LUCHA DEL MOVIMIENTO OBRERO EN UN MOMENTO DE CRISIS DE LA SOCIEDAD: ARGENTINA, 1975-1976

en Revista RyR n˚ 4

Este artículo constituye una síntesis de un trabajo ya publicado: Cotarelo, María Celia y Fernández, Fabián: Lucha del movimiento obrero y crisis de la alianza peronista argentina, junio y julio de 1975 y marzo de 1976, Documento de Trabajo Nº 6, PIMSA – Documentos y Comunicaciones, 1997. Este trabajo incluye un relato extenso de ambos hechos.

Por María Celia Cotarelo y Fabián Fernández (miembros del Programa de Investigación del Movimiento de la Sociedad Argentina)

Desde la década de 1940, en la Argentina la mayoría de la clase obrera integra una alianza social cuya expresión política es el peronismo. Su participación en dicha alianza, fase necesaria en su proceso de formación en tanto clase, le ha permitido ocupar el mayor espacio posible dentro del sistema social vigente, legitimando de esta forma una parcialidad de los intereses de los obreros: en tanto asalariados y en tanto ciudadanos.

Sin embargo, en el desarrollo de esta estrategia, la clase obrera no sólo participa del enfrentamiento con la otra gran alianza social conformada en esas décadas -expresada en el antiperonismo-, sino que también tiende a enfrentarse a las fracciones burguesas de la alianza que integra, disputando su conducción.

Por lo tanto, la relación entre la clase obrera y las fracciones burguesas dirigentes dentro de la alianza peronista no ha permanecido siempre igual a lo largo del tiempo: se han producido varios momentos de crisis en esa relación, crisis que va adquiriendo distintas formas y grados de extensión y profundidad, según las condiciones generales imperantes en la sociedad en cada momento. La situación de crisis se hace más evidente cuando la alianza peronista ocupa el gobierno, tal como en los últimos años de la segunda presidencia de Juan Domingo Perón (1954-55) y más aún, en 1975-76, durante el último año de gobierno de María Estela Martínez de Perón. Nos preguntamos, entonces: ¿qué es lo que provoca la crisis en la alianza? ¿Es la emergencia del interés de clase de la clase obrera la que produce la crisis en esta relación? ¿Cuál es la forma y el carácter que asume esta crisis? ¿Cuál es el grado de extensión y profundidad que alcanza en cada momento?

Es respecto a estos problemas generales que hemos emprendido la investigación de dos hechos que se producen en un momento en que la crisis en la relación entre la mayoría de la clase obrera y las fracciones burguesas de la alianza que integra aparece más evidente. Crisis que, al ocupar esta alianza el gobierno del estado, se manifiesta como crisis que abarca el conjunto del sistema institucional.

Los dos hechos que investigamos son las luchas que el movimiento obrero lleva adelante contra la política del gobierno de María Estela Martínez de Perón en junio y julio de 1975 y en marzo de 1976. En 1975 se produce la primera huelga general contra un gobierno peronista; hasta entonces, la lucha de los obreros con el peronismo en el gobierno no había superado la forma de huelgas generales por rama. Esto podría constituir uno de los indicadores de que la crisis en la alianza asume en ese momento un grado más elevado en relación a momentos anteriores de crisis con el peronismo en el gobierno.

En un comienzo el hecho que nos proponíamos investigar lo constituía sólo la lucha del movimiento obrero contra el Plan Rodrigo, en 1975. Pero el desarrollo de la investigación nos llevó a constatar que en marzo de 1976, en los días previos al golpe de estado del día 24, el movimiento obrero se encuentra aún movilizado, esta vez en contra de las medidas económicas conocidas como el Plan Mondelli; llevando a cabo una acción que presenta, a primera vista, características similares a las de las «jornadas de junio y julio» del año anterior.

Ambas luchas se dirigen contra políticas que anticipan elementos de procesos que se desarrollarán posteriormente, en particular el incremento de la presencia del capital extranjero en este territorio y el avance sobre las condiciones de trabajo y de vida de la clase obrera, una de cuyas manifestaciones es la llamada flexibilización laboral. Procesos que se intensificarán a partir de la acción de los cuadros militares de la oligarquía financiera, que asumen el gobierno mediante el golpe de estado de marzo de 1976.

Lo que presentamos aquí es una breve referencia a las acciones que constituyen ambos hechos, señalando luego algunos de los rasgos que los caracterizan y que se desprenden del relato que hemos elaborado. El relato ha sido construído a partir de las distintas formas que va asumiendo la lucha de los obreros, observando el proceso de constitución y de desarrollo de la huelga general, y atendiendo a los distintos grados de extensión y centralización de la organización de la lucha.

