Editorial: Frente al naufragio

en El Aromo n° 114/Novedades

¿Quién puede dudar que estamos a bordo de un barco a punto de naufragar, o, mejor dicho, naufragando ya? ¿Quién, en este país, no está pensando que no hay botes para todos y se está decidiendo quienes quedarán afuera? ¿Quiénes quedarán afuera? Hay quien se acaba de ofrecer para decidirlo.

Ricardo Maldonado – Editor

La Carta que Cristina hizo pública a fines de octubre nos permite pensar la realidad que atravesamos y las tareas que nos convocan. La salida de la madriguera fue fulgurante, en parte porque el marco de esta reaparición es apocalíptica. Por un lado, la ya inocultable catástrofe sanitaria. La tasa de muertes por cien mil habitantes en Argentina (71) no sólo ha superado en un 20% a la Suecia (58) que supo denostar el gobierno, sino que alcanzó los guarismos de los EEUU de Trump y de la Gran Bretaña de Boris Johnson, y se acerca a la del Brasil de Bolsonaro. El número de fallecidos en el país atravesó largamente el simbólico número de 30 mil, con pérdidas acentuadas entre los trabajadores de salud, y esenciales. La ruptura (hoy innegable) de la cuarentena ha sido efectuada de manera molecular a causa de la necesidad de buscar el mango. Los casos y los muertos son el precio pagado por el ahorro del gobierno en ayuda social, una de las más bajas de la región. No es con filminas sino con dólares que se cuida a la población. Miserablemente se culpa a quienes no podían vivir con 5 mil pesos mensuales del IFE de boicotear la cuarentena. Mezclando a los millones de trabajadores desesperados con algunos miles de individualistas sin cerebro. Por eso CFK se distancia del exitismo inicial y la llama “una pandemia incontrolable que no tendrá cauce -como lo comprobamos a diario en todo el planeta- hasta el surgimiento de una vacuna o de un tratamiento.” El plan económico desplegado durante este año refleja perfectamente lo ocurrido con la cuarentena, o sea aguantar, esconderse y esperar. Renegociar la deuda, emitir bonos, meter mano al ANSES y a toda caja disponible, emitir circulante. Jugar como un equipo acorralado que la tira para arriba cada vez con menos fuerza, con menos convicción, con menos puntería. Y la pelota vuelve y vuelve a merodear el arco propio.

Volvamos entonces a la carta de las certezas. Inicialmente trasmite la certeza que hemos descrito: el país naufraga. Es por eso que hay un mensaje a la propia tropa (uno de los dos mensajes) muy elocuente. Cristina les advierte que algunas ideas fuertes sobre las que se han apoyado por años sus seguidores y detractores, es decir dos de los carriles sobre los que se ha armado el debate político hasta ahora, ya no tienen ningún valor y hay que ocuparse de los problemas verdaderos. No hay que hablar más de las formas, de la retórica de Cristina, ni del dólar como problema cultural. Ambos latiguillos deben abandonarse indica Cristina, no porque sean absurdos (siempre lo fueron) sino porque hoy no sirven. Los problemas no son de forma ni culturales, tenemos una economía (capitalista) que no funciona y hay que hacer algo de verdad. Esto implica un giro argumental frente a su propia base que se ha pasado dos décadas creyendo que los problemas del capitalismo argentino son intencionales (cultura, discurso) y no estructurales. Bueno – dice Cristina- ya son grandes y Papá Noel no existe, es hora que lo sepan.

Y ya verán que los Reyes Magos tampoco porque hay que seguir con el ajuste. La Nación opina en la misma semana en boca de Carlos Pagni que “ese ajuste ya está sucediendo, se están licuando los salarios, las jubilaciones, se está licuando la AUH, el ajuste lo está haciendo de la peor manera el mercado, que es el peor ajustador porque va políticamente a ciegas, socialmente a ciegas” O sea, advierte, que hay ajuste pero del más peligroso porque toca a quienes ni siquiera pueden esperar un poco, o buscar una alternativa. Es lo que los medios describen como el “giro pro mercado” de Guzmán y que es la base material del giro discursivo de Cristina. Guernica es eso; ajustar al tipo que no pudo pagar siquiera un alquiler miserable y quedó en la calle, uno de los que ya no puede “negociar”

