Este mes se cumplieron 150 años de una experiencia que, a pesar de su corta existencia, tiene una importancia fundamental para los trabajadores y la izquierda revolucionaria: la Comuna de París. Se trata de uno de los hechos más importantes de la historia de la clase obrera porque se trató del primer ensayo general de un Estado revolucionario. Veamos.
Comencemos por ubicarnos en tiempo y espacio. Estamos en la Francia de la segunda mitad del siglo XIX, en un momento de ascenso del capitalismo, con la burguesía elevándose a la categoría de clase dominante, luego de iniciar un proceso de liquidación de los restos de feudalismo. Concretamente, estamos en el llamado Segundo Imperio, época inaugurada por la revolución burguesa de 1848. Todavía existe una pelea entre monárquicos y republicanos, pero los primero se imponen. Gobierna el emperador Luis Bonaparte, sobrino de Napoleón. En el medio de todo eso, la clase obrera comienza a protagonizar sus propias insurrecciones. Bonaparte responde con represión y algunas concesiones.
Pero hacia 1870 la situación se complica. Estalla la guerra franco-prusiana, que enfrenta a Francia contra Alemania. La suerte de Bonaparte se complica. Una serie de derrotas rápidas obliga la rendición. La burguesía republicana aprovecha la oportunidad e impone un Gobierno de Defensa Nacional. Pero no corre mejor suerte. Es el momento de los trabajadores que comienzan a actuar de manera independiente.
Hambre, privaciones, injusticias y un invierno crudo se van acumulando en oposición al gobierno, que intente llegar a la paz con Alemania y desmovilizar a la población en París. En enero del ’71 se decide la rendición. Un nuevo gobierno republicano, encabezado por Thiers, descarga una fuerte represión. Thiers intenta incautar los cañones de la Guardia Nacional para hacer realidad el pacto con los alemanes y dominar la ciudad insurrecta. La reacción popular no se hizo esperar: el 18 la multitud resistió la entrega de los cañones y tomó prisioneros a dos generales, a los que pronto fusila.
Thiers y el gobierno abandonan París, que queda en manos del Comité Central de la Guardia Nacional, es decir, del pueblo en armas. Se convocan a elecciones municipales del que participan todos los varones adultos. El resultado es un gobierno de la pequeña burguesía y del proletariado parisino. Nació la Comuna, limitada a la ciudad de París.
El organismo comunal creado reunía las funciones legislativa y ejecutiva, no había funcionarios ejecutivos permanentes y todos eran directamente responsables ante los ciudadanos. Todos los agentes de la administración, la justicia y la enseñanza debían ser elegidos por sufragio universal; se limitó al sueldo de un obrero corriente el salario de los funcionarios y se prohibió la acumulación de cargos. Se suprimió el ejército permanente y la policía fue colocada bajo control comunal.
Entre las medidas tomadas por la Comuna figuran la eliminación de la enseñanza religiosa, la separación de la Iglesia y el Estado, la supresión del presupuesto para cultos, la fijación de precios máximos, creación y socialización de talleres bajo gestión obrera, imposición de salarios mínimos, eliminación de multas y retención sobre salarios, organización del trabajo de las mujeres, postergación de desalojos y prórroga de alquileres, etc.
Pero la suerte de la clase obrera rápidamente cambia. El Estado burgués en Versalles se encontrará frente a un Estado proletario en París sintetizado en la Comuna revolucionaria. Concluida la paz con Prusia, Thiers consigue armar 170.000 hombres para reprimir a los insurrectos. Aislada del resto del país, París se enfrenta a fuerzas muy superiores. Los versalleses torturan y fusilan a todo el que capturan vivo sin que la Comuna se anime a algo parecido. El 20 de mayo las tropas contrarrevolucionarias entran en la ciudad sitiada. La defensa se extendió por ocho días, sin coherencia y sin plan. Un cómputo más realista parece alcanzar a los 100.000 muertos.
La burguesía ahogó así, a sangre y fuego, la primera experiencia de un gobierno obrero que se erigió como resultado de la lucha de clases entre explotados y explotadores. Esos dos meses y monedas que duró la Comuna de París no mostraron la imposibilidad de la Revolución y del Socialismo, sino que justamente marcaron el futuro, ese que ahora está al alcance de nuestras manos.
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