La dimensión general de este trabajo es, pues, lucha, y lo que observamos es la huelga, en sus distintas formas: por establecimiento, por rama local, por rama nacional, por localidad, con manifestación, con concentración, con ocupación de fábrica, así como trabajo a reglamento y «a tristeza»; e incluyendo las acciones que hacen a la preparación y efectivización de la huelga, tales como asambleas en el lugar de trabajo y piquetes de huelga. Todos estos medios y formas de lucha van constituyendo, en su realización, la huelga general, siendo ésta la forma que contiene, en el momento de su desarrollo, a todas las demás.

Lucha contra el «plan Rodrigo»

A partir del ordenamiento de la información con la que contamos hasta el momento, hemos delimitado dos períodos en el transcurso de este hecho, tomando como dimensión la lucha obrera, atendiendo a los grados de extensión y centralización de la organización de la lucha, en el proceso de constitución de la huelga general.

El primer período -de la huelga por establecimiento a la huelga general- se extiende desde el 2 de junio, en que se produce la primera acción obrera en protesta contra los inminentes aumentos en los precios de combustibles y tarifas, junto con el reclamo de aumentos de salarios a fijarse en las convenciones colectivas de trabajo, hasta el 27 del mismo mes, día en que se lleva a cabo una huelga con movilización convocada por la CGT nacional, centralizándose así la lucha del movimiento obrero. En este período pueden delimitarse tres momentos según la forma de lucha, según los grados de extensión y centralización de la organización de la lucha.

El segundo período se extiende desde la huelga general del 27 de junio hasta la huelga general por 36 horas realizada los días 7 y 8 de julio. Este período, que denominamos período de desarrollo de la huelga general, constituye el punto más alto en el desarrollo del movimiento.

A partir de la huelga general y a lo largo del mes de julio, se realizan los objetivos inmediatos planteados por el movimiento obrero en su lucha. Queda pendiente determinar si las luchas de los obreros que se desarrollan en los meses que se extienden entre la huelga general de julio de 1975 y la lucha contra el Plan Mondelli en marzo de 1976 constituyen un tercer período con características propias, para lo cual deberemos relevar información acerca de las luchas ocurridas en ese período.

Primer período: de la huelga por establecimiento a la huelga general

En este primer período, podemos señalar tres momentos, atendiendo a los cambios en la extensión y la centralización de la lucha del movimiento obrero, en respuesta a las acciones del gobierno nacional:

1) De la huelga por establecimiento a la huelga por rama local con manifestación (desde el 2 hasta el 11 de junio): El 31 de mayo vence el plazo para la renovación de los convenios colectivos de trabajo, según lo establecido en el Pacto Social de 1973. Tras largas negociaciones, en una reunión entre el gobierno, la Confederación General del Trabajo (CGT) y la Confederación General Económica (CGE) realizada el día 27, se habría decidido fijar un aumento salarial del 38%, así como no incluir cláusulas que afectaran la productividad. Sin embargo, ante el reemplazo del ministro de Economía Alfredo Gómez Morales por Celestino Rodrigo, los sindicatos (comenzando por la Unión Obrera Metalúrgica) y las cámaras empresarias deciden suspender la firma de los convenios colectivos hasta conocer las nuevas medidas económicas.

El 2 de junio asume Rodrigo y el 4 anuncia su plan económico: devaluación del peso con respecto al dólar (que llega a un 160% en el llamado mercado comercial) con el objetivo de promover las exportaciones, y un ajuste en las tarifas de servicios públicos (en electricidad, un 40% en consumo domiciliario y 75% en otros consumos eléctricos; en gas oil, un 50%; en gas, un 60% en el consumo domiciliario y un 70% en otros consumos) y de combustibles (los aumentos en la nafta, por ejemplo, superan el 170%). A estos aumentos se suman los del transporte colectivo (cerca de un 50%), los de las tarifas de taxis en la Capital Federal y las tarifas ferroviarias.[1]

Es en relación a estos dos hechos -la falta de acuerdo con los patrones en las paritarias y la política económica del gobierno- que el movimiento obrero emprenderá su lucha: la primera acción se produce el 2 de junio en la fábrica de IKA-Renault en Santa Isabel, Córdoba.