Luego de esta advertencia, nos encontramos con la parte paradójica de la carta, la que lleva a las variadas interpretaciones que ha suscitado, pero a la que podemos leer de otra forma. Por un lado, la carta parece escrita por alguien ajeno al gobierno, pero con buena onda con ese señor que está en la Rosada, al que banca “más allá de funcionarios o funcionarias que no funcionan y más allá de aciertos o desaciertos” remarcando que es “imposible que no sea el Presidente el que tome las decisiones de gobierno. Es el que saca, pone o mantiene funcionarios” Pero luego de ese “yo no fui”, convoca a “un acuerdo que abarque al conjunto de los sectores políticos, económicos, mediáticos y sociales de la República Argentina. Nos guste o no nos guste, esa es la realidad y con ella se puede hacer cualquier cosa menos ignorarla.” La incorporación de “sectores mediáticos” en la usual convocatoria a la unidad nacional no puede referirse sino a Clarín y Magnetto.

Es esta aparente, contradicción la que no debe confundir. El capitalismo es un sistema de competencia y explotación, en constante tensión, una tendencia empuja a la unidad de los explotadores por sus intereses comunes, otra a la disgregación de los mismos por sus interese individuales. La carta expresa ambas en boca de Cristina. La gravedad de la situación amerita o la mayor unidad o el sálvese quien pueda. Y Cristina expone lo que quiere, y lo que ofrece.

Lo que quiere es participación en los negocios (sus presiones sobre el sector energético, la avanzada sobre el mundo agrario, la intermediación con China, la conformación desde el estado de un nuevo sector burgués, a costa, de ahí el recelo que genera, de otros burgueses, más sólidos, más tradicionales.) y, antes que nada, con urgencia, inmunidad. Las respuestas judiciales ya muestran que sus demandas son escuchadas. Por eso esmerila un poco a Fernández (y a Larreta de manera lateral) y picantea a Macri. No porque sea incapaz de llevar adelante una unidad, lo puede hacer en condiciones extremas como su oponente, sino para establecer sus condiciones. ¿Es una loca que dice una cosa y persevera en sentido contrario? No, es una dirigente burguesa que intenta forzar una alianza burguesa bajo su dirección. ¿Pero que ofrece? Luego de la carta, el dialogo con la burguesía argentina sobre la situación fue complementada por dos hechos en los que se percibe la mano de Cristina: las tomas.

La toma de los Etchevehere desató febriles especulaciones setentistas en parte de la base k, lo que nos muestra lo mal que le ha hecho a mucha gente tanta sarasa de dólar cultural y disputas de poder asociadas a las formas, es gente que cree que cualquier cosa es posible. Pero lo que CFK dejó traslucir allí, es que posee un poder, el de contención, que es necesario para el conjunto de la burguesía. El tema no es la disputa hereditaria entre burgueses, sino avisar que ella puede ser una pieza necesaria, sin ella, no hay tranquilidad posible. Mientras el gobierno del que forma parte Cristina baja las retenciones e intenta las mil y una maniobras para seducir a la burguesía agraria que liquide dólares, Cristina no desautoriza a Grabois que le está escupiendo el asado. Luego dan fin a la payasada con una orden judicial, pero la teatralización enerva a quienes se pretende seducir. Obvio que ni ella, ni ningún sector medianamente lúcido, cree en un repoblamiento del campo en pequeñas unidades de baja productividad, lo exhibido no es eso, sino lo que ella aporta por la negativa. Ella podría acotar estas provocaciones sin sentido.

Por otro lado, complementó esa inacción frente al delirante Proyecto Artigas con una acción efectiva y eficiente. Tres hombres de su riñón – Axel, Larroque y Berni- dejaron en claro que ella es la única que puede reprimir a los trabajadores, sobre todo a los más desamparados (provocando la envidia de Pato Bullrich) conteniendo, a la vez, el repudio. ¿Cuánto es ese poder de contención? Lo dirá la lucha de clases, pero mostró que lo tiene y puede convocar a su base a cruzadas miserables.

