Si se quiere entender el verdadero rol que juega el FMI en la economía argentina y las implicancias reales del acuerdo al que se arribó en los últimos días, definitivamente no deberíamos leer las prensas de la izquierda trotskista. Un compilado de argumentos contradictorios que, con el objetivo de colocar al Fondo en el centro de los problemas de Argentina (que exceden por mucho a ese organismo y a este acuerdo), sobredimensionan las condiciones acordadas, inventan problemas que no tenemos (ser una colonia del imperialismo), minimizan los 12 años de ajuste y crisis ininterrumpida (disculpando en particular a los gobiernos kirchneristas) y promueven salidas que no superan el horizonte burgués. Para esta izquierda cualquier alternativa es mejor al Fondo, cuando en realidad, los trabajadores vamos a estar igual de mal con acuerdo o sin acuerdo, porque el problema de la Argentina no está en el FMI.
En el terreno estrictamente económico, el trotskismo señaló, correctamente, que el acuerdo con el FMI implica un ajuste, por el recorte del déficit, la devaluación y los tarifazos. Como si no hubiésemos vivido eso los últimos 12 años (y más también). Con o sin acuerdo, los capitalistas argentinos no tienen otra receta.
En esta cruzada por intentar presentar este acuerdo como la suma de todos los males, los partidos trotskistas terminan embelleciendo medidas burguesas. Por ejemplo, tanto el Partido Obrero como el Partido de los Trabajadores Socialistas señalaron que el establecimiento de tasas de interés positivas desacelerará la reactivación porque encarece el crédito productivo. ¿Qué otra cosa es el “crédito productivo” a tasas negativas que un subsidio a la burguesía planera? Defienden intereses de los patrones nacionales…
El crédito es solo una parte del problema, que pierde de vista la esfera fundamental de la producción. La limitación principal en este país es que no hay ningún negocio rentable para el capital. De ahí, la recesión y el ataque constante a las condiciones de vida de la población. Ese es el problema de la situación en que nos encontramos, que el trotskismo se empeña en esconder: con cualquier alternativa burguesa, haya o no acuerdo con el FMI, los trabajadores salimos perdiendo.
Con cada una de las medidas acordadas por el gobierno con el FMI sucede lo mismo. Tanto el PO como el PTS reconocen que estábamos sin reservas lo que nos llevaba directo a un “Rodrigazo”. O sea, la licuación de nuestros sueldos por la megadevaluación. ¿Eso significa que el acuerdo es bueno? No, pero su alternativa no era mejor. Y en este punto de las reservas, nuevamente aparece la defensa de medidas burguesas: según el PTS, el FMI nos obliga a acumular reservas “para pagar la deuda” en lugar de destinarla a “sostener la actividad económica”. O sea, regalarle dólares baratos a la burguesía planera, eso quieren.
Al trotskismo, en su afán de no confrontar con las bases kirchneristas, no se le ocurre pensar una salida diferente, socialista, que rompa esta dinámica política y económica. Perdone quien lea si cansamos, pero el problema es el capitalismo argentino, que solo tiene para ofrecer a los trabajadores sangre, sudor y lágrimas, con o sin acuerdo con el FMI. La única alternativa es cambiar las bases mismas de la sociedad, planteando un país con productividad coreana y nivel de vida sueco. Eso que nos puede permitir llegar a un mundo enteramente nuevo: el Socialismo.