El reemplazo del ministro de Economía el día 2 de junio marca un cambio en relación a la lucha del movimiento obrero que venía desarrollándose desde meses antes. Las luchas en reclamo de la firma de las convenciones paritarias que se desarrollaban en forma aislada por rama o lugar de trabajo comienzan a confluir en oposición a la política económica del gobierno. Al tiempo que se suspenden las negociaciones paritarias por parte de los sindicatos y de los empresarios, comienza a extenderse la lucha obrera por aumentos salariales muy por encima del tope del 38% sugerido por el gobierno y contra las medidas económicas anunciadas por Rodrigo. Las luchas se producen en las ciudades de Córdoba y de Santa Fe, impulsadas y organizadas por las comisiones internas de fábricas y cuerpos de delegados, con la oposición de los sindicatos y regionales de la CGT y de las 62 Organizaciones, con la excepción de la UOM-Córdoba y la UPCN-Santa Fe. Los que se movilizan son fundamentalmente los obreros de automotrices y metalúrgicos.

2) Huelga parcial por localidad con manifestación (desde el 12 hasta el 26 de junio): Ante la presión de las luchas obreras y de la negociación por parte de los dirigentes sindicales, el gobierno eleva el tope de aumento salarial sugerido del 38 al 45%; sin embargo, esta «sugerencia» del gobierno provoca la extensión de la lucha del movimiento obrero: ya no sólo se desarrolla en Córdoba y Santa Fe, sino que se extiende también a Mendoza, Rosario, Gran Buenos Aires y Capital Federal; junto con los obreros de automotrices y metalúrgicos, se movilizan obreros y trabajadores pertenecientes a distintas ramas; y junto a las comisiones internas, cuerpos de delegados y coordinadoras también convocan a huelgas y marchas direcciones sindicales pertenecientes a las 62 Organizaciones. A la vez, la lucha se va centralizando bajo la forma de huelga parcial por localidad con manifestación.

Desde el 20 hasta el 26 de junio la mayoría de los sindicatos firman sus convenios colectivos con aumentos, en todos los casos, superiores al tope sugerido por el gobierno y comienzan a presionar a éste para que los homologue. A la vez, fundamentalmente obreros pertenecientes a sindicatos menores, que no están satisfechos con los aumentos logrados en paritarias, presionan a sus respectivos dirigentes sindicales para que continúen negociando. Las direcciones sindicales pertenecientes a las 62 Organizaciones son las que tienen a su cargo la negociación y firma de los convenios con los patrones.

3) La huelga general con concentración (27 de junio): El «rumor» de que el gobierno no homologaría los convenios provoca la extensión de la lucha a nivel nacional, junto con un grado mayor de centralización, bajo la forma de la huelga general. La lucha se mueve, pues, en sentido ascendente: de la lucha económica a la lucha política; de la huelga por lugar de trabajo y por rama a nivel local a la huelga general nacional.

En relación al conjunto del primer período, puede observarse que:

* La estructura económico-social concreta que se pone en movimiento es fundamentalmente aquélla caracterizada por la articulación del elemento capitalista de economía privada y el elemento de los pequeños patrones, es decir, la estructura donde es mayor el grado de desarrollo de las fuerzas productivas y la extensión de las relaciones salariales en la Argentina, siendo aquélla en la que el volumen del proletariado es mayor.[2] El desplazamiento del movimiento desde las ciudades del interior hacia el Gran Buenos Aires y la Capital Federal -lugares donde se encuentra la mayor cantidad y concentración de obreros- es una de las características de este hecho.[3] En el momento de la huelga general del 27 de junio, la lucha se extiende al conjunto de las estructuras económico-sociales que constituyen la Argentina.

* El que lleva a cabo esta lucha es el conjunto de la clase obrera: participan obreros de la órbita de la producción, de la órbita de la circulación, obreros insertos en la maquinaria estatal, así como fracciones pequeño burguesas enlazadas en salario. Los únicos obreros que no participan son los obreros agrícolas y los obreros desocupados. Sin embargo, éstos últimos no tienen, en ese momento, un peso significativo dentro del conjunto del proletariado. La participación de otras fracciones sociales en esta lucha no aparece como relevante: sólo se movilizan estudiantes y algunos pequeños comerciantes, siendo su presencia secundaria en este movimiento.

* Dentro del conjunto de la clase obrera, la fracción que encabeza la lucha es la fracción obrera de gran industria. Los obreros cuya participación es más activa y constante son los pertenecientes a la rama automotriz -que son los que comienzan la lucha- y los de la rama metalúrgica. Se encuentran presentes obreros de plantas grandes y medianas, de gran industria, así como también de pequeñas fábricas y talleres.