Alberto y Larreta sueñan un futuro sin Macri y Cristina, estabilizados en un centro viable, otros, quizás Grabois, quizás Massa, quizás Cornejo, sueñan heredar algo (por derecha o izquierda) si se pudre todo. Con su carta y el desalojo con represión ella dejó en claro para qué es necesaria. Como el Perón del 73, se ofrece para hacer lo opuesto a lo que esperan quienes la siguen. Guernica fue el anticipo de su Ezeiza. Y esa vocación de reprimir indudablemente exhibida con su silencio, cuenta con las herramientas para hacerlo, que no son sólo policías y gendarmes, sino también las patotas y barras bravas que viene mimando desde hace dos décadas, y finalmente, muy importante, una base dispuesta a sostenerla en esa represión. En ese sentido, Guernica no sólo demostró su poder de fuego, sino también su sólida caravana de genuflexos, carentes de dignidad e independencia.

Esta última herramienta, su capacidad de contención, se ha visto favorecida por la decisión del FITU de detener la cadena de denuncias antes de llegar a ella. Cristina es inefable para la izquierda progresista (como lo era Perón hasta que soltó a los mastines de la Triple A, y aun después de eso) Incluso se la distingue de Berni y Kicillof, como si los títeres pudieran manejar a la titiritera.

Las alternativas propuestas, el frente democrático sin exclusiones o el sálvese quien pueda con tiros y topadoras, recorren en estos días otros países sudamericanos. En Chile y Bolivia, el frente amplio democrático ha restituido en parte la institucionalidad burguesa democrática. En el primero luego de tremendas protestas en las calles por la situación miserable de las masas obreras (la protesta comenzó por un aumento del subte) se ha canalizado todo a una redacción constitucional con poder de veto antidemocrático (un tercio puede vetar iniciativas de la mayoría) En Bolivia, luego de echar a Evo Morales, el MAS en el parlamento y Añez en el ejecutivo pactaron elecciones y canalizaron el descontento hacia un exministro pro estabilización económica, con algunos roces previos con Morales, rápidamente reconocido por el oficialismo. En Venezuela en cambio, la crisis no parece dejar el espacio para esa salida acordada y recrudece la represión.

Para quienes queremos cambiar el mundo en beneficio de la clase trabajadora, hay dos interpretaciones en juego. O estamos frente a una pelea de fuerzas reaccionarias (destituyentes, fascistas, etc:) contra las fuerzas progresistas del frente antiMacri. O estamos presenciando el lanzamiento de un frente de garrote y zanahoria, que nada ofrece a la clase trabajadora más que engaño (Larroque) y represión (Berni) bajo la tutela de Ella. Frente al naufragio, la señal fue clara: para la clase trabajadora no hay más que un futuro miserable en el país burgués. La clase obrera no tiene otra salida que construir su propio barco, su propia historia, su propia Asamblea de trabajadores ocupados y desocupados, que deje afuera, que expulse sin miramientos, a los patrones, con sus políticos y su burocracia sindical. Una gran unidad de clase, como incipientemente se dio en Guernica. Porque allí, no sólo pudimos ver la inmundicia peronista, sino también la dignidad de los trabajadores en lucha. Del lado opuesto, Guernica también nos avisa, que ninguna dignidad humana será contemplada, sólo se ofrece sometimiento o escarmiento. Y Cristina (cómo Perón) aspira a ser la garantía.

Etiquetas:

1 Comentario

  1. Muy buen análisis. Efectivamente, Cristina cumple el rol de contención de Perón en el 73, y es enorme el esfuerzo que hacen sus bases para defender lo indefendible, para negar su caracter reaccionario ( y cuando digo sus bases incluyo a los partidos del FITU ). Comparto plenamente la importancia de la Asamblea de trabajadores ocupados y desocupados como herramienta de toma de conciencia para sí de la clase trabajadora.

Deja una respuesta

Your email address will not be published.

*

Últimas novedades de El Aromo n° 114

Ir a Arriba