El guardaespaldas. O por qué interviene el Comando Sur de los EE.UU. en Latinoamérica – Nicolás Grimaldi

en El Aromo nº 51

comandosur La instalación de bases militares norteamericanas en Colombia actualizó  el debate en torno a la naturaleza del imperialismo en América Latina,  devolviendo a la palestra la discusión sobre la táctica y la estrategia que  los trabajadores debemos implementar frente a su avance. ¿Debemos  fomentar la unidad nacional para resistir la “opresión” norteamericana?  ¿Son las burguesías locales un aliado potencial de los trabajadores? Una  aproximación a la historia del Comando Sur de los Estados Unidos, uno  de los principales ejecutores de la política “imperialista” en la región, nos ayudará a clarificar los objetivos de su intervención en Latinoamérica.

Foja de servicios al capital

La primera incursión militar de los EE.UU. en América Latina se remonta a 1903 cuando, en Panamá, su ejército defendió el ferrocarril que conectaba el Atlántico con el Pacífico, permaneciendo luego durante la construcción del canal que uniría ambos océanos. La presencia norteamericana se consolidó el 1 de julio de 1917, cuando el Departamento del Canal de Panamá se activó como comando geográfico ?del Ejército de los EE.UU., luego reemplazado por el Comando de Defensa del Caribe (CDC), en 1941. El CDC sería transformado en el actual Comando Sur en 1963, debido a la necesidad estratégica de profundizar su intervención en Sudamérica, en detrimento del Caribe.
Durante los años ‘60 y ‘70, el Comando Sur fue el encargado de difundir en Latinoamérica la “Doctrina de Seguridad Nacional”, a través de la tristemente famosa “Escuela de las Américas”, con sede en Panamá. Allí se instruyó a los soldados de las Fuerzas Armadas latinoamericanas para combatir al “enemigo interno”, que jaqueaba el orden capitalista imperante. Más de 61.000 soldados fueron entrenados en variadas técnicas de combate, inteligencia militar y técnicas de tortura, entre ellos unos 600 argentinos, graduados en “operaciones de contrainsurgencia”, “contrainsurgencia urbana”, “operaciones en el monte” e “interrogatorio militar”.1 Roberto Viola y Jorge Rafael Videla (Argentina), Anastacio Somoza (Nicaragua), Augusto Pinochet (Chile), Alfredo Stroessner (Paraguay), Hugo Banzer (Bolivia), Juan Alberto Melgar Castro (Honduras) y Carlos Humberto Romero (El Salvador) fueron sus mejores alumnos.
Además de entrenar a los principales dirigentes militares que aniquilaron el proceso revolucionario en desarrollo, el Comando Sur implementó, en 1964, el plan LASSO (Latin American Security Operation), antepasado del moderno Plan Colombia, contra las autodefensas campesinas, germen de las actuales FARC. Plan que, lejos de expresar el enfrentamiento entre las burguesías caribeñas y anglosajonas, mostraba su alianza, en tanto que ambas financiaron el proyecto, cuyo objetivo era aniquilar la resistencia que las masas oponían al avance de la concentración y centralización de la tierra. Tampoco parecen existir contradicciones de tipo nacional en la intervención del Comando Sur en Chile: el impulso al golpe de estado del 11 de Septiembre 1973, supervisado por Richard Nixon y Henry Kissinger, defendió los intereses de la burguesía trasandina, atacando las conquistas de las masas obreras que sustentaban al gobierno popular de Salvador Allende.
La derrota de la revolución en Latinoamérica (salvo en Cuba) y el establecimiento de gobiernos socialdemócratas y liberales durante las décadas de 1980 y 1990, le permitió al Comando Sur  estabilizar su presencia, a través de la instalación de bases militares y la realización de actividades conjuntas con las Fuerzas Armadas latinoamericanas.
Sin dormirse en los laureles, el Comando Sur y las burguesías latinoamericanas pusieron en marcha un ambicioso plan de entrenamiento y cooperación conjunta que buscaba “aumentar las habilidades (…) de las fuerzas militares de los EE.UU. [y] de las naciones aliadas, en situaciones vinculadas con las principales amenazas a su seguridad. Los escenarios de ejercicios incluyen: seguridad marítima, mantenimiento de la paz, operaciones antiterrorismo, migración ilegal, tráfico ilícito, preparación para desastres, y asistencia humanitaria”.2 Es evidente que estos ejercicios no expresan un enfrentamiento entre el “Imperio” y las naciones latinoamericanas. Más bien intentan asegurar “la ?interoperabilidad entre naciones aliadas y las fuerzas de los Estados Unidos” en la defensa de las “democracias seguras”. En 2005, el Comando Sur tenía más empleados trabajando sobre América Latina que la suma de los Departamentos de Estado, Agricultura, Comercio, Tesoro y Defensa. Por aquel entonces, controlaba las bases de Guantánamo (Cuba), Fort Buchanan y Roosevelt Roads (Puerto Rico), Soto Cano (Honduras) y Comalapa (El Salvador), Manta (Ecuador), Reina Beatriz (Aruba) y Hato Rey (Curaçao), además de una red de 17 guarniciones terrestre de radares: tres fijos en Perú, cuatro fijos en Colombia, y el resto móviles y secretos en países andinos y del Caribe.3

