Educación. ¿Se puede sostener el proceso educativo online?: Los recursos

en La Hoja Socialista 18/Novedades

A los que gobiernan, no les importa ni los docentes ni los alumnos ni la educación. El Coronavirus lo dejó en claro. Recién el 15 de marzo el gobierno suspendió las clases. A regañadientes, porque durante los días previos el ministro de educación, Trotta, se la pasó rechazando el cierre de las escuelas. Incluso, esta primer medida obligaba a los docentes, administrativos y auxiliares a seguir yendo. Fue la rebelión docente en todo el país lo que logró ponerle ciertos límites. Luego llegó la cuarentena obligatoria y, sin embargo, aún hoy hay personal que tiene que seguir concurriendo. Obviamente, no son invulnerables al virus. Su salud está en juego.

Con las escuelas inevitablemente cerradas, el gobierno jugó fuerte la carta de la “virtualidad”. Con eso, aparenta estar preocupado por la educación. Pero en realidad, demuestra lo contrario. Al gobierno no le importa educar, sino hacer de cuenta que se educa. Nos vende que estamos en pleno siglo XXI y que tenemos que modernizarnos. Pero lo cierto es que las carencias de las escuelas, de los docentes, de los alumnos, en fin, de todos los trabajadores del país muestran que la “educación online”, en los términos que la plantea el gobierno, es una completa estafa. Inauguramos esta seguidilla de cuatro notas para entender este problema urgente. En esta, vamos a ver los datos duros de la realidad que muestran que hoy no hay medios técnicos con los que sostener la virtualidad.

El intento de “modernizar” las aulas no es nuevo, ni lo inventó el kirchnerismo con el “Conectar Igualdad”. Ya otro peronista, el riojano patilludo, había iniciado los primeros laboratorios informáticos. Desde fines de los ’90 hasta la actualidad, se sucedieron cientos de programas destinados a avanzar en la “agenda digital”.

Pues bien. Algunos datos concretos para ver los resultados. La UNICEF hizo una encuesta que muestra el escenario en el 2013 para la Educación básica. Los resultados mostraban que solo el 52% de las escuelas primarias tenían acceso a internet para docentes y estudiantes mientras que en las secundarias la cifra ascendía a 61%. Números globales que empeoran si se mira por tipo de gestión: en las escuelas estatales tenían internet solo el 36% de las primarias y el 45% de las secundarias. Pizarras electrónicas apenas el 10% de las escuelas primarias y el 8% de las secundarias. Como si fuera poco, una cifra nada menor, un tercio de las escuelas primarias estatales, no disponen de computadoras ni para estudiantes ni para docentes.

Algunos años más tarde, las cifras no muestran gran avance. Según los datos del 2019, solo 18 mil escuelas públicas de todo el país estaban conectadas a Internet sobre un total de 49 mil escuelas. En total, las cifras sostenían que el 62% de la matrícula estatal disponía de algún tipo de conectividad (vía fibra óptica, coaxil, radioenlaces o tecnología satelital). Una encuesta de 2016 asociada a las pruebas Aprender, mostraba solo un 13% tenía las computadoras integradas al aula. La realidad mayoritaria era la de los laboratorios informáticos que, como se sabe, están siempre colapsados.

Entre los estudiantes, el acceso a celulares también está masificado en secundaria, pero es más bajo en la primaria: un tercio no de los alumnos no tiene. En la escuela secundaria un 15% de los alumnos de escuelas estatales no tiene computadoras en sus casas. En cambio, en la primaria 1 de cada 3 no tienen ninguna computadora disponible en su hogar. Además, el 35% de los alumnos de secundarias estatales no tienen acceso a internet en sus casas y esa cifra trepa a casi el 45% en las primarias. El estado de las escuelas no era mucho mejor para garantizar el acceso: en 4 de cada 10 escuelas estatales la conexión es lenta e inestable.

¿Y los docentes? Bien, gracias. Según la misma encuesta, más del 90% de los docentes encuestados cuentan con computadoras en sus hogares. Pero a contramano del mito oficial, ese patrimonio no resulta de una política estatal: solo 4 de cada 10 manifestaron ser provistos por una notebook oficial. En general, la mayoría de los docentes tiene conexión a internet, en la primaria la cifra de los docentes sin internet trepa al 18% de los estatales. Casi en su totalidad, los docentes tienen celular, pero, en 2016, un tercio de los del nivel primario disponen de smartphones mientras que en secundario la cifra asciende a casi el 60%.

Si se mareó entre tanto número, hagamos un rápido resumen: un 15% de los estudiantes de secundario y un tercio de los de primaria no tienen computadoras. El 35% de los de secundaria no tiene internet en su casa y en primaria la cifra asciende a 45%. Toda esa masa de alumnos no podrá seguir los planes de contingencia, ni ver las plataformas escolares. No es casualidad que el Ministro Trotta haya anunciado que en la segunda semana de suspensión se habían producido apenas un ingreso de 1.4 millones de visitas y 2.5 millones de sesiones iniciadas. Número más que modesto si se considera que el sistema tiene 900.000 docentes y 11 millones de alumnos.

A esta altura, le habrá quedado claro que sostener las clases de manera virtual, sin hacer más que poner unas horitas en TV y habilitar un portal, no conduce a nada. Era cuestión de revisar un par de datos. En la última nota planteamos una solución a esto, porque no es necesario que todo termine mal. Por lo pronto, basta con apuntar lo central: a los que nos gobiernan, la educación de nuestros chicos nos les importa en lo absoluto.

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