El sábado por la madrugada se cerró la paritaria de los trabajadores bancarios. Se estableció un aumento del 15%: 10% desde enero y otro 5% desde mayo. Se suma a esto un bono de $8.500, a pagarse en 3 cuotas, a modo de compensación de los últimos meses de 2017 donde no se abonó la cláusula gatillo. En definitiva, el aumento anualizado es del 13,4%. Una paritaria cerrada a la baja teniendo en cuenta que el propio gobierno estima de mínima una inflación del 20%.
Entre otras cosas, dentro del acta firmada se establece un acuerdo de revisión trucho que el gremio presenta como “actualización automática”. En realidad, se trata solo de una promesa vaga de negociar cuando la inflación supere el aumento otorgado. Si con “cláusula gatillo” la patronal desconoció la actualización, podemos inferir qué van a hacer con este ítem meramente decorativo. Un retroceso más respecto de la paritaria anterior.
Luego de varias semanas en que el secretario general del gremio, Palazzo, decía en actos o a través de los medios que no cerraría una paritaria al 15%, finalmente se sometió al plan del gobierno. Incluso había puesto de ejemplo a sindicalistas de otras ramas que “entregaban a sus trabajadores” por migajas. Lo que sí acordó es la continuidad del mal llamado “aporte solidario” para la obra social, que es un descuento compulsivo que nos hacen para la caja del sindicato. Así es como la burocracia en todos lados defiende sus privilegios y la ganancia de las patronales, sean estas últimas del ámbito público o privado, pertenezcan a un capital nacional o extranjero. La Asociación Bancaria no es la excepción. Y los trabajadores sufrimos las derrotas.
Como suele hacer la burocracia, quieren vendernos derrotas por victorias. Así que, como siempre, presentaron la información de un modo confuso. Pero como no hay adorno que pueda disimular un acuerdo tan desfavorable, ahora también están apelando a otro argumento: “en este contexto, es lo que mejor que se pudo hacer”. Deberían agregarle “ya que no estamos dispuestos a luchar”.
El gremio nunca tuvo un plan de lucha sino medidas aisladas, que le dieron tiempo al gobierno para ir cerrando otras paritarias y no le hicieron ni cosquillas a los banqueros. Hablar de un “contexto extremadamente adverso”, pretende poner a Macri como imbatible, y a la vez, depositar confianza en la vuelta de Cristina o algún rejunte peronista. Pasaron del “resistir” a “perder lo menos posible”. Ni Macri es imbatible ni el kirchnerismo/PJ va a resolver nuestros problemas. Por más que se presenten como distintos, este gobierno continúa profundizando los planes de ajuste de Cristina. Mayor precarización laboral y reducción de nuestro salario, medidas que contribuyen a disminuir el “costo laboral”, que es el objetivo de la burguesía argentina.
Si bien el gremio puede verse obligado en algunas circunstancias a adoptar medidas, y tratar de que la cosa “más o menos” funcione, en momentos en que la crisis se agudiza, no va a escatimar agachadas y firmar acuerdos de este tipo porque ese es su rol: que pase el ajuste y no vuele ni una mosca. Esta paritaria es solo una muestra más clara de un proceso que viene desde hace años en el cual los distintos gobiernos y las patronales avanzan sobre nuestras condiciones generales de trabajo. Asi, se viene dando la reestructuración de la planta de trabajadores aumentando los contratados a plazo fijo, el aumento de los “retiros voluntarios” que no son más que despidos encubiertos y los despidos sin maquillaje en los cuales se cierran sectores completos como el de embargos judiciales, donde quedaron más 150 trabajadores en la calle.
Si bien el descontento de los trabajadores bancarios se ha ampliado, debemos tratar de sacar las conclusiones prácticas y prepararnos para los próximos conflictos que vendrán. Entre ellos, la continua amenaza a nuestros trabajos por la incorporación de la tecnología, que, en lugar de permitir disminuir la jornada de trabajo, va a destruir puestos. Uno de los puntos del acta firmada se refiere a la “digitalización” y compromete al gremio y a las cámaras a reunirse en “privado” para tratarlo.
Para revertir esta situación que viene cuesta abajo, en primer lugar, tenemos que superar la gran dispersión y el invidualismo al que nos empuja el gremio y unirnos. Las asambleas deben ser nuestro espacio de deliberación para ponerle freno a la degradación de nuestras condiciones laborales. Y no solo para defendernos. Es necesario que demos un paso al frente en la organización, establecer reivindicaciones comunes claras y pasar a la ofensiva si no queremos seguir retrocediendo casilleros.