* La forma de lucha que subordina a las demás es la huelga general con concentración. El medio de lucha más utilizado durante todo el primer momento es la huelga -por lugar de trabajo, por rama, por localidad- con manifestación callejera, acompañada de concentraciones, asambleas en las fábricas y la organización de piquetes de huelga. Se producen algunas ocupaciones de fábricas, -en algún caso, con toma de rehenes- pero éstas son escasas. Tampoco son frecuentes los choques callejeros con la policía, los cuales son deliberadamente evitados por los manifestantes. En las manifestaciones y marchas confluyen obreros pertenecientes a distintas fábricas y ramas. Las marchas se dirigen principalmente hacia los locales de los sindicatos y de la central obrera de cada regional y hacia las casas de gobierno provinciales y la casa de gobierno nacional.

* Como hemos visto, el movimiento comienza con huelgas por lugar de trabajo y por rama en algunas de las ciudades más importantes del país, fundamentalmente en Córdoba; se va extendiendo a otros lugares de trabajo, ramas y ciudades, en donde los obreros llevan a cabo huelgas y manifestaciones simultáneamente, alcanzando la forma de huelga parcial por localidad con manifestación; hasta finalmente generalizarse en la huelga con concentración convocada por la CGT nacional el 27 de junio, momento en que el movimiento asume forma nacional.

* Ni las huelgas ni las manifestaciones son espontáneas. Puede observarse un alto nivel de organización desde el comienzo mismo del movimiento: se realizan asambleas en las principales fábricas, en las que se deciden los pasos a seguir; los obreros están organizados en comisiones internas de fábrica y cuerpos de delegados, coordinadoras de gremios, además de en los sindicatos; se forman piquetes de huelga; los obreros marchan formando columnas por lugar de trabajo y/o por gremio y por zona (como en el Gran Buenos Aires), con pancartas, banderas y consignas definidas.

* Si bien las comisiones internas de fábrica, coordinadoras de gremios y corrientes sindicales opuestas a las conducciones de los sindicatos y centrales regionales y nacionales ocupan un lugar central en la organización y movilización obrera, el movimiento sólo logra centralizarse en la huelga general cuando interviene la CGT nacional llamando a la huelga con movilización del día 27. Por lo tanto, si bien se manifiesta un grado de ruptura entre sectores de las masas obreras y sus dirigentes de los sindicatos a nivel local y nacional, esta ruptura no es total ni general. De la misma manera, si bien la constitución de organizaciones y cuadros dirigentes de izquierda ha alcanzado un grado más alto y extendido que en otros momentos, que les permite comenzar a plantear la disputa por la conducción del movimiento obrero, éstos no se encuentran aún en condiciones de nacionalizar y centralizar la lucha. El conjunto del movimiento obrero no desconoce a las direcciones sindicales sino que las presiona para que se pongan al frente de la lucha. Los obreros comienzan presionando a las direcciones de los sindicatos y de las regionales de la CGT locales, algunas de las cuales se ponen a la cabeza de la movilización. A partir del 27, cuando también lo hace la CGT nacional, los obreros comienzan a presionar a otro nivel (directamente a la CGT nacional).

* Cuando los obreros se movilizan conducidos por comisiones internas o coordinadoras de gremios, el gobierno, por medio de su fuerza armada -la policía-, impide que sigan avanzando. En cambio, cuando la movilización es convocada por la CGT o por los sindicatos de las 62 Organizaciones, permite el desplazamiento.

* Hasta el 20 de junio, los reclamos giran en torno a la firma de las convenciones colectivas con aumentos salariales superiores al tope que pretende el gobierno y en contra de las medidas económicas conocidas como el Rodrigazo. Se dirige, pues, contra los capitalistas, a fin de presionarlos para que firmen los aumentos salariales, y contra la política económica del gobierno nacional. Desde la firma de los convenios el día 20 el reclamo se dirige fundamentalmente contra el gobierno, a fin de que homologue esos convenios, lo que pone en cuestión uno de los puntos esenciales del Plan Rodrigo que apunta a la disminución del salario real; al tiempo que comienza a exigirse las renuncias tanto de Rodrigo como de José López Rega. El movimiento obrero se enfrenta así no sólo a la política económica del gobierno, sino a la política del gobierno en su conjunto.

En cuanto a la huelga general con concentración del 27 puede observarse que:

* Si bien la CGT convoca a una huelga con manifestación en el Gran Buenos Aires y Capital Federal, ésta se hace general y se lleva a cabo en la mayor parte del territorio nacional.

* Es la primera vez, en el desarrollo de este movimiento, que los obreros del Gran Buenos Aires paran masivamente y marchan hacia la Capital Federal, a la Plaza de Mayo. Antes, los que lo habían intentado fueron los obreros de Ford Pacheco, junto con los de otras fábricas de la zona norte, pero no había habido intentos masivos por parte de los obreros de todo el cordón industrial.

