La casta somos los trabajadores

Tras repetir una y otra vez durante la campaña que el ajuste lo iba a pagar la casta, con el anuncio de medidas de ayer martes se terminó de confirmar lo que era evidente: para el gobierno, la “casta” somos los trabajadores. Milei ya había dado pistas de su viraje discursivo en la asunción del domingo: el ajuste ya no lo iba a pagar la “casta” sino el “Estado”. Los anuncios del Ministro de Economía Luis Caputo fueron más allá: el ajuste no solo recaerá sobre los trabajadores estatales y todos los que perciben ingresos del Estado, sino, como anticipamos, sobre el conjunto de los trabajadores.
Una devaluación del 55% inevitablemente impactará sobre los precios, que ya empezaron a ajustarse aceleradamente desde antes de que asuma Milei, sin ningún control. Con una inflación que alcanzaría, según las proyecciones, entre 20 y 40% mensual, no habrá sueldo que aguante, menos en un contexto en el que los empresarios y el gobierno intentarán por todos los medios que no se reabran paritarias. También se anunció el congelamiento de los montos del Potenciar Trabajo y que intentarán derogar la movilidad jubilatoria en las cámaras legislativas, para que las jubilaciones no se ajusten automáticamente. A ello se suma el tarifazo, por la reducción de los subsidios a la energía y el transporte, y el impuestazo, con el intento de derogar la exención del pago de impuesto a las ganancias para los trabajadores o la no renovación de la devolución del IVA. En suma, el corazón del plan de ajuste es la licuación de los salarios de todos los trabajadores por efecto de la inflación. De los estatales y los privados, los activos y los jubilados, los ocupados y los desocupados.
Pero la cosa no queda ahí. El ajuste también contempla elevar fuertemente la desocupación. Aunque todavía no se conoce su verdadera magnitud, ya se anunciaron despidos en el sector público. Según Caputo, no se renovarán los contratos firmados en el último año. Según el vocero presidencial, estas contrataciones constituyen “empleo militante”, pero el anuncio es poco claro. Un gran porcentaje de la planta de empleados estatales tienen contratos de renovación anual. No son “nuevas” contrataciones, sino compañeros que laburan hace años de manera precaria: ¿Ellos también serán despedidos? Muchos de estos compañeros, tras muchos años precarizados, pudieron ganar concursos para pasar a planta en el último tiempo: ¿Qué pasará con estos concursos? En los próximos días tendremos respuestas, cuando empiecen a llegar los telegramas de despidos. El recorte de las transferencias a las provincias tendrá el mismo efecto: despidos de empleados provinciales o municipales.
Pero el desempleo no se limitará al sector público. La suspensión de la obra pública ya está produciendo miles de despidos, la suspensión de la pauta publicitaria oficial tendrá el mismo efecto sobre los trabajadores de prensa. Las medidas, fuertemente recesivas, llevarán a que la industria readecúe sus planes productivos, y con ellos habrá más despidos aún. Con menos plata en la calle, y más gente sin trabajo, las ventas, el turismo y las changas se reducirán, lo que llevará a un mayor empobrecimiento de los que trabajan por cuenta propia y a nuevos despidos en el comercio y los servicios. Y a todo esto, Caputo anunció el congelamiento de los planes sociales, por lo cual quien se quede sin laburo ahora deberá arreglarse por su cuenta. El panorama es sombrío para el conjunto de los trabajadores e incluso aquello que se presenta como medidas “paliativas”, como el aumento de 50% en la Tarjeta Alimentar y la duplicación de la AUH y , se queda corto frente a lo que se viene.
El gobierno que asumió el 10 de diciembre, como todos sus predecesores, asume pidiendo un enorme sacrificio a los trabajadores, que somos quienes debemos ajustar los cinturones para que cierren las cuentas. Es lo mismo que hicieron Martínez de Hoz, Alfonsín con la “economía de guerra”, Menem con el “uno a uno”, Duhalde, Lavagna y Kirchner con el ajuste post 2001, Cristina con la “sintonía fina” y la devaluación de 2014, y Macri y Alberto con la “pesada herencia”. Nos exigen un nuevo esfuerzo a una clase obrera ya empobrecida, a consecuencia de las políticas implementadas en la última década. Llevamos décadas de ajuste inútil, porque la crisis nunca se supera. No hay ninguna razón para creer que esta vez va a ser distinto. Ya probamos subvencionar empresarios y repartir migajas a los trabajadores y no funcionó. Pero también probamos abaratar los costos laborales al máximo a la espera de una utópica lluvia de inversiones, y tampoco funcionó. Nos vuelven a pedir sangre, sudor y lágrimas para nada. Y no es cierto que no hay alternativa a lo que hacen: bien podrían probar, por una vez, ajustar a la burguesía en lugar de a los obreros, que ya no tenemos más de dónde rascar.
Está claro que vienen por nosotros, que el ajuste va a ser feroz. Los trabajadores debemos preparar una respuesta que esté a la altura de las circunstancias y no podemos seguir esperando que la burocracia sindical reaccione. Pongamos en pie asambleas en cada lugar de trabajo, organicemos a nuestros compañeros y avancemos hacia una coordinación de las acciones para plantarnos frente al brutal ajuste que ya arrancó. Es necesario poner en pie un Frente Nacional contra el Ajuste, cuya primera tarea debe ser convocar a una Asamblea Nacional de Trabajadores Ocupados y Desocupados para organizar la lucha y discutir colectivamente una salida obrera a la crisis.

Corriente Sindical Clasista Goyo Flores
Corriente Nacional Docente Conti-Santoro
Movimiento Proletario Territorial
Razón y Revolución Ciencia y Técnica
Frente de Trabajadores Jubilados
El Termómetro Socialista – Frente de Trabajadores de la Salud
Corriente estudiantil Bandera Roja
Trece Rosas
Razón y Revolución – Vía Socialista

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