¡Empresarios del mundo… uníos! El “Pepe” Mujica y el derrotero claudicante del nacionalismo antiimperialista – Mariano Schlez

en El Aromo nº 53

mujica “¡Jugála acá!, que no te la van a expropiar, ni te van a doblar el lomo con los  impuestos”, arengó el presidente electo frente a cientos de los empresarios más  poderosos del mundo. ¿Quién buscaba, casi desesperadamente, despegarse del  comunismo expropiador y combatir su estrategia? ¿Acaso el ultraderechista Álvaro  Uribe? ¿Tal vez el Jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri?  Nada más lejano. Quien desde el estrado conmovía los corazones burgueses era  José “Pepe” Mujica, ex dirigente del Movimiento de Liberación Nacional  Tupamaros (MLN-T), que acaba de ser elegido presidente del Uruguay. Como ya  pocos dudan del carácter abiertamente burgués de la “nueva izquierda”, la  importancia del hecho radica en las enseñanzas que los revolucionarios debemos  extraer de él. Es decir que el discurso de Mujica nos plantea, una vez más, un  balance del derrotero del programa nacionalista antiimperialista, que aún levantan  numerosas organizaciones de izquierda.

 “No te la van a expropiar…”

Para presentar su programa de gobierno, Mujica organizó el encuentro “Los empresarios en el proyecto nacional: desarrollo y reducción de la pobreza”, eligiendo como escenario el Hotel Conrad, de Punta del Este. A ese ámbito, tan propicio para los negocios, llevó a 1.500 empresarios, políticos y periodistas de Latinoamérica y el mundo.
En su discurso no se anduvo con vueltas. Se diferenció abiertamente del chavismo, llamando a la burguesía a explotar obreros uruguayos, sin miedo a que su propiedad y su rentabilidad sean puestas en juego por el Estado. También los tentó comentándoles uno de los principales logros del Frente Amplio, la profunda desmovilización de las masas, invitándolos a vivir en su país, donde “un presidente puede caminar tranquilo por la calle”.1
Luego, Mujica apeló al manual del liberal ortodoxo para “encandilar” a los empresarios, asegurando que lo que define a un burgués no es su capital, sino su “espíritu”. Obsecuente como pocos, aseguró que “ser inversor no es tener plata sino coraje de riesgo, que es otra historia”. Claro que, al igual que los Kirchner y el resto del progresismo actual, intentó despegarse del desprestigiado sector financiero, apelando a los buenos capitalistas industriales: “Este es un país cuya característica negativa más penosa ha sido, históricamente, la bajísima tasa de inversiones […] Hemos preferido sacarla [a la plata] para afuera, colocarla en un banco. Es parte de una historia nacional […] Nunca apostamos mucho a emprender”. Además de reducir a la ausencia de una burguesía nacional emprendedora todos los problemas nacionales, no se olvidó de culpar al pueblo uruguayo por su miseria, afirmando que si el país no supo crecer “la responsabilidad fue nuestra”. Por lo que llamó a los inversores a poner en movimiento sus capitales, “no en una timba ciega”, sino en un país seguro, debido a que el gobierno cumpliría su tarea fundamental: “aminorar en todo lo posible los márgenes de riesgo y ofrecer estabilidad”. Y, una vez más, invocó al credo burgués más elemental, señalando que el éxito de los obreros dependerá de su capacidad para aprovechar las opciones que la burguesía le ofrecería, debido a que “el partido se juega en el campo del talento”.2
Para justificar la completa apertura de los mercados uruguayos al capital internacional, Mujica dijo que su objetivo principal era resolver las “deudas sociales, y sueños por concretar […] [que] serían meras quimeras si la economía no funcionara”. Lo que ninguna contradicción tendría con el enriquecimiento de unos pocos, debido a que “la riqueza es hija del circuito del trabajo […] Para tener recursos económicos necesitamos empresas que prosperen, que puedan pagar impuestos, que generen riqueza”.Y como “los que crean la riqueza, son los empresarios, los emprendedores”4, ¡que mejor que traer a muchos de ellos para enriquecer al Uruguay! Para combatir la pobreza, Mujica llamó a la burguesía a enriquecerse, ya que “si queremos aumentar los impuestos sobre la misma masa de riqueza, estamos fritos, porque matamos la gallina de los huevos de oro”. En cambio, como su propuesta comprende que “el trabajo es inversión”, no dudó en convocar a los principales inversionistas que vayan a “trabajar” al Uruguay.5