* Por primera vez también las consignas se refieren directamente contra los ministros Celestino Rodrigo y José López Rega, junto con el reclamo de homologación de las paritarias. El movimiento es ahora explícitamente político.

* Los sindicatos nacionales conducen la movilización. Cuando la CGT llama a desconcentrarse la mayoría de los manifestantes se retira. Como ya dijimos, la CGT aparece como la única organización con capacidad para conducir al movimiento obrero a nivel nacional. No existe ninguna otra organización alternativa que tenga esa capacidad de conducción. Esto sólo puede observarse a nivel local, por ejemplo en Córdoba con la Mesa Provisoria de los Gremios en Lucha, o a nivel de ciertos gremios. Por lo tanto, aun cuando gran parte de la organización de la movilización y de la huelga recae en las coordinadoras de gremios, comisiones internas de fábrica y cuerpos de delegados, la CGT se coloca al frente de la lucha, conduciéndola.

* No se desprende del relato qué grado de participación tienen en la huelga general con manifestación otras fracciones sociales. Es claro que participa en ella el conjunto de los trabajadores asalariados, incluyendo a la pequeña burguesía en vías de proletarización, enlazada en salario (empleados públicos, bancarios, docentes, empleados de comercio, locutores, actores). Queda pendiente, pues, averiguar acerca de la participación de otras fracciones de pequeña burguesía[4] (pequeños comerciantes, pequeños industriales, pequeños propietarios rurales, así como de estudiantes).

* Hasta el momento, no hemos encontrado, en los diarios consultados, declaraciones de partidos políticos, cámaras empresarias y otras organizaciones expidiéndose en relación a esta huelga general.

Período de desarrollo de la huelga general: la huelga general hasta la homologación de las convenciones colectivas

La respuesta del gobierno a la huelga general del 27 de junio se da a conocer al día siguiente, cuando Isabel anuncia la sanción de un decreto que fija un aumento salarial del 80%, discriminado en un 50% para junio, un 15% para octubre y otro 15% para enero de 1976; se aumentan en un 100% las asignaciones familiares para aquellos trabajadores que cobren salario mínimo, y se invalidan las paritarias.

El decreto 1783/75, anunciando la anulación de las paritarias, es convalidado por todo el gabinete en una reunión celebrada el 27, a excepción del ministro de Trabajo Ricardo Otero, quien al día siguiente renuncia, siendo reemplazado por Cecilio Conditi. Mientras tanto, el Consejo Directivo de la CGT y la Mesa Nacional de las 62 Organizaciones se reúnen para evaluar la situación.

Por su parte, las coordinadoras de Capital Federal y Gran Buenos Aires realizan el Primer Plenario de Gremios, Comisiones Internas y Cuerpos de Delegados en Lucha, con representantes de las zonas Capital, norte, sur y oeste, en el que se discute la realización de un plan de lucha contra la decisión del gobierno de no homologar las paritarias.

El 28 se llevan a cabo asambleas y huelgas en distintas fábricas del Gran Buenos Aires y otras ciudades del país contra la decisión del gobierno de anular las paritarias. Pero es a partir del día 30 de junio en que la lucha obrera adquiere nuevas proporciones.

En este segundo período puede observarse que:

* La lucha obrera hasta la convocatoria a la huelga general por parte de la CGT los días 7 y 8 de julio se desarrolla en las mismas ciudades en que lo hace el primer período del movimiento -Córdoba, Santa Fe, Rosario, Mendoza, Gran Buenos Aires, Capital Federal y Bahía Blanca-, a las que se suman La Plata, Berisso, Ensenada, Mar del Plata, Campana, Tres Arroyos, Villa Constitución, Sauce Viejo. Es decir que la lucha se extiende a una mayor cantidad de ciudades, aunque siempre dentro de la misma estructura económico-social que en el período anterior; ante la convocatoria de la CGT nacional, la lucha se extiende al conjunto del territorio nacional.

* Se movilizan masivamente los obreros del Gran Buenos Aires y Capital, es decir que el movimiento se ha trasladado claramente hacia este territorio específico.

* Se moviliza el conjunto de la clase obrera, siendo los gremios más dinámicos, al igual que en el período anterior, los  metalúrgicos y de automotrices.

* La forma de lucha que lleva a cabo el movimiento obrero es la huelga general de hecho con manifestación callejera, hasta la homologación de las convenciones colectivas por parte del gobierno: los obreros se movilizan, en gran medida, sin que medie orden de los sindicatos nacionales. En términos generales, tanto la CGT nacional como las 62 Organizaciones, regionales de la CGT y seccionales de los sindicatos insisten en la canalización de la movilización «dentro de las organizaciones reconocidas». Es el momento en que éstas tienen mayor dificultad en controlar orgánicamente la movilización obrera.