Nuevos fantasmas recorren Latinoamérica

La última década del siglo XX fue testigo de la lenta recomposición del movimiento revolucionario latinoamericano. Las insurrecciones en Venezuela, Bolivia, Argentina y Ecuador le pusieron un límite al avance de la contrarrevolución iniciada a mediados de la década de 1970. Freno que, de inmediato, se convirtió en un nuevo avance de las masas, motor fundamental de todas las concesiones arrancadas a los gobiernos bonapartistas. Atento a este giro a la izquierda de los trabajadores latinoamericanos, el Comando Sur tomó nota y comenzó a actuar en consecuencia.
En agosto de 2001, el operativo Cabañas se realizaba en Salta a la par de los primeros cortes de ruta del movimiento piquetero. Mientras miles de obreros enfrentaban al capitalismo, más de 1.200 soldados de Argentina, Estados Unidos, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, Paraguay, Perú y Uruguay se entrenaban para actuar en “situaciones de conmoción urbana”. Pocos años después, el Gral. James T. Hill, Jefe del Comando Sur, explicaba al Congreso norteamericano que debían enfrentar “una amenaza emergente, mejor descripta como (…) populismo radical”, originado en “el fracaso de las reformas democráticas” y las “frustraciones causadas por la inequidad social y económica”.4 Crisis estructural que, según un estudio de la CIA, tenderá a profundizarse debido a que “la globalización sacudirá profundamente el statu quo, generando enormes convulsiones económicas, culturales, y consecuentemente políticas”.5
Al asumir la dirección del Comando Sur, el 21 de julio del 2004, el General Bantz J. Craddock, declaró ante el Comité del Senado para Servicios Armados que su prioridad sería “continuar con la Guerra en Contra del Terrorismo en el Área de Responsabilidad de Comando Sur”.6 ¿Qué entiende por “terrorismo” el Estado norteamericano? Lo mismo de siempre: guerrilleros, izquierdistas y narcotraficantes. En 2007, el Departamento de Estado de los EE.UU. presento un informe sobre “Patrones del terrorismo global”, concluyendo que “los actos de terrorismo en el Hemisferio Occidental fueron cometidos principalmente por organizaciones terroristas extranjeras en Colombia y por los vestigios de grupos andinos de la izquierda radical”.7 A su vez, identifica como Estados terroristas a aquellos que cooperen con estas agrupaciones o que no colaboren con EE.UU. para combatirlos, como sería el caso de Venezuela y Cuba.
El actual programa del Comando Sur tiene en su naturaleza misma el mandato de intervenir en caso de iniciarse cualquier proceso revolucionario que supere los marcos del reformismo burgués dado que, con la excusa de la “seguridad” norteamericana, plantean la defensa irrestricta de la democracia liberal representativa y de la economía de mercado.8 Aunque la situación política no parece habilitar semejante posibilidad actualmente, este nuevo avance de la izquierda entre las masas latinoamericanas obligó al Comando Sur a tomar medidas concretas que preparen el camino de probables nuevas intervenciones. En primer lugar se reforzaron los sistemas y programas de inteligencia, vigilancia y reconocimiento (ISR), que proporcionan todo tipo de datos pertinentes sobre situación, daños y evaluación del conflicto.9 A su vez, en mayo de 2008, fue reactivada la IV Flota (creada en 1943 para combatir al nazismo y disuelta en 1950), con el objetivo de “combatir al terrorismo” en los mares sudamericanos. Este año, la pérdida de la base de Manta (Ecuador) determinó la instalación de siete nuevas bases militares en Colombia, ratificadas por los gobiernos “populares” de Chávez, Correa, Evo, Cristina y Lula en su última reunión de UNASUR.10

