Bruno, Deborah
Estudiante de grado de Sociología (UBA)
solus.ipse@live.com.ar
Pulleiro, Laura
Estudiante de grado de Sociología (UBA)
lau.qac87@gmail.com
A lo largo de este trabajo destacaremos la discusión abordada por el Partido Bolchevique centralmente en tinta de Alejandra Kollontai sobre el rol que tiene la mujer en el partido y asimismo, las posiciones sobre la prostitución.
Prestaremos especial atención en los debates generados con respecto a la prostitución y la manera en que se estructuran las distintas estrategias en el seno de los revolucionarios.
El caso histórico de la Revolución Rusa nos sirve para que pensemos qué rol ocupan los revolucionarios frente a esta problemática y cómo esto repercute en la actualidad. Destacando que el Estado garantiza las redes de trata y explotación sexual en una sociedad capitalista y patriarcal donde el cuerpo y la sexualidad de las mujeres se objetiviza, es decir, donde no son más que un bien que se puede comprar y vender para satisfacer el placer y deseo de otros. En este sentido, la explotación sexual reafirma el lugar subordinado que tienen las mujeres: ajena a su propia sexualidad, alquilado su cuerpo y subjetividad por un precio o arrojada al ámbito doméstico -la esfera privada.
Introducción
Para introducirnos en la problemática de la explotación sexual, es necesario comprender el desarrollo histórico que sitúa a las mujeres en situación de opresión. Además de identificar cuáles son los sujetos que intervienen, y a quienes beneficia su existencia.
Marx decía que “La evolución de una época histórica está determinada por la relación entre el progreso de la mujer y la libertad, ya que de las relaciones entre el hombre y la mujer, entre lo débil y lo fuerte, se desprende claramente el triunfo de la naturaleza humana sobre la bestialidad.” (Marx, 1951) por lo que si uno desea conocer cuál es el grado de emancipación de una sociedad, debe fijarse cuál es el grado de emancipación de las mujeres.
Durante la prehistoria, en momentos donde la propiedad era comunal, donde todo lo que la comunidad producía era repartido entre sus miembros, ni la distinción entre los sexos, ni la división sexual del trabajo implicaba determinaciones de status de unos por sobre otros.
La aparición de la propiedad privada y la posibilidad de acumular un excedente para otro momento implicó que surgiera una parte de la sociedad que pudiera vivir del trabajo de los demás. De esta forma, indica Engels en El origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado, “Las riquezas, a medida que iban en aumento daban, por una parte, al hombre una posición más importante que a la mujer en la familia y, por otra parte, hacían que naciera en él la idea de valerse de esta ventaja para modificar en provecho de sus hijos el orden de herencia establecido. Pero esto no podía hacerse mientras permaneciera vigente la filiación según el derecho materno”(Engels 1884:109), por eso su abolición, determinó la derrota histórica de las mujeres. Esto implicó que el hombre tomara un lugar de poder privilegiado en la casa, y la mujer se viera determinada a ser convertida en servidora y esclava sexual del hombre, degradada a un objeto de reproducción, centro de una institución que permitirá que el hombre pueda transferir sus riquezas, su propiedad privada, de generacion en generacion: la familia patriarcal.
De esta forma, no es el amor sino el cálculo el móvil principal para un matrimonio. Para poder asegurar la preponderancia del hombre al interior de las familias y que los hijos sólo pudieran ser de él y heredarlo, es que se instauró la familia monogámica: “la primera forma de familia que no se basaba en condiciones naturales, sino económicas, y concretamente en el triunfo de la propiedad privada sobre la propiedad común primitiva, originada espontáneamente.” (Engels 1884:120)
Ahora bien, es en el capitalismo, el contexto donde comienzan a surgir los interrogantes acerca de cómo se organiza la producción, cómo se consume, y quién cuidará de los niños, ancianos y enfermos. La producción y la reproducción estructuran la organización social. Todo está organizado a partir de líneas de parentesco: todo lo relacionado a la producción de bienes, lo que se produce para vivir, comer, vestirse, la cultura, se realiza de forma social, mientras que sólo un aspecto ha quedado reservado al ámbito de lo privado,y es el de la reproducción.