* Al igual que en el período anterior, no se trata de un movimiento espontáneo, tal como es nominado en los diarios. Se advierte organización, que recae fundamentalmente en las comisiones internas y cuerpos de delegados, muchos de los cuales responden a la dirección de las 62 Organizaciones, y en las coordinadoras de gremios. Los obreros se desplazan en columnas, con banderas, carteles y bombos.

* Es en este segundo período en que puede pensarse, más claramente, que se produce una situación de masas.

* Nuevamente vuelve a observarse que la policía intenta impedir el paso de las columnas obreras desde el Gran Buenos Aires hacia la Capital Federal; el gobierno refuerza también la seguridad en torno a los edificios públicos. O sea que temen alguna acción contra las instituciones del estado por parte de los obreros movilizados y en principio no controlados por los dirigentes sindicales.

* Los obreros se dirigen hacia la CGT y sedes de sindicatos para presionarlos a fin de que se pongan a la cabeza de la lucha a nivel nacional. Este elemento indica que la central obrera sigue siendo visualizada como la única organización capaz de dirigir una lucha nacional. También hay grupos de obreros que expresan su adhesión a las direcciones nacionales de los sindicatos.

* El reclamo se dirige directamente en contra del gobierno, ya que lo que se exige es la homologación de los convenios ya firmados, así como la renuncia de los ministros Rodrigo y López Rega.

* En relación a la huelga del 7 y 8 de julio registramos declaraciones de adhesión y de rechazo a la misma. Es la primera vez, en el transcurso del movimiento, que la lucha obrera produce alineamientos dentro del sistema institucional, los cuales, en el primer período, se habían articulado exclusivamente alrededor de la posición a tomar respecto al plan económico y la elección del presidente del Senado.

La huelga general nacional convocada por la CGT se encuentra precedida, pues, por una huelga general de hecho desde el 30 de junio[5], que comienza desarrollándose, salvo excepciones, por fuera de los sindicatos, y a la que se van sumando con el correr de los días algunas delegaciones regionales de la CGT, de las 62 y de sindicatos nacionales. Esta huelga general de hecho aparece como una forma cualitativamente distinta en relación al desarrollo de la lucha durante el primer período; constituye el hecho a conceptualizar en la siguiente etapa de la investigación.

La realización de los objetivos inmediatos de la huelga general hasta la homologación de los convenios colectivos

Si bien la huelga general del 7 y 8 de julio aparece como el punto culminante de este movimiento, a lo largo de todo el mes de julio seguirán las huelgas y movilizaciones obreras.

* Continúa la movilización obrera tras la huelga general; se realizan manifestaciones, asambleas y paros por demoras en percibir los nuevos salarios pactados en las paritarias y por derivaciones que tuvieron los actos de protesta realizados en semanas anteriores.

* El reclamo central pasa por mejoras en los aumentos salariales firmados por gremios de menor importancia, que han quedado rezagados en las negociaciones paritarias. Las reivindicaciones pasan a ser económicas.

* Continúa la lucha por la conducción, planteada ya no a nivel del movimiento obrero en su conjunto, sino por rama (automotrices, empleados de comercio y de la DGI, entre otros).

* Los que se movilizan son, fundamentalmente, los trabajadores docentes, de la administración pública y de sindicatos menores.

* La mayor parte de las luchas se producen en la Capital Federal y en el Gran Buenos Aires, y en ciudades de provincias que no habían tenido participación durante la lucha contra el plan Rodrigo.

* Se hacen efectivas las renuncias de los funcionarios reclamadas por el movimiento obrero a partir de la huelga general del 27 de junio y, fundamentalmente, en el segundo período del movimiento. También se hace efectiva la homologación de las convenciones colectivas de trabajo, con aumentos de salarios que superan, algunos largamente, el 100%. De esta manera, el movimiento obrero logra las dos principales reivindicaciones inmediatas que había planteado.

* Se intensifica la presión de la dirigencia sindical nacional sobre el gobierno, logrando no sólo la renuncia de los ministros, la homologación de las paritarias y la vuelta atrás en la aplicación del plan económico, sino que además crean las condiciones para ubicar en el gobierno a ministros afines.[6]

Contamos con referencias sobre la continuidad de las luchas por aumentos salariales adicionales a los logrados en paritarias a lo largo de todo lo que resta de 1975 y comienzos de 1976, lo que nos lleva a preguntarnos si podemos considerar que las luchas obreras que se desarrollan desde el fin de la huelga general de julio hasta el inicio de la lucha contra el Plan Mondelli forman parte de un mismo período, para lo cual será necesario recoger información sobre las huelgas ocurridas en esos meses.