Clase contra clase

El Comando Sur es la fuerza de choque, en Latinoamérica, de la burguesía más poderosa del mundo: la norteamericana. Burguesía que, claro está, no está sola en su tarea de explotar a los obreros de esta parte del mundo, encontrando en las burguesías nacionales su principal aliada. De hecho, las etapas de mayor intervención del Comando Sur en América Latina se corresponden con el ascenso de la lucha de clases y el (consecuente) peligro para las clases dominantes locales, que deben ser socorridas por su guardaespaldas del Norte para impedir que sean arrasadas por la movilización popular. Desde Perón y la Triple A, hasta Chávez y la claudicación de Unasur, las burguesías latinoamericanas han dejado ya en claro que no tienen nada para dar a los trabajadores y que, a la hora de la verdad, se alinearán con sus hermanos del Norte. Lo que significa que, para derrotar al “Imperio”, no debemos alentar la unidad entre explotadores y explotados de una misma Nación, sino forjar un programa y un Partido de los trabajadores urbanos y rurales de toda América Latina.

NOTAS
1Ver www.terrorfileonline.org.
2Ver www.southcom.mil.
3Zibechi, Raúl: “Las armas de América del Sur”, en www.voltairenet.org.
4Ver “Comando Sur de EE.UU. combate al ‘populismo radical’ en América Latina”, en www.voltairenet.org.
5National Intelligence Council: “Global Trends 2020. Mapping the Global Future”, en www.cia.gov.
6 Ver www.abna.ir
7Ver usinfo.state.gov.
8SOUTHCOM: “United States Southern Command Strategy 2016”, marzo de 2007.
9Ver www.visionesalternativas.com.
10Ver Grimaldi, Nicolás: “El imperialismo doméstico. El programa burgués y contrarrevolucionario de la Unasur”, en El Aromo, N° 50, septiembre-octubre de 2009.

Ejercicio Años Zona FF. AA. participantes Objetivos
 Cabañas 1996 a2001 PanamáPuerto Rico Córdoba Salta EE.UU., Argentina, Paraguay, Uruguay, Bolivia, Ecuador, Perú, Brasil y Chile  Militar y Seguridad
 Águila I-II-III 2001 a2003 Mendoza San Luis  EE.UU. y Argentina  Militar y Seguridad
   Unitas    2003   ArgentinaBrasilParaguayPerú EE.UU., Paraguay, Bolivia, Brasil, España, Uruguay, Canadá, Chile, Portugal, Venezuela, Perú, Alemania, Francia, Sudáfrica, Colombia, Panamá, México, Republica Dominicana    Militares y de Seguridad
Cielos Centrales 2001 a2003 America Central America Central Militar y Seguridad
Nuevos Horizontes 1996 a2003 America del Sur y Central EE.UU., Latinoamérica y América Central Militar, Seguridad y Humanitaria
 Tapuru y Timbo  2002-2003 Región amazónica limítrofe con Colombia  Brasil  Militar y de Seguridad (búsqueda de miembros de las FARC y del EZLN)
 Fluvial 1991 1997 2001 Misiones, Delta bonaerense, Entre Ríos  EE.UU.  Militar y de Seguridad
 Plan Vigía  2002  Triple frontera  EE.UU. Militar, Seguridad y Epidemiológico (estudio del dengue)
Aspectos ecológicos Década de 1990  Uruguay Ingenieros de las Fuerzas Armadas de EE.UU.  Militar y Ecológico
Trade Winds 2000 América Central EE.UU. Militar y Seguridad
Millenium 1999 Atlántico Sur Argentina e Inglaterra Militar y Seguridad
Cruzex 2002 Camoas (Brasil) Brasil, Argentina, Chile y Francia Militar, Seguridad y Humanitario
Atlasur IV 1999 Río de Janeiro Brasil, Argentina, Uruguay y Sudáfrica Militar y Seguridad
Operaciones Varias  1999 BarilocheVilla Reynolds (Argentina)  Argentina y de EE.UU.  Militar y Seguridad
Formación y Entrenamiento Militar Internacional   2002 América del Sur y Central (excepto Guayana Francesa) Programa de EE.UU. dedicado a 2.684 militares latinoamericanos   Militar y de Seguridad

Fuentes: LAP, en base a www.voltairenet.org y Centro de Estudios Nueva Mayoría

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