitución actuó como acelerador en la desilusión del peronismo desarrollando sus propios métodos de clase frente a la burguesía y sus bandas fascistas que se incorpora al conjunto de la experiencia del movimiento obrero, la huelga no es una derrota, sino un avance sin atenuantes».

Como hemos visto, nuestro punto de vista es diferente. Por un lado, el movi-miento social de Villa Constitución es derrotado por el aislamiento al que es llevado, lo cual significa una victoria del régimen político. En el análisis de esta «victoria» habría que considerar muchos aspectos. Sin embargo, refirámonos al grado diferente de la relación de fuerzas en que cada actor estaba situado. Esta desigualdad permite a las fuerzas del gobierno y sus aliados desarrollar la iniciativa. Un dato que debe interpretarse en este marco es la concepción política por parte de la fuerza social del régimen (en la cual hay que incluir a un conjunto de organizaciones además de las gubernativas), más elaborada que la de su enemigo social. El subversivo fabril, tal como lo teorizaron Balbín y Mariano Grondona en esos días.

Por otro lado, si bien la estrategia represiva para el conflicto no es del tipo geno-cida que se verá a partir de 1976, es preparatoria de las condiciones de tal escenario. Un indicador de los obstáculos que inhibían y a su vez demandaron al régimen la «solución final» exigida por Mariano Grondona en 1975, son los niveles «enormes» de resistencia popular al Operativo Serpiente Roja del Paraná. Pero además, la derrota infringida con el retorno al trabajo es lo que posibilita niveles represivos mayores que los posibles antes de la huelga, en un increscendo hasta marzo de 1976. Hemos llamado al efecto que se produjo con motivo de la derrota popular «desarme» ante las nuevas condiciones represivas, que son posteriores a 1975 y paradigmáticas del modo de aniquilamiento que adquiere la fuerza estatal frente al movimiento social de oposición y protesta social y política en la Argentina.

En su argumentación Gallitelli incorpora un conjunto de elementos. Básicamente refiere a la relación entre la lucha local y la lucha general de la clase obrera. Dice que en lo local es posible hablar de una derrota, pero no frente al

«grado de incidencia que tiene sobre el desarrollo de la lucha de clases general y en el estadio de la evolución de los explotados». «Mas desde el punto de vista general de la situación general del país, fueron los 61 días de huelga villense los que paralizaron la ofensiva gubernamental contra el conjunto del movimiento obrero, permitiéndole a éste conservar importantes posiciones y protagonizar la huelga general de junio-julio que pondrá en crisis definitiva al gobierno de Isabel-Lopez Rega y al conjunto del aparato peronista. Los dos meses de huelga significaron un profundo deterioro político del gobierno, y la quiebra por hambre – de la huelga – una derrota política».

Vemos aquí que el autor matiza su afirmación inicial, al señalar que la quiebra de la huelga por hambre es una derrota política. Gallitelli incorpora en el análisis uno de los factores fundamentales de la coyuntura política, el que tiene que ver con las negociaciones salariales nacionales, en puerta. Recordemos que uno de los pilares del Gobierno peronista de 1973 es el Acta de Compromiso Nacional o Pacto Social, firmado entre la CGT, CGE y Gobierno, por el cual se había acordado el congelamiento de salarios y de las Convenciones Colectivas de Trabajo hasta dos años después. Esa fecha estaría próxima a los hechos del Operativo, en poco tiempo más debían celebrarse esas Paritarias. Los hechos de Villa Constitución son analizados por Juan Actis como una confrontación adelantada por parte del Gobierno a la que se produciría mas tarde con el conjunto del movimiento obrero. La Seccional «Marrón» de la UOM de Villa había preparado el «anteproyecto de paritarias», el cual sería mucho más avanzado que el que propondría el Secretariado Nacional de la UOM o las 62 Organizaciones Peronistas, en general. Para legitimar tal Anteproyecto, la Seccional de Villa Constitución lo habría girado y discutido con muchas Comisiones Internas y Seccionales del resto del país. En este marco, la resistencia prolongada brindada por los obreros de Villa, representados por el Comité de Lucha y la población local, seguramente haya sido observada por el conjunto de los obreros del país y, aunque no haya despertado una rebelión general en favor de éstos, si pudo haber constituido una imagen de combatividad para ellos y un modelo de acción a seguir. Pero, desde otro lado, también es posible pensar que la derrota local quitó al movimiento de protesta obrera posterior, el de las «jornadas de junio y julio», uno de sus mejores destacamentos. En este sentido la derrota adquiere un sentido regresivo en la «evolución de conjunto».

Habíamos visto, cuando analizábamos las solidaridades recibidas por el Comité de Lucha de Villa Constitución, que si bien éstas eran muchas, no alcanzaron para revertir la correlación general de fuerzas y tampoco para lograr el apoyo activo del resto de la clase obrera en el país. La complejidad del caso estriba también en que, si bien la confrontación se localiza espacialmente en un territorio interno del estado nación sin extenderse a su totalidad, la desigualdad entre las fuerzas está dada por el diferente carácter de las fuerzas en pugna: local, por un lado y estado nacional, por otro. El desarrollo de los acontecimientos no logra cambiar este rasgo, definiendo la confrontación hasta el levantamiento de la huelga.

De este modo, las fuerzas sociales que se constituyeron en los enfrentamientos (recordemos que una parte de los grupos en lucha estaba previamente alineada, mientras que las solidaridades se incorporan en el momento a las fuerzas activas en pugna) expresan alianzas entre fracciones de las clases y también expresiones territoriales de las mismas. Retomemos el análisis de coyuntura propuesto en la afirmación de que en la situación por la que atravesaba el país estaba definida por la acción de tres fuerzas: el régimen, el gobierno y las fuerzas revolucionarias.

