Educación. Presencialidad criminal y virtualidad sin recursos

en La Hoja Socialista 22/Novedades

La semana pasada, la Corte Suprema falló en favor de Capital Federal, considerando que el DNU de Alberto violaba su autonomía. La semana anterior ya la Procuración General de la Nación había señalado que Nación no había presentado argumentos suficientes para fundamentar la suspensión de la presencialidad en las escuelas. Desde entonces, todo es un tire y afloje entre “el tío Alberto” y AMBA, y en el medio… nosotros.

Luego de la renovación de las medidas que regían hasta el 30 de abril y de su prolongación hasta el 21 de mayo, la suspensión de clases presenciales alcanzó a las zonas de alerta epidemiológica. En realidad, es una “sugerencia”. El domingo Trotta se reunió con sus pares de Santa Fe, Mendoza, Río Negro, CABA y Buenos Aires. Santa Fe anunció que suspende la presencialidad en dos departamentos nada más, Mendoza desoye. En Río Negro las escuelas siguen abiertas.

Mientras tanto los casos siguen en aumento. Porque recordemos, que esta idea de que las escuelas no contagian y que los niños no se contagian se lleva de patadas con la evidencia. Si observamos la línea etaria que abarca a los menores entre 3 y 13 años, y comparamos cómo crecieron los casos desde antes del inicio escolar al 29 de abril, vemos lo siguiente: en Entre Ríos los casos aumentaron cinco veces (456%), en Córdoba, Misiones y en San Juan crecieron al mismo valor que la provincia entrerriana (453%, 450% y 400% respectivamente). En Tucumán, San Luis y Formosa, los casos aumentaron siete veces (692%, 655% y 629% respectivamente) y en Corrientes hay ocho veces más de casos (714%). Y estos son sólo algunos ejemplos.

Y pese a las tontas excusas que siguen poniendo quienes nos gobiernan, tampoco pueden explicar por qué precisamente las madres y padres de esos niños en edad escolar (franjas 25-29, 30-34 y 35-39) tienen niveles altísimos de contagios hoy comparados con la primera ola.  A esto se le suma, que parece que tampoco están teniendo en cuenta que el protocolo que establecieron para las escuelas (suponiendo que funciona) no es apto para el alto otoño, cuando lleguen los primeros fríos. Ni que decir en pleno invierno…

Resulta claro que esta presencialidad es peor que la virtualidad 2020. Y no sólo por la exposición al contagio y la muerte sino por el esquema de burbujas que recorta a la mitad o un tercio los contenidos. Y ya ni hablemos de eso que quedó en proceso, es decir, lo que no se aprendió en el 2020 y que, también, habría que recuperar.

Esto lleva a un segundo punto, entender por qué, también esta virtualidad 2021 será peor que la del 2020. Y la explicación es sencilla: porque ya sabemos lo que necesitaríamos para afrontar en mejores condiciones esa tarea y, sin embargo, el gobierno no se dispone a resolver ese problema. El año pasado, habían reconocido que más de 4.300.000 alumnos no tenían dispositivos para uso escolar propio.

Ahora bien, a propósito de los DNU, Alberto y Trotta lanzaron, según sus palabras, un ambicioso plan para la entrega de 700 mil notebooks a chicos “para que vuelvan a acceder al mundo digital». Habría que avisarles que sus propias metas dejan fuera del mundo digital a otros 3.600.000 y ni hablemos de las y los maestros que, según el Ministerio, son entre 350.000 y 400.000 los que tienen ese mismo déficit.

En conclusión, claramente tenemos la capacidad para organizar una educación remota o virtual en mejores condiciones, pero el gobierno NO piensa hacerlo. Lejos está de estar interesado en nuestra educación y salud, sólo le preocupan las internas políticas y llegar bien a octubre. En el medio, ya se nos murieron innecesariamente 43 docentes. Por ello, necesitamos exigirle que se garanticen las condiciones necesarias para que todos puedan acceder a una educación de calidad de manera virtual mientras se termina de vacunar a toda la población. Porque seguir con clases presenciales en este contexto es criminal.

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