Esto es así, porque este aspecto es puramente político: el hecho de que una mujer no pueda decidir cómo y cuándo tener hijos, cuántos, de qué forma o incluso, si quiere o no ser madre, deja en evidencia que no es un acontecimiento estrictamente biológico. La institución familiar patriarcal y monogámica es fundamental para el sostenimiento del sistema capitalista, particularmente porque libera de responsabilidades a los patrones, al gobierno y al Estado, ahorrando, de esta manera, el tener que hacerse cargo de aquel trabajo que llevan a cabo las mujeres: los quehaceres domésticos, el cuidado de niños, ancianos y enfermos.
Siguiendo este camino podemos, entonces, rastrear el surgimiento de la prostitución con los primeros Estados, “como una sombra inevitable de la institución oficial del matrimonio, que estaba concebido para preservar los derechos de la propiedad privada y garantizar la herencia de la propiedad a través de un linaje de herederos legítimos. La institución del matrimonio hizo posible impedir que la riqueza acumulada fuera desperdigada entre un gran número de ‘herederos’” (Kollontai, 1921: 2) Para Kollontai, el matrimonio era la primer forma de prostitución porque posicionaba a la mujer en un lugar económicamente vulnerable que luego de siglos de educación, construía un esquema de pensamiento que legitimaba el intercambio de favores materiales por favores sexuales.
La educación que se imparte, esta concienzudamente destinada a instaurar la idea de que nacemos para servir. Para ello es necesario expropiar cualquier voluntad sobre el propio cuerpo de la mujer y su sexualidad, para transformarla en una mercancía, susceptible de ser vendida y manipulada a la orden del día.
Siguiendo las palabras de Trotsky: “Cambiar de raíz la situación de la mujer no será posible hasta que no cambien todas las condiciones de la vida social y doméstica”.
La revolución rusa al calor de la lucha de las mujeres
El 5 de marzo de 1917 Mariia y Anna Ul’ianov, escriben en Pravda, periódico de los bolcheviques:
“El Día Internacional de las Mujeres, el 23 de febrero, fue declarada una huelga en la mayoría de las fábricas y plantas. Las mujeres estaban con un estado de ánimo muy militante -no solo las mujeres trabajadoras, sino las masas de mujeres que hacían largas filas por pan y kerosene. Organizaron actos políticos, salieron a las calles, se movilizaron hasta la Duma con la demanda de pan, pararon los tranvías. “¡Camaradas, afuera!”, gritaban con entusiasmo. Fueron a las fábricas y convocaron a los trabajadores para que se sumaran a la huelga. De conjunto, el Día Internacional de las Mujeres fue un suceso enorme que avivó el espíritu revolucionario”
El programa de reivindicaciones que tenemos los revolucionarios es poder tener un puente entre las más sentidas por el conjunto de la clase obrera con la transformación socialista de los medios de producción y la forma política en la que se organiza la sociedad. Es decir, el programa necesariamente tiene que servir para que devele lo que aparece oscuro o incluso no muy claro: el rol que tiene el capitalismo con la burguesía a la cabeza del Estado. Siguiendo lo que decía Mary Alice Waters: “intentamos construir un puente desde las necesidades y las luchas presentes de las masas obreras y su nivel de conciencia hasta el punto culminante de la revolución socialista. Como parte de este programa de transición, adelantamos reivindicaciones que se refieren a la opresión específica de la mujer.” (Waters, 1977: 58)
Estas reivindicaciones van desde las más inmediatas y democráticas hasta las transitorias. Algunas pueden ser conseguidas y arrancadas, con la organización de los explotados y oprimidos, a la clase dominante en el curso del mismo sistema capitalista. Tales conquistas podrán otorgar aliento y demostrar la fuerza que tienen los explotados y oprimidos. “Las más fundamentales serán negadas hasta el fin por aquellos que controlan la piedad y la riqueza. Solo serán conquistadas a lo largo de la reconstrucción socialista de la sociedad.” (Waters, 1977: 59)
Los revolucionarios nos paramos para ir un poco más allá de lo inmediato. Ligar esas reivindicaciones a la lucha por el socialismo es un arte revolucionario. Aquí podremos mencionar los puntos más importantes del programa dirigidos a eliminar la opresión específica de la mujer, señalados por Mary Alice Waters:
1- Plena igualdad legal, política y social para la mujer.
2- Derecho de la mujer a controlar sus propias funciones reproductivas.
