Nota de Nicolás Villanova sobre la tendencia histórica a la baja salarial argentina y la situación actual. En Infobae (01/12/2014)

en Prensa-escrita

Una nueva fase de descenso salarial en 40 años de baja absoluta

01/12/2014

Por Nicolás Villanova*

La baja salarial del conjunto de los asalariados es condición del «modelo» de crecimiento kirchnerista. El relanzamiento del ciclo económico a partir del año 2003 tuvo como base el piso salarial más bajo de los últimos 70 años de historia, sumado al elevado precio de la soja. Dicho en otros términos, el «modelo» le debe parte de su auge a la última devaluación y la baja salarial. Tan es así que la rentabilidad industrial creció a un ritmo elevadísimo entre los años 2003 y 2005, es decir, el período de mayor caída salarial absoluta.

Luego, la propia dinámica económica llevó a una mayor demanda de empleo, las remuneraciones aumentaron y la actividad tendió a incrementarse. Pero, a seis años de dicho crecimiento, la economía se estancó y, junto con ella, el salario y la tasa de empleo. A partir del año 2012, el ciclo de descenso salarial y su disminución en la capacidad de compra comenzó a manifestarse nuevamente. ¿Por qué ingresamos otra vez en esta fase de caída salarial?

La ineficiencia de la economía argentina, debido a la escasa productividad del trabajo y baja escala de producción en relación al resto del mundo, ha sido compensada entre 1950 y 1974 por subas salariales por detrás de países como los EEUU (es decir un abaratamiento relativo en términos internacionales) y a partir de 1974 ya con bajas absolutas del salario real (ver gráfico).

 

 

El principal mecanismo de baja salarial que se implementa en la Argentina es la inflación. Existen pocos años en la historia donde se produzcan caídas nominales del salario (’95, ’96, ’99, 2000 y 2002). El Rodrigazo marca el inicio de descenso absoluto del salario en la medida en que los precios de los productos crecen a un ritmo más elevado que las remuneraciones. No obstante, en las décadas posteriores hay momentos en los cuales el salario se recompone aunque no se sostiene en el tiempo (ascenso en el período 1983-1984, descenso hasta la hiper del ’89; ascenso entre 1990 y 1994, caída hasta la crisis de 2001). En general, la disminución salarial ha sido acompañada por elevados niveles de desempleo, sobre todo a fines de los ’80 y los ’90.

Luego de la crisis de 2001, la economía se recompuso sobre bases endebles. El crecimiento del empleo en el sector registrado se efectuó en las ramas que peores salarios pagan las cuales constituyen el 61% del total de trabajadores «en blanco». Se trata, sobre todo, del empleo en el comercio, construcción, hoteles y restaurantes. En los últimos años, incluso, la no actualización del mínimo no imponible opera como un freno a la paritaria y pone un tope al incremento salarial (situación que ha dado lugar a la ruptura del Moyanismo con el gobierno).

Por otra parte, la consolidación del empleo no registrado (que desde 2010 se estancó en el orden del 33% y que hoy se compone de 4 millones de asalariados) también actúa como mecanismo de baja salarial. El salario de los empleados no registrados constituye en promedio la mitad de lo que se obtiene «en blanco».

Además, la evasión en el pago de las cargas sociales y aportes jubilatorios crea ganancias extraordinarias para los empresarios que no registran a sus empleados. Al multiplicar la cantidad de trabajadores no registrados por el porcentaje de cargas sociales que se ahorran los empresarios que contratan «en negro», el resultado es un ahorro que sólo en el año 2013 constituyó más de 10.500 millones de dólares.

Por último, un porcentaje cada vez más elevado de asalariados es empleado por el Estado, cuyo mayor peso se concentra en las administraciones provinciales y municipales, allí donde los salarios se encuentran por debajo del conjunto de la economía. El Estado, al igual que los empresarios que emplean en negro, también se nutre de una de las capas de la población asalariada peor pagas. Se estima que en el año 2013 el 12,2% de los empleados públicos en el país no estaban registrados. Todo esto impacta en la tendencia a la baja salarial y la escasa capacidad de compra comienza a afectar el consumo. Por ello, no es casual que ahora los estatales estén reclamando un bono de fin de año y los cooperativistas y beneficiarios de planes de empleo (que dependen de la asistencia del Estado) exijan alimentos a los supermercados.

Con los mismos mecanismos que operaron en los años ’75, ’82, ’89 y 2001, es decir, la devaluación seguida de la inflación, el Gobierno Nacional avanza en su intento por sostener un modelo sobre la base del ajuste, la precarización laboral, el desempleo y el ataque a las condiciones de vida de los trabajadores. La baja salarial de los últimos dos años es expresión de este proceso que lleva décadas. Los que se plantean suceder al gobierno con mayores chances electorales no presentan un camino alternativo ya que se apoyan en quienes necesitan de la baja salarial para crecer. Los trabajadores deben confiar en sus propias fuerzas para cambiar el curso de la historia.

* El autor es doctor en Historia y miembro del CEICS (Centro de Estudios e Investigación en Ciencias Sociales

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