La bienvenida al hijo pródigo

Mujica organizó el evento junto a la Cámara de Comercio Argentino Uruguaya, la Unión de Exportadores y la Cámara de la Construcción. Entre los principales asistentes se encontraban representantes de Petrobras, PDVSA, Mercedes Benz, Sancor, el grupo Werthein (accionista de Telecom) y Bulgheroni.6 Los más entusiasmados fueron los empresarios argentinos. Carlos Ávila, dueño de Torneos y Competencias, aseguró que el discurso de Mujica le “pareció un poema”. Igual de conforme quedó el presidente de Fiat, Cristiano Rattazzi, que señaló que “acá se respetan las instituciones y las transiciones; en la Argentina no está tan claro”. No se quedó atrás Martín Eurnekian (Aeropuertos Argentinos 2000 y Aeropuerto Internacional de Carrasco), quien calificó a Mujica de “genial”, caracterizando que fue “un discurso prometedor […] queda claro que se van a respetar las normas y que las puertas están abiertas a los inversores”.7 Asimismo, Héctor Méndez, presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA) reconoció que “da un poco de envidia […] el día que perdamos la esperanza, tendremos que venir a vivir a Uruguay”.8 Hasta Pancho Dotto, Graciela Borges, Marcelo Longobardi y la madre del “mediático” Ricardo Fort, Martha, salieron encantados con la arenga liberal del futuro mandatario.
Los empresarios uruguayos, aunque menos sorprendidos, tampoco escamotearon elogios. El presidente de Buquebus, Juan Carlos López Mena, aseguró que Uruguay encontró “el rumbo de la confiabilidad, la transparencia y la seguridad jurídica”. Para el titular de Petrobras, Irani Varela, Mujica dijo “lo que todo empresario quería escuchar”, al reconocer “que los empresarios son un motor importante para el país”. A su vez, Rubén Scarone (Grupo Ras) aseguró que “seremos fieles custodios de sus palabras”.
También vivó a Mujica el millonario Alexander Vik, por “abrirse al mundo, basar todo en el trabajo, en vivir, arriesgar y generar riquezas para todos […] es la forma de salir adelante y poder atender a los pobres gracias a un país libre y rico”.
No se quedaron afuera del evento los funcionarios del gobierno. Para el ministro de industria, Raúl Sendic (hijo de Raúl “Bebe” Sendic, el viejo líder del MLN-T), “no hay antecedentes en Uruguay que un gobierno electo de una señal de convocatoria al empresariado y a la inversión tan fuerte como esta”. Por su lado, el presidente del Banco de la República, Fernando Calloia, destacó el acierto de informar a los empresarios de que no se iban “a fijar impuestos expropiatorios sobre las utilidades”. Hasta la oposición no pudo disimular su coincidencia con el futuro gobierno. El ex presidente Julio María Sanguinetti señaló que no se escuchaba algo así desde las décadas de 1980 y 1990: “nos congratula que se hable de la economía de mercado, de las economías abiertas, de la competitividad internacional, el cumplimiento de los contratos. Todo eso hasta hace muy poco tiempo era el Consenso de Washington y el Estado neoliberal”. A su vez, otro ex mandatario, Luis Lacalle, aseguró que “nos alienta porque es una posición empírica que reconoce que no hay empleo sin capital, sin inversión nacional o inversión extranjera”. Hasta el senador Pedro Bordaberry (hijo del ex Presidente Juan María Bordaberry), aseguró que “es muy bueno que Mujica hable del liberalismo, es muy importante y valiente que haya dicho que primero viene la inversión y después el trabajo. Fue fuerte […] Son cosas que nunca pensé que las iba a escuchar”.
Completaron el cuadro de claudicación absoluta frente al capital, los aplausos de los dirigentes de las centrales obreras (PIT-CNT), Castillo, Reed y Castellano.

¿La traición de Mujica?