3- Acabar con la hipocresía, la degradación y la coerción de las leyes burguesas y feudales sobre la familia.
(e) Acabar con todas las leyes que hacen víctimas a las prostitutas. Terminar con todas las leyes que refuerzan el doble modelo para la mujer y el hombre en asuntos sexuales. Supresión de las leyes que reflejan el supuesto de que las víctimas femeninas de violación son las culpables. Acabar con toda la legislación que condena a los homosexuales. Acabar con todas las leyes y disposiciones que condenan a la juventud por actividades sexuales.
4- Plena independencia económica para la mujer.
(a) Derecho a recibir y disponer de su propio salario y propiedad.
(b) Salario igual a trabajo igual
5- Igualdad de oportunidades para la educación.
6- Reorganización de la sociedad para suprimir la esclavitud doméstica de la mujer.
En 1917, Rusia atravesaba una crisis social, política y económica. La Primer Guerra Mundial provocaba una enorme catástrofe social contaba con millones de muertos, hambruna, pobreza. Esto ocurría en el marco de una fuerte represión del zarismo. El ocho de marzo (23 de febrero en el calendario ruso) las mujeres se concentraron en los locales de los distintos partidos para construir una gran movilización en el marco de una huelga obrera. Las obreras textiles de Petrogrado se levantaron y profundizaron el camino y se alzaron en huelga exigiendo “paz, pan y tierra” y el cese a la guerra. Este reclamo fue extendido y generó simpatía en el conjunto de los trabajadores y soldados que estaban en el frente, sobre todo en la barriada obrera de Viborg. Este sería el primer paso del proceso revolucionario de 1917 que contó con la primera vez en la historia una revolución obrera, con sus organismos y partidos, triunfante. El ejemplo de la Revolución Rusa demuestra la ligazón y la hermandad que deben tener los explotados y oprimidos, es decir, los trabajadores y las mujeres.
La situación de las mujeres prostituidas
La prostitución en la Rusia zarista estaba generalizada y había sido regulada, no se criminalizaba formalmente a quienes la ejercían, y se intentaba presentar la política regulatoria como una serie de medidas enfocadas a mejorar las posibilidades de empleo de las mujeres, con atención gratuita en los hospitales, pero en la realidad, era la forma de explotación y degradación más extrema para las mujeres.
Los burdeles funcionaban con una matrona, cuya función principal era registrar a las mujeres en el comité policial-sanitario. Ella vivía en la misma casa y controlaba el cumplimiento de las normas del local, la higiene de las mujeres y sus documentos, y era a quien debían participarle las tres cuartas partes del dinero que estas recaudaban.
Las prostituidas se encontraban recluidas, retenidas a partir de un sistema de deuda que se engrosaba cada vez más y era imposible de saldar.
Una vez que registraban a las mujeres, empadronadas en un burdel concreto, cambiaban su pasaporte por una cartilla amarilla («Yellow tickets«, documento que combinaba una tarjeta de identificación, un permiso de residencia, una licencia para practicar la prostitución y una tarjeta de registros médicos), y luego eran obligadas a someterse a exámenes médicos regularmente, para cuidar la salud del varón.
Entre las prostitutas de cartilla había mujeres que habían sido educadas, e incluso hablaban varios idiomas, pero a partir de la degradación social originada por la crisis, se vieron obligadas a terminar a la merced del sistema prostibulario.
Las mujeres solteras que no estaban empadronadas en ninguna casa de tolerancia, se llamaban prostitutas en blanco, porque en su mayoría eran obligadas a registrarse por la fuerza en el comité policial-sanitario, en general siendo víctimas de la violencia de las redadas, donde les entregaban una credencial especial blanca.
Estas, a pesar de encontrarse independientes de toda casa, eran más vulnerables al sistema, porque tenían prohibido trabajar en el centro de la ciudad, y, o debian alquilarle una esquina a algún proxeneta, (ya que el mercado de la prostitución clandestina estaba controlado por organizaciones criminales, y redes mundiales de trata como la Zwi Migdal) o arriesgar su vida cada noche en alguna calle, y con mucha frecuencia se convertían en víctimas de criminales.
Un pequeño porcentaje de este universo eran llamadas «prostitutas aristócratas» porque recibían a los prostituyentes en lujosos apartamentos y ofrecían sus servicios en la prensa de San Petersburgo.
