Se estuvo hablando mucho estos meses acerca de la educación y de las modalidades que se estaban implementando en las escuelas en el nivel inicial, en el área de primaria y secundaria. Pero poco y nada se dijo sobre la educación de jóvenes y adultos. Es necesario atender a lo que ocurre en este sector por dos motivos. Por un lado, porque vamos a ver que quienes dicen ser un gobierno de científicos el único conocimiento que demuestran de la modalidad es la de opinólogos. Y, por el otro, porque todo parece indicar que este 2021 de pandemia va a ser el año de una avanzada reformista sobre la modalidad de adultos.
Sobre este último punto, en realidad, se trata del blanqueo de una propuesta de reforma que se cuece hace once años, a propósito del lanzamiento del Plan Fines 2 y la búsqueda de reconvertir la tradicional educación de adultos en un formato acelerado de titulación. Eso que hace años llamamos la fineslización de la educación. ¿Qué quiere decir el término? Degradación + uso punteril de la educación.
Ahora usted dirá “bueno no se habla tanto de esta modalidad pero igualmente seguro están realizando algún informe sobre la continuidad pedagógica durante el 2020”. Bueno, no… Ni un solo análisis oficial sobre qué pasó a nivel nacional durante la pandemia. Entonces, si no hay informes, cuando nos dicen que los adultos pueden continuar estudiando de manera autónoma lo hacen desde un acto de fe. Y lo cierto es que esa presuposición tiene, por lo menos, dos “olvidos”. Por un lado, el análisis de las trayectorias educativas previas de esa población. Es decir, cómo nos llegan a la modalidad. Por otro, la ausencia de recursos.
Lo primero para decir es que quienes estudian en adultos es una pequeñita porción de su público potencial. Es sabido, la Ley de Educación Nacional estableció la obligatoriedad del secundario, dispuso la creación de programas a término, específicos, para que toda la población alcance ese nivel y 15 años después la cosa no cambió. Por dar un solo dato, más del 40% de los hogares de la provincia de Buenos Aires tiene a su jefa/e de hogar con secundario incompleto.
Segundo, nos hablan de la virtualidad. Bueno, lo cierto es que deberían tener condiciones. Hoy quienes reparten la sexta parte de las notebooks que hacen falta para garantizar dispositivos a todos los alumnos de la educación común que así los requieren, le echan la culpa a la “discontinuidad” del Plan Conectar Igualdad que realizó el macrismo. “Fue Macri”, dicen. Bien, hay que recordarles a los desmemoriados de siempre que la modalidad de jóvenes y adultos no fue incluida en el programa en su momento. Los estudiantes adultos no fueron ni conectados ni igualados. Tampoco lo hizo, a nivel nacional, el programa macrista Aprender Conectados.
Ahora, otro de los problemas que tiene esta modalidad y que parece ser pasada por alto es la cuestión acerca de qué recursos propios tienen o cómo viven. Todos aspectos que entrarán en juego en esa supuesta autonomía de estudio que dicen que esta modalidad tiene. En general, la mayoría de esos adultos que deciden volver a estudiar, tienen familia. Con lo cual, a la hora de afrontar su propia escolaridad jugarán las escolaridades de distintos grupos en el seno del hogar y a todos los afectarán las condiciones habitacionales. En la modalidad, el principal problema es precisamente el acceso a dispositivos tecnológicos y conectividad donde nuestros estudiantes adultos obreros, pobres, priorizarán la escolaridad de hijas e hijos en bimodalidad.
Luego, autonomía. La autonomía para el estudio implica el poder gestionar el propio tiempo de estudio y el tener un mínimo de habilidades para hacerlo. Estas y estos estudiantes vienen de trayectorias educativas fragmentarias, dispersas. Necesitan acompañamiento de sus docentes. Pero, ¿eso implica que necesariamente entonces tienen que estar hoy ahora en pandemia en la escuela? No. Pero sí que deberían tener recursos para continuar y acompañamiento sincrónico.
En este cuadro de orfandad absoluta no extraña la dirección que se encamina la reforma en adultos. Básicamente a propósito de fijar cómo se establecen las equivalencias en Fines podríamos decir que se avanza de facto en recortar la modalidad de tres años a dos habida cuenta que a todo el que tenga 1º año de la secundaria anterior, o 7º y 8º de EGB lo inscriben en 2º año. Si hoy la primaria dura 6º años en provincia bueno la llevan hacia atrás. Por eso, las sugerencias a los directivos del CENS: hagan lo mismo porque si no se quedan sin matrícula. Algo es claro, se impone la lógica de la titulación por sobre el aprendizaje. Es lo que les importa la educación de millones: nada.
Degradan la modalidad con el único fin de gestionar títulos. Y para ello eligieron expandir el circuito que coloca la educación en manos de punteros, como el Fines, vaciando la educación de adultos. Movimiento de larga data pero que no para de profundizarse. Hay que salvar a los CENS de sus manos y con ellos al conjunto de la educación.