La clase obrera divide sus apoyos entre las dos últimas. Por un lado, hacia un gobierno que representa al peronismo, la identidad mayoritaria forjada históricamente desde la década del cuarenta. Por otro, las fracciones más contestatarias y radicalizadas de la clase obrera, entre las que se cuenta la organización lograda en su lucha por los obreros de Villa Constitución (tanto los metalúrgicos como los ferroviarios y la CGT local se adscriben a esta tendencia).

El régimen, los grupos de carácter orgánico de la clase dominante, son claros en este aspecto, como lo mostramos al analizar el carácter de las empresas y de Acindar.

En el proceso de lucha de clases se unen a los dos primeros grupos; el gobierno mantiene su hegemonía política sobre la clase obrera, para aislar mediante la confrontación directa y armada, a uno de los más avanzados sectores sociales de las fuerzas revolucionarias. 

Esta es, según nuestro análisis, la especificidad del Operativo de Villa Constitución, así como otras avanzadas represivas del gobierno peronista en aquel período. Especificidad: si bien se produce la unidad de los de arriba frente a una clase obrera radicalizada, esta unidad también es progresivamente fracturada -ya había sido rota por los sectores mas concentrados del empresariado-, por las iniciativas primero en el campo económico y luego en el campo militar de las fuerzas sociales del régimen, esto es, la burguesía dominante y concentrada, que ya no era representada por la Confederación General Económica. El objetivo de la fracción hegemónica de la burguesía está trazado en la instalación de otro gobierno, que respondiera mejor a sus intereses y la reestructuración económica. Martinez de Hoz, hoy Director de Acindar, sería mañana Ministro de Economía del nuevo gobierno de facto. 

México DF, octubre 2001

Tablas

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Tarrow, Sidney (1997): El poder en movimiento. Los movimientos sociales, la acción colectiva y la política, Alianza Universidad, Madrid.


Notas

[1]El texto que presentamos es resultado de una investigación apoyada por una Beca de Introducción a la Investigación (para estudiantes de grado) de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad de Buenos Aires (UBACyT), con la dirección de la Profesora Inés Izaguirre, con asiento en el Instituto, para el período 1998-2000. Agradezco los comentarios hechos por Nicolás Iñigo Carrera, Ricardo Donaire, María Luisa Tarrés, Francisco Zapata, y Antonia Muñoz a borradores previos de este artículo.

[2]Esta coyuntura política favorecería la movilización popular. El colectivo de la revista Pasado y Presente (editorial num. 1 segunda época, 1973) lo analizaría en términos del significado que para los obreros tomaría tener “un gobierno propio”. Esto actuaría como respaldo para los obreros en sus luchas antes obstaculizadas o reprimidas. Esta hipótesis se tomó en los análisis posteriores de Jelin y Torre sobre las luchas obreras del período. En otros términos, podría hablarse aquí de la apertura de un contexto de “oportunidades políticas” para la movilización. Sobre este concepto entre otros, ver Tarrow (1997).

[3]El apoyo empírico para este análisis consiste básicamente en el relevamiento de todas las acciones involucradas en la confrontación de marzo a mayo de 1975 en torno a Villa Constitución. Para ello nos basamos en el diario La Capital de Rosario, a partir del cual elaboramos una base estadística tomando la acción-encuentro como unidad de registro, construyendo 270 casos. Sobre esto realizamos el análisis estadístico que se observará en las páginas que siguen.

[4]Esta nota es parte de un texto, “La confrontación de Villa Constitución (Argentina, 1975). Avance de investigación”. Aquí tomamos lo que hace al análisis del significado del conflicto, dejando de lado la descripción básica de la huelga y sus vicisitudes.

[5]Asumimos que existe una relación de fuerzas preexistente al conflicto, y que su desarrollo puede redundar en su modificación o no. Esta «preexistencia» de una relación de fuerzas previa al conflicto de Villa Constitución sin embargo se objetiva, se actualiza en los conflictos o, según la unidad de análisis mínima de la teoría de la guerra, en los encuentros. «Todo encuentro es una relación entre fuerzas…un encuentro es la forma que históricamente, objetivamente, se mide la fuerza, no se trata pues de una forma reflexiva, es una forma social y práctica, histórica, real.» (Marín, 2000, 30) Podríamos decir que la relación de fuerzas previa al conflicto de Villa Constitución ha sido construida a través de procesos previos de confrontación.

[6]Este movimiento obrero tiene una presencia preponderante en su conducción de las organizaciones revolucionarias armadas, en el siguiente orden de importancia político social: Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), Organización Comunista Poder Obrero (OCPO) y, por último, Montoneros quienes a pesar de su identidad peronista no estaban tan insertos en la organización obrera. Ver sobre este tema nuestro (2000b).

[7]El Comité de Lucha pide una entrevista -y es concedida- al dirigente de la UCR, en los primeros momentos del conflicto, a fin de que interceda en favor de éstos, el 28 de marzo en la Capital Federal.

[8]La resolución promovida por el sector de Ricardo Balbín en el radicalismo podría ser vista como un “cierre” de oportunidades para el movimiento social radicalizado, en este caso el de Villa Constitución. Así la movilización que se había iniciado con fracciones de gobierno en conflicto entre sí y favorables a la movilización (1973, Cámpora) se enfrenta a la unificación y la determinación represiva de casi todas las fracciones de gobierno hacia 1975.

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