Al respecto del debate a interior del Partido Bolchevique, Kollontai nos trae una reflexión que describe la situación de las mujeres: “en los países capitalistas la prostitución recluta a sus empleados de entre los sectores desposeídos de la población. Trabajo mal pagado, indigencia, pobreza extrema y la necesidad de mantener a los hermanos y hermanas más pequeños: estos son los factores causantes del mayor número de prostitutas.” (Kollontai, 1921: 3)
Para los revolucionarios, la prostitución somete a las mujeres a simples instrumentos sexuales de placer para que aquellos que tienen dinero para comprar sus cuerpos puedan servirse de ellas. En un marco de crisis económica, social y política como el que estaba ocurriendo en Rusia de 1917, las mujeres eran la variable que más se ajusta en estos contextos. Ellas son víctimas de las condiciones sociales y tal como sostiene Kollontai estas son las causas por la que las mujeres ingresan a la prostitución.
Tanto Lenin como Trotsky, siguiendo a Marx y Engels, tenían una concepción materialista sobre la familia y las relaciones, y sabían que ni esa institución, y en consecuencia la prostitución podría ser “abolida por ley” ni podían desaparecer sin más, sino que tenía que ser sustituida por otra cosa, de forma que las relaciones personales resulten de la libre elección, y no de la compulsión económica. En febrero de 1917, la revolución trajo la libertad y cambió las costumbres. La prostitución durante este período no fue ilegal, de hecho, “en su lucha contra la prostitución, el gobierno no intenta de ningún modo entrometerse en la esfera de las relaciones sexuales, pues en esa área toda influencia reguladora obligatoria no lleva sino a una distorsión de la autodeterminación sexual de los ciudadanos libres y económicamente independientes.” sino que después de la revolución, el Estado Obrero implementó otra alternativa para las mujeres, es decir, la capacitación para los puestos de trabajo, acceso a la educación y a la salud, y el aborto legal y seguro.
Se suprimió el comité policial-sanitario y se derogó el marco legal que protegía la prostitución. Los degradantes “Yellow Tickets” fueron destruidos y muchas de las mujeres se transformaron en enfermeras y fueron al frente o buscaron otros empleos legales.
Conclusión
Los decretos referidos a la situacion de la mujer que se establecieron luego de la revolucion, se enmarcaron en la tradicion del feminismo socialsta, que cuestiona la producción capitalista y la estructuración sexual jerarquizada como causa de la opresión de las mujeres.
Es fundamental entender cómo el capitalismo y el patriarcado están relacionados mutuamente: este tipo de feminismo está ligado centralmente a la lucha internacional de las mujeres contra todo tipo de opresión, entendiendo que el problema no es solo el patriarcado, sino que está íntimamente ligado a las relaciones asimétricas de explotación que el capitalismo sostiene, en el que las mujeres reproducen la especie y están relegadas a seguir estando en la esfera privada, es decir, a la familia y al trabajo doméstico.
La experiencia de la Revolución Rusa nos trajo la enseñanza de la posibilidad de interrelacionar las luchas. Es por ello que sobre la base de que la realidad es un todo complejo, que debe abordarse dialécticamente para poder construir una política que contemple la estructura y la superestructura, establecieron una serie de políticas destinadas a asegurar los derechos económicos, sociales y culturales fundamentales para que las mujeres no encuentren como ultimo recurso un lugar en la explotación sexual, y puedan acceder a un trabajo digno en el que puedan construir una forma de organización que se encuentre al servicio de la transformación de la realidad, y sea una herramienta de la que puedan servirse lxs sujetxs oprimidxs para la tarea histórica a la que se encuentran llamadas: su liberación.
Bibliografía
Engels, Friedrich y Marx, Karl (1846), Ideología Alemana.
Engels, Friedrich (1884), El Origen del Estado, la familia y la propiedad privada.
Engels, Friedrich y Marx, Karl (1844) Selección de Textos sobre la Mujer.
Kollontai. (1921) La prostitución y cómo combatirla.
Kollontai. (1907) https://www.marxists.org/espanol/kollontai/1907/001.htm. Extractos de Los fundamentos sociales de la cuestión femenina.
Waters, Mary Alice (1977) Feminismo y Marxismo.