Manzur y los límites del «feminismo» oficialista

En el marco de la crisis política provocada luego de la derrota del oficialismo en las PASO, el gobernador de Tucumán Juan Manzur fue nombrado nuevo Jefe de Gabinete. Ahora bien, recordemos quién es Manzur. Ya conocido por truchar las cifras de mortalidad infantil en Tucumán, Manzur se va con un 45% de la provincia por debajo de la línea de pobreza, mientras él se enriqueció desmesuradamente. En seis años de gestión, nunca adhirió la provincia a la ley de ESI ni a la ILE, y fue uno de los principales lobbistas «provida» en el marco del histórico debate del aborto en 2018. El hecho sin duda más horroroso fue obligar a parir a una nena de 11 años víctima de violación.

Sin embargo, en los últimos días nos cansamos de ver «feministas» oficialistas defendiendo a capa y espada la supuesta propuesta de Cristina para «relanzar» el gobierno de Alberto. La misma Ministra de Mujeres, Géneros y Diversidad, una de las tantas que en su momento denunciaron a Manzur, hizo la vista gorda. Mientras tanto, Georgina Orellano (secretaria general de AMMAR, Asociación Meretrices de la Argentina), conocida militante regulacionista de la prostitución y de los derechos del fiolaje, nos dice a las feministas que hay que abandonar el progresismo y bancársela, porque lo que está en juego es el modelo económico y no ya «lo simbólico». ¿Lo simbólico sería el derecho al aborto legal, seguro y gratuito que, luego de años de lucha, aunque no sin limitaciones, conquistamos apenas el año pasado? ¿O la agenda queer? No sabemos. Ahora, ¿puede el «modelo económico» del peronismo ofrecernos algo más que miseria? ¿O la próxima medida es regular la prostitución para que no haya más desocupadas? ¿Con este gabinete Orellano logrará convertirse en la burocracia sindical del proxenetismo?

Orellano, nos corre por acusar a Cristina de «poco sorora». Con Cristina no hay sororidad posible. Si nos une el sexo, nos separa la clase, y el nombramiento de Manzur no es más que un claro ejemplo de esto. Basta que haya intereses de clase de por medio para que el feminismo pase a segundo plano. Si lo único que puede ofrecernos el «feminismo» oficialista es sororidad con Cristina, con la burguesía proxeneta y una agenda queer que no nos pertenece, de feminismo no tiene nada.