En la otra nota de esta misma sección explicamos uno de los debates más profundos que hoy se dan dentro del movimiento feminista: su sujeto. En este artículo, lo que nos interesa es mostrar algunos hechos lamentables que se produjeron en esta discusión y que ponen sobre la mesa que las mujeres corren peligro en el interior del movimiento que ellas mismas crearon.
A comienzos de febrero, en el suplemento Soy de Página/12, dos reconocidas activistas trans (Marlene Wayar y Camila Sosa Villalda) publicaron artículos que, desde una perspectiva misógina y violenta, atacaban a todas las mujeres que se reivindican como tales y que defienden que el sujeto político del feminismo es la mujer.
Más tarde, en la asamblea preparatoria del 8M del viernes 15 de febrero se produjeron una serie de hechos que movilizaron las redes y los sentimientos feministas. Una representante de un grupo feminista radical, que tenía su turno para hablar, no pudo hacerlo porque una trans/no binarie se abalanzó sobre ella y le pegó. La mayoría de las allí presentes coreaba “Acá está la resistencia trans”. Georgina Orellano, secretaria general de AMMAR, y Paula Arraigada, una trans referente del colectivo LGBTTQ+ y miembro del Parlamento de Mujeres de CABA, presentes allí, avalaron el levantamiento de la asamblea tras el ataque, sin realizar repudio alguno y convalidando la censura. Por su parte, la dirigente de Furia Trava, Florencia Guimaraes García, Secretaria de Igualdad de género y oportunidades de la CTA de la Matanza, en su página de Facebook, equiparó un supuesto insulto de parte de las chicas (que no se escucha en el video de la agresión) con los golpes que recibió la compañera que quería leer sus propuesta.
La operación se completó luego con la declaración de “nazi” a toda aquella mujer que pretenda considerarse tal. También se dispuso la exclusión de las feministas radicales de las asambleas por el 8M, amén de amenazas de nuevas golpizas si se hicieran presente en la marcha. La acusación de “nazi” no es una simple chicana. Quizás haya oído escuchar alguna vez la máxima del anarquista Buenaventura Durruti que reza “Al fascismo no se le discute, se lo combate”. Cuando se tilda a alguien de fascista se está diciendo esto justamente. Es una caracterización que da luz verde a todo tipo de censura, agresión y expulsión de mujeres. De hecho, hasta han surgido grupos que en este contexto se declaran “anti-fascistas”. Algo muy peligroso.
El lector habrá reparado en el hecho de que la agresión provino y fue avalada por sectores trans, pero también por las fiolas de AMMAR. Efectivamente, estamos frente a una alianza trans-regulacionista. Se han unido quienes quieren liquidar el feminismo. Orellano y compañía que defienden la opresión de la mujer en su peor variante, aquella que mercantiliza el cuerpo, es decir, la prostitución. Y los colectivos trans que quieren copar el movimiento y desalojar a su verdadero sujeto y constructor hace más de 200 años: las mujeres.
Como hemos visto, esta gente no se anda con chiquitas y amenaza con combatir a las “nazis”. ¿Cuánto falta para que para que el golpe, al que ya han recurrido, se convierta en asesinato? ¿Qué van a decir en ese momento? Quizás para entonces ya sea tarde, y la violencia hacia las mujeres se haya reforzado, una vez más.
Para seguir leyendo
Si no sabe qué cosa es AMMAR, lease: “¿Es la prostitución trabajo autónomo?”, http://bit.ly/2VzvDC4
Por el mismo motivo, no se quede sin leer: “El lobby proxeneta en acción”, http://bit.ly/2Z2CuGr