Hace menos de 1 mes que comenzaron las clases y la situación en las escuelas ya es un desastre. En CABA acaba de morir el primer compañero y ya tenemos 8 muertes a nivel nacional, completamente evitables. A Trotta y Acuña no se les cae la cara de vergüenza cuando mienten públicamente en los medios, diciendo que estamos frente a un retorno efectivo a las clases presenciales con un contagio menor al 1%. Pero, la verdad es que esto está muy lejos de ser cierto. Vamos a poner los hechos sobre la mesa para desarmar estas mentiras.
La primera aparece cuando escuchamos al gobierno decir que “no se puede perder otro año de clases”. Parece una obviedad, pero hay que recordarlo: el año pasado se dictaron clases, con una intensidad muy alta, a todo el mundo que pudo tomarlas. El que no tuvo clases no fue porque los maestros no quisieran darlas, sino por cuestiones ajenas a ellos: no tenían conexión o no la podían pagar; no poseían casas o computadoras. Y esta falta de recursos vale tanto para estudiantes como para los profesores. Los responsables de esto son los que ahora intentan lavarse las manos: Alberto, Larreta, Kicillof, Trotta, Acuña… todos los que nos gobiernan a lo largo y ancho del país.
Todo el año pasado, los docentes subvencionaron a la educación argentina comprándose máquinas nuevas o pagando su propio wifi. Si uno no tuvo mejor calidad de educación virtual fue porque no tenía la plata para hacerlo. En muchos colegios, no hay clases virtuales este año porque no se hizo la inversión para eso. Incluso, en la Argentina, no hay escuela que cumpla con los protocolos del Covid. No tenés ningún aula con ventilación cruzada, ni personal necesario para que entre un chico al baño e inmediatamente después lo siga alguien para limpiar. Tampoco, está la posibilidad de distribuir burbujas en la escuela. La primera cuestión a remarcar, entonces, es que acá no hay una educación mejor porque no se ha puesto el trabajo, el esfuerzo y la plata para eso. El gobierno tuvo un año para prepararse y no hizo nada.
Otra de las mentiras que andan dando vueltas es que hay clases presenciales. Cuando vos realmente calculas la cantidad de alumnos que están yendo a clase ves que ronda entre el 10 y 20%. Es decir, objetivamente no es cierto. Y la realidad es que tampoco se podría llevar a cabo. Si nos ponemos a pensar, las escuelas ya están sobrepobladas cuando hay clases normales, en un año en el que no hay pandemia. Entonces, ¿cómo van a distribuir la misma población de alumnos en burbujas y haciendo una rotación? No hay forma. Y ya ni hablemos del estado de los edificios, que se caen a pedazos.
En este caso, es mentira que la presencialidad mejora la educación. Estamos peor que el año pasado. Si el gobierno realmente quisiera mejorar la educación este año, le hubiera dado computadoras y conexión gratuita y de calidad a todos los estudiantes. Este sistema es demagogia electoral. Está hecho para cumplir con las encuestas en un año electoral.
A este panorama se agrega el hecho de que la curva va en ascenso. No baja de 8.000 casos los días de semana. Esto va en aumento con el frío por delante, sin vacunas y con la cepa de Manaos. Nos dirigimos hacia una catástrofe que va a obligar a cerrar la economía de nuevo. En lugar de asumir que se está teniendo una postura a lo Bolsonaro, se le está mintiendo a la gente. Mientras esto se desbarranca, el gobierno en lugar de invertir en la compra de vacunas realiza un gasto inútil en política y en mantener a una burguesía parásita que no es capaz de sobrevivir sin algún subsidio.
Frente a la inoperancia de este gobierno, tenemos que exigir que se invierta en la compra de dosis suficientes para vacunar a toda la población y que, hasta que esto ocurra, se brinden las condiciones necesarias para llevar adelante una cursada virtual gratuita y de calidad.
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