Lucha contra el plan Mondelli

En los meses de enero y febrero de 1976 funcionarios del gobierno cercanos al ex ministro López Rega logran una reorganización gradual del gabinete, con la designación de ministros afines y el desplazamiento de otros vinculados con la dirección nacional de la CGT (que conserva, sin embargo, su influencia en el Ministerio de Trabajo) y con sectores de la dirección del Partido Justicialista críticos de algunos aspectos de la política oficial.

El 4 de febrero Emilio Mondelli es designado ministro de Economía; un mes después, el 5 de marzo, anuncia las medidas principales del llamado Plan Nacional de Emergencia: aumento de salarios en un 12% (que ante la presión del movimiento obrero será finalmente de 20%), no trasladable a los precios para evitar un aumento mayor de la inflación; liberación de precios, excepto los de algunos medios de vida indispensables; establecimiento de un mercado único de cambios, con una tasa devaluada; aumentos de alrededor del 80% en los combustibles y en las tarifas de servicios públicos. Además, anuncia la aplicación futura de las siguientes medidas: reforma en la ley de inversiones extranjeras, privatización de empresas estatales, reducción del gasto público y congelación de vacantes en la administración estatal. Al mismo tiempo, se inician negociaciones con el Fondo Monetario Internacional para obtener créditos externos, que no logran concretarse.

Ante el anuncio de estas medidas, los obreros comienzan a movilizarse el 8 de marzo a fin de oponerse a la política económica impulsada desde el gobierno nacional.

Como una primera aproximación al problema de si las luchas de los obreros llevadas a cabo en junio y julio de 1975 y marzo de 1976 constituyen dos hechos que hacen al mismo proceso de lucha, y de ser así, si se produce una intensificación de este proceso, siendo la lucha contra el Plan Mondelli un hecho cualitativamente distinto, podemos ver en principio, que las acciones de marzo de 1976 presentan rasgos que ya se encuentran en las «jornadas del 75»:

1) nuevamente el movimiento obrero enfrenta y exige la anulación de un plan económico impulsado por el gobierno encabezado por la fracción burguesa dirigente de la alianza de la cual aquél forma parte mayoritariamente;

2) la fracción obrera que conduce el movimiento es la fracción obrera de gran industria, principalmente los automotrices (en Córdoba y Santa Fe) y los metalúrgicos (en el Gran Buenos Aires, La Plata, Santa Fe, Mendoza y Salta);

3) la lucha comienza en Córdoba y se extiende pronto por los principales centros industriales del país: fundamentalmente en Capital Federal y Gran Buenos Aires, La Plata, Rosario, Santa Fe y Mendoza; es decir que la lucha se desarrolla fundamentalmente en la misma estructura económico-social que el año anterior;

4) las direcciones que encabezan las acciones desde el inicio son las coordinadoras de gremios, comisiones internas y cuerpos de delegados, y las direcciones de algunas seccionales de sindicatos (como en el caso de la UOM en el Gran Buenos Aires);

5) la policía intenta impedir toda manifestación de obreros no dirigidos por el sindicato, lo que en ocasiones no logran, derivando en choques callejeros como los ocurridos en Capital Federal y Córdoba.

Pero al mismo tiempo, parecerían estar presentes en la lucha contra el Plan Mondelli elementos que remiten a un punto más alto en el desarrollo de la lucha, en relación con los hechos ocurridos en 1975:

1) se plantean desde distintos sectores del movimiento obrero (como la CGT-Córdoba, UOM-Mendoza, Coordinadora de Gremios, Comisiones Internas y Delegados en Lucha de la Capital Federal) diversas políticas de gobierno: nacionalización del comercio exterior y del sistema financiero, aumentos de salarios y congelamiento de tarifas y precios, que el peso de la crisis se descargue sobre los grandes capitales, etc.

2) desde los primeros días ya se está planteando, por parte de diversos gremios, la huelga «por tiempo indeterminado» hasta la anulación de las medidas económicas; forma de lucha que, en el hecho anterior, había aparecido recién en el segundo período;

3) como ya dijimos, la lucha comienza en Córdoba al igual que en 1975, pero desde el primer día abarca las principales fábricas automotrices (y no sólo IKA-Renault) y trabajadores de otros gremios. Es decir, asume en el inicio la forma de una huelga parcial por localidad, y no por lugar de trabajo.