El discurso de Mujica causó sensaciones ambivalentes. Mientras que la burguesía y sus intelectuales celebraron sus palabras, algunos sectores de la izquierda oriental se lamentaron profundamente por una nueva “traición” a la lucha revolucionaria. Como señaló Ernesto Herrera, del Colectivo Militante: “Esta capitulación de miles de cuadros y militantes de la izquierda, tiene todo el significado de una derrota política. En el sentido de una derrota estratégica del horizonte democrático radical, popular, antiimperialista, revolucionario, surgido en las luchas sociales y políticas de los años ’60”.9 Asimismo, dos de los principales referentes del liberalismo argentino, Mariano Grondona y Daniel Hadad, saludaron el derrotero de Mujica: Grondona concluyó que “la racionalidad económica […] ya no pertenece solamente a quienes siempre la acogieron […] sino también a quienes vienen de la izquierda militante”10; y Hadad afirmó que este nuevo Mujica “liberal” nada tiene “que ver con el guerrillero […] [del] siglo pasado”.11 A pesar de que ambas impresiones valoran de manera antagónica el suceso, una caracterización de fondo las une: la idea de que Mujica “cambió” y que su política es cualitativamente diferente de la que llevó adelante en la década de 1970.
Sin embargo, la realidad es distinta: el programa tupamaro ya contenía, en gérmenes, las posiciones actuales de Mujica y el Frente Amplio. De poco nos serviría, para hacer un balance correcto, traer al debate el heroísmo de los militantes setentistas, su convicción para dar la vida por sus ideales o su valor para tomar las armas por la revolución. Lo que debemos evaluar es el objetivo político que guió a los compañeros de aquellos años, es decir, su programa.
En resumidas cuentas, al igual que los Montoneros argentinos, el MLN-T combatió por la liberación nacional, planteando como tarea prioritaria del Movimiento la derrota del imperialismo, al que caracterizaban como el principal responsable de la opresión de los pueblos latinoamericanos.12 Es decir que su programa tenía como objetivo la realización de tareas burguesas, a saber, la liberación nacional. El principal antagonismo, entonces, no es entre clases, sino entre el imperio y la nación, por lo que se habilitaba la posibilidad de un frente con las burguesías nacionales que, en teoría, tendrían intereses opuestos a las extranjeras. Lo que había que eliminar no era la explotación. Además de no ser una organización marxista leninista, sino más bien nacionalista reformista, impulsó la necesidad de crear Movimientos que, a diferencia de los partidos revolucionarios, desarmaron a la clase obrera al privilegiar la unidad por sobre el programa. Con la excusa de sumar compañeros a la causa y no ser “sectarios”, el movimientismo se convirtió en oportunismo, liquidando el programa revolucionario en post de la creación de un “frente amplio” que avance en la gestión del Estado burgués.
Y esto, aunque es más evidente para quienes pudimos observar su derrotero en el largo plazo, también fue señalado por sus compañeros de lucha. Hacia 1972, el propio Santucho, al señalar la importancia del debate teórico y programático al interior de la Junta de Coordinación Revolucionaria (JCR),13 remarcó que “la mayor afinidad ideológica y política del PRT era con el MIR, ya que se trataba de ‘partidos marxistas leninistas, en franco proceso de proletarización y no de movimientos de liberación, de corte nacionalista progresista’”, como el MLN-T.14 Como vemos, de poco sirven los balances actuales que, limitándose al carácter armado de las organizaciones político militares de la década de 1970, relegan sus diferencias programáticas. Si todos fueran “guerrilleros” o “foquistas”, difícilmente podamos explicar el derrotero antagónico de los viejos aliados: mientras que el PRT fue aniquilado, el MLN-T terminó gestionando el Estado burgués.15
Hecho que no tuvo que ver con ninguna “traición”, sino, como venimos diciendo, con la naturaleza de su programa político. Esto es reconocido por los propios militantes tupamaros: Eleuterio Fernández Huidobro, a fines de la década de 1990, reconocía que, lejos de una transformación sustantiva, la política frenteamplista era una consecuencia lógica del programa de “liberación nacional” del MLN-T:

“mi organización matriz (el MLN), elaboró y publicó en 1998, para un Congreso del MPP [Movimiento de Participación Popular], su concepción de Liberación Nacional y por ende de política de alianzas […] De modo que nadie puede llamarse a sorpresa ni a engaño […] En nuestra teoría de Liberación Nacional, su fuerza motriz, social y política es el Pueblo […] Para nosotros Pueblo es el conjunto social de todos aquellos individuos y sectores de un país […] cuyos intereses o concepciones se oponen al imperialismo o, mirado desde la positiva, son partidarios de la nación […] el concepto Pueblo surge meridianamente claro: los obreros, los trabajadores en general, los intelectuales y estudiantes, los pequeños burgueses y hasta los burgueses que tengan intereses a favor de la patria y por ende contra todo imperialismo”.16

Lecciones de batalla

La burguesía aprendió rápidamente de los Lula y los Mujica. Como señaló Grondona, “no importa en definitiva de dónde vienen nuestros líderes regionales, sino hacia dónde se han encaminado”. Es decir que, poco atentos a su pasado y a su discurso, concentran su atención en el programa concreto que llevan adelante.
Así como ellos aprendieron, también nosotros debemos sacar las enseñanzas del caso. Y no podremos hacerlo si seguimos caracterizando que la “conversión […] del antiguo guerrillero tupamaro” se dio en los años de la “democracia liberal”, como concluyeron numerosos compañeros de la izquierda uruguaya.17 A pesar de que sus propios dirigentes se han encargado de señalar la coherencia programática entre 1970 y la actualidad, como señalábamos allá por el 2006, muchos caracterizan que existió una “transformación” de los Tupamaros, de revolucionarios socialistas en funcionarios serviles al imperialismo. Quienes así razonan, confunden radicalización táctica (la lucha armada) con programa revolucionario (el socialismo). Llevándose por impresiones superficiales, no llegan al balance correcto para la izquierda: el paso de una táctica armada a una electoralista no debe esconder que el núcleo del problema se encuentra (y se encontraba) en el programa que guió al movimientismo tupamaro, es decir, su lucha por la liberación nacional, lo que implicó una alianza con fracciones de burguesas. Por lo que los militantes de izquierda debemos aprender que cualquier lucha que, con la excusa de la “unidad de la izquierda”, abandone la discusión programática y troque a la clase obrera por el “pueblo”, al Partido por el “movimiento”, al capitalismo por el “imperialismo”, a la Revolución por la “liberación”, en síntesis, al socialismo por el nacionalismo, nos llevará a una nueva y aplastante derrota.

NOTAS

1 El País, 15/2/2010.
2 Clarín, 10/2/2010.
3 C5N, 10/2/2010.
4 Perfil, 13/2/2010.
5 La Nación, 11/2/2010.
6 Infobae, 10/2/2010.
7 El País, Montevideo, 11/2/10.
8 El País, 15/2/2010.
9 Herrera, Ernesto: “Mujica encandiló a los empresarios…Todas las garantías al capital”, en www.rebelion.org. Herrera es militante del Colectivo Militante.
10 La Nacion, 14/2/2010.
11 Perfil, 13/2/2010.
12 La evolución programática del MLN-T, desde su primer documento de 1967 hasta 1975, puede consultarse enwww.cedema.org/ver.php?id=122.
13 La Junta reunía al Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT-ERP) argentino, al Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR) chileno, al Ejército de Liberación Nacional (ELN) boliviano y al MLN-T uruguayo.
14 Mattini, Luis: Hombres y mujeres del PRT-ERP, De La Campana, La Plata, 2003, p. 377.
15 Para una profundización sobre este punto puede consultarse De Santis, Daniel: Entre Tupas y Perros, Ediciones ryr , Bs. As., 2009 y Grenat, Stella: “De revolucionarios y (peligrosos) conversos”, en Razón y Revolución, n° 15, Bs. As.,  2006, pp. 225-227.
16 Citado en Grenat, Stella: “Santucho tenía razón. El debate por las papeleras de Fray Bentos y la ‘traición’ de Tupamaros”, en El Aromo, abril de 2006.
17 Es el balance actual del Colectivo Militante, que sigue al realizado, en 2005, por el ex tupamaro Jorge Zabalza. Véase Herrera, Ernesto: “El Pepe fue un revolucionario… Crítica por izquierda al triunfo de la izquierda”, en Question, 1/12/2009; y “¿Pa’qué sobrevivimos?”, Carta de Jorge Zabalza a Eleuterio Fernández Huidobro, 8/10/05, extraído de www.brecha.com.uy.

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