Sin embargo, aparecen otros elementos que indican que el movimiento no logra realizarse, porque han cambiado las condiciones en que se plantea la lucha a partir de la decisión de la oligarquía financiera de acudir a sus cuadros militares:

1) las distintas acciones tienen en común la oposición al Plan Mondelli, pero no aparece un reclamo que unifique a los distintos sectores del movimiento obrero que participan en la lucha (como lo hicieron los reclamos de homologación de los convenios y de renuncia de miembros del gabinete nacional en 1975);

2) la forma de lucha más frecuente en marzo de 1976 es la huelga por lugar de trabajo o por rama local, acompañadas por trabajo a reglamento, «a tristeza» y quite de colaboración, siendo menos frecuentes las manifestaciones callejeras y las marchas hacia sedes sindicales y no registrándose marchas a las casas de gobierno provinciales o nacional;

3) las direcciones de varias regionales de la CGT se expiden en contra de la aplicación del Plan Mondelli prácticamente desde su anuncio, y aunque no se ponen al frente de las huelgas y movilizaciones, tampoco enfrentan a quienes lo hacen. Se pone en evidencia la existencia de diferencias políticas entre algunas direcciones de sindicatos y CGT locales y la dirección de la CGT y las 62 Organizaciones a nivel nacional. Estas últimas, a diferencia del año anterior, ahora negocian con el gobierno la aplicación del nuevo plan económico, y se alinean totalmente a favor de aquél, considerando cercano el golpe militar y comprometiéndose a convocar a una huelga general «por tiempo indeterminado» si éste llega a producirse;

4) la lucha no logra extenderse al conjunto del movimiento obrero, ni centralizarse en la forma de huelga general;

5) la lucha se desarrolla en el marco del golpe de estado, siendo el alineamiento en relación a éste lo que produce la división al interior de las 62 Organizaciones y la actitud de sus dirigentes frente a la lucha del movimiento obrero.

Queda pendiente la periodización de las acciones de marzo de 1976 aplicando los mismos criterios utilizados en la descripción de la lucha contra el Plan Rodrigo.

Estos son, pues, algunos rasgos que surgen de un primer relato de los hechos, que deberemos profundizar, así como continuar el análisis de los mismos a fin de caracterizarlos y conceptualizarlos, y su localización en el proceso de luchas del que forman parte.

                                                     Mayo, 1998


Notas

[1] Junto con la devaluación del peso y con estos aumentos en tarifas y combustibles, el gobierno autorizará, a lo largo de los siguientes meses, fuertes aumentos en los precios de las distintas mercancías. Por ejemplo, el 6 de junio la Secretaría de Comercio autoriza aumentos en los precios de la harina, chacinados, melaza de caña, pollos, huevos, artículos de limpieza y cospel de subterráneos; el 10 se producen aumentos en los precios de la carne, verduras, leche y pan. El 13, en los productos lácteos y 100% de aumento en los medicamentos. A partir del 1 de julio los alquileres con contratos vencidos aumentan el 92%.

[2] Para una caracterización de esta estructura económico-social concreta ver Iñigo Carrera, Nicolás; Podestá, Jorge y Cotarelo, María Celia: Las estructuras económico-sociales concretas que constituyen la formación económica de la sociedad argentina, PIMSA, Documento de Trabajo Nº 1

[3]. Según el Censo Económico Nacional de 1974, la cantidad de establecimientos industriales es de 126.388 a nivel nacional. En Capital Federal y Gran Buenos Aires se concentra el 42,6% (53.871) de ese total. En el resto de la provincia de Buenos Aires, se encuentran 16.567  establecimientos;  en  Santa  Fe,  15.103;  en Córdoba, 13.441; en Mendoza, 5.330. Es decir que la lucha se produce en ciudades de las seis primeras jurisdicciones en cantidad de establecimientos industriales que reúnen en conjunto el 82,5% (104.312) del total de establecimientos industriales del país. Fuente: INDEC, Anuario Estadístico de la República Argentina, 1983-1986.

[4] A lo largo de los meses de junio y julio, diversas organizaciones económico-corporativas de fracciones de burguesía y pequeña burguesía, se pronuncian contra el plan económico (al que consideran responsable del aumento de costos, el desabastecimiento, el encarecimiento del crédito, la recesión) y plantean una serie de reclamos (liberación de precios, apertura de líneas de crédito, reducción o eliminación de impuestos, etc.); en algunos casos, realizan medidas de fuerza.

[5] Si bien el sábado 28 de junio se convocan asambleas en los lugares de trabajo en las que se decide el abandono de tareas ante el anuncio del gobierno de la anulación de las paritarias, la huelga general de hecho se extenderá a partir del lunes 30. 

[6] El 11 de agosto asumen Carlos Ruckauf en Trabajo y Antonio Cafiero en Economía.

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